El caso, la institución y mi experiencia del psicoanálisis. Introducción a las simultáneas clínicas de Pipol 6*. Gil Caroz (París)

El término institución cubre una amplia gama de cosas. En el campo de la salud mental –que nos concierne pero del cual nos diferenciamos– la serie disparatada de instituciones abarca el hospital psiquiátrico, las instituciones para niños, los centros de salud mental, de seguimiento, de tratamiento monosintomático, de alojamiento y de observación judicial, etc. Por otro lado, notemos que el término institución sirve también para designar los lugares de formación en psicoanálisis: nuestras Escuelas y las estructuras que las rodean responden a la “cosa institucional”. Se constata que este término indica un elemento de la estructura presente en varios discursos: político, médico, social, jurídico, así como en el discurso del psicoanálisis.

Recurrir a la etimología de la palabra, que remite a la “cosa establecida” pero también a “la instrucción”, no es realmente necesario para reconocer en la institución una manifestación del discurso del amo. Finalmente, el antiguo paradigma de la institución es el Edipo familiar en sus dos vertientes: la vertiente de las exigencias y los ideales del padre y la vertiente de los cuidados maternos(1). No obstante, definiendo el mundo contemporáneo con la expresión Después del Edipo, Jacques-Alain Miller nos invita a ampliar nuestra grilla de lectura de las instituciones incluyendo otras “formaciones humanas” que tienen como esencia –Lacan dixit– la doble función de “refrenar el goce”(2) y de relanzar la repetición como un refrán(3). Después del Edipo otras éticas han venido a orientar las instituciones, supliendo el debilitamiento del lazo familiar y ocupando el lugar que el padre ha dejado vacante: el pacto entre hermanos, el saber y la ciencia, el cientificismo, el contrato social, la utopía comunitaria, el despotismo, etc. En este nuevo paisaje institucional, los casos más felices son aquellos que se dejan orientar por el psicoanálisis.

Acerca de la posibilidad de conjugar el psicoanálisis y una institución
La cuestión del modo de presencia del psicoanálisis en una institución social, pedagógica o de cuidados de salud mental es tan antigua como el psicoanálisis mismo.

En el Campo freudiano, se estudia esta cuestión desde hace muchos años y se han elaborado varias orientaciones interesantes. Por citar sólo algunas, los efectos contra productivos de la identificación al analista en el seno de una institución han sido ampliamente descriptos. El traslado del diván del analista a la institución, en sentido literal y figurado, pareciera estar contraindicado. El interés basado en la lectura de lo real de la clínica es una demostración en acto de la eficacia del psicoanálisis. Pone al practicante a resguardo de la rivalidad imaginaria entre diferentes orientaciones clínicas. Con frecuencia se habla de una práctica entre varios como modo de “tratamiento del Otro” del psicótico.

Sean cuales fueran los descubrimientos resultantes de este trabajo de investigación, es preciso notar tres puntos. En primer lugar, un gran número de adherentes de la EuroFederación, orientados por el psicoanálisis lacaniano, están presentes y operan en las instituciones de salud mental, albergues, instituciones judiciales, escuelas, etc. Es un hecho. En segundo lugar, este hecho es primordial para la supervivencia de un psicoanálisis que no sea extraterritorial. En tercer lugar, y este es el punto que queremos explicitar durante las simultáneas de PIPOL 6, se percibe que el practicante que cuenta con la experiencia del psicoanálisis tiene a menudo una relación justa y un saber-hacer inédito con lo real de la clínica. Esta particularidad está ausente cuando el practicante no ha hecho esta experiencia. Esta justeza y este saber-hacer aparecen cuando el practicante da cuenta de un caso, aunque él mismo no lo vea y tenga la impresión de “no entender nada”.

Acerca del discurso y de la lalengua en institución
En las instituciones que dan lugar al psicoanálisis se constata que la orientación pasa por un esfuerzo de bien-decir, decir mejor, decir de otra manera. En lugar de “roba todo el tiempo”, se prefiere: “descompleta al Otro”. En lugar de “es muy violento”, se prefiere: “pasa al acto a menudo” (el pasaje al acto es considerado como una palabra que pasa al “hacer” por no poder decirse). En lugar de “busca llamar la atención”, se prefiere: “está en el lugar del falo materno”. En lugar de “no tienes derecho”, se prefiere: “no tenemos derecho”. En lugar de “es un manipulador”, se prefiere: “escapa a la voluntad del Otro malvado”. En lugar de “es hiperactivo”, se prefiere: “el goce le hace retorno en el cuerpo”.

