Ocupar el lugar. Josefa Estepa (Córdoba)

El día 27 de octubre asistí a la conferencia que en la Sede de la ELP dictó Bernard Seynhaeve, director de "Le Courtil". Conforme lo iba escuchando me iba quedando, como se dice en mi pueblo, de boca abierta. Me sorprendía el deseo que sus palabras transmitían. Cómo al ocupar el lugar de Director de la institución, lo hacía movido por el deseo de hacer la función. Me sorprendía también cómo allí en su Centro no existía el “perfil profesional”, o al menos así lo entendí yo. Sino que cada profesional acudía donde el momento lo requería, y cómo el principal requisito que pedía a quien quería entrar a trabajar allí era que sintiera entusiasmo por su trabajo, porque eso se transmite.

En paralelo, yo iba pensando en el colegio donde trabajo, porque, curiosamente, esa misma semana, un alumno con bastantes dificultades me decía que “los maestros que más quieren a los niños son Cristóbal y Pedro”. Cristóbal es el portero. Pero el niño no se equivocaba.

Es muy raro el día en que Cristóbal no dedica parte de su jornada a ser maestro. Maestro en lo suyo. Y así lo captan los chiquillos, que en el fondo, lo que necesitan es un maestro, da igual de qué, inglés, mate, lengua, reciclaje, jardinería… Alguien que les ayude a dibujar un camino por donde orientarse en ese difícil trayecto de pasar de niños a adolescentes y a adultos. Alguien que quiera acompañarlos.

Cuando los llamados en muchos sitios alumnos disruptivos, que en mi cole se llaman por su nombre, empiezan a dar signos de estar hartos de estar sentados en clase, porque por sus particularidades ese momento llega de vez en cuando, antes de que irrumpa la tempestad, más de una vez, y de dos, se van a ayudarle a Cristóbal a regar los rosales, o a recoger el papel de las clases para reciclar, o a ayudar a los pequeños a leer o hacer la tarea, o a repartir las notas que ese día los niños tienen que llevar a sus casas…

Por supuesto que en el contrato de este señor no aparecen esas funciones. Digo yo que aparecerán las propias de un portero, pero que sin embargo, cuando ese lugar está ocupado por alguien movido por el deseo, eso tiene unas consecuencias claras en la dinámica del Centro.

Es tan contagioso el deseo que aunque no se quiera saber nada de él, se contagia en la mayoría de las ocasiones.

Igualmente mientras escuchaba cómo Seynhaeve había llegado a ocupar la dirección de le Courtil, cómo ocupaba ese lugar movido por el deseo, pensaba en cómo ese lugar es ocupado en mi colegio.

A veces, medio en broma, pero parto de que muchas veces se dicen en broma las cosas más serias, he comentado que el director no tiene en el colegio 400 alumnos sino 400 hijos. Dicho en serio, hay que decir que desde la dirección de un colegio se puede ocupar un lugar de Nombre del Padre, donde la norma que se intenta transmitir vaya de la mano del amor, de manera que cuando “hay que hablar con un niño”, se sienta protegido, y no castigado. Que la frustración no lo derrumbe, sino que le anime a volver a empezar. Y que tenga siempre muy claro que sus cosas nos importan, que queremos saber porqué pasó, qué le llevó a “sacar los pies del tiesto”, y que por más veces que los saque no va a salir expulsado, sino que su sitio está en el cole.

Creo que esa conferencia de Seynhaeve, ha sido de las más fructíferas para mí, pues cuando acabó yo tenía más ganas de volver a mi colegio que cuando empezó, algo de mi deseo se llevó un empujoncito que es de agradecer.

Ese día pensé que mi colegio es un buen lugar para poder trabajar orientada por el Psicoanálisis, porque hay lugares claves ocupados por el deseo de sujetos interesados por la singularidad de sus alumnos.