¿ PAZ ? Por Iñaqui Viar (Bilbao)


El comunicado

Ha bastado un comunicado, de apenas dos minutos, emitido por tres individuos en un escenario esperpéntico que parece sacado de un videojuego, para que, gracias al prestigio de quien puede quitar o perdonar la vida, tomara el carácter de un acontecimiento que ha invadido la vida de nuestra sociedad. Le ha seguido una profusión de reacciones, declaraciones, programas en todos los medios, donde ha predominado la satisfacción por el “proceso de paz”. Así, este sintagma se está convirtiendo en un significante Amo promovido desde diversos poderes políticos para el próximo período. Si bien es lógico el sentimiento de alivio porque, previsiblemente, no vaya a haber más muertos al menos durante un tiempo, la extensión que ha alcanzado este acontecimiento ha tenido visos de una epifanía de la paz. Y eso sin que los ciudadanos hayamos declarado guerra alguna. Sutil culpabilización hacia la historia de nuestro país, y encubierta comprensión de algo de razón a los terroristas: es la prolongación de la existencia de dos bandos que algunos suponen no saldada.

¿Qué relato?

Es delicado para las víctimas, pues sus deudos no cayeron por contingencias de ninguna guerra, sino que fueron asesinados por cumplir sus deberes y ejercer sus derechos como ciudadanos. Lo que está en cuestión es el relato que se hará de estos años. Y hay ya deslizamientos sobre su sentido. Por ejemplo la “paz de Azkoitia”, que consiste en ensalzar a los verdugos y denigrar a las víctimas.
Las excesivas alegrías manifestadas evocan la sospecha de quienes se aprestan o bien a renuncias para satisfacer la demanda del Otro, aquí representado por la capuchas, alegría del esclavo, o bien a obtener beneficios políticos del chantaje, alegría del infame.

Paradoja

Y aquí viene la paradoja. En realidad la banda terrorista estaba ya sustancialmente derrotada. Desde hace un tiempo fue derrotada moralmente por los movimientos cívicos y de víctimas, y profundamente debilitada por la actuación policial, legal y judicial sobre sus complicidades. Además, el atentado del 11-M colocó el listón del horror a un nivel que ha hecho inverosímil para ellos mismos que pudieran conseguir ya nada con más muerte. Por eso han decidido usar sólo la amenaza para lograr su ganancia, y han pensado que era un buen momento para ello.

Qué se espera

Lo que podemos conjeturar es que esperan conseguir concesiones sustanciales, que pretenderán -las coincidencias apuntan hacia ahí- el reconocimiento como nación para el país imaginario por el que tanto han matado. Los terroristas y sus amigos conocen la importancia de la nominación, frente a quienes la banalizan peligrosamente.
Este acontecimiento se produce en la situación compleja que acutalmente vivimos. Una sociedad se sostiene en tanto los sujetos que la componen aceptan, mayoritariamente, ser representados por significantes comunes, en nuestro caso por los que hacen referencia a la nación española. Ello es lo que permite el anudamiento de los lazos libidinales que forman una comunidad. Y se están produciendo cambios que afectan al edificio simbólico construido con la Constitución de 1978. La correción política que anima a los gobernantes actuales, como lo han demostrado en otras cuestiones, parece decidida a pasar de algo de lo que operaba como Nombre del Padre en nuestra sociedad. La incertidumbre estriba en si sabrán servirse adecuadamente de ello. Aquí sí está en juego la paz.

Iñaki Viar (Bilbao)