«Nunca he ido a terapia, pero me parece una situación fascinante». Entrevista a David Cronenberg. Rafa Vidiella (20 minutos)

Rafa Vidiella: ¿Cómo lleva la promoción?

David Cronenberg: Bien, pero es una paliza. Viajar de ciudad en ciudad, ir a festivales... ¿Lo peor? Que durante seis meses no trabajas en otra cosa. ¡Pero hago películas para que la gente las vea!

¿Qué le gusta más de dirigir?

Siempre es difícil: necesitas trabajar sobre temas que te apasionen, porque durante mucho tiempo deberás estar alerta a todo lo que te rodea.

Dice que hacer cine es siempre difícil. ¿En qué sentido?

Sobre todo, en uno: en conseguir dinero. Suena aburrido, pero una película como Un método peligroso necesita muchos inversores, y eso requiere firmas, abogados, la ayuda de instituciones públicas y privadas... En teoría, como director, no debes ocuparte de eso, pero todo el mundo quiere hablar contigo y saber qué quieres hacer... No es glamuroso, pero es una parte fundamental del proceso de hacer cine.

Tras casi veinte largos, ¿en qué ha cambiado como realizador?

Mi director de fotografía desde Inseparables (1988), Peter Suschitzky, dice que mi cine es cada vez más simple... Supongo que cada vez entiendo mejor lo que necesito rodar, y no me encuentro situaciones inesperadas en el montaje. En otras palabras: soy más eficiente, me siento más seguro de lo que hago y, al final, gasto menos dinero en el rodaje.

Un drama romántico sobre psicoanalistas: ¿no teme decepcionar a los fans de La mosca?

Nunca pienso en lo que he hecho antes, aunque entiendo que los que me siguen desde el principio sientan cierta nostalgia. Guillermo del Toro me dice que prefiere mis primeras películas: me gusta su franqueza, pero he cambiado.

¿Cree haber influido en otros?

Atom Egoyanme dijo que sí... Y Darren Aronofsky me comentó que La mosca fue una de sus grandes inspiraciones para Cisne negro, lo que resulta muy halagador. Lo que es seguro es que fui uno de los primeros canadienses que han dirigido en EE UU y Europa.

Otra vez cuenta con Viggo Mortensen, aquí como Freud.

Somos muy amigos, y es cierto que busco papeles para él. Pero en Cosmopolis, mi próxima película, no trabaja: darle a un amigo un papel que no le va no es un favor. Aquí era distinto: quise mostrar otro Freud, no el abuelo de aspecto estricto que conocemos, sino a alguien de cincuenta años que, dicen, era guapo, divertido y carismático. ¿Cómo no iba a pensar en Viggo?

¿Qué dirían Freud y Jung de la sociedad actual?

Es fascinante fantasear con ello... En mi opinión, ellos nos inventaron. Fueron ellos quienes crearon el s.XX, las relaciones actuales: hasta entonces, nadie hablaba de sexo, sueños, incesto o traumas infantiles. Todo era tabú, pero ellos eran muy modernos: si lees sus cartas, te parece estar viendo los correos electrónicos de dos personas actuales. La pasión con la que discuten es enorme, y sorprende ver con qué franqueza y naturalidad hablaban.

¿Qué relación tiene, en primera persona, con el psicoanálisis? ¿Va, por ejemplo, a terapia?

Nunca he ido, por una sola razón: ¡no tengo ningún problema, soy completamente normal! (risas). Pero muchos amigos me han hablado de sus terapeutas, y me parece fascinante y único el contarle a un extraño tus detalles más íntimos sobre tu vida sexual, tu infancia, tu familia... No solo es lo que uno dice, sino la transferencia, las proyecciones que se establecen entre paciente y analista... Por eso quería hablar del tema, porque era una nueva forma de explorar la naturaleza humana, y eso es lo que siempre me ha interesado.

Eso incluye hablar de sexo, poder, humillación...

Sí. Soy un dramaturgo y, como dijo George Bernard Shaw, «el conflicto es la esencia del drama». Claro que podría contar historias sobre gente feliz, familias sencillas, ¿pero eso le interesaría al público? Además, tanto el sexo como el poder o la humillación son cotidianos.

Como creador, ¿es el deseo sexual una fuente de inspiración o un síntoma de insatisfacción?

Freud decía que la sexualidad es parte del deseo creativo, que la sublimación es el deseo insatisfecho plasmado en creatividad, y que el arte, a la postre, es sexualidad reprimida... Yo creo que todo, desde luego, viene de la misma energía, porque tanto el sexo como la creatividad son aspectos básicos del ser humano.

¿Sigue estando vigente Freud?

Esas discusiones son cíclicas... Hace poco leí que el análisis freudiano es ahora muy popular en China, porque saca a la luz los problemas que tiene su enorme clase media. Freud tuvo una carrera muy larga, escribió muchos libros y desarrolló muchas teorías llenas de potencial, así que su vigencia, supongo, será muy larga.

¿Podía el autor de Una historia de violencia imaginar escenas como la caída de Gadafi?

No es algo nuevo: antes de que existiese la televisión recuerdo ver en los cines, de niño, imágenes con los presos de los campos de concentración... Lo que ha cambiado es el medio: ¡con un teléfono móvil e Internet ves la muerte en directo! Como director de cine, en cambio, no hay relación: la violencia en una película y en la vida real son muy distintas.

* Publicado en el diario gratuito 20 Minutos.