X Jornadas de Estudio de la Diagonal Hispanohablante de la NRC. Documento de Trabajo y Avance Bibliográfico.

El NIÑO EN LA CIVILIZACIÓN DE LA MIRADA ABSOLUTA: EL CAPRICHO Y LA LEY

Contaremos con la presencia de Judith Miller
Y las intervenciones de Miquel Bassols y Laure Naveau

DOCUMENTO DE TRABAJO

El niño en la civilización de la mirada absoluta: El capricho y la ley
Se cumplen ahora diez años de un acontecimiento que inauguró nuestro siglo y nuestra época: el atentado a las Torres Gemelas de Nueva York del 11 de Septiembre de 2001. En la interesante lectura que Gérard Wajcman (1) realiza del mismo, éste lo sitúa como un atentado contra la imagen, como un crimen de la civilización de la mirada. Resalta su profunda naturaleza visual, pues fue proyectado de modo tal que se viese todo y que el mundo entero lo viese. Y en ese sentido la televisión, convocada a la escena del crimen, fue utilizada como un instrumento fundamental de los asesinos, un instrumento a través del cual la humanidad en su conjunto fue puesta en escena, forzada a mirar, inaugurando una nueva modalidad de lo imposible en el campo de lo visible: lo imposible de no ver.

A partir de ese acontecimiento la expansión de los significantes de la “transparencia” y la “seguridad”, en conjunción con los avances de la técnica, se tornan en valores indiscutibles y absolutos. Proliferación de videovigilancia, las cámaras se instalan en las carreteras y las calles, pero también en la intimidad de nuestras casas, en el interior de las escuelas, de los establecimientos, de las instituciones,… cada vez más las pantallas que miramos habitualmente incluyen cámaras web a través de las cuales nos convertimos en potencial y sutilmente mirones y mirados. En potencial y sutilmente sospechosos.

El campo visual que queda enmarcado en lo que podríamos llamar hoy día, con todo rigor, el espectáculo del mundo, se ha constituido en una fuente de goce. El mundo es omnivoyeur, nos decía Lacan,(2) pero además deberíamos añadir que ha devenido también exhibicionista, es decir, se da a ver, excita la mirada, lanza el anzuelo al agujero del objeto escópico, y se ha instaurado para los sujetos como lugar en donde buscar sus referencias y certezas para orientarse ante la pérdida del peso de la palabra y del poder orientador de los ideales, de importancia capital en la constitución del sujeto y con una incidencia fundamental en el sujeto niño y adolescente.

En la escena social en la que se ha insertado de forma tan relevante lo visual, el aspecto onmivoyeur y las políticas de la evaluación han hecho una alianza tal que pudiéramos pensar que es una vuelta, si cabe en acto, de las máximas del pensamiento utilitarista que vieron la luz en el siglo XVIII, aggiornado con el actual discurso de la tecnociencia y el discurso capitalista.

El pensamiento utilitarista apuntaba a erigir un orden político, social y moral, basado en el resultado de las acciones; toda actividad humana era considerada en función del resultado y del gasto, teniendo como único objetivo el ser productiva y útil para la mayoría, por lo que la razón calculadora reinaría sin límites, en un universo homogenizado para todos. Este sistema encontraba su representación en el universo panóptico, un modelo pensado para que el ciudadano pudiera ser guiado, incluso adiestrado e instrumentalizado, mediante el ojo omnividente al servicio del control y la vigilancia. Su mejor exponente lo encontramos en las obras y en la maquina de Jeremy Bentham. (3)

La mirada absoluta es la mirada no enmarcada por el registro de lo simbólico, es la mirada del Otro que se hace presente por todas partes, irrumpe desde lo invisible al orden de lo visible, apareciendo en la dimensión de lo unheimliche, lo extraño, lo siniestro, invadiendo el marco de la realidad del sujeto y produciendo su desvanecimiento.

Habremos de valorar los modos en que, en un mundo en que el ascenso al cenit social del objeto a favorece que el “capricho” se constituya en “ley” -que el imperativo de satisfacción opere como regla en la civilización-, esta preeminencia de la mirada produce efectos en los niños. ¿Será sin relación con ello el aumento espectacular de los autismos, la contabilidad de la hiperactividad, los déficits de atención, las patologías del acto que se han puesto de manifiesto en la población infantil y adolescente?