Este esfuerzo de arrancar el discurso ambiente de la institución de las coordenadas imaginarias, educativas o “científicas” del acontecimiento clínico a fin de localizarlo en la estructura, no es un simple humanismo de buenas intenciones ya que, cuando se dice las cosas de otra manera, se las modifica. Con el tiempo, estas fórmulas se vuelven parte del lenguaje institucional que determina la política de la institución ante lo real de la clínica. Al mismo tiempo, un practicante que ha hecho la experiencia analítica reinventa cada vez, en función del caso, un bien-decir inédito que se desplaza respecto del lenguaje institucional común sea cual fuere.

¿De dónde viene esta capacidad de invención?
Al hacer la lectura de su propia lalengua en su experiencia analítica, el practicante se vuelve disponible a la lalengua del otro. Durante los intercambios con el sujeto que conciernen a los acontecimientos institucionales o a cualquier otro tema, el practicante-analizante lee en la narración del sujeto aquello que está escrito más allá de la pantalla de este lenguaje, allí donde “la función de verdad se amortigua, de alguna manera, por algo que prevalece”(4). Esta lectura del lenguaje más privado de un sujeto permite al practicante responder de manera inventiva, más allá del lenguaje institucional.

La institución como lienzo de la letra
Lacan subraya que cuando un sujeto nos habla de “papa-mama” y de sus otros lazos de parentesco, en realidad, se trata de la lalengua ya que “el analizante no habla de otra cosa que [de sus lazos de parentesco] porque sus parientes cercanos le han enseñado lalengua”(5). Ahora bien, leer la lalengua no siempre necesita este esfuerzo de atravesamiento de la narración del sujeto, pues a veces la lalengua está a cielo abierto. En ese caso, el practicante se inmiscuye en esta lalengua participando y alentando al sujeto a elaborar un trabajo de la letra, sin insistir en comprender ni precipitarse a añadir un sentido a este lenguaje privado.

Todos los elementos de la estructura institucional están a disposición para implementar este trabajo de la letra: los espacios, los pasillos, los consultorios, las puertas, los vehículos, el jardín, las actividades, los talleres, los otros practicantes, los documentos administrativos, los títulos del “personal”, las reglas, etc. Entonces, esta cooperación “sujeto-practicante” puede trazar circuitos pulsionales y circular allí, bordear un goce enloquecido que salpica los alrededores, pluralizar al Otro perseguidor y demasiado consistente, condensar fuera del cuerpo un goce que invade al sujeto, encontrar un enjambre de significantes que permitan al sujeto comprometerse en la vía de un sinthome singular. Este trabajo de la letra enriquece la lalengua y viene a suplir un defecto de aprendizaje, ya que la lalengua, la “lengua materna”(6), se aprende.

Del lenguaje privado al lenguaje público
Pero no sólo está la letra. En otros casos, el lazo de trabajo se teje arrancando al sujeto de la dimensión autística de su lalengua para volcarla en el lenguaje. Esta operación, que va del lenguaje privado al lenguaje público es una aplicación del principio lacaniano que concierne a los niños autistas: “seguramente hay algo para decirles”(7). Así, este principio se extiende más allá del autismo stricto sensu hacia la dimensión autística de todo sujeto. Se trata justamente de hablar con aquello que no se dirige al Otro introduciendo la lalengua en el diálogo. El practicante somete entonces al sujeto la hipótesis del Otro del código. El sujeto dice: “aïne né ka la audornuit?”, y el practicante le responde: “pero sí, Nadine está aquí hoy, está en la cocina”. La sustancia institucional no sirve aquí de lienzo para trazar la letra sino que ofrece la materia para la construcción del Otro. El practicante se inscribe así en el surco de Mélanie Klein esclarecido por Lacan que decía que, en su relación con el pequeño Dick, hay que ver con qué brutalidad M. Klein le enchufa al pequeño Dick el simbolismo(8).

