De la enseñanza a lo que no se enseña*

En el texto de orientación Lacan que enseña1, me resultó enigmática una frase que dice Miller “Enseñar el psicoanálisis proviene de la represión del inconsciente”2 ¿Qué quiere decir que la enseñanza del psicoanálisis proviene de la represión del inconsciente? Si lo que se enseña es a elucidar el inconsciente, se teoriza sobre sus formaciones, se construyen matemas, grafos, una topología ¿esto no es el inconsciente? ¿a qué represión se refiere? Seguiremos el recorrido que hace Miller en el texto, quien inicialmente se pregunta ¿qué enseñó Lacan? ¿por qué enseñó? ¿cómo enseñó?, agregando una cuarta pregunta, sin duda fundamental, ¿Lacan enseñó?

¿Qué enseñó?

En los años 50 Lacan inicia su retorno a Freud, retomando los textos del padre del psicoanálisis y enseñando a leer a Freud. Una lectura a la letra, sacando a la luz el contenido de los escritos freudianos que se había pensado comprender porque hablaban en el lenguaje común. Esta fue la lucha, el motor de Lacan; ahí puso su empeño y esfuerzo. Miller explica “Lacan enseñó que no hubo una sola palabra de Freud que, por debajo de su sentido ordinario, no tuviera un sentido especial que provenía de su uso en el discurso”3. Freud formuló que el inconsciente estaba escrito, novedad fundamental a todo lo que se había dicho o pensado hasta ese momento.

Eso fue el acontecimiento Freud que Lacan continuó durante su enseñanza, reorganizando las categorías tradicionales: la noción de sujeto, el objeto, la pulsión, el cuerpo, etc.. hasta la torsión final de su última enseñanza orientada hacia lo real. El retorno a Freud se basaba en una tracción, una fuerza ejercida en el sentido de causar un vector que no se dirigía simplemente al origen, sino un vector que apuntaba a un más allá del origen, más allá de Freud, llegando a interrogarlo, a discutir con él, “a traicionarlo”4; de modo que Lacan enseñó a leer a Freud.

¿Por qué enseñó?

Miller es claro, Lacan no tenía vocación de enseñante y si enseñó fue porque se lo pidieron; fundamentalmente a jóvenes analistas en formación, pero también jóvenes psiquiatras, tal y como muestran las diferentes conferencias como Breve discurso a los psiquiatras5, que había titulado inicialmente “El psicoanálisis y la formación del psiquiatra” y que impartió para este auditorio. Me parece interesante destacar que, en ese momento era 1967 y habían transcurrido ya 17 años del inicio de su enseñanza: Lacan advierte a los jóvenes residentes que se acercaban a sus enseñanzas con el deseo de comprender mejor a sus pacientes: “hay cosas que no entran simplemente por ser enseñadas así, ex cathedra6, y aclara que sólo aquellos que se hubiesen analizado con él o pasado por un verdadero psicoanálisis podrían saber de la validez de esta enunciación.

En estas invitaciones a las que acudía encontraba un lugar, un topos, donde el Lacan maestro, tomando el maestro como aquel que enseña una ciencia, un arte o un oficio, surgía ante sus alumnos. Así cada vez era algo nuevo, un inicio, un nuevo encuentro con una nueva demanda, demanda de amor, un amor de transferencia a Lacan que él desplazó sobre Freud.

¿Cómo enseñó?

Como sabemos Lacan desarrolló su enseñanza de viva voz, con la palabra, como en el análisis; hasta los últimos tiempos en que se volvió más silencioso, con los nudos y la topología, tal vez para mostrar el silencio de la letra, el trozo de real que no puede ser dicho. Si bien tenemos los Escritos él los consideraba como desecho, letra muerta. Miller lo describe así “Enseñó de pie, frente a libros y papeles […] Hablaba durante dos horas de corrido […] con la ayuda de notas, jugaba con su prestancia, con la voz y el gesto; demostraba, como un verdadero orador, su destreza con la palabra7. Lacan orador ponía el cuerpo, mostraba sus descubrimientos, disputaba con el texto de Freud en su relectura intentando ir más allá, más allá del padre, más allá del Edipo, más allá de la ignorancia.

