El trauma / Experiencias del no-todo

Texto presentado en la sede de Valencia de la Comunidad Valenciana de la ELP, en el espacio “El trauma y sus escrituras”-Hacia las XX Jornadas

Lo traumático, la causa, es el significante en su materialidad sonora. El trauma, es la consecuencia, el agujero que crea lalengua al percutir sobre el cuerpo, sobre la substancia gozante.

A partir de este golpe, el parlêtre se constituirá en sus tres registros real, imaginario y simbólico alrededor de este agujero real, como un nudo que instaura una topología. El sinthome vendrá a ese lugar del traumatismo en donde lalengua en su sonoridad produce en cada ser hablante esta contingencia traumática que construye lo que no puede escribirse, un indecible y un incurable.

El sinthome encarna un resto absoluto, por tanto, fuera de la articulación significante y fuera del fantasma. Designa, como dice J.A.Miller en su curso Sutilezas analíticas 1, la substancia gozante en su singularidad.

Es desde este resto absoluto y su posible articulación con el tiempo, en tanto como dice J. A. Miller, “el factor tiempo es una cantidad imposible de cuantificar en el sentido de incalculable con antelación, porque está en contacto directo con el goce”2, es desde este resto absoluto que me remite a la opacidad de goce del sinthome, en conjunción con este otro resto absoluto que se produce cuando el tiempo contacta directamente con el goce, que puedo ubicar ese instante de ver contingente en el acontecimiento de cuerpo. Ahí se puede leer esa presencia sin sentido y suspendida en el tiempo que señala la iteración del Uno traumático; iteración antes de la estructura, desabonada pues del inconsciente.

¿Cómo decir sobre esa presencia real sin recurrir al sentido, que la borra al intentar predicarla? Como aproximación, las llamaría “experiencias del no-todo”.

Intentaré desde el relato de una experiencia propia aproximarme a ese lugar: A la salida de una sesión, me encontré con una colega con la que compartía analista que acudía a su sesión. Quedamos en vernos cuando ella saliese, en el barecito de la esquina donde nos refugiábamos a veces entre sesión y sesión. Le pregunto: ¿cómo es que no subes a tu sesión?, ella me responde: pero si he subido y he vuelto.

Nunca hablé de eso en mi análisis, básicamente porque no se me ocurría que decir. Durante mucho tiempo di vueltas a qué pasó durante esos veinte minutos perdidos para siempre. Imaginaba hacer el ridículo parado en una esquina petrificado: ¿Qué pensaría la gente?, en fin, todos los imaginarios posibles. Nunca pude elaborar ninguna respuesta. Mi vida siguió y aunque nunca fue olvidado, dejé de pensar en ello.

Preparando algo sobre el trauma a lo que me había comprometido, en estos momentos en donde escribir me es costoso; costoso porque el discurso analítico se me impone como una serie de piezas sueltas que siempre dicen lo mismo. Leyendo y leyendo se me dibujan frases. He elegido dos, conocidas, mil veces leídas, algunas veces escuchadas. Una es de Lacan y se puede leer en su Seminario 23: “…su cuerpo a cada rato levanta campamento”3; otra de Miller en Sutilezas analíticas: “El factor tiempo… está en contacto directo con el goce”4.

Es desde estas dos frases que podría decir algo sobre la experiencia que os he narrado.

Puedo pensar que, en ese momento, el cuerpo levantó campamento, que por un instante los registros RSI se habían desanudado de algún modo. El sujeto había quedado como corte y el agujero del objeto a, vaciado de toda referencia al cuerpo que pudiera poner en función un plus de goce. Podría decirse que quedaba el “se goza” y el agujero real. Lo que itera y su falta de borramiento. Un S1 sin vínculo ni al S2 ni al objeto a.

En su lugar, una presencia, un no saber cómo se entró y como se salió de eso.

Podría decir que ahí el tiempo es un absoluto y siguiendo a Miller, que es ese momento de contacto directo con el goce, diría yo, en el “se goza”, goza el goce opaco del síntoma.

Solo la experiencia permite decir: “eso existe”, “eso me pasó”.

En el testimonio que este mes de junio dio Victoria Horne, ella partía de lo que llamaba “un fenómeno discreto” y llegó a nombrar “una presencia en suspensión”5. Paloma Blanco nombra sus “balbuceos”. Allí puedo adivinar esa iteración que apunta a lo que llamo “experiencias del no-todo”. La contingencia de un instante de ver que confronta al parlêtre a una otra cosa que la sexuación masculina.

 

Notas:

  1. Miller, Jacques-Alain. Sutilezas analíticas. Paidós, Buenos Aires, 2012.
  2. Ibid., p. 81.
  3. Lacan, J. El seminario, libro 23, El sinthome. Editorial Paidós, Buenos Aires, 2013, p. 64.
  4. Miller, Jacques-Alain. Sutilezas analíticas. op.cit., p. 81.
  5. Horne, Victoria. Testimonio presentado en el espacio de Enseñanzas del Pase de la ELP-CV, el 25 de junio de 2021.