UN REAL PARA SIGLO XXI. Textos de orientación (selección 2). Miquel Bassols, Graciela Brodsky, Sérgio Laia.

EN EL PSICOANÁLISIS NO HAY SABER EN LO REAL
Miquel Bassols

Es la afirmación que Jacques-Alain Miller sostuvo en su Presentación del tema del próximo IXº Congreso de la AMP sobre "Un real para el siglo XXI"[1]. Su desarrollo nos permite releer un párrafo de Lacan que parece paradójico. Se encuentra en la "Nota italiana" de 1973 y se dirige al punto de conjunción-disyunción entre psicoanálisis y ciencia: "Hay saber en lo real. Aunque a este no sea el analista sino el científico quien tiene que alojarlo. El analista aloja otro saber, en otro lugar, pero que debe tener en cuenta el saber en lo real. El científico produce el saber, por el semblante de hacerse su sujeto. Condición necesaria pero no suficiente."[2]

Desde cierta perspectiva, parece difícil sostener que hay un saber en lo real, un saber ya inscrito en él, un saber que le sería natural e inherente. Aunque este es, en efecto, un supuesto que encontramos en muchos desarrollos de la ciencia actual: habría un saber ya escrito en lo real biológico —en el gen o en la neurona, por ejemplo—, un saber que habría que descifrar según la máxima de Galileo: "la Naturaleza está escrita en lenguaje matemático". Pero esta Naturaleza, escrita entonces en mayúsculas, es la naturaleza que antaño se igualaba a lo real, la misma naturaleza que la ciencia moderna ha encontrado en un desorden cada vez más manifiesto, en especial con la física del pasado siglo (cf. E. Schrödinger, por ejemplo) que se sigue en el actual. En la época de Galileo, tal como señalaba Jacques-Alain Miller, "la Naturaleza era el nombre de lo real cuando no había desorden en lo real". Lo real sin ley al que nos acercamos en la experiencia analítica orientada por la última enseñanza de Lacan se separa así de la Naturaleza[3] gobernada por un sujeto supuesto saber, Dios para el caso o cualquier otro escritor de las leyes matemáticas que deben regir la trayectoria de los cuerpos celestes o el saber de cada célula para cumplir su función.

Veamos entonces un poco más de cerca el párrafo de Lacan.

"Hay saber en lo real". Se trata en el texto en francés de un partitivo, siempre resistente a pasar a la lengua castellana: "Il y a du savoir dans le réel". No se trata de que haya un saber, tal o cual saber, determinado o indeterminado, inscrito de entrada en lo real sino de que "de saber", hay algo en lo real. Como quien dice: de agua, hay algo en el mar[4]. ¿Cuánta? No lo sabemos, hay que medirla, con metros cúbicos por ejemplo. Sólo que en esta operación, por interminable que sea, estamos haciendo dos cosas a la vez. La primera: estamos introduciendo el número y la cantidad en ese mar incontable que, como el pase, siempre debemos recomenzar. Estamos introduciendo aquello que el lenguaje, lo simbólico, vehiculiza de lo real con el número[5]. La segunda: estamos de hecho vaciando el mar de agua, al considerarlo ya como continente vaciable del agua que pretendemos contabilizar. El número, pues, vehiculiza un real y vacía a la vez a ese real de significado, lo convierte en algo tan inimaginable y sin concepto posible como un mar sin agua. Es una imagen que nos acerca a lo más irrepresentable de lo real. Ese vacío de un mar sin agua es también el sujeto del significante una vez lo concebimos como una respuesta de lo real.

Supongamos así que el agua es el saber y que el mar es lo real. El científico aloja entonces el saber del agua contable en el mar, siempre incontable, de lo real. Es un saber que no está allí desde siempre, esperando a ser leído y descifrado, sino que es un saber que el científico ha alojado en el mar para hacerlo representable, en la misma operación de su descubrimiento. Más todavía, ese saber, el científico "tiene que alojarlo" necesariamente para simbolizar lo real, aunque sea al precio, como dirá Lacan en otros lugares, de enmudecerlo. Y lo hace a través de una operación que es inversa a la de la transferencia, si entendemos por transferencia la suposición de un sujeto supuesto saber —ya sea la suposición de un saber al Otro o la suposición de un sujeto a lo real—. La operación del científico va a contrapelo de la transferencia al hacerse él mismo sujeto de ese saber que aloja en lo real. O al menos lo hace parecer, hace "semblante" de hacerse sujeto de ese saber.

