Modos de inserción en el Otro. Elvira Guilañá. (Barcelona)

La modalidad de goce del sujeto contemporáneo se caracteriza por apuntar directamente al objeto de la satisfacción como plus de goce. Esto determina una inserción en lo social alienada a los S1 que ofrece el mercado y determinada por la capacidad de consumo.

Los significantes des-inserción, exclusión, errancia, aislamiento social, representan a aquellos sujetos que no optan por vínculos marcados por el discurso del amo y que se sitúan en el límite de la precariedad social, desinsertados del circuito de producción.

Los recursos asistenciales se ocupan de la reinserción mediante la asignación de recursos: rentas mínimas de inserción, albergues, centros de acogida, cursos de inserción laboral…

A esta oferta de recursos, necesarios, se suman la propuesta de identificaciones normativizantes que se confrontan, en ocasiones, con la negativa del sujeto de reconstruir su vínculo con el Otro según los ideales sociales.

El psicoanálisis como práctica clínica nos enseña que existe esencialmente una diversidad de «posiciones subjetivas del ser» repartida, de hecho, en diferentes «modos de ser».

En el caso de la psicosis, el «modo de ser» que caracteriza la posición del sujeto psicótico con relación a la estructura del lenguaje, consiste en estar dentro de la sociedad y a la vez fuera del vínculo social. Es una de las paradojas de las relaciones en el sujeto de la palabra y el lenguaje a las que Lacan [1] se refiere cuando sitúa en la locura la “libertad negativa de una palabra que ha renunciado a hacerse reconocer”.

Tal como planteó Jacques-Alain Miller en la Jornada Ripa en Barcelona [2], si bien el deseo de inserción es fundamental en el ser hablante, también hay sujetos en que el deseo de des-inserción, puede llevar al suicidio social y al suicidio vital. En este sentido, la des-inserción muestra un amplio abanico de modalidades de ruptura con el Otro, desde un rechazo al saber en los jóvenes, el odio al Otro, la inhibición, la adicción, el pasaje al acto…

Es el vínculo del sujeto con el Otro el que define la relación de intersubjetividad. Lacan sitúa en el lugar del Otro, el lugar de la palabra, del lenguaje, de la realidad social, cultural e institucional… [3], para concluir que el psicoanálisis como práctica es de orden social, es un lazo social [4].

El psicoanálisis acoge la precariedad simbólica de estos sujetos en sus vínculos con el Otro, no desde una política social sino desde la política del síntoma. Entendiendo el síntoma como vínculo social, como producción particular, acoge la dimensión de goce del síntoma para cifrarlo bajo transferencia.

Se trata en cada caso de pasar del síntoma social al síntoma del sujeto para introducir el paréntesis, la [des] inserción. Desde el discurso analítico más que de una clínica de la inserción se trata de una clínica de la separación: separación del goce en que el sujeto está inmerso, y de una clínica de la suplencia que pueda acoger el modo particular con que cada sujeto consiente al vínculo con el Otro, en la invención de una nueva manera de vínculo con el Otro o, en ocasiones, entendiendo el síntoma como lo que protege al sujeto de una deriva a lo peor.

Notas:
[1] Jacques Lacan “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, Escritos 1, p.
[2] Jacques-Alain Miller, Entrevistas de actualidad núm. especial “Sobre el deseo de inserción y otros temas”.
[3] Jacques-Alain Miller, El Otro que no existe y sus comités de ética, pp.166-167
[4] Jacques-Alain Miller, Hacia PIPOL4: “La realidad psíquica es la realidad social”

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