Reseña sobre Marcel Proust en el Espacio Noches Abiertas en la sede de la ELP Valencia
El pasado 24 de mayo asistimos en las Noches Abiertas de la BOLV en la sede de la Comunidad Valenciana a una conferencia sobre la obra de Marcel Proust hilvanada con la teoría freudiana como una herramienta de interpretación literaria. El local estaba a rebosar. Interesados por la literatura y por el psicoanálisis nos dimos cita para escuchar la conferencia y conversar con Maxime Henri-Rousseau, director del Instituto Francés de Valencia. Lo acompañaban en la mesa Rosa Durá directora de la BOLV, Margarita Bolinches miembro de la ELP Y AMP que preparó una reflexión sobre el tiempo en psicoanálisis y Juan Molpeceres penalista y autor de relatos, invitado por el ponente para hacer la función de lector de algunos párrafos extraídos de la obra En busca del tiempo perdido1 introduciendo así la polifonía, como señaló la directora de la BOLV.
Maxime nos transmitió durante la velada su experiencia como lector de M. Proust para lo que eligió unos temas que pueden resultar de interés para los psicoanalistas y favorecer así un diálogo.
Hace unos 100 años de la muerte del autor. A causa de la guerra civil y los años duros del franquismo no hubo una traducción de su obra hasta 1952. S. Freud leyó Por el camino de Swann2 en 1926 y le comentó a M. Bonaparte que se sintió decepcionado tras su lectura, le pareció un estilo muy pesado. Por su parte el autor no hizo nunca mención de la obra del psicoanalista, como si hicieron otros autores de la época.
S. Freud y M. Proust exploraron unos temas de manera muy similar: los sueños, el inconsciente, la memoria, la sexualidad, las relaciones familiares, además de ser de origen judío los dos. Compartieron el mismo contexto histórico y cabe destacar que el ambiente pseudo médico envuelve toda la obra de M. Proust ya que su padre y su hermano eran médicos y él asistía a las conversaciones sobre este tema, conocía los términos técnicos y los incluyó en su obra.
Tanto el trabajo de S. Freud como el de M. Proust empiezan con los sueños. S. Freud descubre el inconsciente en gran medida a través de la interpretación de los sueños y M. Proust comienza su gran obra con la escena de la espera del beso de la madre, por parte del narrador, para encontrar el sueño y las ensoñaciones que siguen en la primera parte de la noche. El tema de la memoria también es fundamental en la obra del autor.
La pregunta inicial es ¿de qué búsqueda se trata? Maxime planteó tres recorridos en ese camino de búsqueda que pueden servirnos de orientación en la lectura de la extensa obra de M. Proust3: en primer lugar recuperar el tiempo perdido como dice el título de la obra, en segundo lugar encontrar figuras literarias que permitan decir lo que no se puede nombrar directamente y en tercer lugar encontrar el marco estilístico adecuado para encajar esta búsqueda, una búsqueda que es más bien perderse, abandonando cierto marco de referencias morales.
1. Recuperar el tiempo perdido
El narrador revive el tiempo de la infancia, es una prosa llena de detalles donde se refleja su extrema sensibilidad. Así como la figura paterna es prácticamente ausente en la obra, las mujeres están muy presentes en ella.
La vida que narra M. Proust es muy parecida a la suya, una vida sedentaria y con unos cuidados higiénicos muy extremos a causa del asma que sufría. El autor ronda la cuarentena cuando muere su madre, no ha publicado ningún texto destacado, se da cuenta de que el tiempo va pasando y debe ponerse a escribir. Para ello se encierra en un apartamento forrado de corcho para que no entre la luz ni el polvo junto a su criada Celeste. El ponente indica la referencia de un cómic publicado recientemente sobre la vida de Celeste y Proust4, está interesado en invitar próximamente a su autora.
El tiempo pasa y lo que busca el autor es fijar el tiempo y esto lo consigue el narrador a través de la memoria y de la sensación. En la primera parte aparece el famoso fragmento de la magdalena en el que el narrador rememora momentos de su infancia comiendo una magdalena. Es una epifanía, una memoria química muy potente, se trata de la espera de que la mente decodifique todo lo que está sintiendo al saborear el dulce y pequeño bollo con forma de concha. Estamos hablando del fenómeno de la memoria asociativa. Hay un paralelismo con S. Freud que se interesó por este aspecto de los mecanismos de activación de memoria.
2. Buscar figuras literarias que permiten decir lo que uno no puede nombrar directamente
Esto permite dar cobijo a las obsesiones de M. Proust. Se trata de buscar figuras literarias para nombrar lo innombrable, también lo inmundo. El narrador sin nombre ni edad se queda a salvo de la mirada de los lectores. Se trata de evocaciones personales del autor que no quiere trasponer directamente.