¿Qué querría decir en realidad hacerse sujeto de ese saber? Querría decir, en primer lugar, identificarse a su significado, al Otro que determina el sentido del saber, al Otro del Otro incluso que diría ese sentido, si existiese. Lo que es pura y simplemente delirante. En realidad, ni los cuerpos celestes ni la célula tienen saber alguno de sujeto, por mucho que el científico se los atribuya —en los dos sentidos de la expresión: que el científico les atribuya ese saber de sujeto o que él mismo se atribuya ser el sujeto de ese saber—.

El analista, por su parte, aloja Otro saber, el saber del inconsciente, y en Otro lugar, el lugar del Otro que sólo existe por la transferencia. Pero Lacan no lo sitúa en una disyunción absoluta en relación a la ciencia. Su saber y su lugar deben tener en cuenta ese saber que el científico aloja en lo real, aunque éste no sea suficiente.
Entre lo necesario y lo suficiente, lo real del saber del inconsciente no cesa pues de insistir, todavía. También en la ciencia.

Notas:
1-. Seguimos la versión en castellano publicada en http://www.congresamp2014.com
2-. Jacques Lacan, Otros escritos, Paidós, Buenos Aires 2012, p. 328. En francés, Autres écrits, Editions du Seuil, Paris 2001, p. 308. Modificamos ligeramente la traducción allí donde nos ha parecido conveniente siguiendo nuestro comentario.
3-. "Se observará que he hablado de lo real, y no de la naturaleza" escribe Jacques Lacan en su "Introducción a la edición alemana de los Escritos", Otros escritos, Paidós, Buenos Aires 2012, p. 583.
4-. Este partitivo existía en castellano antiguo: "Cogió del agua en él y a sus primas dio" (El Cantar de Mio Cid, 2800).
5-. En efecto, "el lenguaje vehicula en el número el real con el que la ciencia se elabora". Jacques Lacan, "Introducción a la edición alemana de los Escritos", Otros escritos, Paidós, Buenos Aires 2012, p. 585.

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LA CLÍNICA Y LO REAL
Graciela Brodsky

En la alocución que pronuncia Lacan en ocasión de la creación de la sección Clínica de París[1] hallamos una definición de lo real que vale la pena comentar. En esos días Lacan dictaba el Seminario L'une-bévue, título que es posible traducir como Una-equivocación y que es un juego de palabras homofónico con el término alemán Unbewusste. Es decir que en el momento en que Lacan hace suya la Sección Clínica se encuentra en pleno cuestionamiento del inconsciente freudiano. Hay dos textos importantes que acompañan este período: "Televisión", y el "Prefacio a la Edición Inglesa del Seminario XI", que cierra los Otros Escritos.

En el intercambio que sigue a sus palabras de apertura, de manera coloquial y en respuesta a una pregunta, Lacan define la clínica psicoanalítica como "lo real en tanto es lo imposible de soportar". Es una frase que se ha comentado a menudo, pero que admite ciertas precisiones. En primer lugar, corrige algo que Lacan ya había formulado pocos años atrás: lo real es lo imposible. Decir que lo real es lo imposible es bien distinto a decir que lo real es lo imposible de soportar.

Lo real como imposible se refiere a un real que surge a partir de un impasse de la formalización, que no cesa de no escribirse, y que al mismo tiempo que emerge como paradoja, como producto y escoria de lo simbólico -del cual depende-, no cesa de escapar a la máquina significante.

Lo imposible de soportar es otra cosa. Lo real como imposible de soportar se separa de la escritura lógica y matemática. "Soportar" hace surgir, en medio de la formalización imposible, la dimensión de la carga, del peso, incluso del sufrimiento. En síntesis, para soportar hace falta un cuerpo.

¿Para quién, entonces, lo real es lo imposible de soportar? Por empezar, para el que nos llama, para aquél al que nombramos, impropiamente, paciente, puesto que para él lo imposible de soportar se presenta como urgencia, como desborde del cuerpo o del pensamiento.

