Discurso a la Asamblea de la ELP por Xavier Giner Ponce, candidato a la presidencia de la ELP
Como dije en el texto de presentación de mi candidatura, tengo claro que si no hubiera tenido la experiencia de estos cuatro años en el Consejo no me habría confrontado con este deseo que se me impone como una consecuencia: el lugar que la Escuela como experiencia ha tenido para mí; esto fue lo que me llevó al Consejo, esto es lo que me lleva ahora a presentarme a la presidencia de la Escuela.
Este acto lleva también las marcas de mi recorrido subjetivo y de formación: soy efecto de la experiencia de disolución del Grupo de Estudios que en Valencia intentó reunir a los que nos orientamos por el Campo Freudiano; soy efecto y producto de aquel fracaso y de la comunidad de trabajo que surgió de él. Soy efecto de la crisis del ‘98 y del trabajo de elaboración que le siguió y que nos llevó a la constitución de la ELP, en la que entré como miembro una vez constituida y puesta en marcha la Escuela. Soy efecto y producto del Seminario del Campo Freudiano (de Valencia sin duda; también, en los últimos años, de Alicante y de la Sección Clínica de Barcelona, en la que realicé la Tétrada). Soy efecto y producto, como cualquiera de nosotros, de mi encuentro con el psicoanálisis.
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La renovación de las instancias es también el momento de la renovación para cada uno de nosotros, del compromiso que nos causa, así lo entiendo; no es sólo una cuestión de funcionamiento colectivo, de conciencia democrática o de cumplimiento de los estatutos, la renovación de las instancia sólo tiene sentido si toma la dimensión de un acto para cada uno, un acto de renovación del compromiso con la causa analítica, con el discurso analítico, con el Campo Freudiano y con la Escuela como experiencia.
Hace 20 años formé parte del Consejo de la ELP, en dos ocasiones he formado parte de la Junta Directiva de la comunidad valenciana de la ELP, y hoy concluye, tras cuatro años, mi trabajo de nuevo como consejero. Todas y cada una de estas experiencias han tenido efectos de formación y efectos subjetivos; nada en el orden de la repetición o de lo ya sabido se ha inscrito para mí a lo largo de este recorrido; esta es la sorpresa, lo que parece gestión es en realidad discurso analítico, es decir, convoca al deseo no responde al deber. Mis colegas dan cuenta de los mismos efectos.
Es así para cada uno de los que se comprometen con hacer la experiencia de hacer existir la Escuela desde sus instancias.
Por tanto, no se trata de “repartir” las cargas del automatón de las instancias, tampoco se trata del “yo-ya-estuve-ahí” de veterano distante, menos aún de “hacer un recorrido” de aprendizaje institucional destinado a los recién llegados como modo de acercarse a la Escuela. Cualquiera de esas modalidades de habitar la Escuela tiene efectos de mortificación, esta es una enseñanza que extraigo de estos casi 25 años de vida de la Escuela.
Las instancias son el medio, pero el fin es hacer existir la orientación lacaniana en España. La presidencia, el Directorio, el Consejo y las Juntas Directivas de cada comunidad responden a esta lógica, conviene no olvidarlo cuando la luces de nuestra Asamblea General se apaguen y volvamos a nuestros lugares.
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Hablo a la Asamblea, pero me dirijo a la Escuela. La elección del presidente y la renovación de los consejeros es el primer momento de un acto en dos tiempos que incluye la elección de las nuevas juntas directivas de cada comunidad. Conviene no olvidarlo. Lo uno y lo múltiple de la ELP no hacen dos, sino que responden a la misma figura topológica tomada desde la causa o desde el lugar.
La Escuela brilla cuando nos juntamos en Jornadas, en Elucidaciones, en Conversaciones, etc., por un momento brilla, como un relámpago, aparece, nos complace, desaparece; en este uno de la Escuela la ELP encuentra la dimensión agalma de nuestra experiencia. Sin embargo, entre relámpago y relámpago, en medio de esos momentos de agalma, tenemos la zona palea de la ELP. Aquella que se corresponde con la experiencia de hacer existir la Escuela en el día a día y en el lugar en que inscribimos nuestra práctica, esto se ubica del lado palea. En las sedes la ELP no brilla, más bien convoca nuestro sacrificio militante, nos convoca a soportar la experiencia de trabajar juntos, manteniendo vivas rivalidades imaginarias tan antiguas como persistentes; cultivamos con amargura la distancia distante entre la vida de la Sede y la vida de la Escuela.
