Resonancias del espacio "¿Un ligue más en Tinder? Don Juan, mito femenino"

El último encuentro del Cursus Lo serio es la serie: Serias Diversiones, presentado bajo los auspicios de la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona, llevaba por título esta vez: “¿Un ligue más en Tinder? Don Juan, mito femenino”. Contó con una numerosa asistencia, tanto de forma presencial como online.

Para dar cuerpo al tema se convocó a tres mujeres: Inés García, doctora en filología germánica, estudios de mitos nórdicos y autora del ensayo de próxima publicación Calla i paga: encontres entre la política i la psicoanàlisi; Alicia Valdés, doctora en filosofía política, y autora de diversos artículos académicos que interpelan a la izquierda lacaniana desde los feminismos; y Lucía d’Ángelo, psicoanalista miembro de la ELP y la AMP, docente de la Sección Clínica de Barcelona y doctora en psicoanálisis por la Universidad de Paris VIII.

Todos sus trabajos fueron presentados en este marco, el de las relaciones amorosas mediadas por el Tinder o lo virtual. ¿Qué modalidades se imponen? ¿Seguimos en las mismas lógicas masculino - femenino a la hora de abordar al otro sexo? ¿Qué coordenadas se pueden esclarecer a partir de los antiguos y nuevos relatos?

Lucía nos presentó un recorrido por la figura de Don Juan1, el donjuanismo masculino, el Don Giovanni del padre muerto/sueño femenino y del retorno al mito femenino por la vía de lo real.

Para empezar, situó el donjuanismo entendido como aquel hombre que tiene la capacidad de conquistar a todas las mujeres y que se ha convertido a lo largo de la historia más moderna en el único mito “transgeográfico”. Numerosas referencias dan cuenta de ello: El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, el Don Juan Tenorio de Zorrilla, Molière o la transmutación de Don Juan en Valmont de las Amistades peligrosas de Laclos; en Italia se trata de Don Giovanni, el de Mozart; en Inglaterra de Lord Byron, incluso en rusia se encuentra el del poeta Pushkin.

A pesar de su popularidad, encontramos algunos detalles que hacen de esta contienda algo difícil de sostener. Queda claro que para Don Juan se trata de contabilidad, del una más, pero además, ésta debe responder a ciertas exigencias marcadas por la resistencia o reticencia a ser conquistadas. Esto le lleva a cumplir cada vez, con cada una, un recorrido mortal, en el que descubre su propia desorientación respecto de su deseo. Tal como nos invitó a pensarlo Lucía, el encuentro pasa por la Tyche con un odore di femina.

El recorrido que nos presentó entre Ana -la hija del padre muerto en la obra de Mozart- y Leporello -el criado de Don Giovanni, encargado de la lista- nos permitió hacer la lectura desde el fantasma femenino a lo más real de su estructura. Parafraseando a Lucía diríamos que siguiendo la lectura que Lacan nos brinda sobre Don Giovanni, éste se presenta bajo los semblantes de la masculinidad sin darse cuenta de que es él mismo quien queda atrapado en su propia lista, es decir, él es el único que consta en ella. Ana, por su parte, sabe que para contar en la lista es importante no constar en ella.

Lucía nos invitó a leer la contemporaneidad de esta modalidad bajo la idea de que la universalización del mito se debe al intento de explicar lo inexplicable del amor y del deseo. Argumento que acompañó de una cita de Zigmunt Bauman a propósito del amor y de la muerte: “Cuando llegue nos pillará desprevenidos”. Parece que en el amor y en la muerte solo se puede entrar una vez ya que no se puede aprender a amar, como tampoco a morir.

Sobre este punto también habló Alicia Valdés, quien nos presentó un trabajo sobre La monogamia heterosexual como fantasma patriarcal, bajo la modalidad de una pregunta: ¿Es posible hablar de amor sin repetición?

Pregunta interesante y más cuando se trata de Tinder, la compleja propuesta de la autora apostó por argumentar la pregunta a partir de las fórmulas de la sexuación de Lacan. Partió de la idea de que la diferencia sexual supone dos estatus ontológicos diferentes, existencia y ek-sistencia, los cuales marcarían una diferencia radical respecto de lo simbólico y de la manera de vivir estas relaciones con los demás. Por un lado, aquel que entra en procesos de identificación emergentes de la imposición del discurso del amo y por el otro, aquel que habita las relaciones por fuera de ese simbólico.

Una vez nos situó en su marco teórico, nos adentró en la imposibilidad intrínseca que se encuentra en el amor a partir de dos aporías de Lacan: “Amar es dar lo que no se tiene” y “no hay relación sexual”, las cuales se inscriben en una negación. Negación que le sirvió para fundamentar que la idea de posibilidad del amor pasaría por su característica de acto fallido, lo que lo llevaría a la repetición.

En el contexto del Don Juan y de la tinderización del vínculo, la ponente situó que el amor, entonces, hace referencia a la relación monógama, heterosexual y heteronormal, proponiendo estas coordenadas como las que fundamentarían un fantasma que alimentaría al simbólico androcéntrico.

¿Y desde la ek-sistencia? ¿Qué posibilidades hay? ¿Hay repetición?

