MALTRATO (S): AMOR PATOLÓGICO* (II). Por JOSÉ RAMÓN UBIETO (Barcelona).


¿Qué subjetividad encontramos del lado de la mujer maltratada?

Aquí también cabe hacer el previo de la particularidad de cada caso y las diferencias evidentes entre los casos episódicos y los patrones de relación continuados.

Uno de los mitos, a veces promovidos por los propios psicólogos, es el del masoquismo de estas mujeres como explicación causal. Hemos visto que en el maltrato –en cualquier maltrato- lo que está en juego es la destrucción de toda posición de sujeto en privilegio de su posición de objeto. Esto se confunde con el mal llamado masoquismo femenino: “¡será que les gusta!”.

Esta confusión no ocurre por casualidad, se apoya en una razón de estructura. La pregunta ¿qué es una mujer, cómo se comporta una mujer? encuentra una posible respuesta en la relación de pareja en la cual la mujer puede consentir a ocupar un lugar causa del deseo del hombre y que le permita a ambos obtener una satisfacción de acuerdo a su fantasía sexual. Es únicamente en el contexto y el marco de esta relación sexual que la mujer ocupa ese lugar de objeto del deseo. No se trata –en la mayoría de los casos- de una posición permanente y que afecte al conjunto de la vida de esa mujer. La clínica y nuestra experiencia cotidiana nos muestra esa diferencia, que a veces aparece como una disparidad paradójica, entre lo que es la vida pública o familiar de una pareja, en la que cada uno desempeña un rol bien definido y esa otra escena, la vida íntima donde a veces esos roles se intercambian radicalmente, de tal manera que el marido seguro, decidido y en aparente control de la situación social se muestra en escena sexual como alguien vacilante, vulnerable o incluso con claras preferencias a ser humillado y castigado por el partenaire. Lo mismo en el caso de la mujer identificada a ideales de mujer autónoma, independiente, que en su vida sexual, sin embargo, acepta ciertas propuestas de su pareja difíciles de conciliar con esos ideales.

Por supuesto no se trata de ninguna patología, al menos no en la mayoría de los casos, se trata de la puesta en acto de la escena fantasmática y de las condiciones de satisfacción que cada miembro de la pareja encuentra. Condiciones definidas por una serie de variables biográficas y particulares que obedecen a otra lógica que la de los ideales que nos permiten (re)presentarnos socialmente pero que son tan propias e intimas como aquellos.
¿Cuál es el límite de eso a lo que una mujer –ya que nos referimos a la violencia de género- puede consentir en la relación con su pareja? ¿Dónde poner la frontera entre un amor sexualizado y bien tratado y un amor claramente patológico y maltratado?

*fragmento de la intervención en las Jornadas “Ellas hablan”. Sevilla, octubre 2006.

José Ramón Ubieto (Barcelona)