APERTURA DEL CPCT de Málaga. Por Hilario Cid (Director del CPCT de Málaga)


Intervención en el acto de apertura del CPCT- Málaga
(6 octubre de 2006)

El inconsciente no es lo más interior y profundo del ser humano. Las formulaciones de Lacan del inconsciente como el discurso del Otro o el inconsciente es la política, nos indican una exterioridad íntima y un inconsciente transindividual. Esta concepción del inconsciente unida a la definición del síntoma como la manera en la que cada uno goza de su inconsciente, han posibilitado que después de más de diez años de trabajos e investigación, estemos en condiciones de abordar desde el psicoanálisis, los nuevos síntomas de la sociedad hipermoderna.

Tenemos, por una parte, una civilización asediada por la globalización que demanda el neoliberalismo capitalista, con las consecuencias de un individualismo extremo, o las bolsas de segregación, además de la impotencia para transformar en felicidad el uso y consumo de los infinitos objetos propuestos como soluciones o consuelos al malestar del sujeto.

Y por otra, una ciencia desbocada en una carrera acéfala, que ha hecho estallar lo que hasta no hace mucho eran los pilares de la subjetividad. Ya no es posible, por ejemplo, sustentar la concepción de un mundo “natural”. ¿Quién estando al día en los avances de la ciencia no soltaría una carcajada si le dicen que el fin natural de la pareja es la procreación para la continuidad de la especie? Lo real ha hecho que lo natural sea una quimera. Los avances de la ciencia nos han metido en una sociedad, donde lo virtual y lo real a veces se confunden, con la consecuente desorientación que esto acarrea, sobretodo para los más jóvenes.

Como comprenderán, para los psicoanalistas lacanianos, no se trata de ser nostálgicos. La nostalgia para nosotros no es más que un goce un poco idiota. De lo que se trata es de hacer frente a los nuevos síntomas y patologías que nacen del panorama actual de nuestra sociedad. Nuestro reto es acoger y mitigar los nuevos malestares y sufrimientos, ya sean bajo el nombre de las nuevas formas de violencia. Las consecuencias de la desigualdad de género. El acoso escolar o laboral. Las nuevas maneras de los trastornos de la pulsión oral, como la anorexia o algunas adicciones. La angustia del emigrante o la angustia del mileurista precario. Las contradicciones y malestares de las nuevas formas de pareja o de familia y todo un largo etcétera que seguro que todos ustedes conocen bien, pues pertenece a lo cotidiano en la vida de hoy.

En este contexto se insertan los Centros Psicoanalíticos de Consultas y Tratamiento creados por nuestras Escuelas, pertenecientes al Campo Freudiano y a la Asociación Mundial de Psicoanálisis, que tienen como referencia la enseñanza de Jacques Lacan.

Estos centros son nuestro buque insignia, donde ponemos en práctica todo el saber acumulado por el Psicoanálisis durante su siglo de existencia a la luz de nuestros desarrollos teórico-prácticos más actuales.

Por eso nuestro Presidente, Manuel Fernández Blanco, podía decirme el otro día: Málaga está ahora en la vanguardia del Psicoanálisis. Es así y ponemos con este Centro -que si quieren visitar verán que es espléndido- estos conocimientos de vanguardia, estos profesionales de vanguardia a la disposición de los ciudadanos de Málaga que por una razón u otra no pueden acceder a ellos por los circuitos de la consulta privada.

La apertura de este Centro es un largo proyecto que culmina hoy. Quien lo hizo posible fue nuestro querido amigo y colega José Antonio Naranjo. Era su proyecto. José Antonio falleció el 3 de marzo de este año, el día anterior de firmar el contrato para el alquiler del local.

¿Cómo seguir entonces con este proyecto? Por lo que respecta a mí, dos miembros del Patronato de la Fundación, de la que dependen los Centros, me pidieron que me hiciera cargo de la dirección. Rechacé la petición, pues mis proyectos no pasaban por ahí. Un día después, me llamó Mercedes, me cuesta trabajo decir, la viuda de José Antonio. Me pidió que me hiciese cargo del proyecto, pues estaba segura que ese hubiese sido el deseo de José Antonio. Como comprenderán dije inmediatamente que sí, pues no se trataba del deber sino del deseo. Y todo deseo es deseo del Otro. Y José Antonio se había convertido ya en Otro con mayúsculas. Es el Otro con mayúsculas del CPCT de Málaga.

Preparar el local ha sido dedicarle muchas horas. Quiero agradecer esa dedicación y ese trabajo. A Carmen Rubio Toledo, abogada y economista, quien gratuitamente ha hecho de manera agilizada todas las gestiones administrativas y ha buscados profesionales que a precios muy bajos han arreglado el local. A mi esposa que ha dedicado sus vacaciones de este año a amueblar y decorar el local. A la secretaria Angélica, por su dedicación. Al equipo directivo y a todos los componentes del equipo, excelentes profesionales por su disposición y entusiasmo.

Quiero mostrar un especial agradecimiento a D. José Andrés Torres Mora, no sólo por su presencia hoy aquí, sino por su apoyo verdadero a nuestra causa. Pues él sabe que tanto el buen político como el buen psicoanalista actúan por una causa.

Gracias a Doña Amparo Bilbao, por su valiosa presencia y por su disposición a un trabajo en colaboración que puede ser productivo para los más frágiles, los cuales saben que tienen en ella un buen amparo.

Gracias a D. Miguel Porras que representa hoy a nuestra Universidad, la cual desde hace ya veinte años no ha dejado nunca de acoger con cariño y a veces hasta con subvenciones, al Campo Freudiano.

Gracias a nuestro Presidente Manuel Fernández Blanco, a Elvira Guilañá, a Andrés Borderías y a Jesús Ambel por estar aquí.

(De izda a dcha: Andrés Borderías, Elvira Guilañá, Hilario Cid, Jesús Ambel, José Andrés Torres Mora y Manuel Fernández Blanco)

Gracias a todos los colegas que se han desplazado desde otros lugares. Y gracias especialmente a todos ustedes que con su presencia, representan a la ciudadanía de Málaga a la cual va dirigida nuestro proyecto, gracias en nombre de la memoria de José Antonio Naranjo, de todo el equipo del CPCT de Málaga y en el mío propio.

Hilario Cid Vivas (Málaga)