La ciudad y los muros de incertidumbre

Texto presentado en el Espacio Central de la sede de la C. Valenciana La Escuela, partenaire-síntoma. Eje político. ¿Ciudad o comunidad analítica?

De un modo fragmentario voy a proponer algunas ideas que me han tocado y que pueden abrir a la conversación. Así me lo han hecho llegar los organizadores del espacio al que les agradezco su invitación.

Primer punto: Leer en clave clínica un artículo sobre un experimento científico en la revista Nature1.

Comienza el artículo planteando las ventajas de los humanos al haber perdido la cola a diferencia de otros animales: andar erguido, descender de los árboles, utilizar las manos y crear con ellas nuevas tecnologías.

Esta relación evolutiva me sorprendió por acercar el origen tecnológico a lo propiamente humano. La tecnología entonces podemos pensarla como propiamente entrelazada a lo que nos hace humanos y no como un objeto extraño, separado y reciente de nuestra época como se aborda habitualmente con valores más o menos catastrofistas.

Lo más curioso del caso es que los comentaristas dan la vuelta al argumento de las ventajas de perder la cola para plantear que no sería tal ventaja porque enrollada la misma alrededor de la cintura daría más equilibrio al sujeto erguido!

Bien ahora el experimento que buscaba las causas de tal pérdida. Hay un gen, el TBTX, encargado de hacer crecer la cola de simios y ratones. Pero se produce un cambio “el cambio en el gen que observamos”2- dice el experimentador- es que en un fragmento de ADN aterrizó un gen corto saltarín, en una parte no codificante del TBTX. Allí cambió la actividad de éste que comenzó a “producir una proteína diferente a lo que habitualmente hace crecer la cola. De tal modo que detuvo su crecimiento”3. Y concluye…” Es sorprendente que un cambio anatómico tan grande pueda provocarlo un cambio genético tan pequeño4.

Mi lectura, a medida que iba leyendo, no dejaba de darme la idea de un real regulado por una ley, en este caso el real disfrazado de lo simbólico y gracias a la contingencia de un gen corto, saltarín, rompe la regularidad del sentido esperado y nos introduce en un real fuera de la ley, sin sentido, pero no sin efectos.

Esto me pareció un ejemplo muy claro de lo que es lo real de la vida. Y cómo hacer con ella en ese nudo epistémico, clínico y político que el realismo de Lacan nos sigue orientando.

Ahora sí, me atengo al título que nos convoca La ciudad o la comunidad analítica.

Pongo al debate la disyunción entre la ciudad y la comunidad analítica. Para mí, no se excluyen necesariamente. Convertir la disyunción en una elección es ya colocarnos en un asunto de imposible, siguiendo con la lógica modal. Siguiendo esta lógica me quedo con la contingencia que produce lo inesperado y sus efectos.

El mejor ejemplo que encuentro por su proximidad y personalmente porque no estaba advertida lo que me sorprendió gratamente, fue lo que nos reunió el viernes pasado alrededor de un significante “el after” *, término inglés que me gusta y me trae recuerdos de mis estudios de bachillerato. Londres ciudad en la que sueño poder vivir largas temporadas algún día, sin esperar, simplemente yendo algunos días en cuanto puedo. En fin como decía Lacan “el inconsciente es Baltimore al amanecer5. El analista reside en una ciudad, debe pues, conocer sus límites y posibilidades y aprovechar la ocasión cuando se presenta. Esto requiere un saber-hacer y necesita de un tiempo lógico: “¿Cuánto tiempo es para siempre?”, pregunta Alicia. “A veces, solo un segundo”, responde el Conejo Blanco.

Podemos también conversar sobre los comentarios de Miller “la Ciudad no existe” 6 en un mundo donde el ciudadano se disuelve en el consumidor consumido.

Pero también podemos pensarlo por la deriva que puede tener al identificarse a un S1 que aúna el estar y el ser, sosteniendo el fantasma como refugio de la impotencia del saber-hacer en el tiempo.

Respecto a la Comunidad analítica cómo no tomar un último ejemplo tan próximo. Ese gen saltarín que fue Oscar Ventura nos ofreció la oportunidad de retomar con sus amigos y colegas de nuestra Escuela Una, los tres trazos, impresiones, fragmentos que de un modo singular les había resonado y compartirlo con nosotros. Fue una breve y ágil conversación que abrió nuevas líneas de trabajo en ese nudo del que hablé antes lo clínico, lo epistémico y lo político hacia el próximo Congreso de la AMP en París, y esta vez de un modo presencial.

Los Congresos son la puesta en acto de la transferencia de trabajo que, al presentar sus resultados, uno por uno, y entiendo esa singularidad la que también funciona en las Comunidades analíticas, son efecto del lazo social que se origina siempre desde el no saber que nos orienta.

Y para concluir de momento, el título que he elegido es de la última novela de Murakami. A veces los títulos de las obras son mejores, más acertados en sus resonancias que el contenido del relato. El acto para nosotros abre la posibilidad de seguir agujereando el muro porque la clínica del pase se demuestra.

* El 1/3/2024 nos reunimos en la sede de la ELP de la Comunidad Valenciana en la última de la serie de las Conferencias abiertas a la ciudad tras el Congreso de la AMP Todo el mundo es loco y la nombramos así: El after. Resonancias. A ella asistieron como invitados Irene Kuperwajs, Marina Recalde y Oscar Zack y fue coordinada por Oscar Ventura.

 

Notas:

  1. "Un gen saltarín provoco que los humanos perdieran la cola", El País, 28 febrero 2024
  2. Ibid.
  3. Ibid.
  4. Ibid.
  5. Lacan, Jacques. “De la estructura como inmixión de una alteridad previa a un sujeto cualquiera” Conferencia de Baltimore. El psicoanálisis nº 30/31. 
  6. Miller, J.-A. “Intuiciones Milanesas”, El Psicoanálisis nº 30/31, p. 358.