Apuntes sobre la estructura. Irene Domínguez (Barcelona)

El presente texto toma como eje de trabajo una afirmación de J.-A. Miller en la presentación del 4º encuentro PIPOL que dice así: “la realidad psíquica es la realidad social”. En ésta J.A. Miller propone tomar “lo social” en sentido amplio, como un “vale para todo”(1), produciéndose de este modo una suerte de ficción (que es un equívoco) en la que pareciera que los psicoanalistas compartiéramos con los poderes públicos el mismo punto de vista respecto de dicha acepción. Dicho equívoco, nos dice J.-A. Miller, es el velo que recubre un secreto que sabemos los psicoanalistas; el enunciado de la frase “la realidad psíquica es la realidad social” es, pues, el secreto que vela el equívoco sobre la naturaleza misma de lo social.

Para poder pensar esta enigmática cuestión, vamos a tomar como orientación dos clases de J.-A. Miller del 2002: “Intuiciones Milanesas I y II”. En el desarrollo de estas dos clases J.-A. Miller empieza con el análisis de una frase que Lacan pronunció en 1977 y que guarda resonancias de estructura con la que nos ocupa; la tesis lacaniana en cuestión es la siguiente: “No digo la política es el inconsciente, sino simplemente, el inconsciente es la política”(2). Si a continuación hiciéramos un simple juego de lógica y superpusiéramos a ésta la frase milleriana, obtendríamos, aproximadamente, un resultado como el que sigue: “No digo la realidad social es la realidad psíquica, sino simplemente, la realidad psíquica es la realidad social”. Se trata entonces, tal como lo comenta J.-A. Miller en 2002, de una amplificación -la realidad psíquica sería tomada de forma transindividual- producto de la inexistencia del Otro. Es decir, podemos pensar que dicha afirmación sustenta la inexistencia de “lo social” como lugar del Otro, siendo entonces “lo social” de la naturaleza del “Otro que no existe”. Sin embargo, hay una cosa importante añadir: para poder operar en lo social debe guardarse este secreto.

De cierta manera la tesis: “la realidad psíquica es la realidad social” tiene una estructura borromea en donde la frontera entre interior y exterior se difumina, se diluye, pero no desaparece, puesto que ésta mantiene las dos caras -individuo, colectivo- pero articuladas como puro semblante.

Entonces, igual que pasaba en la reflexión que J.-A. Miller llevó a cabo de la frase de Lacan, ambas partes de la frase no son equivalentes. Decir que “la realidad psíquica es la realidad social” no es lo mismo que afirmar: “la realidad social es la realidad psíquica”. La realidad social no se reduce a ser la realidad psíquica puesto que está del lado del Otro barrado, del “Otro que no existe”, mientras que la realidad psíquica es la operación singular y sintomática que el sujeto lleva a cabo sobre el goce, sobre la realidad social, sobre ese Otro que -en tanto no existe- es una invención particular; la realidad psíquica está, entonces, del lado del sinthome.

Rescatemos también otro punto fundamental que retoma J.-A. Miller acerca del concepto de estructura para Lacan en la página 649 de Los Escritos en el texto: “Observaciones sobre el Informe de Daniel Lagache”. En esos párrafos Lacan puntualiza que la estructura debe ser tomada bajo una modalidad particular y J.-A. Miller nos lo comenta diciendo: “(…) la estructura se produce en la misma realidad y determina allí sus efectos. En Lacan son efectos de verdad, de goce, de sujeto y la verdad misma un efecto”(3). De este modo podemos tomar la realidad psíquica como un operador, como una suerte de estructura que se produce en la realidad social y determina allí sus efectos.

Para poder llevar a cabo la articulación entre realidad psíquica y realidad social es imprescindible mantener la cuestión del secreto, que es un secreto fundamental que guardamos los psicoanalistas acerca de la realidad humana y que fue una de las claves freudianas para la aparición del psicoanálisis. Este secreto está íntimamente ligado a la inexistencia de la relación sexual, cuyo efecto hace surgir la existencia del vínculo social entretejido, desde siempre, por el lenguaje. “En el fundamento de la realidad social está el lenguaje”(4) nos dice J.-A. Miller, porque sigue siendo el lenguaje la base constitutiva de “lo social” aunque ésta, ahora, no la concebimos separada del goce. El lenguaje, el cual funda la base de la realidad social, es un aparato del goce y desde esta concepción la realidad psíquica -es decir, las modalidades que tiene el sujeto para hacer con el goce- no puede estar sino inmersa en “lo social”, en el lenguaje, a partir del cual el propio goce ha tomado forma para cada sujeto.

Para concluir una última reflexión; J.-A. Miller nos dice: “cuando ya nada está en su lugar, es la propia categoría de la falta la que tiende a convertirse en obsoleta”(5). Entonces, la tesis “la realidad psíquica es la realidad social” nos invita a trabajar en el psicoanálisis a partir de una topología que no predetermina el lugar de los objetos, del sujeto o del Otro, sino que más bien pone de relieve las estructuras de semblante en constante ida y vuelta con lo real. Hoy, en las antiguas concepciones de la falta y la castración ubicamos el vínculo social en tanto ya no se trata de un Otro recortado por el Nombre del Padre con lugares prefijados, del que proveía la sociedad disciplinaria donde vivió Freud. El vínculo social en nuestros tiempos es solidario de la era de la globalización en la sociedad del Imperio, donde nada parece estar diseñado de entrada, donde el lugar se fragua en el encuentro mismo -se monta y se desmonta-, donde el sentido cede lugar a las resonancias de goce de lalengua, donde el lenguaje mismo es goce.

Notas:
(1) J.-A. Miller “Hacia Pipol 4”. Freudiana núm. 52. ELP. Barcelona, 2008. Pág. 10
(2) J.-A.. Miller “Intuiciones Milanesas I” en Cuadernos de Psicoanálisis. Núm. 29. Ediciones Eolia. Bilbao. 2004. Pág. 23. Frase de J. Lacan extraída por J.A. Miller del Seminario “La lógica del fantasma” (inédito).
(3) J.-A.. Miller “Intuiciones Milanesas II” en Cuadernos de Psicoanálisis. Núm. 29. Ediciones Eolia. Bilbao. 2004. Pág. 33
(4) J.-A. Miller “Hacia Pipol 4”. Freudiana núm. 52. ELP. Barcelona, 2008. Pág. 10
(5) J.-A. Miller “Intuiciones Milanesas I” en Cuadernos de Psicoanálisis. Núm. 29. Ediciones Eolia. Bilbao. 2004. Pág. 27

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