La cuarta pregunta ¿Lacan enseñó?

Sin duda esta debería haber sido la primera pregunta, porque si la respuesta es no, invalidaría a las otras. Para tomar esta pregunta me gustaría volver a la frase del principio: Enseñar el psicoanálisis proviene de la represión del inconsciente.

Consideramos hoy en día la enseñanza como aquello que otorga un saber constituido y que produce un aprendizaje. Miller hace una pregunta esencial en el texto “¿la palabra enseñanza conviene cuando se habla del inconsciente?8, a la que añado ¿cuál es la relación entre la enseñanza y el inconsciente? ¿es que la enseñanza no puede saber del inconsciente? ¿es que el inconsciente no se puede enseñar? Si la enseñanza surge con la represión del inconsciente, entonces es un saber que no alcanza a conocer el inconsciente o se podría decir que el inconsciente se escabulle a la enseñanza.

Lacan hizo una crítica feroz de su enseñanza llegando a cuestionar la estructura de la enseñanza y afirmando que el discurso analítico no es materia de enseñanza. Y no es materia de enseñanza porque, como enuncia Lacan en Vincenns, “no enseña nada porque excluye la dominación9. Vayamos hacia los discursos.

En el Seminario 17, Lacan estableció los cuatro discursos, el de la histeria, el del amo, el universitario y el discurso analítico. Los discursos son modos de organizar la vida, es lo que guía al ser hablante en su día a día, lo que organiza su mundo. Cada uno de los discursos está enunciando la verdad, “cada uno se cree la verdad10. Este lugar de enunciación está comandado por el agente del discurso que está colocado en la parte superior izquierda, correspondiente al S1 en el discurso del amo, el S2 en el universitario, el S/ (sujeto barrado) en el discurso de la histeria y el pequeño objeto a en el discurso analítico. Cabe notar que todos los discursos, a excepción del discurso analítico, están comandados por componentes de lo simbólico, S1 S2 y S/.

En el discurso analítico el lugar del agente está ocupado por el objeto a, objeto causa de deseo, que no pretende la verdad porque en el discurso analítico se considera un semblante. El analista ocupa el lugar del objeto a en el discurso analítico y sabe que la verdad es siempre a medias. Hay una verdad transitoria que se reemplaza por otra, es una verdad fugaz y a la fuga. De modo que el discurso analítico es una excepción al no creerse la verdad.

Es por este motivo que Lacan dice que excluye la dominación, porque no se cree la verdad. Los otros tres discursos lo que pretenden es la dominación, dominación del inconsciente, del goce en juego. De modo que la enseñanza sería una forma de dominación sobre el goce, lo que daría una respuesta a la pregunta ¿cuál es la relación entre la enseñanza y el inconsciente?

¿Es que la enseñanza no puede saber del inconsciente? Volvemos a los discursos. En el discurso del analista debajo de la barra del objeto a que comanda está el S2, abajo a la izquierda. Este S2 es siempre un saber supuesto. “Al no ser nunca más que supuesto, sostiene la causa del deseo como sub-puesto, causa de la que el analista se hace semblante”11 dice Miller.

De modo que, si el saber es siempre supuesto no es un verdadero saber, es una ficción y como tal no puede ser enseñada; es un saber sin valor de enseñanza. Este no va a llegar a alcanzar la completud, es un saber del no-todo, referencia esencial del discurso analítico en contrapunto con el S2 que comanda el discurso universitario, que es un saber completo, la verdad. Así que podríamos decir que la enseñanza podría saber no-todo del inconsciente, que siempre quedaría algo de un saber supuesto que no se podría alcanzar, pero esto no impediría que fuese enseñado, dice Miller. De modo que habría un imposible, enseñarlo todo.