En la actualidad, los niños y adolescentes son clasificados, evaluados, ordenados, comparados, separados, colocados y distribuidos por los distintos discursos y saberes que se ocupan de ellos; una clasificación que tiene un carácter homogenizador y segregativo, siendo la norma el criterio clasificatorio que hace desaparecer al sujeto detrás de ella. Ante esa mirada, que de tan pretendidamente absoluta se convierte en ciega, desaparece el sujeto aplastado bajo las clasificaciones, bajo las diferentes formas de objeto para ser gozado a las que es convocado el sujeto niño y adolescente contemporáneo.

Frente a ello, queremos abordar el papel estructurante de la mirada, pues desde el inicio está presente en la escena del infans -un recién nacido aún sin palabra- y su Otro primordial. En esta escena es donde se podrá instituir la función de la demanda y el deseo, gracias a la importancia de la introducción de la función de la falta que organiza el universo humano donde podrá advenir un ser hablante.

Este lugar capaz de albergar la llegada de la subjetividad en un ser hablante está en radical oposición a aquel en donde de forma masiva se da la promoción de los objetos de satisfacción -“que no falte nada”- que el discurso social promueve como bien social o estado del bienestar.

Si desde el inicio están la mirada y la palabra, para que el infans hable tiene que hacerse visible para los otros. Desde su llegada al mundo, e incluso antes ya, durante todo su periodo de gestación, el ser hablante deviene un objeto para un otro que le mira. Así pues, ya hay “algo” en el mundo que lo mira, antes de que él pueda ver su imagen en el espejo. “Esta función se encuentra en lo más intimo de la institución del sujeto en lo visible. En lo visible la mirada que está fuera [ le ] determina intrínsecamente”. (4)

En consecuencia, desde este primer momento, el infans queda entregado al orden de lo visible. Ahora bien, si esa mirada del Otro primordial y de los otros le determina, le conforma, con el desborde de la tecnociencia esa mirada puede tomar otra vertiente, pues lo escruta por todas partes; miradas para la memoria, fotografías para no perder nada, mirada administrativa que toma acta, todas esas miradas sobre él le cosifican. Un bebé hoy es un objeto-bajo-mirada. Más que estar a la escucha del bebé, se lo observa, se lo vigila.

La mirada y la imagen del cuerpo como sede del yo
Posteriormente, en el estadio del espejo encontramos el momento en el que el niño puede reconocer con júbilo su imagen, sostenido por el juego de miradas que mantiene entre su partenaire primordial y el espejo. Esta imagen externa a la que es invitado a identificarse, que instituye la instancia psíquica del yo, permite comprender la dialéctica del deseo humano. Este está siempre sostenido por el deseo del Otro.

Esa imagen deseada, será capturada por el niño para convertirse en “ese otro” que es mirado desde su partenaire fundamental. Este regulará con su presencia, su mirada y su deseo esta relación especular e imaginaria en la medida en que él mismo esté ordenado y regulado con respecto a la ley simbólica, pues el soporte de la imagen, especialmente del cuerpo propio y de los cuerpos de los otros, necesita de un operador, alguien que encarne la ley simbólica que regula el universo humano.

Ahora bien, la imagen corporal, esta imagen completa tiene que velar una doble falta. De un lado, la falta en ser del niño -como sabemos, nuestra realidad psíquica, la que puede sostener la realidad, se organiza en torno a la perdida, a la extracción de un goce que Sigmund Freud denominó: el “objeto perdido”. Este objeto perdido dejará un vacío que posteriormente podrá ser simbolizado como falta: la falta de ser o la falta en ser. Del otro lado, está la falta inherente en la mirada de todo ser hablante, pues sólo ve desde un punto, aunque en su existencia es mirado desde todas partes. Esta condición para la posibilidad de la mirada Lacan la preciso con la siguiente frase: “nunca te veo desde donde tú me miras”. (5)

Esta doble falta que lleva implícita la imagen en el ser hablante, es el secreto de su pertenencia al campo visual, por tanto, es la condición para que el sujeto niño puede entrar en el orden de lo visible entre los objetos del espectáculo visual del mundo.

La mirada y el surgimiento del deseo en su dimensión simbólica e imaginaria
La experiencia de la mirada se liga también a la perdida del objeto y al acceso simbólico del objeto del deseo, es decir, la aprehensión por parte del sujeto niño del objeto, pero en tanto que está privado de él. Así, la primera situación en la que el infans se confronta con las idas y venidas de la madre, se torna en un momento inicial de angustia, ya sea al ver aparecer otro rostro en el lugar del esperado, ya sea al quedar confrontado con el vacío producido por la falta de la mirada de su madre, confundiendo la desaparición de la madre de su vista con su perdida real.