En la obra se da cabida a la homosexualidad tanto femenina como masculina. A pesar del silencio sobre su sexualidad, M. Proust defiende la homosexualidad considerando que para él es ser mujer. El sadismo es una obsesión más del autor, solo se puede amar a quien no nos ama y a quien nos va a hacer sufrir. Las parejas son todas construidas sobre este modelo. Un ejemplo es el título La prisionera5. Todos los círculos familiares son sádicos llegando al placer por la abyección y por la analidad. El placer de la analidad es sádico, según nos dice S. Freud.
Respecto del sadismo y la crueldad, el ponente señala la escena de la profanación. Es una escena muy incómoda donde la hija del compositor está postrada con su amante en la habitación y escupe al retrato de su padre muerto.
3. Ir en busca de una literatura exenta de referencias morales que permita describir las pulsiones como son
La homosexualidad también ofrece mucho material en este punto. Hay dos visiones por parte del autor: por un lado, la visión dramática de la homosexualidad al ser objeto de rechazo por parte de la sociedad, por otro lado, lo presenta como un hecho de naturaleza, ajeno a la voluntad e incompatible con el moralismo fácil. Es una continuación del mundo animal y del mundo vegetal. El narrador describe escenas de amor desde la mirada de un botánico o de un geólogo. Se trataría de una mirada poética sin la pesadez de un discurso moral o filosófico. Utiliza este recurso que da lugar a un texto extremadamente cómico, la simetría con lo vegetal, animal o mitológico.
El autor plasma un estilo que denota la sensación a través de capas infinitas de notaciones y descripciones, se trata de buscar dentro de la mente lo que está bajo las capas de conciencia y las capas de memoria más profunda de muchos materiales simbólicos. Usa frases muy largas, esto viene del estilo jurídico ya que él estudió derecho. Además, al ser asmático estaba siempre en busca del aliento para respirar y como no podía moverse quería compensarlo aferrándose a la realidad a través del discurso. Se consideran las frases más largas de toda la literatura, superando a Víctor Hugo. M. Proust hace añadidos en las revisiones del texto que su criada, transcriptora del texto, incluía en papelitos adheridos a las páginas.
La descripción dramática de la homosexualidad plasmada en algunos de sus párrafos sentó mal a algunos autores de su época como André Gide que intentó dar una visión mucho más ligera, positiva y alegre.
El texto de M. Proust traduce una visión subjetiva donde las cosas solo existen en función de lo que uno siente o interpreta. Para el autor el amor es un ejemplo sorprendente de lo poco que la realidad significa para nosotros. La obra de M. Proust es una lucha a muerte contra el tiempo, contra el desgaste de las cosas. Lo que se encuentra al final de esta búsqueda es la certidumbre de haber conseguido fijar el tiempo y las personas en la arquitectura de una obra maestra que tenga forma de catedral. S. Freud lo llamaría sublimación.
Tras la magnífica presentación de Maxime, Margarita Bolinches realizó su intervención tomando la vertiente del tiempo en psicoanálisis. Tituló su trabajo En busca del tesoro de un instante. No se trata del tiempo cronológico que discurre en los siete tomos, sino del tiempo de un instante por ser como una epifanía. Ese instante es el que mueve a M. Proust a escribir esos siete libros, es un momento de retroacción, muy importante para el psicoanálisis. Destaca la transversalidad, la asociación de esos instantes que se pueden leer en la obra. Su originalidad consiste en sumergir al hombre en el tiempo. La obra nos aproxima al tiempo retroactivo y a su función de goce, hilo rojo que en la enseñanza de Lacan va entretejiendo su trayectoria desde los primeros Escritos hasta sus últimos Seminarios.
Con S. Freud sabemos que el inconsciente no conoce el tiempo, será el sistema consciente el que sufrirá los avatares del tiempo. En cambio, la libido si conoce el tiempo, el amor, el deseo o el goce, está atormentado por la temporalidad.
Margarita finaliza su intervención con una referencia a los tres tiempos lógicos muy precisa: el instante de ver y el momento de concluir anudados en un instante son el leivmotiv de esta búsqueda de Proust cuyo tiempo de comprender tuvo que recorrer con las múltiples máscaras de sus personajes.
La conversación que se generó en la sala fue animada, yo diría que incluso elevada ya que produjo efectos de enseñanza:
La remembranza que utiliza el autor es una suerte de asociación de ideas, es una especie de volver a sentir lo que está perdido. Es muy novedoso para la época la sintaxis que utiliza el autor, varias páginas para una sola oración, sin ningún punto, con subordinadas dentro de subordinadas, tratando de recoger todo, lo cual es imposible.
