Crónica: Presentación “El autista y su voz” de Jean-Claude Maleval, en el Ateneu Barcelonès. José Manuel Alvarez (Barcelona)

Ante un nutrido grupo de asistentes y bajo el acogedor e incomparable marco del Ateneu Barcelonès, tuvimos ocasión de asistir a una memorable velada en la que se presentó el excelente libro de Jean-Claude Maleval, “El autista y su voz”. Presentación auspiciada, tal y como señaló Mario Izcovich, Director de la BCFB, por la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona -BCFB-, el Colegio de Psicólogos de Catalunya y la Asociación Catalana de Atención Precoz.

A continuación tomó la palabra José María Panés, que nos detalló su relación con el libro de Maleval, no sin antes realizar un repaso por lo más destacado de su obra, hasta llegar a “De la psicosis precocísima al espectro del autismo”, por un lado, y por el otro, al artículo “Más bien verbosos, los autistas”, señalando que el grueso de este último estaba dedicado a autores que habían escrito sus experiencias desde su propio autismo: Temple Grandin, Donna Williams y Birger Sellin..., en cuyos escritos Maleval pone de relieve claves importantes para entender muchas cuestiones importantes del autismo. Cuestiones que se ponen todavía más de relieve en el libro objeto de la presentación, en donde los agrupa en su más íntima conexión con la práctica clínica ayudando además a la conducción de la cura con dichos sujetos autistas.

Seguidamente, Enric Berenguer (traductor del libro al castellano), explicó porqué había propuesto la publicación de este libro a Vicente Palomera, Director de la colección ELP-RBA, ya que había supuesto un descubrimiento a raíz de haberse encontrado con el libro de Donna Williams “Alguien en algún lugar”(1), con el que Berenguer tuvo la íntima convicción de haber dado con una “mina clínica”, y que el libro de Maleval (aún no publicado en aquel momento en castellano) le había ayudado a entender.

Las referencias teórico/clínicas del “Autista y su voz”, retoman las aportaciones de Rosine y Robert Lefort, las del “ultimo” Lacan y la propuesta de Eric Laurent conceptualizada como “el retorno del goce a un borde”, a partir de los cuales se puede hacer una lectura muy fructífera de los casos antes citados de Donna Williams, Temple Grandin y Birger Sellin.

Así que, señaló Berenguer, se produce algo atípico, tal y como es que se pueda presentar un libro un año después de su aparición en las librerías y que se pueda decir que todavía es más novedad que cuando se publicó..., ya que este año de por medio ha demostrado el gran alcance y utilidad de las propuestas de los desarrollos de Maleval; sobre todo respecto a detalles muy sutiles que se presentan en la clínica, y para los cuales nos faltaban elementos para entenderlos y poder así manejarlos. Porque en el campo del autismo –señaló-, es donde más se pueden apreciar las sutilezas de la clínica, que siempre y aquí una vez más, es la clínica del caso por caso ya que cada niño autista siempre es único.

Este libro retoma de forma precisa y más detallada los “Niños del Uno solo” a la hora de mostrar la relación del sujeto con el lenguaje y la diferencia crucial entre dos Unos distintos: el Uno para la psicosis y el Uno para el autismo; y nos permite diferenciar y entender todavía con más precisión la diferencia clásica entre el objeto transicional y el objeto autístico de forma operativa en la clínica.

Además, los detallados desarrollos en torno a la noción de borde nos aproximan y aclaran toda una serie de fenómenos difíciles de entender en el autismo, a la par que reordenan toda otra serie de cuestiones clínicas de importancia y nos muestran hasta qué punto, por ejemplo, la noción de encapsulamiento propuesto por Taustin no acaba sino siendo una trampa, ya que nos hacía imaginar a un sujeto encerrado en un lugar al que podíamos, sin darnos cuenta, fijar para siempre. Al contrario, el borde autístico muestra porosidades, se puede desplazar, incluso puede ser objeto de una elaboración de saber por parte del sujeto autista, pudiendo ensanchar su mundo hasta límites que nos pueden sorprender.

Nos muestra también Maleval que, bajo la aparente ausencia del registro imaginario (lo que introduce cuestiones de gran importancia en cuanto al Estadio del espejo), resulta que nos podemos encontrar con sorprendentes cambios a través de la creación de un doble imaginario, transformando la relación con el Otro en un vínculo social. Así que también Maleval nos orienta en fenómenos muy complejos de la clínica en el campo del autismo. En definitiva, nos ofrece un catálogo de recursos para abordar esta compleja clínica que es la del autismo.