Para este recorrido, que no fue menos elaborado, nos propuso dos ideas a desarrollar: la repetición sincrónica y las amigas amantes.

La repetición sincrónica, reservada a aquellos que no se sienten apelados por el fantasma del amor heterosexual, trata de la posibilidad de la multiplicidad de vínculos sexo-afectivos, afectivos, románticos, eróticos y amorosos, que tienen lugar de manera sincrónica.

Para explicarnos la idea de las amigas amantes, citó un artículo de Sara Torres, filósofa y poeta, que lleva por título: La amistad como modo de vida: una cultura de las amigas – amantes, del cual se extraen unas palabras de Foucault sobre la amistad. Este recorte le sirvió para fundamentar la idea de que se pueden establecer relaciones por fuera de lo normativo y que, además, éstas son entendidas como actos violentos desde la perspectiva del fantasma patriarcal, lo cual no es menos desdeñable teniendo en cuenta la desvalorización que sufre el lenguaje siempre y cuando haga referencia a estas cuestiones que quedan -por fuera-. En relación a este último punto, Alicia dio un par de ejemplos: la desvalorización que ha sufrido la palabra gossip y la desvalorización que se sufre habitualmente en una relación entre personas del mismo sexo cuando se trata de catalogar lo que tienen, donde normalmente la amistad va en detrimento del amor real.

Para acabar y con un deseo decidido por resignificar lo que entendemos por amor, propuso una lectura no sobre el atravesamiento de ese fantasma sino más bien -así lo nombró ella-, sobre la transgresión del mismo. Lo cual pondría en jaque a la heterosexualidad y al simbólico patriarcal al que nos introdujo durante toda su exposición: el que impone una diferencia sexual y supone una obligatoriedad de un género excluyente, exclusivo y binario.

Inés García nos presentó su ponencia a partir de la pregunta por la serie en la erótica contemporánea y en la tinderización de los vínculos.

Nos explicó cómo hoy en día el dispositivo móvil aglutina todas nuestras esferas de la vida, trabajo, amistades, sexualidad, familia, ocio… produciendo un efecto de solapamiento de esas esferas que antes se daban cada una en un lugar físico distinto. Este efecto de extensión de uno mismo está produciendo nuevas modalidades de seducción, incluso nuevos usos de las relaciones que se establecen.

Inés apuntó a que en estas apps se da un retroceso del lenguaje dando clara primacía a la imagen y que esto, a pesar de que introduce un empobrecimiento de lo intersubjetivo, produce relatos. Relatos autoeróticos más bien, donde la sobreinterpretación de las imágenes marca las coordenadas de la relación, arrastrándonos a toda una serie de suposiciones sobre quién habrá detrás de esa imagen, añadiendo un plus de sentido del cual, por qué no decir, produce satisfacción.

Imágenes que se muestran en un scroll infinito, una tras otra, sin relato ni sentido, que acaban por convertirse en imperativos que empobrecen el lenguaje y nuestra experiencia bajo los significantes de: éxito, felicidad, belleza.

Es en este sentido que Inés nos presentó Tinder, donde uno puede acogerse a un efecto extático producido por lo que ella nombró como “un desierto de espejos”, o bien optar por una posición más activa, en la que uno no puede parar de buscar esa imagen perfecta, la que por fin pueda definirnos sin resto alguno. Ilusión que paradójicamente produce un borramiento de la propia singularidad.

Entonces, ¿de qué se trata en Tinder? ¿De la serie? ¿De la lista? Pues no, se trata del catálogo en el que se exponen una serie de cuerpos-producto listos para ser consumidos. ¿Una subjetivación más de la sociedad patriarcal y el capitalismo?

Se dice de Tinder que es el burdel de toda la vida pero más económico, también que ha venido a suplantar a la discoteca, donde uno iba a ligar, pero hay una diferencia absoluta y tiene que ver con la presencia - virtualidad de los cuerpos y sus consecuencias.

Las hipótesis que orientaron el trabajo de Inés apuntaban a una pérdida respecto al discurso del amor, precarizando los vínculos que sólo se sostienen por la producción de una plusvalía. Otra de sus hipótesis pasaba por situar que la abundancia no es garantía de goce y mucho menos de vínculo y además genera un exceso, un residuo cada vez más difícil de reciclar.

El debate posterior nos llevó por ciertas derivas, preguntas que difícilmente tienen respuesta, traslado algunas de ellas: ¿es seguro que en lo virtual hay una pérdida en relación a los vínculos? ¿Cómo resituar simbólico, imaginario y real en estas nuevas modalidades? ¿El discurso del amor realmente ha desaparecido o se puede pensar en un cambio de estatuto en relación a la época?

Para finalizar, tres mujeres, tres discursos distintos, a partir de los que podemos empezar a pensar una nueva época. Parafraseando a Lacan, quizá lo hetero2 es lo que nos permita introducir la diferencia en este mundo homo3.

 

Notas:

  1. D’Angelo, Lucia. Conversación sobre el donjuanismo: tactebarcelona.com
  2. Hago referencia a la siguiente afirmación: “Llamamos heterosexual por definición a lo que ama a las mujeres cualquiera sea su propio sexo” que se encuentra en “El Atolondradicho” (1972).
  3. En el sentido autoerótico.