J. Lacan en el Seminario 16 hace una referencia a M. Proust en el capítulo XVIII El orden simbólico. Llama el mito de Albertine a una serie de párrafos y plantea que el amor hacia Albertine es un amor homosexual y anticipa el concepto de hommosexuado donde lo homosexual en J. Lacan en la última enseñanza no es tanto el amor al igual en el género, sino el amor desde el hombre, desde la posición masculina que es fálica, como una defensa frente al goce otro, al no todo, a lo femenino. La histeria no estaría en ese goce otro, sino que estaría también en lo hommosexuado. Señala estos párrafos interminables como un rasgo de perversión en Proust, en el sentido de que intenta colonizar, introducir el deseo propio en el deseo del Otro. Sabemos que el deseo de cada cual es el deseo del Otro. J. Lacan se sirve de Proust y de todos estos planteamientos para anticipar el tema de lo hommosexuado que en la teoría que hoy en día es un tema muy novedoso y rompe todo el prejuicio de que el psicoanálisis es homofóbico.
Es una narrativa que ahonda mucho en la psicología de los personajes, con mucho detalle, muy minucioso, como las descripciones de objetos en el Naturalismo. Uno se pregunta dónde está la acción. Es una lectura al detalle de lo que es una irrupción de goce. Maxime apunta que lo complicado y lo fácil a la vez de esta extensa obra es que uno puede abrir cualquier tomo y tener la impresión de que la acción no avanza.
Sobre el encuentro cuando toma la magdalena, es el encuentro de una pérdida y ese goce representa un poco la muerte. Maxime indica sobre esto que a nivel olfativo y a nivel cerebral es la misma experiencia y esto es lo asombroso, es una experiencia espantosa porque de repente no sabe lo que está pasando, está sucediendo algo que le cuesta decodificar, ha vuelto al pasado, a una experiencia que ya ha vivido antes, que ya había desaparecido y ahí está.
Parece como si el narrador al principio, antes de la escena de la magdalena, estuviera paseando por la vida sin tocar pie en ella en esa vida diletante de M. Proust de salones de la alta sociedad. Es como si el encuentro con la magdalena le hubiera hecho tocar tierra, echar raíces y tener que dar cuenta de eso. A partir de ahí tiene que ir retroactivamente explicando los trozos de su vida que han permanecido más o menos inconexos, como buen paseador de la vida sin vivirla. Lo bueno que tiene el instante de ver es que abre esa perspectiva de ser vivo. La vida no pasa por lo intelectual y hasta entonces al autor si le había pasado la vida por ahí y tiene que encontrar otra manera de dar cuenta de ello. Maxime añade que es un momento de aprendizaje que le permite enunciar una verdad universal muy profunda, por eso hay un antes y un después y eso le da madurez.
Sobre si se puede hacer un psicoanálisis de una obra de arte, el artista es más bien el que enseña, pero no algo de orden biográfico. No se trata de juzgar la obra por la persona. Muchas veces se hace el estudio de la vida del autor a través de la obra. Maxime señala que justamente M. Proust escribe un texto titulado Contra Saint-Beuve7. Saint-Beuve era un crítico de literatura que pensaba que se tenía que analizar la vida de un artista para entender su obra y que toda la obra hablaba del artista, las dos cosas se compenetraban. Con este texto M. Proust se opuso a esta visión defendiéndose a él mismo, con un acto de quedarse un poco a salvo. El hombre que compone versos y el hombre que charla en un salón no son la misma persona.
Notas:
- Proust, Marcel. En busca del tiempo perdido. Alianza editorial, Madrid, 2023. ↑
- Proust, Marcel. “Por el camino de Swann”, En busca del tiempo perdido 1. Alianza editorial, Madrid, 2023. ↑
- En busca del tiempo perdido es una novela escrita entre 1908 y 1922 que consta de siete partes publicadas entre 1913 y 1927, de las que las tres últimas son póstumas: Por el camino de Swann, A la sombra de las muchachas en flor, El mundo de Guermantes, Sodoma y Gomorra, La prisionera, Albertine desaparecida y El tiempo recobrado. ↑
- Cruchaudet, Chloé. Celeste y Proust. Lumen, Barcelona, 2024. ↑
- Proust, Marcel. “La prisionera”, En busca del tiempo perdido 5. Alianza editorial, Madrid, 2023. ↑
- Lacan, Jacques. El seminario, libro 1, Los escritos técnicos de Freud. Paidós, Buenos Aires, 1996, p. 323. ↑
- Proust, Marcel. Contra Saint-Beuve. Losada, Buenos Aires, 2011. ↑
Socia de la sede de Valencia de la ELP.