Contamos con la observación que Freud realiza de su nietecito, cuando se ve confrontado a esta experiencia princeps. (6) Caído de la mirada de la madre, el niño realiza una invención, “(…) es la respuesta del sujeto a lo que la ausencia de la madre vino a crear en el lindero de su dominio (…), a saber, un foso, a cuyo alrededor sólo tiene que ponerse a jugar el juego del salto.” (7) En efecto, con el carrete el niño es capaz de saltar por encima del foso, realizando la ausencia de una presencia y la presencia de una ausencia.

Otro momento, teñido de todo su carácter pasional, es la escena que magistralmente narra San Agustín en sus Confesiones, abordada por Lacan en varios momentos de su enseñanza. (8)

La experiencia del infans que mira con palidez mortal a su hermano de leche, cuando es amamantado, viene a aclarar el punto del surgimiento del deseo en el plano imaginario de la rivalidad especular y mortífera.

El ser hablante, que desconoce radicalmente lo que desea y además en su desconocimiento se siente privado del objeto de su deseo por el semejante, queda preso en esa pasión imaginaria, (9) fascinado, literalmente absorbido y devorado por el espectáculo de esta imagen señuelo en la que no es él, sino el otro quien se satisface, quien goza, y nos desvela este punto de alienación primordial “donde se genera la agresividad más radical: el deseo de desaparición del otro”. (10)

Esta concupiscencia de los ojos, como San Agustín lo nombra, viene a dar cuenta del apetito de la mirada en un doble movimiento, la envidia por el goce del otro y la envidia del otro como la dimensión pulsional de quien mira, ignorando que goza de mirar que es privado del que cree su objeto. Y es precisamente en este estatuto imaginario del deseo donde quedan apresados los sujetos contemporáneos, en la medida que la privación queda identificada a una frustración del objeto o una injusticia ante su derecho al objeto de satisfacción.

La mirada y el descubrimiento de la diferencia
Para el psicoanálisis la diferencia constituye otro nombre de la castración y la diferencia más radical es la diferencia sexual. Sabemos además que el fundamento de lo idéntico procede de lo imaginario. La imagen del cuerpo como forma imaginaria, estructurada en el estadio del espejo, funda las categorías de lo semejante, lo parecido, lo mismo.

La categoría de lo diferente tiene sus raíces, en cambio, en la experiencia del lenguaje, en las oposiciones del significante. “El significante no se caracteriza por lo que lo fija como sentido, sino por su diferencia”. (11) Si “el inconsciente está estructurado como un lenguaje” y “la estructura es que el sujeto sea un hecho de lenguaje”, podemos aventurar que la diferencia sexual está inscrita en el inconsciente, de modo tal que su descubrimiento en el campo de la mirada no hace sino repercutir sobre la diferencia instalada en lo real del lenguaje.

En el Seminario XIV, Jacques Lacan habla de la lengua sometida a lo que Pichon llama la sexui-semblance, “es decir, que hay el sillón y la foto”, un semblante sexual. Y añade: “Cuando hablé del ser masculino o del ser femenino, hay acaso un empleo erróneo de la palabra ser. Puede ser que el ser sea, como dice Pichon, insexuable, que la quididad del sexo sea quizás faltante, y que no haya sino el falo”.

Freud mismo se encuentra con la dificultad de remitirse a la oposición macho o hembra, y la sustituye por la de activo o pasivo. “Todo lo que Freud introdujo como lógica del sexo compete a un solo término, que es verdaderamente su término original, que connota una falta y que se llama castración. Este menos esencial es de orden lógico, y sin él nada podría funcionar. Tanto para el hombre como para la mujer toda la normatividad se organiza en torno a la transmisión de una falta”. (12)

Sin embargo, aún si el ser es “insexuable”, hay la sexualidad, y el sujeto habrá de realizar un recorrido propio que le llevará a posicionarse como sexuado.