La paradoja no desaparece cuando se invierte esta distribución y se coloca el agalma del lado de la Sede haciendo recaer entonces la dimensión palea del lado de la Escuela, este desplazamiento no es un tratamiento, sino que responde a la misma lógica de lo que hace obstáculo.
Las Noches del Directorio ampliado han sido un instrumento fundamental para poner al trabajo esta tensión entre lo uno de la Escuela y lo múltiple de las sedes, entre la vida de la Escuela y la vida de cada sede, entre el eros de lo nuevo y el tánatos de la repetición de lo mismo, entre la apertura que causa encuentro y el cierre que causa la desconfianza del “nosotros” que rechaza a “los otros”.
Sabemos que es por el lado palea que podrá advenir la solución si encontramos la manera de dialectizar el impasse. El aggiornamento por hacer será la ocasión de retomar y actualizar la paradoja de lo uno y lo múltiple en la ELP.
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La orientación para transitar de un modo nuevo esta paradoja la tomo del texto de la presidenta de la AMP, Christiane Alberti1, en el que recuerda la apuesta de la AMP por una orientación común que hace del trabajo sostenido de homologación respecto de las admisiones, la garantía y el pase, el modo de preservar a las Escuelas de la inercia reglamentaria o estandarizadora. Esta orientación común que trabaja contra la divergencia no promueve la indiferenciación, se trata de un medio para “reintroducir la diferencia creadora”, como señaló J.-A.Miller en su crítica del mutualismo.
¿Cómo hacer lugar a la diferencia? poniendo en juego cada uno su diferencia sin hacer de eso insignia, a sabiendas de que es tan sólo el motor de lo que es causa para cada uno. Así entiendo la invitación a tomar la integral matemática como metáfora para pensar lo uno y lo múltiple en la época de la generalización del derecho a la diversidad.
La sede es el lugar en el que el vínculo que nos causa se prende al mundo, es el lugar donde el psicoanálisis se puede mostrar como fuerza material con incidencia en lo social. Desde el trabajo en los lugares, en las sedes, los significantes del psicoanálisis se ponen en circulación no sólo desde las consultas y los textos. Pero también, en cierto sentido, la sede es el lugar donde se pone a prueba la verdad del discurso analítico en tanto que lazo porque pone a prueba la confianza que tenemos en los efectos de nuestra práctica. La vida de las sedes no requiere de militantes abnegados, sino de analizantes practicantes del discurso analítico también en su dimensión de lazo social.
Es así como me oriento: sostener la confianza en el discurso analítico al que servimos compromete también a los lugares en los que la Escuela se hace comunidad cuando consentimos a trabajar juntos como “dispersos descabalados”, y esto no es una metáfora o una imagen o un anhelo, es una exigencia consecuencia directa del deseo de cada uno de hacer ex-sistir el psicoanálisis de orientación lacaniana.
El trabajo de aggiornamento por hacer nos invita a repensar lo uno y lo múltiple resituando el vínculo y el lugar, los modos de hacer comunidad y, también, el modo de estar en lo social, porque “en el siglo XXI se trata, para el psicoanálisis, de explorar otra dimensión: la de la defensa contra lo real sin ley y fuera de sentido"2.
¿Cómo hacer ex-sistir el psicoanálisis en un mundo que se resiste feroz a saber de lo real sin ley y fuera de sentido?, a este nuevo reto la ELP, junto con las demás escuelas de la AMP, está convocada.
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Como dije en la presentación de mi candidatura. La ELP reúne ahora a tres generaciones de analistas: los que se formaron al tiempo que participaban de la creación del Campo Freudiano; los que nos formamos ya con el Campo Freudiano creado y participamos del movimiento hacia una escuela de psicoanálisis orientada por la enseñanza de Lacan; y quienes se han formado con una Escuela ya creada que sostiene el dispositivo del pase como el corazón de la experiencia sobre lo qué es un analista. Esta coexistencia de tres generaciones de analistas formados en el Campo freudiano da cuenta del éxito y el valor del proyecto. Es un éxito sin duda, pero sobre todo es una responsabilidad para cada uno hacer posible las condiciones de trabajo y de confianza necesarias para que la experiencia de una Escuela de psicoanálisis de orientación lacaniana siga viva en España.
La Nueva Política de Juventud introduce una nueva tensión entre la temporalidad y el recorrido formativo, también entre la formación y la garantía que la Escuela dispensa. La experiencia recién iniciada de Miembro bajo Condiciones (MBC) pone en acto estas dos tensiones porque se le ofrece al candidato la oportunidad de hacer una experiencia de formación en la Escuela, lo que implica, en mi opinión, un trabajo aún por elucidar sobre cómo pensar ahora la relación entre formación y Escuela.