J.-A. Miller comenta esta referencia en un antiguo artículo titulado "Lacan clínico", cuya versión castellana está en Matemas II. Se trata de una conferencia en la cual sostiene que el síntoma sólo toma forma clínica cuando es imposible de soportar, y que mientras tanto, uno se las arregla[2]. Eso no implica que no se tengan síntomas, pero es un estatuto del síntoma que no es clínico. Me parece una indicación que da para mucho, porque indica que hay un estatuto clínico del síntoma y hay un estatuto del síntoma que no es clínico. Por ejemplo, Lacan dice de sí mismo en el seminario L'une-bévue: "soy un histérico perfecto, es decir sin síntomas[3]"y en el Seminario 5, página 405 de la edición castellana, apunta en la misma dirección: "Les recordé cómo vive Dora hasta el momento en que se descompensa su posición histérica. Está muy a gusto, con la excepción de algunos pequeños síntomas, pero que son precisamente los que la constituyen como histérica[…][4]". Si se quisiera avanzar en la distinción entre el síntoma clínico y el síntoma no clínico, podría conjeturarse que esto anticipa algo que concierne al sinthome como manera de arreglárselas, de darse maña con lo real, de "hacerse" a lo real así como el artesano se hace a la materia con la que trabaja.

Ese sinthome ¿es algo que se encuentra al final del análisis o es algo que funciona desde el vamos, aunque el sujeto no lo sepa? Me inclino a pensar que hay un arreglo que el sujeto debe hacer con el troumatisme de lalengua (que siempre lo encuentra desprevenido y sin recursos) que no espera al análisis para producirse. Pero ese estatuto del sinthome no es clínico, para tomar la indicación de Miller. Se convierte en síntoma clínico cuando el arreglo se desmorona y las señales de lo real reaparecen, imposibles de soportar.

Pero también para el analista la clínica es lo real en tanto imposible de soportar. La clínica como imposible de soportar va de la mano de la clínica como un intento de ordenar lo real, de buscarle una ley, de simbolizarlo. Toda clasificación es eso: una tentativa de regular lo real, de enmarcar lo imposible de soportar, lo imposible de la práctica del psicoanálisis. Y si clasificamos síntomas, tejemos nudos, dibujamos cuadros, escribimos fórmulas, trazamos grafos, es porque diariamente hacemos la experiencia – insoportable a veces- de que en lo real no hay clases, solo piezas sueltas, dispares descabalados[5], como supo decir J. Lacan.

¿Quién conoce a Ernst Lanzer? Nació en 1878, y murió, como tantos, en la Gran Guerra. Parece que su verdadero nombre era Paul Lorenz, o que el verdadero nombre de Paul Lorenz era Ernst Lanzer; en realidad no está claro si es la misma persona o son dos. Se atendió durante nueve meses con Freud. No sabemos cómo lo nombraba su familia, si le decía Ernst o lo llamaba Paul, pero a nosotros eso nos da lo mismo. Hablamos de él desde 1909 y para nosotros fue, es y será "el hombre de las ratas". No está en la naturaleza de los hombres gozar con el tormento de las ratas, pero una vez que este goce contingente se encontró, ya a este hombre no le cabe ni el nombre del padre ni el del registro civil.

La clínica lacaniana está hecha de eso, de ahí el problema de la presentación de casos. ¿Cuál puede ser la manera de presentar un caso que capte algo de lo más singular de un sujeto, y que a partir de la contingencia de un encuentro permita leer un programa de goce cuya repetición, aparentemente necesaria, demuestre, al fin y al cabo, ser la solución que el sujeto encontró para lo real en tanto imposible de soportar?

Probablemente esto sólo se consiga con una clínica elucubrada a partir de testimonios. Lacan lo intentó valiéndose de dos dispositivos aparentemente muy disímiles: la presentación de enfermos y el pase. En ambos casos, lo real, más que demostrarse, se imagina por su resonancia.