En este marco, la mirada se topa con un nuevo enigma, el momento del descubrimiento de la diferencia de los sexos. Ese momento constituye un nudo de saber, de goce y castración. Así, “la pulsión de saber (…) cuya acción corresponde, por una parte, a una manera sublimada del apoderamiento y, por otra, trabaja con la energía de la pulsión de ver”. (13) Esa pulsión epistémica, como la llamará Sigmund Freud, dirige todo el esfuerzo investigador del niño sobre los enigmas que se le plantean en torno al quehacer de la vida sexual.

Las teorías sexuales infantiles: el desmentido de la castración
En ciertos años tempranos, los niños muestran una inequívoca complacencia en desnudar su cuerpo y mostrarlo, dirigiendo su atención tanto a su propios genitales como a los de sus compañeritos de juegos, esta curiosidad abarca también las funciones excrementicias y de micción, por tanto los niños se convierten en fervientes mirones y exhibicionistas. Pero la percepción que conlleva este placer de ver no comporta todavía un juicio sobre la diferencia de los sexos tan cargado de consecuencia para los seres hablantes. De hecho, Freud nos confirma que “no parece que los niños escojan este hecho fundamental como punto de partida para sus investigaciones sobre los problemas sexuales”, (14) sus primeras y apremiantes preguntas giran en torno al enigma del origen, sobra la existencia y la vida, así pues sobre ¿de dónde vienen los niños?

Sin embargo, las sensaciones causadas por la satisfacción pulsional y la excitación sexual no parecen plantearles pregunta alguna, sino más bien contribuyen a la realización de una construcción sobre el orden del mundo, basada en la suposición de que todos los seres humanos poseen el mismo órgano genital y por tanto manteniendo la creencia en la madre fálica.

Esta fundamental teoría sexual infantil sobre la universalidad de falo se constituirá en el mayor escollo de toda la investigación infantil, primer fracaso epistémico paralizante que se perpetuará en el tiempo hasta tal punto que la percepción de la realidad del niño estará radicalmente subordinada a la necesidad de esta creencia.

Muchos son los testimonios con los que contamos, pero nos basta con los del primer analizante, Juanito, cuando asiste al baño de su hermanita recién nacida y dice: “su hace-pipí es muy pequeño, crecerá con ella”. Así las ficciones infantiles tienen como necesidad lógica el desmentido de la castración.

Esta creencia por parte del sujeto niño compromete la percepción misma de la privación real femenina, ante ella él relatará otra realidad en la que “hay algo, aunque al menos sea como faltante” y cuando una amenaza tome peso para él, entonces esta percepción tomará a posteriori toda su importancia en el conflicto que se iniciará a través de este registro imaginario para finalmente desembocar en la dimensión simbólica de la asunción de su diferencia sexual.

Entre el capricho y la ley
Alrededor de este nudo y sus efectos sintomáticos -en donde queda comprometido para el sujeto niño una privación de un goce y una privación en el cuerpo-, es donde tendrá que encontrar una versión de padre o incluso construir una que le permita franquear su posición de estar identificado al objeto imaginario del deseo de la madre.

Esta posición de engaño, de señuelo en la que intenta colmar y satisfacer el deseo de la madre, le sitúa en una posición de súbdito a merced de su capricho. Dirigirse al padre o construirse una versión del mismo consistirá en pasar del objeto del deseo al del amor. “El niño empieza como súbdito, porque se experimenta y se siente de entrada profundamente sometido al capricho de aquello de lo que depende. (…) Lo esencial es que la madre fundamenta al padre como mediador de lo que está más allá de su ley, la de ella, y de su capricho, a saber, pura y simplemente, la ley propiamente dicha”. (15)

Pero, ¿de qué ley se trata que concierne de manera tan fundamental al sujeto infantil y adolescente del siglo XXI? Ley radicalmente diferente al capricho o a la ley caprichosa de la civilización del empuje a gozar. Tomemos para orientarnos unas palabras de Jacques Lacan, en su Seminario XXIII, El Sínthoma: “(...) para evocar el monte Neubo, donde, como se dice, se otorgó la Ley –que no tiene absolutamente nada que ver con las leyes del mundo real, leyes que siguen siendo un interrogante eternamente planteado. La Ley de la que se trata en este caso es simplemente la ley del amor, es decir, la père-version”, (16), la padre-versión. Es decir, Lacan apunta a restablecer un registro del amor y del lazo social que reconoce el respeto al padre en la medida que dicho padre sostenga su función afrontando el goce de una mujer y su propio goce de manera que se haga responsable de ello.

