V Stage en Barcelona del TyA. Eugenio Díaz (Barcelona)

El 27 de Octubre se celebró en Barcelona el V Stage del TyA, que con el título Psicosis y Toxicomanías, ¿Cómo opera el psicoanálisis en la clínica de las Toxicomanías?, convocó a más de 50 personas interesadas en pensar la cuestión de las toxicomanías; el lazo particular entre sujeto, consumidor de tóxicos, y la sustancia; el dato clínico que se constata de la frecuencia de la estructura psicótica en sujetos toxicómanos; o los distintos usos de las drogas y sus consecuencias, como ruptura, como solución, como uso sintomático o como paliativo.

Guy Briole en su conferencia titulada "Toxicomanías ¿un lazo entre otros?", puso de manifiesto las consecuencias que supone introducir la clínica del sujeto en los casos de toxicomanías: permite un lugar a la falta para sujetos saturados de goce y un poco de espacio frente a los estragos de las figuras de Otro implacable. Se trata así de producir un desplazamiento del producto tóxico a las cuestiones propias del sujeto: las modalidades de goce particular, la cuestión del cuerpo o la incidencias sobre la inserción social, familiar y profesional.

Por otro lado, y en relación a la psicosis constató que si bien la droga no causa la psicosis, a veces facilita las condiciones de su desencadenamiento; que la toxicomanías en ocasiones prestan al psicótico un discurso del que carece a modo de suplencia; o que en el lazo toxicomanía-psicosis, es necesario a veces saber “proteger” su función de nudo, sin precipitarse a una hospitalización, una desintoxicación o a la puesta en marcha de un tratamiento de sustitución. Dar una oportunidad a la palabra, respetando el saber que el sujeto tiene sobre su relación particular con la droga, a veces apaciguante, otras agravante, permite en definitiva dejar una posibilidad al sujeto “de construir otro ‘broche’ que, esta vez, se sostendría del trabajo bajo transferencia”.

Andrés Borderías hizo un recorrido en su conferencia “Anudamientos y desanudamientos en la clínica de las toxicomanías”, sobre las consecuencias que introduce la enseñanza de Lacan, desde la clínica estructuralista a clínica borronea, en el confuso panorama de los tratamientos específicos a sujetos toxicómanos, con las novedades en ocasiones segregativas que introduce el control del fármaco; el rechazo del caso y la multiplicidad inoperante de diagnósticos (patologías duales, trastornos límites, etc…); las nuevas formas de presentación de las psicosis. Si la clínica estructuralista (Lacan 1), orienta su intervención apoyándose en los poderes de la palabra y en la elaboración del delirio en la psicosis, la clínica borronea (Lacan 2), clínica del anudamiento y desanudamiento, permite pensar cierto tipo de prácticas de goce (toxicomanías por ejemplo), como artificio en el anudamiento Real, Simbólico e Imaginario. La brújula que supuso la formula de Lacan del 1975, sobre la droga (“…es lo que permite romper el matrimonio con el falo.”), abre así nuevas perspectivas sobre la función del tóxico, sobre la complejidad de enganches y desenganches del cuerpo que encontramos en las psicosis ordinarias y nos lleva a ser prudentes a la hora de pensar la intervención inmediata o prohibitiva, al uso en el tratamiento de las toxicomanías.

En la segunda parte la Jornada, una mesa clínica, fueron presentados dos casos de sujetos consumidores de cocaína, que pusieron de manifiesto lo fundamental que es saber lo que cada sujeto trata con la droga, los usos posible de la institución y del analista, y los efectos de una escucha activa en el tratamiento del goce que hace el sujeto.

María José Freiría, presentó un caso, atendido en institución y luego en la consulta, donde se apreciaron las consecuencias del paso de un tratamiento estandarizado, a un tratamiento individualizado, por la palabra. Así, el analista se orientó en acompañar al sujeto en la invención de una fórmula que pusiera freno al uso de ruptura de la droga, vinculado a la exacerbación de la relación sexual y con consecuencias de pasajes al acto. Ahí donde el sujeto no tiene “la medida” que le introduciría en el discurso, la droga venía como su sustituto en un uso paradójico. Sabiendo de ello, el trabajo analítico consiste en acompañar al sujeto a que ponga palabras ahí donde lo que hay es el acto mortífero. Acompañarle entonces, en la construcción de un artificio que anude de “otro modo” los tres registros, pacificando así su relación con el goce y con la vida.

José Manuel Alvarez, expuso un caso de una mujer atendido en el CAS de Nou Barris (Barcelona), donde las maniobras de la transferencia fueron fundamentales para que el analista no quedara totalmente absorvido por el universo mórbido del sujeto, permitiendo así la producción de un relato de su vida, una justificación de su existencia y una elaboración mínima de lo que la atormentaba; junto con la posibilidad de largocircuitar el salto que va de las múltiples situaciones que le deparaba la vida a la respuesta inmediata de la sobredosis. Es decir, encontrar una respuesta más compleja que la tan sencilla de inyectarle a la angustia un tóxico para deshacerla, y a la vez alimentar -haciéndose cuerpo, aunque cuerpo machucado- el agujero dejado por la forclusión.

La intensa jornada de trabajo, con un animado e interesante debate sobre las consecuencias de la orientación que el psicoanálisis ofrece en la clínica de las toxicomanías y en su relación con la psicosis -clínica paradigmática de la cuestión del lazo social- sirvió como apertura al Grupo de Investigación en Toxicomanías y Alcoholismo de Barcelona, que se reune mensualmente y que trabajará este curso sobre el tema de la Jornada, tomando como orientación las excelentes elaboraciones producidas.

Así mismo la Jornada ha pretendido ser punto de partida de una puesta efectiva del TyA en España, en el marco de la Red Internacional TyA.

Eugenio Díaz (Barcelona)