“La mujer no existe; existen las mujeres de una en una” | Éric Laurent
A mi edad contrasto la verdad de esta época con anteriores: lo interesante es cómo nos miente cada una. Soy parisino; tengo 5 hijos: el divorcio dobla la paternidad. De la era de la represión pasamos a la del placer hasta la adicción. Diserto en la clínica psicoanalítica de Orientación Lacaniana de Barcelona.
Entrevista de Lluís Amiguet.
Lluís Amiguet: Darwin es hoy la ciencia; Marx sólo historia. ¿Qué queda de Freud?
Éric Laurent: Hoy respiramos Freud: neurosis, psicosis, frustración, represión, delirio... Son las palabras freudianas con las que nos explicamos cada día a los otros y a nosotros mismos.
LA: ¿De Freud sólo quedan esas palabras?
ÉL: Frente al puritanismo victoriano, Freud explicó que hay facetas del ser humano que no se pueden reprimir sin que reaparezcan y se manifiesten de otro modo...
LA: ...Para hacernos sufrir una neura.
ÉL: Y lo hizo dando la palabra a quienes no la tenían: las mujeres. Era una palabra que esperaba ser escuchada y que había sido condenada como una enfermedad mental, la histeria, pero que revelaba la verdad al denunciar la mentira de la sociedad autoritaria que las reprimía.
LA: Cada época tiene sus verdades.
ÉL: Pero de verdad lo interesante es ver cómo oculta sus mentiras.
LA: ¿Cuál es nuestra histeria hoy?
ÉL: Freud deconstruye con lucidez la psiquiatría de su tiempo e investiga si la sociedad –el orden– necesita represión para existir: si requiere un cierto grado de malestar del individuo, que define como “el malestar de la civilización”. El capitalismo victoriano creía que sin represión el orden social degeneraba en caos.
LA: Hoy creen que si nos dieran empleo fijo y buen sueldo, nos volveríamos todos vagos.
ÉL: A cambio, la biopolítica neoliberal nos permite pasar de la sociedad de la disciplina a la de la permisividad y de la represión a la adicción.
LA: Del hambre a la obesidad y a la dieta.
ÉL: La adicción a la comida, al sexo, al trabajo, o a correr maratones es la consecuencia de la búsqueda del placer llevada al extremo. Sólo después, en la cura de la adicción, se nos aplica disciplina y límites.
LA: Es la paradoja de caer en la adicción para que alguien te ponga límites al curarla.
ÉL: Siguiendo a Freud, Jacques Lacan buscó continuar explicando nuestra mente y nuestra conducta. Creía que el subconsciente tenía una gramática propia y estudió y usó las paradojas de la lógica formal para explicarla.
LA: Pues hoy aún tiene parroquia.
ÉL: Como Foucault, Barthes, Derrida, Bourdieu... Eran los grandes pensadores del 68 que, además, hacían de sus teorías modos de vivir y entender la vida; como hizo el propio Lacan.
LA: ¿Cómo entendía la vida Lacan?
ÉL: La revolución del 68 significó el advenimiento de la liberación del principio del placer...
LA: Se liberaban no sólo en la fábrica sino también en la calle, en la mesa y en la cama.
ÉL: Lacan no se oponía, pero no quiso ser un gurú: simplemente trató de encontrar y compartir instrumentos intelectuales para interpretar nuestra mente y nuestra conducta.
LA: Por ejemplo.
ÉL: Veamos su primera paradoja : “La mujer no existe: sólo existen las mujeres de una en una” .
LA: ¿Y el hombre sí que existe?
ÉL: El hombre tiene un falo, que es exterior; es patente y obvio y con él puede convertir con facilidad su placer en categoría. Por eso, lo que quiere el hombre se puede producir en masa y por eso hay una industria del sexo, pero sólo está pensada en masculino. Sólo para ellos.
LA: No hay clubs de prostitutos para ellas.
ÉL: “Porque los hombres, el hombre, sabe lo que quiere. En cambio, no se sabe lo que quiere cada mujer, porque cada una quiere algo diferente e individualiza su goce”. Por eso, en ellas se observa mejor esa angustia, tan personal, que sentimos al acercarnos al objeto del placer.
LA: Si es así, la pareja es frustración segura.
ÉL: Es lo que viene a decir la siguiente paradoja de Lacan: “La relación sexual no existe” . La relación entre hombre y mujer no se puede articular de forma satisfactoria, aunque ellos y ellas sean cada vez más iguales.
LA: ¿La pareja entre iguales no es mejor?
ÉL: Lacan contradice a Simone de Beauvoir, que promete que la igualdad hombre-mujer hará posible una relación satisfactoria de pareja. Él sostiene que, al contrario, cuanto más iguales sean, más se manifestará el imposible de relacionarse con plenitud entre hombre y mujeres. Y hoy hay más igualdad, sí, pero en paralelo a un auge de la relación homosexual.
LA: Si no existe la mujer ni la relación hombre-mujer, qué existe entonces?
ÉL: La tercera paradoja : “Los dioses existen” . Porque la experiencia real de un dios es como la del antiguo Dioniso-Baco, el del éxtasis y el vino: el goce de la droga no es más que el de tener dentro a un dios más grande que uno mismo que te hace trascender tus propios límites.
LA: En ese sentido, dios existe: en cada copa.
ÉL: Y por eso Lacan sostuvo, pese al pleno auge del ateísmo, que la religión que te transforma en otro iba a ser más importante que nunca.
LA: Ahora mismo provoca varias guerras.
ÉL: Lacan añade que “Dios sigue interviniendo en la vida de los hombres en forma de mujeres”: la mujer es real, los dioses son reales, pero la relación sexual no existe. Porque al final, sólo es la mujer –el peso de la mujer amada– la que reordena la vida de un hombre y le da sentido.
LA: ¿El amor es nuestro último dios?
ÉL: Los hombres reordenan su vida en relación a las mujeres que aman. Es la amada la que se convierte en el dios que se apodera de él, lo habita y lo transforma. Y le dejo con el último aforismo lacaniano que reúne los anteriores: “Lo que quiere la mujer, Dios lo quiere”.
Fuente: La Vanguardia.
Psicoanalista AME. Miembro de la ECF, EBP, ELP, EOL, NEL, NLS y de la AMP. Enseñante en la Section Clinique de Paris-Saint-Denis, Psicólogo clínico (Paris 7), Doctorado (3er ciclo) de psicoanálisis (Paris 8).