Desde estas reflexiones queremos, en esta X Jornada de Estudio de la Diagonal Hispanohablante de la Nueva Red Cereda dar cuenta de nuestra clínica, una clínica bajo transferencia que se opone al imperativo taxonómico cómplice de los efectos de homogenización y segregación en la infancia y la adolescencia.

A partir del uno por uno, cada caso puede mostrarnos con las dificultades que plantea cuál es la solución subjetiva que cada sujeto ha encontrado, una solución singular por la que nos dejamos enseñar. Esta es nuestra apuesta en acto para nuestro próximo encuentro en Zaragoza.

Comisión científica: Mª Eugenia Insúa, Angela Mancho, Mariam Martín Ramos, Graciela Olivari, Gracia Viscasillas (responsable).

Relatoras: Mariam Martín Ramos, Gracia Viscasillas.

Notas
1- Wajcman, G.: L’oeil absolu, Éditions Denoël, 2010
2- Lacan, J.: El Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1991, p. (83)
3- Miller, J.-A.: “La maquina panóptica de Jeremy Bentham” en Matemas I, Manantial, Buenos Aires. 1987, p (24-58)
4- Lacan, J.: Ibid, p. (113)
5- Lacan, J.: Ibid, p. (109)
6- Freud, S.: Más allá del principio del placer en Obras Completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1992, Tomo XVIII, p. (14-17)
7- Lacan, J.: Ibid, p. (70)
8- Castrillo, D. y Coccoz, V.: “El partenaire fraterno, entre el deseo y el goce” en la revista Freudiana nº 24, p (27-34)
9- Lacan, J.: “La cosa Freudiana” en Escritos, Siglo XXI editores, México, 1990, p (409-410)
10- Lacan, J.: ”Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Buenos Aires, 1991, p. (254)
11- Lacan, J.: El Seminario XVI, De un Otro al otro. Paidós, Buenos Aires, 2008, p. (167)
12- Lacan, J.: Ibid, p. (205)
13- Freud, S.: Tres ensayos de teoría sexual en Obras Completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1992, Tomo VII, p. (176-177)
14- Freud, S.: Teorías sexuales infantiles en Obras Completas, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1992, Tomo IX, p. (189)
15- Lacan, J.: El Seminario V, Las formaciones del inconsciente. Paidós, Buenos Aires, 1999, p. (195)
16-Lacan, J.: El Seminario XXIII, El Sínthoma. Paidós, Buenos Aires, 2006, p. (148)

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Viernes 18 de noviembre de 2011 de 15h 30 a 19h 30

En el edificio Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. Plaza Basilio Paraíso, 4.

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X Jornada de estudio de la Nueva Red CEREDA

BIBLIOGRAFIA

Sigmund Freud:

- Tres ensayos para una teoría sexual (1905). Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1990, Tomo VII

-El esclarecimiento sexual del niño (1907) Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1989, Tomo IX

- Sobre las teorías sexuales infantiles (1908) Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1989, Tomo IX

- Análisis de la fobia de un niño de cinco años (1909) Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1992, Tomo X

- Pulsiones y destinos de pulsión (1915). Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1990, Tomo XIV

- Conferencias de introducción al psicoanálisis. Conferencia 18 “La fijación al trauma, lo inconsciente” (1917) Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1991, Tomo XVI

- Lo ominoso (1919) Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1990, Tomo XVII

- “Pegan a un niño”. Contribución al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales. (1919). Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1990, Tomo XVII

-Más allá del principio del placer (1920). Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1992, Tomo XVIII

- El yo y el ello. “El yo y el superyó (ideal del yo)” (1923). Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1992, Tomo XIX

- La organización genital infantil (1923). Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1992, Tomo XIX

- El sepultamiento del complejo de Edipo (1924). Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1992, Tomo XIX

- Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos (1925). Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1992, Tomo XIX

- “Angustia y vida pulsional” (1933) en Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis. Conferencia 32. Obras completas. Amorrortu ediciones. Buenos Aires, 1991, Tomo XXII

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Jacques Lacan:

-Seminario 1, Los escritos técnicos de Freud. Capítulo XIII. Paidós, Buenos Aires, 1991

-Seminario 4, La relación de objeto. Paidós, Buenos Aires, 1994

-Seminario 5, Las formaciones del inconsciente. Paidós, Buenos Aires, 1999

-Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Capítulos VI-XI. Paidós, Buenos Aires, 1991

-Seminario 14, La lógica del fantasma (inédito)