Porque, terminó por señalar Enric Berenguer, el autista hoy por hoy, es el candidato ideal a ser rehén de la ciencia de la época, ya que esta lo convoca permanentemente para demostrar el viejo ideal del siglo XVIII, el de “el hombre máquina”; lo que por parte de la ciencia representa el ejercicio de una nueva y sofisticada forma de barbarie...

Tomó la palabra entonces Jean-Claude Maleval, para agradecer las palabras de los colegas, y transmitirnos que su idea era haber retomado todos aquellos avances en la clínica que, al final, nos llevasen a una nueva práctica en el tratamiento con los autistas.

Así las cosas, fue realizando un apasionante recorrido desde los primeros abordajes freudianos en los que se trataba de reconstruir una imagen del cuerpo a base de interpretaciones, pasando por las elaboraciones de Francesc Taustin sobre el objeto autístico, recordando que para Taustin dicho objeto debía caer al final de la cura..., y terminado sobre los aportes de Rosine y Robert Lefort, junto con las propuestas de Eric Laurent sobre el apoyo en el objeto y en borde, entendiendo que este borde se compone de 3 elementos:

1-. El objeto autístico.
2-. El doble.
3-. Las islas de competencias.

Apoyado en estos elementos, señaló que la cura individual del autista es una excepción, porque más bien se trata siempre de un tratamiento institucional donde intervienen varios profesionales desde distintas áreas. Cuestión esta última que ya había sido propuesta de forma efectiva por Bruno Bettelheim, sobre el que se han vertido muchas críticas por sus buenos resultados ya que, aunque un poco más bajos según criterios ABA, -estamos hablando de un 42% frente a un 47%-, no obstante, los resultados de Bettelheim mostraban que sus pacientes habían conseguido la integración en escuelas normales y en trabajos remunerados, mientras que los del criterio ABA la integración se ceñía casi en exclusiva a una integración en una escuela pero de educación especial, o sea, no normal.

Bien, señaló Maleval, es posible que las estadísticas de Bruno Bettelheim estuviesen un poco hinchadas, pero recordó que ha habido testimonios escritos de autistas que relataban su experiencia al respecto como muy positiva; incluso uno de ellos escribió un libro relatando también su experiencia al respecto, luego de haber llegado a ser profesor universitario.

Sea como sea, continuó Maleval, el caso es que lo que Antonio Di Ciaccia impulsó en Antena 110 como una “practica entre varios”, estaba inspirada en las propuestas de Bettelheim, aunque con una diferencia muy importante: Bettelheim se ubicaba en la posición de padre ocupando el centro de lo que a su alrededor eran los demás practicantes. La “practica entre varios” llevada adelante en Antena 110, se articula entorno a un agujero central, nadie ocupa ese lugar. Así que lo más sólido en nuestro campo respecto del autismo es, por ahora, -señaló Maleval-, dicha práctica entre varios, más que una cura analítica individual.

Otra noción fundamental que comentó fue la de “forzamiento suave”. En efecto, entre sus testimonios, los autistas llamados de alto nivel muestran una apatía interna que siempre está a la espera de una estimulación. Es algo que incluso aparece de forma clara en sus testimonios, es decir, que esperan dentro de esa apatía que algo los estimule; por ejemplo, en materia de “aprendizaje”. De ahí que no haya que temer en algunos momentos por cierta posición “activa”, pero siempre teniendo presente que, de lo que se trata es de obtener un aprendizaje desde el saber del sujeto ; justo una vía que no es la de la pedagogía, donde el estímulo parte del saber del educador .

Por eso los pedagogos se sorprenden de que los psicoanalistas muestren tanto interés por las producciones de los autistas, porque en ese campo de la pedagogía frecuentemente las producciones del autista suelen interferir en el aprendizaje llamado normal y esperable del sujeto. Así que sólo el psicoanálisis puede dar cuenta de los inventos de los autistas que, a su vez, los educadores no pueden entender y que a veces pretenden eliminar. Nosotros, al contrario, tenemos el gusto de acoger estas invenciones porque “contienen” algo singular y único del sujeto.

