Velar o desvelar: “La tentación histérica de occidente”. Araceli Fuentes (Madrid)

A propósito de la polémica sobre si las mujeres islámicas pueden o no usar el velo en lugares públicos y sobre el reciente furor legislativo de algunos ayuntamientos dispuestos a precipitarse a legislar acerca de lo que quizá sería más conveniente dejar en manos de las propias mujeres, encontré un artículo de Eric Laurent (1) titulado “Semblants et sinthome”, en el que aborda el tema desde el punto de vista del psicoanálisis. Tratándose de hombres y mujeres el psicoanálisis tiene algunas cosas que decir.

En dicho artículo, E. Laurent sitúa en el fundamento de esta polémica sobre el velo lo que él llama “La tentación histérica de occidente”. Es propio de la estructura histérica el pretender que lo que se puede afirmar de una mujer, se transforme en proposición universal: para todas las mujeres. La idea del autor es la de que occidente en la actualidad está tomado por la lógica histérica y no sólo en este asunto del velo.

Pero no es sólo una cuestión occidental, el reto al que se enfrentan tanto oriente como occidente es el de si hay una civilización que sea capaz de aceptar que La mujer, con mayúscula, como universal, no existe.

Las mujeres existen, no hay duda, pero existen de una en una y no constituyen un universal, no hay La Mujer.

¿A qué se debe esta imposibilidad de constituir un universal?

No se trata de que ellas sean menos que el hombre como sostiene el discurso machista, sino a causa de una posibilidad propia de la posición femenina que lejos de ser una desventaja respecto a la posición masculina, es, según Lacan (2) un bien en segundo grado.

Cuando una mujer está en posición femenina tiene la posibilidad de acceder a otro goce diferente del fálico, al que también tiene acceso como el hombre, ese otro goce escapa a las palabras, no es un goce que la identifique, ni sobre el que pueda decir nada a no ser que lo experimenta. A ese goce “otro” Lacan lo ha comparado con el goce y la voluptuosidad de la experiencia mística. Ahora bien, como no puede ser dicho es imposible construir un universal de La mujer porque este goce le hace no-toda.

Según el autor del artículo “la prisión” que supone el velamiento de las mujeres bajo sus ropas es una forma de preservar en la civilización islámica el “para toda mujer”, “Toda mujer debe ir velada”, hace creer en el universal de La Mujer. Imponer el velo a todas las mujeres es un intento de aprisionarlas en una función que permite preservar el sueño de que existiría un “para todo” femenino.

Así, las civilizaciones orientales intentan oponerse a la locura del desvelamiento occidental con otra locura, la del velamiento. Oriente responde en espejo a la pornografía occidental que cree que todo se puede dar a ver, responde con un “no hay nada que ver” frente al “todo se puede ver”. Una locura responde a otra.

Del lado occidental ocurre lo mismo solo que de otra manera, a través de lo que Lacan en su Seminario XVIII (3) denuncia como “la tentación histérica”, que es otra forma de forma de defender el “para todo”. La tentación histérica de occidente consiste en velar la imposibilidad de universalizar a La mujer haciendo afirmaciones universales, para todas las mujeres. En este caso el velo está en el uso que se hace del lenguaje.

La tentación histérica es responder con un “Toda mujer” frente al “todo hombre” y a la función fálica que lo define. “La paridad histérica”, tan en boga en el discurso político actual, es una forma de preservar, diferente de la forma machista, la existencia de La Mujer.

Si cedemos a la tentación histérica de occidente, olvidamos las condiciones de goce de una mujer, el goce de una mujer no es el mismo que el de las otras, no admite generalidades porque define una posición única.

El discurso del psicoanálisis contraria esta tendencia al “para todos”, de un lado y de otro, haciendo valer lo que es singular a cada uno: su síntoma.

El síntoma no es simplemente algo que molesta y puede ser curado, como podríamos creer, el síntoma tiene también un alcance político fundamental, en tanto que pone en juego lo que es singular de cada uno, lo no medible ni generalizable, es decir, que una política del síntoma es una política que defiende la libertad que se basa en lo que cada cual tiene de incomparable.

Notas:

1-. Eric Laurent, Semblants et sinthome. Revista "Quarto" nº 97.

2-. Jacques Lacan, Seminario XX “Encore”. Ed Paidós.

3-. Jacques Lacan, Seminario XVIII, “De un discurso que no fuera del semblante” Cap. “Un hombre, una mujer y el psicoanálisis”. Ed Paidós.