Un elemento mayor en esta construcción del Otro es la reunión de equipo. Tal como Freud encarnó el Otro de la trasferencia más allá del padre de Juanito, la reunión de equipo opera como un más allá del practicante al cual éste puede referirse. Si toda sesión analítica implica la presencia del Otro del lenguaje como tercero, más allá de la relación dual, el “hemos hablado en la reunión” o “hablaremos en la reunión”, da a menudo la consistencia necesaria a este tercero en el trabajo institucional. Este lugar de más allá, en el cual la palabra se encarna en varias voces que se intercambian, aligera el peso de la relación imaginaria entre practicante y residente, forjando una forma de dialéctica allí donde había certezas.

Tener la experiencia del psicoanálisis
Como hemos dicho, hay que hacer la experiencia del psicoanálisis para leer la lalengua. En primer lugar la propia, luego la del otro. Hay que hacer también la experiencia del propio goce, de la manera en la que alcanza parcialmente al significante, se reitera, se bordea, se localiza, se condensa, para poder manejarlo en el encuentro con el otro sin pasar por el padre, la castración, la justicia, la moral. Hay que pasar por el diván para saber íntimamente que el semblante tiene efectos reales, aunque no sea más que verdad y mentira. Hay que dejarse llevar por esta experiencia para dar a los ideales de una institución el lugar que les corresponde, es decir, prescindir y servirse de ellos al mismo tiempo.

Sin embargo, si la institución es una “cosa establecida” el saber hacer del practicante es cualquier cosa menos un saber establecido. Aunque este saber no se sabe hasta que el análisis termina, no obstante atraviesa tanto el saber que se elabora en la institución como la doctrina psicoanalítica en general. De este saber que no se sabe y que opera, sin embargo, en el trabajo en institución cuando se hace la experiencia del psicoanálisis, un joven AE(9) escribió recientemente: “Lo que me sorprende cada vez, es el sentimiento de no haber podido decir lo esencial. Como si en el corazón de lo que contamos de nuestra clínica, de nuestras investigaciones, de nuestros avances, se alojara un indecible, una cosita que vale como un hueso invisible, una causa intransmisible, condición para que esta clínica pueda desplegarse”.

Pues bien, el proyecto audaz de las simultáneas de PIPOL 6 será de abordar, mediante los dichos, ese punto indecible, poniendo en evidencia el triangulo que se forma entre el caso, la institución y la experiencia del psicoanálisis del practicante. Los practicantes-analizantes, sean o no analistas, hablarán a partir de un caso, de la manera en la que han podido apoyarse en su propia experiencia del psicoanálisis para leer la lalengua, sostenerla, volcarla en el lenguaje público y manejar el discurso de la institución para extraer y sostener las soluciones inventivas del sujeto.

Traducción de Laura Petrosino

Notas:
1-. LAURENT E., “Institución del Fantasma, fantasmas de la Institución”, Hay un fin de análisis para los niños, Colección Diva, Bs. As., 1999. (En francés : «Institution du fantasme, fantasmes de l’institution», Feuillets du Courtil, n°4, avril 1992)

2-. LACAN J., “Alocución sobre las psicosis del niño” (1967), Otros escritos, Paidós, Bs. As., 2012. [En francés : « Allocution sur les psychoses de l’enfant », Autre écrits, Seuil, Paris, 2001, p. 364]

3-. NT: como en español, en francés «refrenar» hace resonar «refrán».

4-. LACAN J., “El seminario de Jacques Lacan: Libro 24. Lo no sabido que sabe de la una-equivocación se ampara en la morra”, clase del 19/04/1977, inédito. [En francés : Séminaire XXIV, L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre, 19/04/1977, Ornicar? 17/18]

5-. Ibid.

6-. LACAN J., “Conferencia en la Universidad de Yale” (1975), Inédito. [En francés: «Conférences et entretiens dans des universités nord-américaines», Scilicet 6-7, Paris, Seuil, 1976, p. 14]

7-. LACAN J., "Conferencia en Ginebra sobre el síntoma", Intervenciones y textos 2, Manantial, Bs. As., 1989. [En francés : «Conférence à Genève sur le symptôme» (1975), in Bloc-notes de la psychanalyse, n° 5, 1985]

8-. LACAN J., "El seminario de Jacques Lacan: Libro 1. Los Escritos Técnicos de Freud (1953-1954)", Paidós, Bs. As., 1a.ed.cast.-9a.reimp.1995. (En francés : Le séminaire livre I, Les écrits techniques de Freud, Paris, Seuil, 1975, p.81)

9-. Bruno de Halleux

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