-Seminario 16, De un Otro al otro. Paidós, Buenos Aires, 2008

-Seminario 20, Aún. Paidós, Buenos Aires, 1999

-Seminario 22, RSI, clase del 21 de enero de 1975. (inédito)

-Seminario 23, El Sínthoma. Paidós, Buenos Aires, 2006

-“El estadio del espejo como formador de la función del yo (je) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, en Escritos I. Siglo XXI editores, México, 1989

"la agresividad en psicoanálisis".en Escritos II, siglo XXI editores, México,1975

-“La significación del falo” en Escritos II. Siglo XXI editores, México, 1989

-“La cosa freudiana o sentido del retorno a Freud en psicoanálisis” en Escritos I, Siglo XXI editores, México, 1989

-“Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, en Escritos II. Siglo XXI editores, México, 1989

-“Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, en Intervenciones y textos 2. Manantial, Buenos Aires, 1988

-“El despertar de la primavera”, en Intervenciones y textos 2. Manantial, Buenos Aires, 1988.

-“Dos notas sobre el niño”, en Intervenciones y textos 2. Manantial, Buenos Aires, 1988

Otros autores

-Aussoun, P-L.: Lecciones psicoanalíticas sobre la mirada y la voz, Nueva Visión, Buenos Aires. 1995

- Alda, C.: Sobre las funciones del padre y de la madre. En Nodus XI, octubre 2004

- Alvarez, M.: Algunas conclusiones sobre la clínica femenina del amor a la luz del escrito de Jacques Lacan “La significación del falo”. En Nodus XIII, mayo 2005

- Castrillo, D. Y Coccoz, V.: “El partenaire fraterno, entre el deseo y el goce” en Revista Freudiana nº 24

-Durand, I.: El superyó, femenino. Las afinidades entre el superyó y el goce femenino. En Nodus XXV, julio 20008

-Guéguen, P.-G.: ¿Qué sería una autoridad auténtica hoy? En Nodus XXVI, noviembre 2008

-Lacadée, Ph. :”El padre del mito al síntoma” en Carretel nº 6, Madrid, 2004 p (55-72)

-Laurent, E.: Hay un fin de análisis para los niños. Colección Diva, Buenos Aires, 1999

-Laurent, E.: Une lectura de la Note sur l’Enfant. Bulletin du Groupe Petite Enfance nº 18

-Laurent, E.; “El modelo y la excepción”, en Síntoma y nominación. Colección Diva. Buenos Aires, 2002

-Lysy, A.: “No se nace mujer, se deviene”, en Revista Colofón nº 30

-Miller, J.-A.: “La máquina panóptica de Jeremy Bentham” en Matemas I, Manantial, Buenos Aires, 1991

Miller, J.-A.: Lectura del Seminario 5, de Jaqcues Lacan. Pidós. Buenos Aires. 2000

-Miller, J.-A.: El partenaire-síntoma. Capítulos 13 y 14. Paidos. Buenos Aires. 2011

-Miller, J.-A.: De la naturaleza de los semblantes. Paidós, Buenos Aires, 2002 (152)

Miller, J.-A.: Los usos del lapso, cap. VIII "capricho y voluntad". Paidós. Buenos Aires. 2004 (159-181)

-Miller, J.A.: “El aparato de psicoanalizar”, Estudios psicoanalíticos 4. Eolia/Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2000

Morel, G.:Ambigüedades sexuales. Manantial, Buenos Aires. 2002

-Ramírez, C.: “Las ficciones de Juanito”, en Revista Carretel nº 10.

-Revista Carretel nº 5 ¿Cómo adviene el sexo a los niños?

-Roy, D.: Las necesidades del niño. Nodus XV, Diciembre 2005

-Seyhaeve, B. “Hacerse mujer. Mujer, hija, madre”, en Revista Colofón nº 30

-Wajcman, G.: L’oeil absolu. Éditions Denöel, 2010

-Wedekind, F.: El despertar de la primavera.

VV.: Declinaciones del padre. Revista El psicoanálisis nº 9, Nov 2005

VV: Sexuación y otras investigaciones. Tres Almenas. Buenos Aires, 2001

VV: Psicoanálisis con niños: Sexuación y síntoma. Tres Haches. Buenos Aires. 2001

Comisión científica de las X Jornadas de Estudio de la NRC:
Mª Eugenia Insúa, Angela Mancho, Mariam Martín Ramos, Graciela Olivari, Gracia Viscasillas (responsable).