Sabemos que el Instituto y la Escuela responden a dos lógicas radicalmente diferentes: el Instituto responde a la lógica del discurso universitario, por decirlo de un modo simple; se trata entonces, de cómo un lacaniano advertido habita ese discurso y de cómo se efectúa la inmersión en esa estructura de alguien que se acerca para formarse en psicoanálisis. De lado de la Escuela, se trata de asegurar la transmisión del y desde el discurso analítico, entonces la formación aquí sólo tiene sentido si se trata de la formación del analista, es decir, aquella que apunta a sostener una investigación permanente sobre la emergencia del deseo del analista y la lógica del final de análisis.
Se trata por tanto de dos lógicas radicalmente diferentes que hay que saber habitar, porque aunque seamos los mismo, los modos de estar y hacer que exigen difieren radicalmente, conviene no olvidar estas cosas obvias si retomamos estas cuestiones.
Dando vueltas a la paradoja de la formación y de la garantía en la Escuela, dando vueltas a la tensión entre jóvenes recién llegados e incluso aquellos que quieren entrar y los veteranos asentados pero distantes, me encontré con una advertencia de J.-A. Miller que tomo como aviso-para-navegantes: “Lo he visto, (dice Miller): el joven envejecerá; el rebelde se tornará noble; una vez analista, el sujeto olvidará lo que era como analizante.
Quiero sabios más jóvenes, rebeldes responsables y responsables rebeldes; con respecto a los analistas, cuanto más analizantes en su relación con el Sujeto Supuesto Saber [sean], tanto mejor”3.
Si la ELP quiere poner en el horizonte de su trabajo la cuestión de la Garantía, trabajar sobre la formación que la Escuela dispensa se vuelve condición necesaria. Pero para poder abordar esta tarea es necesario hacernos responsables de la experiencia de Escuela que sostenemos. Se trata, por tanto, en mi opinión, de ubicar la confianza en el centro de nuestro vínculo, la confianza en el discurso analítico, la confianza en sus efectos, la confianza en el uno por uno. La confianza y la responsabilidad de cada uno de nosotros, insisto, es condición necesaria si queremos poner en marcha el trabajo que nos lleve hacia una Comisión de la Garantía de la ELP.
A los autodenominados “veteranos” y a los “jóvenes quejosos” quiero recordarles que el deseo no tiene ni edad ni tiene modo: al deseo uno consiente o del deseo uno se defiende. A los jóvenes “ambiciosos” y a los veteranos “preocupados por las nuevas generaciones”, os recuerdo que el análisis enseña que uno no es responsable de lo que recibe, pero es absolutamente responsable de lo que hace con lo que recibe.
Este es el reto al que os invito: hacernos responsable de la ELP recibida para hacer de esta experiencia la ocasión de avanzar hacia lo nuevo.
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Este es mi compromiso, orientado por la Nueva Política de Juventud que está por concluir su primera experiencia y por evaluar su funcionamiento; orientado también por la política de Aggiornamento de las Escuelas de la AMP que nos permita tener una Escuela ligera en su funcionamiento, ágil en su respuesta, rigurosa en su trabajo; orientado, como ya he dicho, por la nueva lógica de lo uno y lo múltiple a la luz de la época; atento a las enseñanzas que se deriven de la nueva orientación del pase como acontecimiento; y, por último, atento a leer en la época la ocasión de la acción lacaniana.
Ahora que he hablado, espero que el automatón de ser el único candidato haya sido perturbado, ahora sí, os vuelvo a pedir que hagáis de la acción de votar un acto de renovación del compromiso de cada uno con la ELP, con su funcionamiento, con sus instancias.
No tengo más legitimidad que la que puedo obtener de un acto sostenido por un deseo advertido que se hace responsable de las consecuencias que de ese deseo se deriven. Es así también para cada uno de vosotros, queridos colegas, sólo del deseo y del trabajo tomamos nuestra legitimidad.
Os pido, por tanto, vuestro compromiso y vuestro trabajo para seguir haciendo existir el discurso analítico como experiencia y como vínculo, para seguir haciendo existir la orientación lacaniana en nuestro país.
Muchas gracias.
Bilbao, 22 de septiembre del 2024
Notas:
- Alberti, Christiane, “Lo Uno y lo múltiple “versus” diversidad”, MONDO 5. ↑
- Miller, Jacques-Alain, "Lo real en el siglo XXI", Presentación del tema del IX° Congreso de la AMP. ↑
- Miller, Jacques-Alain, El nacimiento del Campo Freudiano. Ed. Paidós, Buenos Aires, 2023, p. 250. ↑
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