Hacia la XI CONVERSACIÓN CLÍNICA DEL ICF. Terminaciones de análisis. TRES PREGUNTAS a Guy Briole, Francesc Vilà, Rosa Calvet, Xavier Esqué

Barcelona, 5 y 6 de Marzo de 2011

Estimados: con este envío ponemos un precioso broche de oro al trabajo realizado en las tres preguntas y en las correspondientes respuestas.

Agradecemos vivamente a quienes las han formulado, y también, a los que las han respondido, dotándonos así de un instrumento valioso para la Conversación.
Pasaremos un estupendo fin de semana de trabajo y convivencia.

¡Hasta el sábado!

Un saludo afectuoso,

Miquel Bassols y Mónica Marín

Coordinación ICF-E

***

Tres preguntas a Guy Briole

1) Solemos relacionar una interrupción de análisis con un acting out, o como producto de una resistencia, o como una transferencia negativa, pero, ¿se podría hablar de una interrupción que forme parte del proceso de un tratamiento o cura en cuya estructura la interrupción fuera un momento lógico del mismo? De ser así, ¿cómo podría explicarse?

Es una buena pregunta y, formulada de esta manera, nada se opone a poder pensar que cualquier interrupción sea un fracaso de la cura. Ha podido hacerse un recorrido lógico en un análisis conducente a modificaciones importantes en la modalidades de goce de un sujeto, que quiere parar ahí. El fin del análisis no implica obligatoriamente pasar por el pase. Ni tampoco practicar el psicoanálisis; Lacan ha podido decir incluso, un tanto provocador, que eran estos quienes habían sido los mejores analizados.

2) Si tal y como señala Freud, en la pubertad se produce una reedición de lo ocurrido en la infancia con un impulso de la neurosis infantil, ¿cómo podría articularse el concepto de fin de análisis en el niño y la entrada en análisis de este niño como adolescente?

Responderé con un caso de mi práctica. Sebastián tiene nueve años cuando lo recibo por primera vez. Su madre se preocupa por su tristeza, sus pesadillas, el cambio de su carácter. En el momento de la separación de los padres, se entera de que habían tenido un primer niño nacido portador de una trisomía y que habían abandonado en una institución al nacer. Sebastián está en desacuerdo con sus padres: ellos piensan que su malestar (mal être) está en relación con esta revelación y él dice que es el dolor de la separación de los padres lo que está en causa. Sebastián no quiere saber nada de ese niño abandonado. Un cambio radical se produce en la cura el día en que le he hablado del primer niño como de “su hermano”. A la perplejidad le sucede el alivio: al instante toma la decisión de implicarse de otra manera en su análisis.

Lo ha continuado durante tres años. Las sesiones se han convertido -dice- en lo “más precioso” pues considera que, por el momento, no es sino en este espacio en el “que él tiene un hermano”. Este análisis se terminó cuando pudo contarse a partir de este (hermano) mayor.

Sebastián ha retomado su análisis hace un año. Tiene veinte. Su encuentro con la sexualidad no ha sido simple y halló un equilibrio componiéndose un personaje de seductor amoroso. Un reciente encuentro traumático le ha vuelto a sumergir en una angustia que le recordaba la de la primera vez. Joven monitor en una colonia de vacaciones, estuvo confrontado a la muerte brutal e imprevisible de una niña trisómica. Se encarnizó en querer reanimarle y los servicios de urgencia tuvieron que separarle del cuerpo de este niño muerto. Sebastián está de nuevo atrapado en sus tormentos de niño que reaviva este real contingente. Este análisis continua, articulado al precedente.

3) Una de las consecuencias del pase me parece imponente y es la afirmación de Lacan en la Proposición del 9 de Octubre de 1967 cuando se refiere al AE como responsable del progreso de la Escuela y psicoanalista de su experiencia misma. ¿Podría hacer una reflexión sobre eso?

Nombrado AE muy recientemente, me veo confrontado a esta frase. Durante estos tres años por venir trataré de responder a partir de mi análisis. Después de mi primer testimonio he recibido variados correos, además de felicitaciones. Uno decía haber comprendido dónde había detenido prematuramente su análisis, otro veía “un lado de su análisis esclarecido muchos años después”, otros se habían sentido divididos, interpelados, animados a su trabajo analítico, algunos querían saber más, etc. Si mi trabajo puede producir este tipo de efectos en la Escuela y, por qué no más allá, quizás habría participado del “progreso de la Escuela”.

