El torbellino de la escuela

Todo torbellino se forma alrededor de un agujero central, un eje central que permanece estable. También llamado el ojo. El ojo del huracán, el ojo del tornado, es entorno a esta zona de baja presión que se erige el anillo de tormentas que sostiene dichos fenómenos meteorológicos.

El agujero central

Pues bien, la Escuela de Psicoanálisis Lacaniano también se forma rodeando un agujero central. Un agujero que da cuenta de su inconsistencia lógica, que sin embargo constituye su verdadero agalma. La Escuela no se construye sobre un saber establecido, sino sobre un agujero en el saber. No se sabe lo que es un psicoanalista, no existe un universal de dicho concepto. Los psicoanalistas solamente existen uno por uno. Es la nominación de AE la que nombra al Analista de la Escuela. Aquel que demuestra haber finalizado un análisis y toma el compromiso de hacer avanzar el psicoanálisis con su transmisión. ¿Pero qué es el avance del psicoanálisis sino su renovación? ¿Y qué es lo que se trata de renovar? Lo que se trata de renovar cada vez, es ese vacío central, que no sea obturado por un saber constituido que lo ciegue. Es decir, el AE, supuestamente joven, “está ahí como para taladrar al AME, al practicante experimentado. […] el nuevo AE está ahí para impedir que el AME forme una casta”1. Es decir, el joven AE orada un agujero en el saber establecido, con su testimonio, haciendo avanzar de esta manera al psicoanálisis.

Extracción

Lacan propuso extraer este núcleo de no saber al exterior de la ecuación, usando la formulación cantoriana, para que “lo no sabido diera el marco al saber”2. Es un movimiento que podemos equiparar, siguiendo a Jacques Alain Miller, con la extracción del objeto a que da borde en este proceso de extracción, al marco de la realidad. Lo podemos constatar en la nota de 1966 añadida al esquema R de la Cuestión preliminar3. Se extrae el objeto a y de esta manera queda una ventana, la ventana del fantasma con la que asumimos dicha realidad. Es necesario entonces, una desinvestidura para asumir la realidad. En el caso contrario, caeríamos en el registro de lo alucinatorio.

En el proceso de análisis también sucede cierto proceso de desinvestidura libidinal. Uno se va desvistiendo de sus diferentes ropajes, que hasta entonces usaba para recuperar una cota de satisfacción. Es quizá en el momento que uno puede consentir a esta desinvestidura fálica, que pueda acercarse al Torbellino de la Escuela. Podríamos situar entonces, un momento de viraje libidinal. El arco pulsional que se satisfacía alrededor del objeto a, es posible que se pueda dirigir a otro punto. El quantum libidinal cedido de la satisfacción narcisista es posible hacerlo pasar por el agujero de la Escuela. Es decir, dejarse aspirar por este torbellino. Digámoslo, ceder a una nueva relación libidinal. Un modo de satisfacción más anaclítico, para retomar a Freud, si cabe.

Entonces hay dos factores que contribuyen en esta entrada en el Torbellino de la Escuela, por un lado, la fuerza de aspiración de la misma que es variable en la geografía lacaniana y por otro lado, la cesión libidinal propia hacia la Escuela que también es siempre variable. ¿Cuánto de su satisfacción libidinal está uno dispuesto a colocar ahí? Creo que una cosa tira de la otra. El introducirse en este torbellino, puede declinarse como trabajo de Escuela, y de esta manera también contribuir en la cesión de libido en esa dirección.

Entonces, dos extracciones, por un lado, el del núcleo de no saber que se exporta al exterior para dar cabida a un significante nuevo y por otro, homóloga a ésta, la extracción del quantum libidinal para destaponar el orificio del fantasma.

Consecuencias

¿Con qué nos encontramos? De entrada, con el agujero. El agujero en el saber. Podríamos escribirlo con el matema S(A/). ¿Y por qué es esto tan interesante? Si leemos el grafo del Deseo de Lacan en el piso superior podemos situar la flecha que va de la pulsión a S(A/). S(A/) ← (S/<>D). Es decir, S(A/) es el punto de capitonado de lo pulsional. La pulsión se resignifica en S(A/). Aquello que no se puede decir de la pulsión se escribe como letra. Letra de goce. El modo en el que estas letras de goce se destilan es lo que hace avanzar al psicoanálisis. Esto no tiene nada que ver con lo que se puede enseñar como técnica. Esto tiene que ver con aquello del psicoanálisis que no se puede enseñar. Lo que un AE trasmite es cómo este tránsito tuvo efectos, también en su práctica. Cómo la existencia de cada nueva letra agujerea el saber establecido. Mantiene el agujero central abierto, impidiendo su cierre. ¿Qué sucedería si el agujero central se cerrara? El discurso analítico se convertiría en un discurso universitario que se podría impartir como teoría muerta.

