Reseña II Jornadas Democracia y Participación: "Ernesto Laclau" | José Ordóñez García

Foto: M. Schiappacasse

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Los pasados 9 y 10 de abril tuvieron lugar en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla las II Jornadas Democracia y Participación: "Ernesto Laclau". Organizada por el Departamento de Historia de la Filosofía, el Grupo de Investigación: "Sujeto, sufrimiento y sociedad (HUM-18) y la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Sevilla, intervinieron Giacomo Marramao (Filosofía Política. Roma), Jorge Alemán (Psicoanalista. Madrid), Paula Biglieri (Filosofía Política. Buenos Aires), Walter Gadea (Filosofía. Huelva), Juan Jesús Mora Molina (Filosofía del Derecho. Huelva), Lidia Ferrari (Psicoanalista. Venecia) Ricardo Acevedo (Psicoanalista. Málaga), Pedro Gras (Psicoanalista. Zaragoza) y diversos representantes de partidos políticos.

Desde distintas perspectivas se trató la posibilidad de la democracia junto a la imposibilidad de la sociedad (E. Laclau). Ambas cuestiones interpelaron directamente al psicoanálisis, aunque el tema de la imposibilidad fue el que asumió el peso del debate. ¿De qué se emancipa uno a raíz del análisis? Sin esta primera cuestión carece de sentido hablar de emancipación social. Hay algo que se emancipa de cada uno de nosotros, que va por cuenta propia y sin una orientación aprendida. Freud lo llama "Ello" y Lacan "Real", o dicho al contrario: el sujeto jamás logra una emancipación plena, tal como Kant mismo sabía en su fuero interno, en su razón privada.

Este fue el tema preponderante en la mesa en la que participamos Jorge Alemán, Paula Biglieri, José Ángel Rodríguez Ribas y yo mismo. Hasta ahora la cuestión emancipatoria se ha venido entendiendo, de forma preferente,  en relación a lo social. ¿En qué términos se comprende esta emancipación social? En su modo básico constituye el régimen en el que se sustenta la sociedad civil -éste fue un tema poco tratado en la mesa de los analistas-, consiste en la libre relación entre ciudadanos en torno a un interés común. Es la política desde abajo: horizontal y con visos de pluralismo. La democracia no es sino la forma política derivada de la sociedad civil. No hay más que esto. Bueno, el "más" es justamente el goce inserto ya en la sociedad civil en cuanto se nutre de los sujetos. Si no hay sujeto sin goce, no hay sociedad civil sin goce. En este punto es donde se abre la imposibilidad de la sociedad. Sin sociedad civil no puede haber democracia: la imposibilidad de la sociedad civil es la imposibilidad de la democracia. Cuestión distinta es que un significante pleno se transforme en vacío para ser representante de otra cosa: dictadura financiera, no sociedad civil, con el significante democracia (así ahora). Pero en su forma desarrollada, la emancipación social tuvo constatación radical en el anarquismo. Cuando hoy escuchamos hablar de "anarcocapitalismo", nadie se imagina hasta qué punto vivimos en una época caracterizada por la perversión de los significantes. "Mi goce es mío", dirá el anarcocapitalista perdiéndose en lo "real".

En la mesa se trató esto de un modo indirecto, desplazado, metonímico. Si el sujeto es lo primero y lo común, tanto el capitalista como el desempleado se igualan en lo "subjetivo". El goce también es lo común, y en tanto en cuanto es lo que cae fuera de la racionalidad se sitúa al margen de la emancipación: es lo imposible de la Ilustración. No obstante,  eso común se presenta de forma singularizada en esos dos modos de la subjetividad: uno se caracteriza por querer tener algo que no tiene y tiene el otro (desempleado); uno se caracteriza por no tener suficiente con lo que tiene y tiene en el otro el instrumento para tener más (capitalista). Cuanto mayor sea la necesidad del primero, activada por la seducción del segundo, en mayor medida aumenta su goce, y de tal modo, que ése es el rédito con el que cuenta el capitalista para el combustible de su propio goce. Esto que decimos no es nuevo en el contexto analítico: Zîzêk, Laclau o Jorge Alemán ya se han referido, de algún modo, a esto.

Como finitos y mortales que somos, estamos destinados al goce, alienados a él y enajenados de una mismidad. Sujeto sin goce es imposible; emancipación plena es imposible. Pero, al menos, "tenemos que procurar" situarnos lo más lejos posible del cinismo. Y a esto tendría que llevarnos el análisis, a ser procuradores del goce limitado. Disponer cada uno su goce allí más allá del cual perdemos de vista nuestra condición temporal. La crisis económica no es tal en nuestros términos, esto es: no es una crisis económica sino goce crítico, goce saturado, el punto donde el goce, perdiendo de vista el principio de realidad -la muerte, lo imposible-, alcanza su estado crítico: la aniquilación no ya de la emancipación sino de su mera posibilidad. El reto para la política podría ser éste: ¿se puede someter el goce a la posibilidad o es que nuestra condición mortal, nuestro saber, lleva inscrito en sí mismo el tributo del goce?

Lo mismo no tenemos remedio... y uno es irremediable.

José Ordóñez García.

Dr. Filosofía. Prof. USE.Socio Sede de Sevilla. ELP.