¿Ser o estar loco?

A condición de que oscile en alternar de $ a a en el fantasma,
la castración hace del fantasma esa cadena flexible e inextensible
a la vez por la cual la detención de la carga objetal, que no puede
rebasar ciertos límites naturales, toma la función trascendental de
asegurar el goce del Otro que me pone esa cadena en la Ley.
A quien quiere verdaderamente enfrentarse a ese Otro,
se le abre la vía de experimentar no su demanda, sino su voluntad1.

 

El título de mi intervención, que cuando la pensé parecía una buena idea (ahora no lo tengo tan claro) parte de una apreciación mía: me sonaba horrorosa en castellano la traducción de la expresión francesa de Lacan “Tout le monde est fou” por “Todo el mundo es loco”, siendo más acorde a mi oído el “Todo el mundo está loco”. La primera me incomodaba mientras que la segunda dejaba más tranquilo mi gusto por la lectura. Es decir que la traducción en esta ocasión del verbo “être” por “estar” sonaba mejor a mis oídos, por lo que la daba como más adecuada y rechazaba la otra, aunque pensar que se trataba simplemente de un error del traductor tampoco me tranquilizaba por cuanto era la traducción que generalmente se repetía. ¿Todos equivocados menos yo? Imposible, algo se me escapaba.

Por ello, y como siempre me ha parecido que lo más sensato para seguir aprendiendo es, dejando de lado toda consideración eufónica, poner en suspenso mis certezas y reconsiderarlas, esto es lo que pretendo hacer esta noche con vosotros para poder pensar cuál de las dos posibles traducciones, ambas correctas de hecho, apunta mejor al corazón del problema: ¿qué relación tiene el ser hablante con eso que llamamos locura?

Empezaré con una consideración lexicográfica. Si vamos al Diccionario de uso del español de María Moliner, en las entradas “Ser” y “Estar” vemos la misma indicación respecto de la diferencia en el uso de ambos verbos que tanto exaspera a los no castellanohablantes: “<<Ser>> atribuye al sujeto una cualidad o una manera de ser que le corresponden por su naturaleza; <<Estar>> le atribuye un estado pasajero”.

Con esta observación en mente, si vamos al texto con el que J.-A. Miller presentó al final del anterior congreso de la AMP el tema del congreso que hoy nos ocupa, encontramos estas dos afirmaciones2: la que estamos comentando de “Todo el mundo es loco, es decir delirante” y esta otra afirmación “Hay que estar loco para enseñar, el que enseña delira”. Entonces, en ambos casos ¿se trata de la misma locura, o son dos locuras distintas ya que, según la indicación de María Moliner, una sería una cualidad que le corresponde por naturaleza al ser hablante, mientras que la otra ¿sería un estado pasajero de quien pretende enseñar psicoanálisis?

Sin ánimo de dar una respuesta a esta pregunta, que por tanto dejo abierta, me dirijo, como propone hacer J.-A. Miller en su intervención, al texto de Lacan pour Vincennes3 en el que se realiza esta afirmación de “Todo el mundo es loco, es decir delirante” para percibir que lo que antecede a esta afirmación es la constatación que Lacan extrae de Freud de que “nada es más que sueño”. Les remito de nuevo al texto de Miller. Ahora, y en aras a la necesaria brevedad de mi intervención, propongo otra perspectiva.

Si consideramos al sueño que Freud llama “logrado”, es decir aquel que permite al durmiente seguir durmiendo, y pensamos en la afirmación de Lacan de que el durmiente despierta de su pesadilla, es decir, de su encuentro con lo real que le angustia para poder seguir durmiendo, podemos entender que el sueño y la realidad a la que el sujeto despierta están hechos a partir de los mismos elementos que, según la terminología de Freud, serían: la “representación de palabra” que permitiría el acceso del material del sueño a la conciencia en forma de narración; la “representación de cosa” que haría referencia a una representación inconsciente del goce al que se le vincula un afecto, lo que hace que entre a formar parte del sueño; y finalmente lo que Freud llama “representación representativa”, es decir, aquella representación con la que el sujeto se representa como siendo, como ente, como siendo en su mundo, como “moi” si he de recurrir a la expresión francesa y con la que puede nombrarse como “je” en su discurso.

O, por traducir este galimatías a términos lacanianos, podemos entender a este sujeto del inconsciente como “parlêtre”. Quiero detenerme un momento en un divertimento fruto de una ocurrencia que en su momento atrapé al vuelo, y descomponer este neologismo lacaniano en dos elementos que, entiendo, dan contenido a la traducción a la que estamos habituados de “hablante-ser”: la primera partición sería la de “par l’être” que trasladaría el acento del “hablante” a su condición de “ser (être)”, que, si vamos a una consideración filosófica, debemos entender este “ser” como aquello que recubre la nada del “no-ser”. La segunda partición sería la de “par lettre”, que en esta ocasión trasladaría el acento de este ser hablante a su letra de goce como primer elemento, y a la vez como clave de bóveda de toda la construcción de su realidad, de la realidad a la que despierta de su pesadilla y en la que puede encontrarse como siendo, como ex-sistiendo, como Dasein si he de utilizar uno de los términos que Heidegger utiliza en Ser y tiempo4 para nombrar la existencia.

Pero, en todo este enredo que estoy formando, ¿dónde está la locura? y, en consecuencia, ¿a qué locura nos referimos?