No obstante, seamos claros, el AE no profiere ningún oráculo, habla de su experiencia de analizante y del punto al que ha llevado su cura, de lo que le ha decidido a entrar en el proceso del pase y de los efectos que ha tenido para él la nominación.

El AE no despierta sólo entusiasmo, no todos le hablan, muchos se callan o incluso lo evitan, vuelven la mirada. Es también su lugar y una de sus funciones en la Escuela; aún siendo Una y la del pase.

Preguntas realizadas por: Rocío Cid

***

Tres preguntas a Francesc Vilà

1) En el seminario sobre “La carta robada”, Lacan plantea que sin cesar nos dedicamos a ser portadores de todas las cartas robadas del paciente. Por algún tiempo por lo menos, dice, estarán con nosotros en souffrance en la transferencia, y se pregunta: ¿Y no es la responsabilidad que implica su transferencia la que neutralizamos haciéndola equivaler al significante más aniquilador que hay de toda significación, a saber el dinero? Es sabido que el dinero es uno de los recursos más utilizados para la interrupción y/o abandono del análisis. En este sentido, el pretexto del dinero, ¿se podría entender como una resistencia no resuelta en análisis y, una vez abandonado éste, su poder aniquilador se apreciaría en la repetición del síntoma?

La pregunta es clásica. Tiene una larga historia narrativa en las interpretaciones de la doctrina y en las exposiciones de la práctica. Fue un tema caput mortuum en el mundo de la salud pública y las instituciones. Hubo soluciones brillantes, ocurrentes, ocupadas en el declinar de las equivalencias para las heces y el dinero en el universo simbólico freudiano. Era otra época. Con la sesión variable dejó de ser un tema estrella del marco estandarizado del dispositivo.

En estos últimos años, años del happy consumo, una holofrase ha substituido al significante dinero. El tan manido Time is Money genera novedades en la voz imperativa para el sujeto que, paradójicamente, se queja y emociona por robatorios diversos de su tiempo. A menudo las interrupciones no se justifican por el costo del consumo del análisis, que para algunos ciudadanos ya forma parte de la bolsa de la compra, bolsa de productos y servicios.

La expresión “el análisis me roba tiempo” o “no me deja tiempo” es un signo de la souffrance del sujeto hipermoderno. Sujeto que vive en el tiempo de la metonimia, en la e-motion. El analista no resiste ante estas expresiones, explota las emergencias que irrumpen entre las quejas. Son emergencia que apuntan al tiempo del ser.

2) ¿Puede haber final de análisis sin formación analítica? De no ser así, ¿se podría pensar que llegar hasta un final de análisis sólo tendría sentido para un analista y por tanto, en los otros casos estaríamos hablando de terminación de análisis?

Término y final. Esta Conversación del ICF pone tensión entre los dos. Hay orientación hacia el término con la recreación de las formaciones del inconsciente transferencial. Pero eso, que es necesario, no es suficiente. El plus de satisfacción del analizante se produce por el trato de las emergencias del inconsciente real que suelen surgir de manera sorpresiva. Estas emergencias producen una compacidad que sutura la emoción angustiada o el humor desequilibrado. La compacidad lograda dialoga con los repertorios de significación del fantasma. Su resultado es la puesta en forma del sinthome.

¿Qué le falta al término para ser el final? Le falta la performance en la que el analizante dialoga con el Otro de la Escuela. En esta Conversación se evalúa la enunciación que es signo del deseo de encarnar la función del analista. Eso no desupone saber del inconsciente al sujeto que sólo termina.

3) ¿Qué nueva perspectiva aporta el objeto a, en cuanto al final de análisis, con respecto al final de análisis en Freud?

Freud, al término del análisis, debate sobre la posibilidad de subjetivar la castración, responder con éxito, de manera conclusiva, a las preguntas sobre la muerte y el sexo en cada caso.

Lo que es una falta de significación en la doctrina freudiana se convierte en Lacan en una cuestión de goce. ¿Cómo producir un plus de goce que permita terminar de pensar o actuar? ¿Qué hacer para que estas cuestiones dejen de interrogar al analizante? El objeto a semblantiza lo imposible de responder. Y Lacan, en una época, pensó en logificarlo. Y usarlo como agente del discurso analítico.

4) ¿Estamos refiriéndonos a lo mismo cuando hablamos de final de análisis que de salida de análisis…, y terminación?

