Lacan y la izquierda | Jorge Alemán
Nada autoriza en la enseñanza de Lacan a “ser de izquierdas”. Como todo gran pensador, existen en sus posibilidades teóricas y clínicas, algo que desborda a las categorías políticas en tanto se dan históricamente. Se puede ser lacaniano de derechas, liberal, de izquierdas, etc. Otro tanto sucede con Kant, Hegel, Nietzsche o Heidegger, entre otros. Incluso, gracias a Lacan, se puede ser de izquierda contra las opiniones constituidas de la izquierda, al menos en sus aspectos más dogmáticos y canónicos.
En mi caso, los textos sobre la izquierda lacaniana, Soledad, Común, En la Frontera, etc., no se autorizan en Lacan ni reclaman autorización alguna de ninguna otra instancia. Constituyen una apropiación y lectura de Lacan, que por mi legado simbólico y el juicio que sobre lo político el mismo vehiculiza, no puede ser entregado a los procedimientos neoliberales de la producción de subjetividad contemporánea afines al Capital. En este aspecto debemos insistir en que, aun cuando nuestra experiencia como analistas se reclama del “uno por uno”, también es el propio Discurso Capitalista el que apunta a lo más particular del goce de cada uno, a la par que logra a través de distintos procedimientos, nivelar y homogeneizar todas las particularidades. Por ello se impone diferenciar la singularidad irreductible de cada uno de lo “particular y privado”, y por la misma razón, la “subjetividad producida” del sujeto del inconsciente. El cual, por razones de estructura, nunca puede ser producido sino causado por el lenguaje.
Los lacanianos que votan a la derecha neoliberal no se equivocan con respecto a Lacan. En todo caso entienden que el psicoanálisis sólo puede vivir en el sueño liberal del grado cero de lo político. O se equivocan o desean “equivocarse” con respecto a su propia nación y la suerte de su pueblo. Y a la larga, en una lectura más afinada, con la futura existencia del psicoanálisis.
Es ya evidente que el neoliberalismo espera de los seres hablantes otra cosa que la verdad del inconsciente. La proliferación de managers del alma de distinto cuño apenas constituye la primera avanzada de la gerencia empresarial que se apresta a reconfigurar lo simbólico desde la lógica de la mercancía. En otros términos, a realizar en cada una de las vueltas del Discurso Capitalista, una “desimbolización” que anule la relación del sujeto con la verdad de su deseo. ¿Hasta dónde los analistas deben colaborar con lo que Lacan en su día denominó “impases crecientes de la civilización”?
Mi insistencia en proponer que la experiencia analítica y la enseñanza de Lacan constituyen una herramienta extraordinaria se sostiene en lo siguiente: intentar pensar en una lógica política de carácter emancipatorio que pueda sustraerse de las derivas totalitarias y sacrificiales. Es mi modo de habitar entre las tensiones que la pregunta de Lacan sobre los impases suscita.
Finalmente, la cuestión sobre si aún es posible una transformación radical de las estructuras del neoliberalismo en el campo de la Democracia es siempre una indagación sobre todo aquello que Lacan ha dicho acerca de los seres hablantes.
Fuente: Página12.