La “Melancholia” de Lars von Trier o El fallo del Discurso del Amo | Parte II

Esta es la parte II del texto, en la cual se analizará la cuestión del diagnóstico diferencial de la psicosis melancólica frente a la manía y la cuestión del goce utilizando como ejemplo escenas selectas de la película Melancholia de Lars von Trier. Si necesitas contexto de la película por favor refiere a la introducción del texto en la Parte I.

La psicosis melancólica de Justine

La tristeza es para mí el tiempo más feliz,
cuando una ciudad brillante se eleva de las ruinas de mi mente embriagada.
En aquellos momentos en los que estoy silencioso e inmóvil como la tierra,
el trueno de mi rugido se escucha a través del universo
1
Rumi, poeta sufí místico del siglo XIII.

En Duelo y Melancolía (1917)2, Sigmund Freud esclarece las 3 precondiciones necesarias para la presencia de una melancolía:

  • La pérdida del objeto
  • Una ambivalencia constitucional
  • La regresión de la libido al ego, es decir que involucra una identificación narcisista

El aspecto melancólico de Justine es más fácil de identificar a lo largo de la película. Rescato aquí aquellos más claros ejemplos:

  • En la cena de la boda, la mirada de Justine se pierde de repente en el horizonte y la hermana Claire, siempre super-vigilante a las recaídas de su hermana y lista para responder e intentar apuntalarla. Más tarde la hermana le dará de beber grandes cantidades de alcohol directamente de una botella en lo que parece un esfuerzo de re-vivirla.
  • Posterior a la boda, Justine no puede ni ponerse en pie, es asistida por su hermana hasta para entrar a la tina a recibir un baño.
  • Para intentar sacarla de su estupor casi catatónico, Claire cocina su platillo favorito, pero a Justine la comida le “sabe a cenizas”.

La estructura de Justine es incapaz de apegarse a los rituales sociales, como si estos no tuvieran valor. ¡Y claro! pues para que un ritual social tenga valor el sujeto tiene que estar inscrito en el registro simbólico, que es un registro que no está anudado en la estructura de la psicosis, de la forma en la que en la neurosis permite la creencia en ellos.

En esto, Justine comparte el rasgo con su madre, Gaby, quien tampoco logra lidiar de forma socialmente adecuada en la boda. Esto es evidenciado en su brindis a los novios diciendo “yo misma odio las bodas, especialmente cuando involucran a algunos de los miembros más cercanos de mi familia”.

El dialogo siguiente sucede entre Justine y su madre, Gaby, y es un intento de Justine de pedirle ayuda a su madre:

Justine: Tengo un poco de miedo

Gaby: Yo tendría muchísimo miedo si fuera tú.

Justine: No. Esto es algo distinto. Tengo miedo, mami. Tengo dificultad de caminar correctamente.

Gaby: Aún puedes tambalearte, ya veo. Así que sal de aquí tambaleándote. Deja de soñar, Justine.

Justine: Tengo miedo.

Gaby: Todos lo tenemos, cariño. Simplemente olvídalo. Vete de aquí.

Freud describió características de la presentación clínica de la melancolía, de entre las cuales destaco: “una desazón profundamente dolida, una cancelación del interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de toda productividad (…)3.

Con lo que tenemos las propias palabras de Justine dirigidas a su hermana, para intentar explicar cómo se siente: “Estoy caminando penosamente a través de este hilo de lana gris. Se enrosca en mis piernas, es muy pesado para arrastrarlo sola.” Vemos en estas escenas lo que Freud describió como “la caída de la sombra del objeto sobre el yo4 que en lo sucesivo se considerará a sí mismo como un objeto abandonado.

Aunque las películas no pueden dar un retrato nítido exhaustivo diagnóstico pues no es este su propósito, es importante mencionar que no encontré señales ni de la “delirante expectativa de castigo5 ni de los “autorreproches y auto denigraciones6 (ni enmascarados en el discurso sobre sí misma, ni dirigidos a los otros), de los que habla Freud. Y aunque sí parece ser “una martirizadora en grado extremo7 impidiendo que la boda avance, con atrasos y ausencias, no observé el rasgo de mostrarse “afrontada (…) como si hubiera sido objeto de gran injusticia8.

Las “escapadas” que la hacen una martirizadora en grado extremo son: primero cuando toma un carrito de golf para ir a miccionar en el green; la segunda donde tiene relaciones sexuales con Tim, una nueva contratación de la empresa donde trabaja. Martiriza tanto al “planeador de bodas más caro de la historia” que este, tras los frecuentes atrasos espeta “arruinó mi boda, me rehúso a verla”; la hermana Claire también le dice “realmente te odio a veces”.

Una escena adicional de “escapada” es cuando Justine, posterior a la boda, sale desnuda en la madrugada a recostarse por el riachuelo ante la luz azul del planeta Melancholia en una escena con rasgos autoeróticos.