Creo que he expuesto la diferencia entre término y final en la pregunta 2. Otra cosa son las múltiples salidas del análisis. Algunas son la solución a la falta de entrada al análisis. Otras a la resistencia del analista, su política del ser no es nada. Más allá encontramos los fracasos de la neutralidad en la estrategia de la transferencia y también creaciones interpretativas que no apunta al término del análisis.

Las salidas de análisis muestran una cartografía variada de la errancia del deseo en la dirección de la cura.

Preguntas realizadas por: Carmen Orúe

***

Tres preguntas a Rosa Calvet

1) Hace unos años la concepción teórica del fin de análisis se centraba en el atravesamiento del fantasma. ¿Se podría decir que quienes hicieron testimonio de su pase en esa época, habían terminado un análisis, pero no habían alcanzado un fin de análisis según la concepción teórica que se plantea en este momento?

En primer lugar, las nominaciones de los colegas según la terminación de los análisis por el atravesamiento del fantasma fueron sancionados por los carteles de la época y por la AMP.

En segundo lugar, los colegas nombrados A. E. testimoniaron en Congresos Nacionales e Internacionales, tomaron a su cargo enseñanzas y responsabilidades institucionales y publicaron textos que hoy todavía nos enseñan.

El atravesamiento del fantasma en una de las modalidades necesarias de reducción del sentido que parasita al cuerpo o al pensamiento. En la actualidad el espesor imaginario tiene más consistencia que en la década de los años ‘70, en consecuencia llegar a la reducción del sentido, al bien decir condensado como en el chiste freudiano, requiere un largo trabajo de vaciado del fantasma.

Si la pregunta apunta a la existencia de restos sintomáticos en la concepción del atravesamiento del fantasma, mi respuesta es que también en la conceptualización del pase en la modalidad de un saber hacer con el síntoma está en juego un real que no deja de no escribirse.

2) ¿Puede existir un fin de análisis sin que se produzca un pase?

El pase es un dispositivo de Escuela que mantiene abierta la cuestión crucial para la existencia del psicoanálisis ¿qué es un psicoanalista?

El dispositivo del pase es un agujero en el saber que descompleta y en consecuencia marca una diferencia radical entre una Escuela en la orientación lacaniana y cualquier Asociación profesional colegiada.

La respuesta por el sí o por el no es baladí, sin embargo no está de más recordar que el dispositivo del pase es una oferta y no un imperativo kantiano.

3) ¿Puede un analista conducir a un analizante a su fin de análisis, sin que él lo haya alcanzado?

El encuentro con el partenaire analista está, -afortunadamente- librado a la contingencia de los encuentros. Me parece altamente recomendable sin embargo que el practicante que dirige una cura haya tenido la experiencia en su propio análisis tanto de la incompletud como de la inconsistencia de sus propios dichos, así como del real fuera de sentido que ha orientado su goce en el bla bla bla transferencial.

4) Al final de un análisis se produce una caída de la transferencia analítica y del Sujeto supuesto Saber, ¿ocurre esto también de algún modo cuando se producen interrupciones?

El partenaire analista es un medio necesario en el abordaje al inconsciente transferencial. Lacan no cesó de recordar a la comunidad analítica que el trabajo de transferencia no es sin resto. En el caso de una interrupción la cuestión crucial apunta más bien a si el analizante mantiene más allá de la interrupción los vínculos de saber supuesto al inconsciente, o si por las razones que sean estos vínculos se han cerrado.

Preguntas realizadas por: María Salas

***

Tres preguntas a Xavier Esqué

1) Tomando en cuenta que para Lacan la sublimación consiste en "elevar el objeto a la dignidad de la Cosa" y que en un análisis se pudiera llegar a "elevar el objeto a la dignidad de la Causa": ¿Cuáles serían las similitudes y/o diferencias entre ambos procesos? Es decir, entre la transformación del objeto en obra de arte y el pasaje del síntoma al sinthome.

Lo primero que habría que señalar es que la sublimación, uno de los destinos de la pulsión, es un concepto que Freud dejó un poco en el aire, “se quedó con la boca cerrada”, señala Lacan. De ahí la dificultad de abordarlo. ¿Cómo entender la sublimación? La cultura, gana su terreno en confrontación con la pulsión, al precio de la represión de esta última. La sublimación, en cambio, es un modo de satisfacción pulsional en el interior mismo de la cultura. Una satisfacción sin represión que permite a la pulsión realizarse.

Por eso no habría que confundir la sublimación con la idealización del objeto en lo social, en el mercado, o como dice Lacan en el Homenaje a M. Duras con “el número de ejemplares vendidos”.

