Jornadas Práctica Lacaniana en Instituciones: Otra manera de trabajar con niños y jóvenes. Ana Jiménez (Madrid)

El pasado 18 de enero tuvo lugar en la Sede de Madrid de la ELP la sexta Jornada del Ciclo sobre Práctica Lacaniana en Instituciones, organizado por el Departamento de Psicoanálisis con Niños del NUCEP, que coordinan Vilma Coccoz y Carmen Cuñat.

En esta ocasión, tuvimos el honor de recibir a Gil Caroz, psicoanalista Miembro de la École de la Cause freudienne, ex-Presidente de la Eurofederación de Psicoanálisis.

Para Gil Caroz, la institución es “un lenguaje que envuelve al sujeto”; es su hipótesis. “Consideramos que institución es una palabra que da forma a todas las formas de lo que da cuerpo al Otro: familia, escuela, Estado, el hospital, la calle…”. “Todos los aparatos que el ser humano construye para regular el goce.” Como Lacan dice en la Alocución sobre las psicosis del niño: “Todo lo que refrena el goce”. Pero Lacan utiliza una palabra que, por homofonía en francés, señala tanto lo que refrena como lo que se repite –el estribillo. En la institución existen estas dos dimensiones.

“Si hablamos de la institución como un fenómeno de lenguaje, el Seminario VI pone la lupa en la juntura entre el sujeto como organismo vivo –recién nacido- y el Otro del significante, lugar del código. Este Seminario nos permite explorar las producciones de dicho encuentro.”

“El Seminario VI hace una lectura del Edipo freudiano y de su más allá. Se trata de una revisión de la cuestión del Padre y, por supuesto, de la del amo. El amo siempre está presente en la institución, de una manera u otra.”

Quería traernos algo nuevo, y lo hizo; lo nuevo y Gil Caroz siempre van de la mano.
Nos habló del Padre tóxico, y mostró con una viñeta el lugar en el que surge: en el punto de tensión entre la función paterna, y el S(A-tachado). El Padre como paradigma del que sabe lo que hay que hacer; y del otro lado el no hay saber, el no hay garantía. Se trata de funciones, y por tanto de lógicas de funcionamiento que entran en tensión cuando son desplegadas en la institución.

La viñeta -de un caso que atendió en la UPO- dio mucho juego, por varios motivos:

Primero, por el interés clínico de la maniobra que realizó. Se trataba de un chico que en lugar de hablar, hacía: sustraía dinero o joyas a los padres, consumía hachís en exceso… El chico había acudido a la consulta afectado por el sentir de los padres. Gil señaló ciertas cosas, y no se quedó conforme con su intervención.

Segundo, porque muestra con honestidad la realidad de vno saberlo todo y una posición ética de responsabilidad ante ello. Sometió a otras orejas –y a otros saberes- esa experiencia, en una intervisión con los profesionales del Centro de Salud mental en que trabaja. Con humildad pudo escuchar lo que había en juego, y eso le permitió un segundo movimiento, que abrió una posibilidad para alguien que no tenía ninguna. Tres años después este chico lo llamará para buscar respuestas –ahora sí- a las cuestiones que le conciernen. Tras su hacer, se desveló su dificultad para hablar con las chicas, para encontrar una con la que vivir el amor.

A mi parecer, las dos maniobras fueron igual de importantes; no habría tenido efecto una sin otra.

Como Vilma señaló en la presentación, “la acción analítica no se rige ni por la prohibición de los excesos, ni por los protocolos que sirven para todos, sino por la lógica. No entra en oposición al sujeto, sino que otorga un lugar a cada uno desde el cual se le ofrece una salida a su impass subjetivo.” “Este modo de responder del discurso analítico supone una especificidad de las instituciones analíticas”.

Gil también mostró la posibilidad de relacionarse con otros discursos, desde el discurso psicoanalítico. Lo ilustró, sobre todo, con su manera de tratar con quienes deciden, porque legislan, nuestro futuro.

Celebramos el éxito conseguido por la comunidad psicoanalítica de orientación lacaniana de Bélgica, también por Gil Caroz: El Ministerio de Sanidad ha aceptado la petición realizada por los psicoanalistas de que la reglamentación de las psicoterapias por el Estado no se impondrá al ejercicio del psicoanálisis.

Como Vilma señaló, “el semblante de analista que Gil nos presenta es móvil, dúctil: anuda, desanuda, corta, da consistencia. Las múltiples formas de respuesta subjetiva que así se producen, dependerán de la relación justa con el inconsciente que cada practicante tenga, que le permite inventar, cada vez, un saber hacer inédito con lo real de la clínica que se presenta, hoy, en las infinitas variantes del exceso.”

Ante la nominación de un AE, la posición de Gil Caroz ejerciendo la presidencia de la Eurofederación: “Uno descubre entonces, si aún no lo sabía, que el amo que es, es un esclavo. Uno trabaja para una causa que uno mismo no sabe cómo decir, que hay otro que la dice mucho mejor. Así pues no se trabaja para un ideal.” Yo diría que Gil tiene una relación justa con los semblantes.

Nos transmitió con sencillez su quehacer -fruto de mucho trabajo, muy serio, que le permite anudar las tres dimensiones de la experiencia analítica: clínica, política y ética. Gil encarna una firme posición, que defiende con fuerza lo que nos une –la causa analítica-.