¿Son estas “escapadas” indicaciones de manía?

El texto de Duelo y Melancolía desafortunadamente nos deja sumamente abreviado el aspecto de la manía, donde Freud enlista que puede ser parte del cuadro melancólico y que presentaría “señales de buen humor, emociones alegres y la disposición para todo tipo de acción”.

A primera vista pensé que sí eran señales de una manía, pues podrían parecer una liberación breve de la causa del sufrimiento y que entonces se lograba una fuga más enérgica en estas distracciones. Sin embargo, debo concluir que son más bien un acting out que apunta a demostrar la “mierda” que está por ahí detrás del dinero puesto en la boda, del sin-valor del ritual social y del nuevo matrimonio que al disolverse (por motivos no explicados en la película), Justine le dice a su esposo “pero en serio Michael, ¿qué esperabas?”.

¿Dónde está el goce?

Hay un goce fálico y, por ende, superyóico que está en el mandato de “¡goza!” que se le intenta imponer durante la fiesta a Justine.

En palabras de su cuñado John:

más te vale que estés feliz maldita sea (…) ¿tienes idea de cuánto me costó esta fiesta? ¿un estimado si quiera? (…) creo que deberías (saberlo), mucho dinero, una cantidad colosal, de hecho, para la mayoría de las personas una fortuna (…) será dinero bien gastado si tenemos un trato (…) que serás feliz.

En palabras de Fabián Schejtman el goce fálico se identifica en la voz: “¡vamos, un esfuerzo más… que casi lo logras esta vez! ¡Sigue participando! Así los gruesos zapatones del superyó no pueden ocultarse enteramente tras las cortinas. Mofándose del pobre sujeto le exige un goce tan imposible como infinita la carrera a la que lo obliga9”.

Es verdad que al ser un caso de psicosis el objeto a está en todo caso en el bolsillo de Justine, pero no se puede negar la asfixiante demanda de gozar que se le impone a lo largo de la fiesta.

Por otro lado, vemos el goce del síntoma de Justine, este goce del síntoma “da cuenta del carácter resistente y duradero del síntoma, en oposición a la fugacidad del lapsus, del chiste, de las formaciones del inconsciente, de las que el síntoma se aparta10.

En el síntoma melancólico Justine se deja cobijar por esa mortificación de no levantarse de la cama, no poder bañarse sola, no desear comer y al intentar comer, probar sólo cenizas; es una entrega al goce del síntoma. Ya Freud en Duelo y Melancolía señala con respecto al cuadro de la melancolía “esta foto de un delirio de inferioridad (principalmente moral), se completa con insomnio y un rechazo a nutrirse (…) por el desfallecimiento del instinto que obliga a todo ser viviente a aferrarse a la vida11 ”. Esta fijeza demuestra la forclusión, que más tarde Lacan elucidará como “un desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de la vida12”.

Una forma excelente de captar esto es en palabras de Carmen Cuñat, en su extracto de la conferencia Todo el Mundo es Loco. Carmen Cuñat escribe:

¿Qué es la vida? No lo sabemos. Lacan la sitúa en el orden de lo real. La vida para el parlêtre es deudora del goce causado por el significante y necesita de una extracción (pequeño a) para ser vivible. Para algunos un serre-joint (abrazadera) que anude goce, cuerpo y lenguaje13”.

Es esta juntura la que no está presente para Justine

La extraña calma de Justine ante la inminente destrucción del planeta en contraste a la caótica angustia de la hermana Claire, y particularmente la antes mencionada escena autoerótica bajo la luz de Melancholia, muestran el goce en sintonía con la muerte.

Valdría la pena entonces continuar indagando si la muerte misma, aunque pertenece al registro real, es algo que el melancólico aprehende mejor que nadie desde su yo mortificado.

 

Notas:

  1. Rumi, La traducción es mía.
  2. Freud, S. The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, Vol. XIV (1914 – 1916). Mourning and Melancholia (1917), pp. 239-258. Las traducciones son mías.
  3. Íbid. p. 244.
  4. Íbid, p. 249.
  5. Íbid, p. 244.
  6. Íbid.
  7. Íbid, p. 248.
  8. Íbid.
  9. Schejtman, F. Teoría de los goces en Jacques Lacan, El psicoanálisis y su aporte a la cultura contemporánea, Eds: Chorne, M y Dessal, G., p. 231.
  10. Íbid, p. 232.
  11. Freud, S. The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, Vol.XIV (1914-1916). Mourning and Melancholia (1917), p. 246. La traducción es mía.
  12. Lacan, J., “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de las psicosis”, Escritos 2, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2003, p. 540.
  13. Varios, PDF de Todo El Mundo es Loco, Scilicet, Grama Ed., IV. El Sentimiento de la Vida, Carmen Cuñat, p. 55.