Notas:
Lacan J., « Ouverture de la Section clinique » + Questions et réponses, texte établi par J.-A. Miller, Ornicar? n° 9, avril 1977, p. 7-14.
Miller J.-A., "Lacan clínico", Coloquio de Ottawa [mayo 1984], in: Matemas II. Buenos Aires, Manantial, Los ensayos, 1994, p. 127.
Lacan J., Le Séminaire, livre XXIV, « L'insu qui sait de l'une-bévue s'aille à mourre », leçon du 14 décembre 1976, Ornicar ?, Paris, Lyse, n°12/13, décembre 1977, p. 7 à 10.
Lacan J., El Seminario, libro V, Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires, Paidós, 1999, p. 405.
Lacan J., "Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI", Otros escritos. Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 601.

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UNA OFERTA DEL PSICOANÁLISIS DE ORIENTACIÓN LACANIANA PARA EL SIGLO XXI
Sérgio Laia

Un real para el siglo XXI – título del próximo congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis – puede ser entendido como una oferta: el psicoanálisis de orientación lacaniana ofrecería a nuestro siglo un real. ¿Por qué lo haríamos?

En efecto, el psicoanálisis de orientación lacaniana "tiene" un real o, mejor dicho, hace la experiencia de un abordaje de lo real diferente del que hace la religión, la ciencia y la "dominación combinada"[1] del discurso de la ciencia y del discurso del capitalismo. De esta forma, puede ofrecer un real al siglo XXI que no cesa de tener relación con la coacción de lo real: si Monet ofreció asilo a un mundo devastado por la primera guerra mundial, en sus Nenúfares, concebidos como una especie de enorme ramo[2], nosotros, los analistas de orientación lacaniana, podemos ofrecer la sutilidad, la fineza de un real, para un siglo que está enzarzado incesantemente en lo real y que, incluso devastado por él, aspira todo el tiempo a su presencia. Se trata de una oferta estratégica que podría permitir al psicoanálisis proseguir más allá del viraje de este siglo que sucede al que le vio nacer.

La combinación del discurso de la ciencia y del discurso del capitalismo ha devaluado el Nombre-del-Padre como la referencia que, tradicionalmente, estructuraba la experiencia humana, mientras que la religión se mantiene como guardiana nostálgica de un Padre exiliado del mundo. Con Lacan, nos aclara Jacques-Alain Miller, tenemos una devaluación del Nombre-del-Padre ocurrida menos de tres décadas antes de que el siglo XXI comience, pero esta es diferente de la ocurrida por la confluencia ciencia-capitalismo, siendo ajena a toda nostalgia o conservadurismo religioso ya que el Nombre-del-Padre se reduce en ella a un síntoma, es decir, a la "suplencia de un agujero", subrayando que este agujero es el de la inexistencia de la relación sexual[3].

La civilización actual se edifica sobre la hiancia del Padre, sobre la inexistencia de un Otro-que-no-engaña, intentando taponarlas con objetos que sin cesar van a reabrirlas, de forma que incesantemente aparecen nuevos objetos en el mercado, sea este religioso o de consumo.

El psicoanálisis de orientación lacaniana, a su vez, va a subrayar que el Nombre-del-Padre – glorificado por la religión o agujereado y, al mismo tiempo, taponado por los productos de la ciencia y por el consumismo propio del capitalismo – es la suplencia del agujero inevitable que la imposibilidad de la relación sexual deja sobre los cuerpos de los que hablan. Por lo tanto, la experiencia analítica no busca refugio en el padre, como tampoco desprecia su existencia, ni lucha por su destrucción. Ella se apoya al mismo tiempo sobre otra existencia y otra inexistencia, orientándose sobre un síntoma que existe como una respuesta a lo real de la inexistencia de la relación sexual.

La expresión "orientación hacia lo real" es empleada muchas veces para referirse a lo que está en juego en la experiencia analítica lacaniana. J.-A. Miller nos invita a investigar lo que sería, hoy, tal orientación y nos enseña una vía: explotar, en cada caso clínico, la "defensa contra lo real sin ley y fuera de sentido", perturbarla sin ignorar que la propia transferencia es "una defensa contra lo real" y, de esta forma, poner en evidencia cómo la clínica psicoanalítica –tomada en la transferencia que implica un "querer decir", un "sentido"– puede dar lugar "al inconsciente real" para el que lo que existe es un "es así"[4], vacío de todo sentido.

