Quien quiera oír que oiga | Mario Izcovich

Exposicion Vilnius 041

Exposicion Vilnius 041

Durante varios años me ocupe de la supervisión de un servicio público de apoyo a equipos docentes de las escuelas de Barcelona. Se trata de un servicio que se suma a la red de los EAPs y que trata de llegar allí a donde los EAPs no pueden. Está compuesto por excelentes profesionales del campo de la educación y de la psicología.
Este equipo estaba y seguramente está desbordado por un sinfín de demandas a raíz de situaciones conflictivas que ocurren en muchos centros, que no siempre tienen que ver con los alumnos pero que los afectan y que son la música de fondo de la educación en nuestra ciudad.
La conclusión es que el sistema está desbordado, entre otras cosas por la falta de recursos y por la burocracia (si, muchas reuniones y mucho papelerío sin sentido, eso es la burocracia).
El acento de todos estos dispositivos está puesto en la demandas de los educadores que sufren y que se quejan. Lo que emerge en el iceberg es lo disruptivo, lo que hace ruido. No es casualidad que el gran debate de estos últimos años es la cuestión del TDAH y los alumnos conductuales (debido entre otras cosas a la presión de diferentes lobbys). En efecto, constatamos que la escuela también se ha vuelto conductual. No escucha.
La escuela no es la que era. Es una mala noticia para los nostálgicos. Los niños conviven en los centros muchas horas (la mayor parte de su día), los conceptos de aprender y enseñar han cambiado como también donde está el saber. Sin embargo en general y salvo excepciones, el modelo es el mismo desde hace 20 años.
Se trata de un modelo que cada vez se deteriora más, que prioriza los dispositivos, los funcionamientos, las reglas, las evaluaciones y muchas veces se olvida de las personas.
Es notable el aumento del malestar entre los docentes y la cantidad de bajas, sin embargo la escuela no tiene espacios para la reflexión de la tarea, de las dificultades, ningún espacio de supervisión en el que los educadores puedan hablar, ser escuchados, discutir, compartir.
Se funciona y hay poco lugar para la iniciativa individual, para el deseo de cada uno. Los espacios de tutoría son cada vez más burocráticos, no se escucha al alumno, se lo pontifica, se lo moraliza. Habla el educador. El argumento es que no hay tiempo para hablar, para escuchar. Todo el mundo se queja de que las urgencias son otras. Los maestros dicen: “no tengo tiempo”, “no me puedo ocupar de todos” la escuela es una máquina que no puede parar.
Antes decía que lo que molesta es lo que hace ruido, lo que rompe un orden, lo disruptivo. Pensemos en los niños que entran a P3, se habla de una buena adaptación cuando no hay llanto. Cuando en realidad, el llanto de un niño, es una forma lógica y necesaria de quejarse de algo que le produce malestar. Quienes no lloran no necesariamente hacen una buena adaptación porque quizás sufren por dentro, quizás se someten a la demanda de forma dócil.
Esto me recuerda a un adolescente hace años al que los profesores lo llamaba “vegetal” porque no decía nada (justamente esa era su forma de decir) pero como no era disruptivo, como no se levantaba ni hablaba, no molestaba a nadie y nadie se interesaba por él.
Sabemos en la clínica que hay muchas formas de manifestación subjetiva e inclusive hay formas de no manifestarse. Siempre me sorprendió cuando en las páginas de sucesos en los diarios se publica una noticia de un hecho luctuoso y citan a los vecinos que dicen de alguien: “era tan normal”. Nos quedamos en el nivel de la conducta, pero nada se sabe de esa persona.
Evidentemente con estas cosas no se puede hacer prevención y quizás el hecho trágico del IES Joan Fuster no se hubiera podido haber evitado, sin embargo pensamos que hay dos líneas de trabajo necesarias.
Una: Los recortes de la administración tienen consecuencias. Y el modelo educativo de la educación propuesto por la administración tiene sus consecuencias. (episodios como el de Joan Fuster, muchas agresiones, bajas de los educadores, etc) En las escuelas debería haber más personal y mucho mejor preparado.
Dos: Un cambio de orientación es necesario. Un cambio que permita que profesionales puedan dar apoyo a los educadores (con el tiempo necesario), que se creen espacios de conversación, que tengan mas peso las tutorías convirtiéndolas en verdaderos espacios para conocer a los alumnos y para poder escucharlos. Escucha, escucha, escucha!
Vaya desde aquí nuestra máxima solidaridad con la familia del profesor fallecido y con la comunidad educativa del Joan Fuster en el que tuve ocasión de trabajar con los padres hace ya algunos años.