Vayamos ahora a la “traducción” que Lacan hace de esta locura cuando complementa esta afirmación de “todo el mundo es loco” con un “es decir, delirante”. Pero, ¿qué es un delirio? Gil Caroz, en su texto de introducción al congreso “El grado cero de la locura”5 retoma la afirmación que Miller hace en una de sus Conferencias porteñas titulada “La invención del delirio”6, proponiendo el delirio como un S2, como un discurso podemos decir, que el sujeto propone frente a la perplejidad que le produce la emergencia del fenómeno elemental, que podemos asimilar a un S1. Este es el mecanismo de lo que De Clerambault llamó “automatismo mental” como punto de inicio de cualquier delirio, de cualquier psicosis.

Ahora bien, ¿podemos decir esta misma idea utilizando los términos freudianos que señalaba antes? Creo que sí, si pensamos el S2 como “Representación de palabra” y el S1 como “Representación de cosa” y el “Representante representativo” como el delirio que dota al sujeto de una realidad para él consistente en la que puede instalarse, con mayor o menor incomodidad, para considerarse como “Ser viviente” y tenerse, si he de recurrir a otro de los términos que utiliza Heidegger para nombrar el existir como vorhanden, término que podemos traducir como disponible, como (tenerse) a mano (esta sería la traducción más literal del término alemán).

Entonces, ¿podemos considerar esta idea como próxima a la noción que tenemos de fantasma, a la que hacía alusión en mi exordio? Creo que sí, pero estoy dispuesto a debatirlo, y para empezar a animar ese debate os trasladaré esta larga cita de Lacan que podéis encontrar en su texto “Kant con Sade” (1962): El fantasma se define por la forma más general que recibe de un álgebra construida por nosotros para este efecto, o sea la fórmula ($◊a), donde el rombo ◊ se lee ‘deseo de’, que ha de leerse igual en sentido retrógrado, introduciendo una identidad que se funda en una no-reciprocidad absoluta. (Relación coextensiva de las formaciones del sujeto).

Sea como sea, esta forma se muestra particularmente fácil de animar en el caso presente. Articula allí en efecto el placer al que se ha sustituido un instrumento (objeto a de la fórmula) con la suerte de división sostenida del sujeto a la que ordena la experiencia.

…lo cual sólo se obtiene a condición de que su agente aparente se coagule en la rigidez del objeto, en la mirada en que su división de sujeto le sea entera desde el Otro devuelta7.

Entonces, en esta consideración del fantasma, ¿podemos considerar que en él existe, como en el delirio, una alteridad irreductible que sería el Superyo que constantemente ordena ¡Goza!?

Estas apreciaciones, que insisto son las mías y por tanto susceptibles de beneficiarse de todas las discrepancias que puedan provocar, me permiten tomar en consideración la afirmación de Lacan, que Gil Caroz rescata en su texto “Hacia un significante nuevo”, de que ¡Es normal, el automatismo mental!8

Ahora puedo comentar el exordio con el que he introducido este pequeño divertimento. Para ello recurriré a una cita de Ser y tiempo de Heidegger, texto y autor que para nada eran ajenos a Lacan y con los que creo que siempre mantuvo una relación de admiración y, posiblemente para no quedar atrapado en esta admiración, de discrepancia. Cito a Heidegger en el parágrafo 41 de la obra citada:

El fenómeno de la angustia, tomado en la totalidad de sus ingredientes, muestra, por tanto, a la existencia (Dasein) como ser-en-el-mundo caracterizado por la facticidad de su ex-sistir (Existez)9.

Finalizo aquí plegándome, por tanto, a la pertinencia de la traducción “Todo el mundo es loco”, ya que este delirio en que podemos pensar que consiste lo que conocemos como realidad subjetiva es la “normalidad” del ser hablante por cuanto a partir de esta “su normalidad” puede crear vínculos sociales con los que dar consistencia a esta “su realidad” en la que se siente vorhanden.

Respecto de esta otra traducción del “hay que estar loco para (pretender) enseñar” el psicoanálisis Patricia ya os habló largamente por lo que no volveré sobre ella.

Acabo pues esta pequeña muestra de lo que sucede cuando uno pone a andar su locura y la deja hacer. Ahora me gustaría escuchar la vuestra.

Vale.

 

Notas:

  1. Lacan, Jacques.” Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”. Escritos 2, Siglo XXI, México, 1997, p. 806.
  2. Miller, Jacques-Alain. “Todo el mundo es loco”, Orientación lacaniana, 2023.
  3. Lacan, Jacques. “Lacan por Vincennes”. Lacaniana 11, Grama, Buenos Aires, octubre 2011, p. 1.
  4. Heidegger, Martin. Ser y tiempo. Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1997.
  5. Caroz, Gil. “El grado cero de la locura”. Argumentos, 2023.
  6. Miller, Jacques-Alain. “La invención del delirio”. Conferencias porteñas. Vol. 2. Paidós, Buenos Aires, 2009, p. 296 y sigs.
  7. Lacan, Jacques. “Kant con Sade”. Escritos 2, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2005, p. 753.
  8. Lacan Jacques. “Hacia un significante nuevo”, texto establecido por Jacques-Alain Miller. Revista Lacaniana de Psicoanálisis 26, Grama, Buenos Aires, 2019.
  9. Heidegger, Martin. Ser y tiempo. Op. cit., pp. 213-214.