En esta investigación, a la que nos hemos consagrado en vistas al Congreso de la AMP 2014, se trata deponer a la luz la renovación del deseo del analista en los términos de un "deseo de alcanzar lo real, de reducir al Otro a su real y liberarle del sentido"[5]. Puesto que esta reducción y esta liberación me parecen inseparables de la tentativa de Lacan de "representar lo real como un nudo borromeo" y hacernos tocar esa "zona irremediable de la existencia; la misma zona que Edipo en Colona, donde se presenta la ausencia absoluta de caridad, de fraternidad, de cualquier sentimiento humano"[6], sería importante aclarar cómo la entrada en este tan inquietante lugar que Lacan ha terminado por escribir síntoma- incluso si J.-A. Miller evoca la tragedia de Edipo en Colono y se apoya sobre el "ego de Joyce[7]- se distingue de la vía trágica del "narcisismo de la Causa perdida[8]".

La "Causa perdida", como nos enseña Lacan, comporta el "narcisismo supremo" por el que un sujeto, tanto en la "vía de la tragedia griega" como en el "cristianismo desesperado" de un Paul Claudel, encara "la voluntad del Otro" para satisfacer "la voluntad de castración[9]" inscrita en este último. Una versión reciente del "narcisismo supremo de la causa perdida", en el campo de la religión, es la renuncia del Papa Benedicto XVI: dice retirarse del mundo para preservar lo poco de vida y de salud que le queda en el cuerpo, reduciendo el vínculo con este mundo, en su exilio voluntario, a las plegarias que le dedica. Sin embargo, esto no puede separarse de su impotencia para responder a los callejones sin salida religiosos, políticos y financieros a los que el Catolicismo se ve confrontado. Mediante la combinación del discurso de la ciencia y del discurso del capitalismo, una nueva versión del "narcisismo supremo de la Causa perdida" se manifiesta en la agitación de los cuerpos irresistiblemente arrastrados por las innovaciones de la ciencia y las mercancías, y esto a pesar de las incidencias mortíferas de este goce.

El gusto contemporáneo por la perdición, por el abandono y por el aburrimiento, así como la entrega siempre actual a los cuerpos presos en una satisfacción autoerótica, podrán encontrar, en la singularidad de cada caso, a través de la experiencia analítica, un contrapunto a las ofertas de la religión, de la ciencia y del capitalismo, sin que se subestime el tomar en cuenta la dimensión libidinal que afecta a los cuerpos vivos. A la manera de un Edipo en Colono, un analizante, confrontado a su programa de goce, podrá preguntarse: "¿me he convertido en alguien (andros) al convertirme en persona?"[10] Alcanzar esta inquietante pregunta es un medio para encontrar en el sínthoma lo que es singular a cada uno. Tanto más singular que su propia imagen corporal, puesto que, mientras esta resulta de la alienación de la relación al otro que representaba inicialmente, el sínthoma, incluyendo la opacidad que en él reside, comporta lo que, en los términos de Joyce leído con Lacan, es individual, es decir, sin división, sin reparto y de lo que cada uno hace un goce. En estos contrapuntos, se reafirma que el psicoanálisis de orientación lacaniana "tiene" verdaderamente un real que ofrecer al siglo XXI consumido y conmocionado por lo real.

Traducción: Carmen Cuñat

Notas:
1. Miller, J.-A.: "Lo real en el sigle XXI", en: Engouement pour la clinique. La Cause du désir, Navarin editores, nº 82, octubre 2012, p. 88. En castellano, Web AMP: http://www.congresamp2014.com/es/
2. Para esta referencia me he apoyado en el recuerdo de visitas a la Orangerie y sobre las informaciones recogidas en la web: http://www.musee-orangerie.fr/home_id24799_u112.htm (acceso en febrero de 2013).
3. Miller, J.-A., "Lo real en el siglo XXI", op. Cit., p. 93.
4. Ibídem, p. 94.
5. Ídem.
6. Ídem.
7. Lacan, J. El Seminario, libro XXIII, El Sínthoma, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 141-153
8. Lacan, J. "Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano", Escritos, Barcelona, RBA, 2006, p. 806.
9. Ídem.
10. Es un excelente texto de Ram Mandil el que me ha permitido aislar este verso contundente: Mandil, R.A.
11. De un deseo de tocar a lo real. Papers, nº 1 (acceso por internet el 25 de agosto 2013): http://www.congresamp2014.com/pt/Papers/Papers-001.pdf