¿Qué sucede en este tránsito con el Nombre del Padre? También queda en entredicho. No para entrar en la psicosis, sino para posibilitar un acto que no fuera a través del fantasma de cada uno. Es decir, un acto que sucede sin pensar, que no procede como el Padre, con la garantía del Padre. Un acto más allá de la norma del Padre. Esto tampoco se puede enseñar. Y es que Lacan apuntaba a algo muy concreto cuando decía que la formación del analista son las formaciones del inconsciente. Y de esta formación se encarga la Escuela.

¿Dónde están los jóvenes?

En la reciente carta emitida sobre la Nueva Política de la Juventud se alerta del envejecimiento global de la AMP. Por ejemplo, en la ELP el 68% de sus miembros son mayores de 60 años, los menores de 40 años no superan el 2% y los menores de 30 años simplemente no existen. Son cifras que muestran un declive hacia la edad media de la vida, para pedir la entrada. Sucede entonces, que la Escuela se convierte en un lugar al que uno llegará al final de un recorrido.

En principio el lugar de entrada al campo freudiano se produce a través de los institutos, allí se enseña la clínica psicoanalítica. Organismo de carácter para-universitario en el que prima el rigor y la precisión. ¿Pero qué sucede con los jóvenes que ingresan en dicha enseñanza? ¿Por qué cuesta tanto que suceda la transferencia hacia la Escuela?

Es uno de los misterios que se debería desvelar en cada punto de la geografía lacaniana. Pero la verdad, es que hay algo que no marchaba de la buena manera. Tanto que la AMP ha decidido poner a los AME en posición de mentor y promotor, de los “miembros jóvenes que entren bajo condiciones”. Es interesante que se implique a los AME, con los jóvenes, menores de 35, como vector de cambio para la Escuela. Es una manera de reinventar la posición del AME. Si antes habíamos dicho que el AE estaba para taladrar al AME, ahora podemos decir que el AME que ha consentido al agujereado, puede acompañar al miembro joven en la Escuela. Creo que es importante.

Porque de lo contrario nos podríamos encontrar, como antes se ha señalado, con una cantidad de jóvenes atorados en los institutos, esperando su turno para entrar en la Escuela, cuando ya fueran lo suficientemente viejos. Que es lo que sucedía en muchos lugares, la Escuela se reservaba para el que llegara a consolidar un saber, que estuviera lo suficientemente acostumbrado al decir psicoanalítico. Se decía que para preservar el psicoanálisis. Como si acercarse a la Escuela pudiera precipitar el riesgo de “autorizaciones salvajes”.

Sin embargo, “Lacan quería privilegiar al analista joven; por el pase y su incentivo quería empujarlo a teorizar antes del acostumbramiento. Era una invitación a no esperar hasta que éste se produjera para discutir sobre psicoanálisis”4.

Y es que, pienso que en realidad se trataba de un problema con la transferencia. No sucedía la transferencia Instituto- Escuela. Porque ésta quedaba ligada a la figura del didacta, a la figura del Sujeto Supuesto Saber. De esta manera se reproducían las peticiones para ser docente. Todo el mundo quería saber y enseñar, ser tutor, didacta. Recuperar en uno mismo esa posición. Si no existe una cierta desuposición, o si no se barra mínimamente esa posición de saber es difícil la transferencia a la Escuela. Que justamente trata esta falta en el saber como su núcleo central. Si el AME no se desinvestía mínimamente y dirigía esa libido hacia la Escuela era difícil la transferencia. Uno se podía quedar eternamente en el Instituto. No tenía sentido la Escuela. Todos Lacanianos, pero sin Escuela. Una libido cortocircuitada sobre sí misma. Sin punto de capitón, podríamos decir. Sin S(A/).

Lo ha dicho Miller recientemente: “La formación clínica es esencial, pero no debe determinar la política fundamental de la Escuela. Y hay que ser dócil a los jóvenes”5.

 

Notas:

  1. Miller, J.-A. Cómo Terminan los análisis. Grama, Argentina, 2022, pp 68-69.
  2. Lacan, Jacques. “Proposición del 9 de octubre de 1967” Otros escritos. Paidós, Argentina, 2021, p 268.
  3. Lacan, Jacques. “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”. Escritos 2. Siglo Veintiuno Editores, Madrid, 2013, p 530.
  4. Miller, J.-A. Los Signos del goce. Paidós, Argentina, 1998, p 334.
  5. Miller, J.-A. La escucha con y sin interpretación. Conversaciones con los analistas españoles y rusos. La Colección de la Escuela Lacaniana, Madrid, 2022, p 68