En Vincennes, Lacan agrega que el discurso analítico “no tiene nada de universal”12, que no es para todos y que los efectos de saber que se producen son para uno, para uno solo. Esta es la articulación del discurso analítico, es el uno por uno del goce, del significante amo, del fantasma, del deseo…

En el texto, Miller concluye “Es por eso que Lacan llegó a rechazar la palabra enseñanza, decía que no había nada que esperar, que todo estaba perdido si su discurso era tomado como una enseñanza. Lo cito: seguro está en mis principios no esperar nada de lo que en mi discurso sea considerado como enseñanza. En efecto, ¿Lacan enseñó? Digamos que sostuvo un discurso que hizo deseable el psicoanálisis”13.

Lo que no se enseña

Tal y como hemos desarrollado, para Lacan el inconsciente no es un saber establecido sino una suposición de saber, un saber que tiene estructura de ficción, en el que la verdad va cambiando. Es un discurso que no incluye la dominación porque está comandado por el pequeño a y además, es un saber no universal, es un saber del uno por uno. Con estas tres cuestiones se ve bien dónde el discurso analítico se separa de la enseñanza, son incompatibles. Así, se produce una separación entre la teoría y la práctica, entre la enseñanza y la práctica. Sin embargo, la paradoja es que la enseñanza se obtiene de la práctica; así es como Freud avanzó en el conocimiento del inconsciente con sus pacientes y su propio “autoanálisis”, sus sueños. También Miller dice “La enseñanza de Jacques Lacan es el relato de las enseñanzas que Lacan recibió- que recibió de su experiencia, de su práctica y del “drama de su vida”14.

El psicoanálisis avanza a partir de la práctica y en contrapunto, es necesario de la enseñanza para ubicarse en la práctica, tal y como dice Lacan en la Proposición del 9 de octubre de 1967 “A decir verdad, su enseñanza misma no tiene más fin que el de aportar a esa experiencia la corrección, a esa comunidad la disciplina desde donde se promueve, por ejemplo, la cuestión teórica de situar el psicoanálisis con respecto a la ciencia”15.

De este modo, Miller defiende la presencia del psicoanálisis en la Universidad y de su enseñanza, de la posibilidad de establecer un saber sobre la teoría psicoanalítica, pero dejando claro que la práctica no se enseña, a lo sumo, en ocasiones, dice Miller, se supervisa. Cada uno tendrá entonces que pagar con su cuerpo, con su libra de carne, tanto en el lugar del analista como en el del analizante. Porque el inconsciente, el discurso analítico no se enseña, diríamos que no puede ser todo enseñado, pero sí enseña a cada uno, a uno por uno y, en ocasiones, de esa transmisión se consiguen enseñanzas para otros.

* Texto presentado en “La Escuela y su formación”. Enero 2024. Seminario de la Sede de la CDC-ELP.

 

Notas:

  1. Miller, Jacques Alain. “ Lacan que enseña”. Los psicoanalistas y el deseo de enseñar. Grama, Buenos Aires, 2023.
  2. Ibid., p. 13.
  3. Ibid., p. 10.
  4. Ibid., p.15.
  5. Lacan, Jacques. “Breve discurso a los psiquiatras. Circle Psychiatrique Henry Ey, Saint Anne. Inédito, 1967.
  6. Ibid., p.7.
  7. Miller, Jacques Alain. “ Lacan que enseña”. Op.cit., p.12
  8. Ibid., p.13.
  9. Lacan, Jacques. “¡Lacan por Vincennes!”. Lacaniana 11, Grama, Buenos Aires, 2011.
  10. Lacan, Jacques. El Seminario, libro 17, El reverso del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 2008.
  11. Miller, Jacques Alain. “Brújula de la última enseñanza”. Todo el mundo es loco. Paidós, Buenos Aires, 2015, p. 324.
  12. Lacan, Jacques. “¡Lacan por Vincennes!” Op. cit.
  13. Miller, Jacques Alain. “Lacan que enseña”. Op. cit.
  14. Ibid.
  15. Lacan, Jacques. “Proposición del 9 de octubre de 1967”. Otros escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012.