Lacan define la sublimación como “elevar el objeto a la dignidad de la Cosa (Das Ding)”. Se trata de la creación ex-nihilo de un significante nuevo en el lugar del agujero de la castración. Es una operación con lo real del goce en la que un objeto modelado por el significante viene a ocupar ese lugar imposible. En este sentido, es posible plantear el tema de la sublimación al final del análisis por cuanto no hay final sin subjetivación de la castración. Entonces, tal vez podríamos decir que si el artista recupera el objeto pulsional con su obra artística, la práctica del psicoanalista puede llegar a ser un buen destino para su ser de objeto. En esta perspectiva, que no tiene nada de ideal, yo diría que un análisis permite al sujeto elevar el objeto a la dignidad singular del sinthome.

2) ¿Podría desarrollar de forma general las relaciones existentes entre la letra, el objeto a como resto y el analista como desecho al final de un análisis?

Lacan inventa el objeto a como resto para tratar de localizar el goce irreductible a la articulación significante, lo que escapa al sentido fálico. Constituye el núcleo del síntoma y el hueso de un análisis. Más adelante Lacan va a señalar, en el Seminario XX, que de hecho el objeto a es un semblante, un falso real, y reconoce en él su intento de integrar el goce en la estructura del lenguaje. De esta manera la estructura del lenguaje se relativiza, para aparecer como una elucubración de saber sobre lalengua. Se impone, entonces, una nueva conceptualización del síntoma, el sinthome.

Lo real, en la última enseñanza de Lacan, es sin ley. La letra, más allá de ser el “(…) soporte material que el discurso concreto toma del lenguaje” (“La instancia de la letra…”), se inserta en el registro de la fonética, al nivel de lalengua. Por tanto, la letra ya no es subsidiaria de lo simbólico sino que acontece de lo real. El análisis no se acaba con la destitución del Sujeto Supuesto al Saber sino que prosigue hasta el encuentro del no hay Otro, es decir, hay de lo Uno radicalmente solo. Lo que ocurre con la caída de la suposición de saber es que el analista cae como tapón de lo real, puesto que como lo real es sin ley, impensable, toda suposición funciona como tapón.

Al final del análisis hay una nueva disposición del sujeto para el goce. Al ser agujereada la vía del goce-sentido el sujeto se encuentra al final con el fuera de sentido del goce, es decir, la letra del síntoma, su artificio. El analizante ha cesado ya en su empeño de rechazar el goce. Se trata, entonces, de savoir y faire con el sinthome, se trata de la identificación con el modo de gozar. Identificación en el sentido de identificar, conocer, reconocer. El sujeto habiendo identificado su goce puede entonces hacer algo distinto con él. Lo que está en juego al final es un nuevo tratamiento del goce que posibilita la invención, que permite salir de la repetición.

3) ¿Qué decir sobre el silencio como conclusión de un recorrido analítico y cuáles serían sus similitudes y/o diferencias respecto del sinsentido? Es decir, el silencio como punto de capitoné que demarcaría una nueva dimensión de la acción, más próxima a lo terminable de un análisis, y el sinsentido como aquello que escaparía de la cadena significante, más cercano a la lalengua y a lo interminable de un análisis (tomando en cuenta la estructura del inconsciente).

Lo que se me ocurre decir es que Lacan señala que “Taceo no es Sileo”. Esto significa que “callarse” no es sinónimo de silencio, sino que puede muy bien vehicular una demanda silenciosa como la de la pulsión. Por otra parte, sabemos también que el silencio no libera a nadie del lenguaje (Seminario La lógica del fantasma).

En la experiencia analítica, para abordar lo real como imposible es preciso, en efecto, pasar por la radical exclusión del sentido. En un análisis orientado por lo real el analista no sólo se priva de alimentar el síntoma con el sentido sino que su acción apunta a su pérdida. Al sentido se trata de agujerearlo. El analizante, en el trayecto de su análisis, va desde el sentido (que articula inconsciente transferencial y síntoma) hasta su deflación radical, es decir, hasta el fuera de sentido del goce. Es un pasaje que va del registro de la palabra al registro del goce y que, en la última etapa, nos cuentan algunos AE, puede estar teñida de grandes silencios. Pero se trata de un silencio a la espera, un silencio pasajero: el trabajo de Escuela, el pase y la transmisión de los efectos de un análisis constituyen buena prueba de ello.

Preguntas realizadas por: Mandy Toro