PERIDIS, el inventor. Por Fernando Martín Aduriz (Palencia)
(El pasado lunes estuve conversando con Peridis. Viejo conocido, paisano, pronto nos aportará a la Revista Análisis y a este BLOG, su saber en forma de viñeta lacaniana, recordando sus tiempos de viejo lector de Lacan. Hoy aparece publicada en el periódico para el que colaboro, el Diario Palentino, accesible también en http://www.diariopalentino.es/, la columna semanal que titulo Vecinos Ilustrados, y que transcribo aquí. En medio de un momento vital difícil para él, ha tenido la amabilidad de dedicarnos unos minutos en su estudio de arquitecto, una casa madrileña de novela, pues en ella vivió muchos años José Luis Sampedro. Por lo que le hablé de este BLOG y por lo emocionante que resulta un encuentro con Peridis, pido a los lectores que inserten sus comentarios acerca de Peridis, de su obra, de lo que quieran preguntarle directamente al final del POST.)
Cuando dentro de unos años se busque en las hemerotecas del Palentino la figura de un vecino ilustrado de finales del XX y de comienzos del XXI, aparecerá sin duda el nombre de José María Pérez. Ilustre vecino de Aguilar de Campoo, y conocido por su seudónimo: Peridis.
También se le podría conocer como el gran impulsor de las Escuelas-Taller, uno de sus inventos. Porque Peridis inventa. Se podría decir que es su oficio. Su inventiva sacude a diario a los lectores del periódico de más difusión en España, EL PAÍS, con su ya clásica viñeta en la que acompaña a la crónica política del día. Ese saber plasmar con un rasgo, con un mínimo trazo, la personalidad de un personaje público, ya lo quisieran para sí muchos psicoanalistas, pues demuestra ir al hueso del asunto, ir al meollo de lo esencial del otro. Es lo que sabe hacer también desde otra perspectiva el listo del insulto, el intimidador, que sabe cernir muy bien el real en juego, el hueso de la intimidad, lo íntimo de lo íntimo del otro. Peridis como caricaturista de raza, sabe pues llegar al punto clave del ser del personaje público. Y si no, prueben a ver sus viñetas. Esa capacidad para sintetizar es un tesoro.
Por eso es una fortuna para todos los palentinos poder contar entre sus filas con un inventor de la talla de Peridis. Hay un instituto de Educación Secundaria en Leganés que se llama así: Arquitecto Peridis, supongo que como homenaje a su obra como arquitecto, de la que hay buenos ejemplos en buena parte de la geografía española. Confío en que el panóptico de la cárcel palentina sea rehabilitado también por sus manos. Porque confiar en un inventor es tanto como huir del aburrimiento. No hay repetición en su estilo. No hay rutina, no hay inercia, no hay más de lo mismo. Por supuesto, sabemos de qué manera existen a nuestro alrededor multitud de sujetos que temen la sorpresa, el acontecimiento imprevisto, los inventos. Por eso, Peridis dice que el inventen ellos de Unamuno, es una maldición.
Decir mal, mal decir, no hablar bien, ese no es el problema de Peridis. Su dicción es castellana, palentina, y no se enreda en los dichos, va al grano, algo muy en la línea del castellano sobrio y austero, prototipo del latir de nuestra tierra, lo que por cierto, hemos aprendido de nuestros mayores, su gran lección para los tiempos de lo intrascendente.
La lección de Peridis es la de un intelectual, un ilustrado de finales del XX que sale de su tierra poblado de su amor por el saber y repleto de humor. El sentido del sentido del humor es precisamente saber elegir los tempos adecuados para hacer ver el sin-sentido esencial de las cosas, de las situaciones, y a la postre de la existencia, llena siempre de contrasentidos, de paradojas, de golpes de la vida. Quizá, nos puedan quitar todo, nos puedan dejar sin objetos, podamos perder todos los objetos que nos han acompañado durante toda nuestra vida, y a los que nos aferramos a veces inútilmente como si fueran nuestro ser, pero lo que jamás nos podrán llevar será nuestro sentido del humor. Hoy, que se descubren genes cada semana, sabemos que no aparecerá jamás el gen del sentido del humor. Porque el humor es fruto del maridaje con el lenguaje y las palabras desde la infancia, porque el humor es un invento propio.
De todos los inventos peridianos, el humor, que de seguro le ayuda aún en sus peores momentos vitales, es el gran legado que nos deja a diario. Él ha dicho en declaraciones a este rotativo, que si le acaban de dar la Medalla de oro al Mérito en el Trabajo no ha sido por trabajar sino por buscar trabajo a quienes no lo tenían. Brillante humorada, pues qué es el trabajo siempre sino una entrega generosa y silenciosa al vecino, al de al lado, al amigo, al familiar, al hijo. Aunque no se sepa, o se diga otra cosa, nadie trabaja para sí mismo.
Muchos se quedarán con las Escuelas-Taller como legado de este palentino ilustrado, y harán bien, porque pocos inventos han sido más exitosos, en nuestra tierra, en el resto del país, y ahora en América latina. Por mi parte, me quedo con su humor inteligente y cotidiano.
Y es más, le pido a Peridis, que no ceje en su empeño inventor; que las medallas que le cuelgan, merecidísimas, un orgullo para todos los que amamos esta tierra y sus gentes, no le obnubilen y le hagan mirar hacia atrás con nostalgia. Queda mucho por inventar.
Fernando Martín Aduriz (Palencia)