Genética y responsabilidad. Por Manuel Fernández Blanco (A Coruña).


LOS SÍNTOMAS DE LA CIVILIZACIÓN
Hubo un tiempo en el que lo que ocurría en las vidas de las personas se atribuía a la voluntad de los dioses. Aun así a los dioses no les estaba permitido todo, y ellos mismos tenían que cumplir con el sino que le adjudicaban las Moiras, diosas del destino.
Vino después un tiempo en el que el monoteísmo se embarró en la dialéctica entre destino y libertad. San Agustín, por ejemplo, enfrentó esa dificultad.
Pero después vino la ciencia. En principio sólo quiso explicar la physis, la naturaleza, pero su imperialismo le llevó a intentar aplicar sus presupuestos y su método al acontecer humano. Fue su atrevimiento y su error: el sujeto no es ningún elemento de la naturaleza que obedece a una secuencia causa-efecto predecible, a lo que se llama una ley universal.
Con la aparición de la sociología, y pasados los años, nos encontramos con el llamado determinismo sociológico: así vives, así eres; según la cuna, así el destino. Era un determinismo bastante asfixiante, pero aún así daba pie a cierta esperanza, ya que algunos sujetos escapaban de la determinación del barrio, la familia, y la parroquia.
Ahora emerge un determinismo más feroz apoyado, aunque no justificado, en la biología, que ha dejado a los humanos como hojas al viento: nada que hacer frente al gen asesino, al gen violador, al gen maltratador. ¿Han pensado los apóstoles de esta irresponsabilización generalizada que, si esto fuera cierto, tendríamos que prescindir del Código Penal porque el sujeto no sería responsable de nada de lo que hiciera? Pero, de verdad, ¿quién se cree esto? Ya conocen la anécdota-ficción: el criminal inculpado trata de disculparse arguyendo que su herencia genética le había llevado a hacer aquello por lo que se le juzgaba y que el no pudo hacer nada para evitarlo. La ironía del juez consistió en decirle que él tampoco podía evitar condenarle.
Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, jamás hizo del inconsciente el nombre de un nuevo determinismo. Encontró que en la historia del sujeto se encontraban sus determinaciones, pero, como Kant, siempre atribuyó al sujeto la última posibilidad de decir no, allí donde había dicho sí. El psicoanálisis mantiene la responsabilidad de todo sujeto ante sus acciones porque entiende que incluso en un psicótico existe, en muchos casos, la capacidad de dar una respuesta ética: recordemos la protesta de Louis Althusser, en su obra póstuma El porvenir es largo, por haber sido eximido de responsabilidad en el asesinato de su esposa debido a su estado mental. Para Althusser resultó dramática la ausencia de un proceso penal. Él quería responder por su acto. Esto es infinitamente más digno que hacer de un gen la causa de cualquier conducta.

MANUEL FERNÁNDEZ BLANCO ( A Coruña).
(Foto: Miguel Martí)
Artículo publicado en LA VOZ DE GALICIA el 10 de febrero de 2006.
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