Jean-Claude Maleval no dejó pasar la ocasión para señalar que su propuesta, pese a que ha sido un largo y antiguo objeto de debate, es la de que el autismo no es una psicosis, o al menos hay que decir que si lo es, es una psicosis muy diferente a las demás... A tal punto que las psicosis infantiles, por tomar lo más precoz, suelen evolucionar hacia la paranoia, hacia la esquizofrenia o hacia la psicosis maniaco-depresiva, mientras que el autismo, sólo en casos muy excepcionales, no evoluciona sino hacia el autismo; es decir, el sujeto autista continua autista a lo largo de su vida.

Destacó a continuación cuatro formas de hablar de los autistas que debemos tener en cuenta en la clínica: Por un lado, el mutismo, por otro, lo que aparece en algunos autistas como sujetos más bien con una lengua verbosa, pasando por el hecho de que el Uno del autista está mucho más en primer plano que en las otras psicosis, y terminando por un fenómeno característico, tal cual es, la aparición de frases espontáneas que pronuncian de pronto y para sorpresa de ellos mismos. En ese punto se puede constatar cómo el sujeto está tan presente en su propia voz que no sólo no las repite más, sino que su respuesta ante su propia voz suele ser la angustia.

Es decir, que respecto de la cadena significante hay alineación, pero tal alienación no está asumida, (subjetivada), salvo en los casos en los que se presentan como alguien verboso; si bien en ese punto la lengua no tiene tanto valor de comunicación como de un soliloquio que depara al sujeto autista una íntima satisfacción.

Añadió además, que anteriormente basábamos nuestra acción en homología con la dirección de la cura en la psicosis, así que tomábamos apoyo en el significante. Ahora se trata de apoyarse en lo que Maleval denomina “lengua de signos”, pero primero y antes de nada hay que construir un borde: el borde autista, concluyó su intervención Jean-Claude Maleval.

A continuación, tuvo lugar un animado debate con preguntas de alto nivel por parte de algunos asistentes en la sala.

Así por ejemplo, se volvió al tema de la evolución del autismo, y Maleval recordó que los autistas tipo Kanner pueden evolucionar, sin duda, al tipo Asperger citando varios casos que así lo demostraban. No obstante, sólo se tiene constancia de 1 caso entre 200 de un caso de autismo que evolucionó hacia la esquizofrenia y aún en ese caso, Maleval planteó si mirándolo más de cerca no sería sino un autismo descompensado.

Recordó que los Lefort por su parte, planteaban que la evolución podía ser hacia la paranoia... Ahora bien, sólo conocemos un caso por ahora, y Maleval se preguntó también si en realidad sería una clara paranoia...

Otra pregunta apuntó a la diferencia entre el sinthoma en la psicosis y el borde autístico en el autismo, siendo que la diferencia crucial es que el sinthoma deviene luego de un enorme trabajo significante, mientras que en la construcción de un borde se trata para el sujeto autista de darle una forma; más aún, capturar, mediante una forma, un objeto pulsional. No nos podemos apoyar en el trabajo significante, al contrario, son los “signos” los que devienen objetos lingüísticos. Por lo tanto, el borde no es un sinthoma.

Se le planteó la temática del diagnóstico diferencial entre psicosis infantiles y autismo. Aquí Maleval señaló cinco puntos a tener en cuenta:

1-. Ausencia de delirio y/o alucinación verbal (automatismo mental).
2-. Hay una reivindicación por parte del sujeto autista de su autismo, lo que está muy lejos de la posición que el psicótico toma respecto de su psicosis.
3-. La inmutabilidad, es decir, el modo de defensa no cambia en línea del tiempo.
4-. La ya citada evolución del autismo hacia el autismo, elemento importante para orientarse.
5-. El decir irónico del esquizofrénico denunciando los semblantes, contrasta notablemente con el hecho de que el autista no denuncia nada, y más bien solicita reglas absolutas para orientarse en el mundo.

Terminó este más que apasionante acto de presentación con un par de sabrosas anécdotas por parte de Josep Mª Panés y otra de Enric Berenguer –y que nos guardaremos junto con el público presente- que pusieron un broche de oro a una presentación que abarrotó posteriormente la mesa de ventas de este más que recomendable libro de Jean-Claude Maleval “El autista y su voz”.

Nota:
1. Podrán encontrar aquí el excelente post-facio al libro de Donna Williams:
http://www.blogelp.com/index.php/postfacio-al-libro-de-donna