Crónica: Presentación de los libros “Fragmentos de libertad” (María Victoria Gimbel) y “El enigma de lo bello” (Dulce Expósito). Alberto Estévez (Madrid)

La Biblioteca de Orientación Lacaniana de Madrid (BOLM) celebró, el pasado miércoles 21 de Septiembre, la presentación de los dos primeros títulos de la colección Dianoia (Edit. Casus Belli) destinada a “espíritus inquietos” que busquen interrogarse sobre algunas cuestiones filosóficas y existenciales. Se trata de los libros “Fragmentos de libertad” de la autora María Victoria Gimbel, y “El enigma de lo bello” de Dulce Expósito.

El encuentro, que contó con la presencia de ambas autoras, estuvo coordinado por la psicoanalista Sagrario Sánchez de Castro, y tuvo como invitados a Alejandro Escudero, profesor de Filosofía de la UNED, y a la psicoanalista y directora de la BOLM, Marisa Álvarez.

La coordinadora dio la palabra en primer lugar a Alejandro Escudero que nos detuvo sobre la exactitud de los títulos de ambas obras, una libertad fragmentaria y una belleza enigmática, para tratar de buscar en su exposición el nexo entre ambos a través del psicoanálisis. Para ello, aludió a la herida narcisística que supuso para la humanidad la doctrina freudiana, que junto con Copérnico y Darwin cuestionaron el fundamento último de una filosofía idealista que sitúa al sujeto en un lugar similar al de la figura de Dios en la Edad Media; sede de la razón que dejó atrás su infancia para, alcanzada su mayoría de edad, ejercer el gobierno desde dicha razón. El psicoanálisis cuestiona el “sueño” idealista y propone un límite a la soberanía del sujeto. La libertad es sólo pensable sin completud y por consiguiente, siempre resulta fragmentaria.

Respecto de lo bello, expresó algunas consideraciones que consuenan con lo expuesto anteriormente; el artista no es el dueño último del proceso creativo, asimismo, el público que contempla padece, respecto de lo bello, el síndrome de Ulises, ante los cantos de las sirenas, para finalmente proponer que la belleza debe conservar su enigma, un enigma que trasciende la idea de ordenamiento. La belleza no sólo es armonía, también es inquietud que desborda el cauce clásico de su consideración.

Tomó la palabra Sagrario Sánchez para añadir alguna matización, afirmando que este libro llega hasta la experiencia estética, citando una frase contenida en el mismo: La belleza suspende la voluntad. Hablar de belleza es hablar de arte, y tras un recorrido por el término belleza en la historia, desembocamos en el siglo XX, caracterizado por su lucha contra la belleza, en el que la realidad impone lo feo, citando El Guernica como ejemplo de la reflexión con la que el texto termina: podemos soportar un arte no bello, pero no un mundo sin belleza.

Citó a Lacan, en homenaje al aniversario de su fallecimiento, recordándonos a todos el término deseo, una orientación valiosísima del psicoanalista francés para pensar la cuestión de lo bello.

Marisa Álvarez fue la última en tomar la palabra, coincidiendo con la apreciación de Alejandro Escudero sobre la precisión de los títulos, y agradeciendo la existencia de estos dos libros; obras con rigor, dijo, pero en un estilo refrescante, y se dispuso a entrar en el análisis de la obra “Fragmentos de libertad”.

Marisa fue trazando un hilo por distintos conceptos que el libro considera que acarrea la temática de la libertad, partiendo de la subjetividad atravesada por un pathos, pasando por la valoración de dicha libertad frente al argumento del sujeto predestinado. Para Freud y Lacan el sujeto siempre es responsable de su posición. Nos previno de la prudencia que Lacan siempre mostró con la palabra libertad, pero la situó en su enseñanza, citando las operaciones lógicas de alienación y separación, argumentando que ésta última se encuentra tras esta cuestión, lo cual hace preferible para el psicoanálisis hablar de deseo que de libertad. Para Lacan el loco es el hombre libre, que no se deja seducir por la ley del Padre.

Al igual que en la intervención de Sagrario, Marisa también tuvo unas palabras de homenaje a Lacan para concluir su intervención diciendo que el deseo nos hace obstinados.

Finalmente despidieron el acto las dos autoras que curiosamente coincidieron en haber tropezado con la misma dificultad para escribir su libro, la elección del tono, que supuso inventar un camino intermedio que huyera del artículo académico pero que tampoco se convirtiera en el mero carácter divulgativo.

Dulce Expósito agregó lo intempestivo que le resultaba hablar de belleza en nuestros tiempos, y aunque en su intento quería dejar de lado lo histórico se encontró que lo lógico, inevitablemente, como bien sabemos desde el psicoanálisis, también ha sido lo cronológico.