ELVIRA LINDO Y EL PSICOANÁLISIS. Por Claudine Foos (Madrid).

Elvira Lindo y el psicoanálisis
(A propósito de la columna periodística publicada en EL PAÍS, el 10 de mayo de 2006, titulada “Freudiano”)

La creación es un acto que no respeta el tiempo, la ideología o las creencias. En ella, la subjetividad del creador es el elemento que tiñe, con su peculiaridad cualquier expresión artística.
La escritura, tiene desde esta constatable característica, algo irremediablemente biográfico, en tanto, es desde ese escenario que el escritor escribe : esa geografía que lo contiene y lo atraviesa es sin duda inseparable de aquello que lo llevó por los múltiples derroteros de su historia a concluir en el trazo poético, el ensayo literario o la novela y el relato. La historia de un sujeto está tejida con palabras. Anida en el lenguaje. He ahí la subjetividad, y su imposible banalización desde el argumento de la generalización que implica un “para todos”, o, sin ir más lejos, una lectura biologicista de los llamados “desarreglos” del ser humano.
La Sra. Elvira Lindo, confunde así lo que para el psicoanálisis como para el mismo Freud fue la base de todo tratamiento : la escucha del sufrimiento desde una teoría que contempla al sujeto desde la óptica de su subjetividad. Unica en tanto tal.
Se confunde sin reparar en que , más allá de su modernidad – el psicoanálisis tiene apenas un siglo- es la única cura que no se lleva por delante al sujeto desde operaciones que lo avasallan con técnicas de evaluación o simplemente lo anulan convirtiéndolo en un conjunto de desarreglos orgánicos que la industria farmacéutica ofrece subsanar con comprimidos y protocolos médicos.
Se equivoca también –y esto es llamativo en una periodista, de quienes, se supone deben estar informados- cuando afirma sin rodeos que “no hay psiquiatra que no incluya la lectura atenta de Freud en su formación”. Los hay, y muchos, que no sólo no lo han leído, sino que aún desde su ignorarlo lo critican. Sra. Lindo :un psiquiatra, no es necesariamente psicoanalista, pudiendo no obstante, recibir pacientes y ofrecer el tratamiento médico que él considere oportuno. Un psicólogo, no es, por el hecho de serlo, psicoanalista, confusión bastante extendida. Para serlo, deberá llevar adelante una formación de muchos años que incluye, no sólo el estudio de Freud y sus discípulos sino también su propio análisis.
El recorrido del psicoanálisis desde sus orígenes hasta hoy en día ha estado jalonado de un trabajo ímprobo de muchos psicoanalistas que vienen dando cuenta de su seriedad y formación no sólo con exitos terapéuticos constatables sino con miles de libros, escritos, investigaciones, presentaciones clínicas, enseñanza y difusión del mismo. Ver en ello sólo la búsqueda de un “gurú” que “proporcione respuestas absolutas a nuestra existencia” es una operación reduccionista que pretende negar el hecho histórico de la existencia y vigencia del psicoanálisis en aras de una lectura retrógada, digna de sectarismos y prejuicios de otras épocas. Freud, Sra. Lindo, descubrió el inconsciente justamente a partir del fracaso del saber médico. Dio a la luz otro saber sobre el que muchas veces a lo largo de sus investigaciones se interrogó y corrigió. Fue un genio, indudablemente, tal vez sólo por el hecho de haber dado a aquellas primeras histéricas que acudieron a su consulta la posibilidad de saber sobre sus síntomas -aquello que ahora se pretende silenciar y que a ud. le parece tan avanzado-.
Respecto de su interrogación final, me permito responderle que probablemente, el humor woodyallenesco no hubiera sido posible, sin el hecho, que una y mil veces el director americano mostró en sus películas, de su paso reiterado por el diván de un analista: sugerir que la “ansiedad” puede ser fermento de la creación da cuenta de lo recortado de su visión, Sra. Lindo como así también de su indudable creencia en el sufrimiento como motor del arte.
La escritura, en tanto creación debería contemplar para la columnista en cuestión algo más allá de la simpleza interpretativa que su artículo denuncia: quien se quiera escritor, sabrá sin duda de la pregunta que anuda y sostiene esa rara combinación entre el padecimiento y el alborozo. Indudablemente, algunos escriben con Prozac, algo bien diferente al cine de Allen.

Claudine Foos (Madrid)