RESEÑA SOBRE LA XV CONVERSACIÓN CLÍNICA DEL ICF “HOMOSEXUALES EN ANÁLISIS”*

 

Por Betina Ganim (Palma de Mallorca. Socia de la Sede Barcelona de la ELP Catalunya)

El 7 y 8 de marzo de2015 tuvo lugar en Barcelona la XV Conversación Clínica del Instituto del Campo Freudiano que este año tuvo como eje el título “Homosexuales en análisis”.

 

Ya Anna Aromí en su presentación anticipaba algo del orden de la sorpresa, un real que es inherente a la clínica psicoanalítica.

¿De qué se trata ese real? De lo incurable, que es aquello delo que se da cuenta en el pase. Es justamente por lo que no se cura que estamos en el terreno del psicoanálisis y no de la psicoterapia. El psicoanálisis se orienta por lo real, por esa “impureza”, por esa sorpresa. Y el ejercicio del psicoanálisis orientado por lo real, será solamente propiciado por el deseo de llevar un análisis hasta el final.

Que el psicoanálisis se inventa con cada paciente en su relación con cada analista, es lo que ha quedado verificado en esta Conversación Clínica.

Del título, Manuel Fernández Blanco precisó que justamente no se trata de establecer un tipo clínico: “homosexuales”, sino que se trata más bien de conversar sobre una clínica más allá del diagnóstico estructural, localizando el papel que juega la homosexualidad en cada uno de los casos. De todas maneras, fue inevitable la discusión sobre el diagnóstico estructural, particularmente en uno de los casos.

Anna Aromí nos recuerda que siempre estas Conversaciones han sido muy ricas en cuanto a la enseñanza que de ellas decanta, como por ejemplo que en la conversación sobre finales de análisis haya habido casos que eran falsas salidas; o conversaciones sobre la pareja y el amor en cuyos casos no había ni pareja ni amor; o conversaciones sobre Neurosis que arrojaban casos de Psicosis.

Se presentaron seis casos clínicos, y contamos con la presencia de Jacques-Alain Miller, presente una vez más orientando la Conversación. De su orientación y de la diversidad de intervenciones que hubo en el público, he recortado algunas enseñanzas.

La primera sorpresa es que no en todos los casos se pudo localizar tal homosexualidad pretendida en el título de esta convocatoria.

Así, tenemos la diferencia entre lo que es un “homosexual” decidido, de aquello que Miller nombra como “apenas un homosexual”, que serían casos estos últimos  en los que más bien se trata de una posibilidad de tener encuentros sexuales con un partenaire del mismo sexo, y que muchas veces se concreta por acción del objeto.

En este punto, y respecto del título de la Conversación, Miller reafirma: la homosexualidad no indica un tipo clínico

Primera valiosa enseñanza que quiero destacar, respecto del título y de la selección de los casos.

Supuestamente los distintos casos presentados han sido elegidos teniendo en cuenta como criterio que se trate de sujetos que hacen una elección de un objeto del mismo sexo. Ese criterio permite hacer una clase lógica: la clase de los que tienen como objeto una persona del mismo sexo que ellos. Pero esa clase lógica no constituye un tipo clínico, por la razón precisa de que no podemos poner eso en términos de una implicación lógica.

¿Qué quiere decir Miller con esto? Que por un lado podemos decir “Si tal sujeto es homosexual, entonces….” Pero vemos que a priori, no podemos deducir nada del hecho de hacer una elección del mismo sexo.

Sí que hacemos de la “Histeria” una clase. Esto es muy distinto porque podemos decir “Si este sujeto es histérico, va a responder la estructura del discurso histérico”. Esto es, una implicación lógica.  “Si…entonces… ”. Tipos clínicos que nada tienen que ver con el caso de los homosexuales, en los que se trata más bien de una descripción, de un rasgo del objeto de elección.

Se podría hacer una selección de sujetos que tienen como rasgo el haber elegido como objeto una persona del mismo sexo. Pero de eso no se puede hacer una deducción lógica.

El caso del que surge esta enseñanza, justamente  nos hace ver la diferencia que existe entre construir una clase lógica de sujetos, y la implicación lógica. Son dos movimientos de pensamiento muy distintos.

Otra enseñanza que arrojaron los casos es en relación a la demanda de tratamiento, a la importancia de ubicar cuál es la demanda en juego. Porque se puede consultar por una cuestión relacionada con el cuerpo, pero lo que termina precipitando la consulta no tiene nada que ver con la razón médica.  Miller lo plantea como una premisa: nunca se consulta a un analista por una razón médica. Puede ser algo del orden del pretexto, del motivo, pero por el movimiento mismo del análisis, inmediatamente se da un sentido a eso que ocurre en el cuerpo. La cosa médica existe en el mundo médico; fuera de él, eso no existe. Dentro del discurso analítico, la cosa médica se disuelve rápidamente.  El universo psicoanalítico convierte al discurso médico en otra cosa. Por supuesto que hay cosas que el discurso analítico no puede tomar a su cargo; es decir,  el psicoanálisis no cura las enfermedades médicas, sino que ciertas enfermedades por las que uno consulta implican una razón que se disuelve  rápidamente cuando entran en análisis.

Retomando la cuestión del título de la Conversación,  Miller subraya que en psicoanálisis hay que ser muy prudentes y cuidadosos con la palabra “homosexual” para no convertirla, como dije antes,  en tipo clínico, ya que eso ha sido utilizado para cierta estigmatización.  Tal como él había dicho en unas Jornadas sobre “Gays en análisis”, el significante gayes un significante masificante, un S1 que implica un movimiento político. Un movimiento que supone cierta cesión de lo más particular del deseo homosexual, en tanto el gay retrocede frente al propio deseo homosexual.

 

De las entrevistas preliminares los casos transmiten la importancia que tienen en el tratamiento analítico; es en ese tiempo que el analista tiene que ser más “activo” –si se quiere-   donde pregunta precisamente como un médico. Y en ese mismo movimiento se trata de poder indagar la modalidad de goce del sujeto en su singularidad.

 

Miller destaca la gravedad de un caso en tanto se trata de un hombre que, no sin sufrimiento, quiere saber dónde está la verdad de su goce –si del lado de los hombres o de las mujeres. En este punto se subraya la manera “artificial” de referirse a lo que le gusta de una mujer.

 

Miquel Bassols hace referencia a otra enseñanza, que nos ayuda no solo a relativizar la idea de género, sino también a relativizar lo que se entiende como  elección de objeto según la descripción del objeto mismo. Y es la referencia a lo hétero con lo que un sujeto se encuentra. Esta es una versión de lo hétero que no se define por la elección del objeto, sino -tal como Lacan lo introduce- por la alteridad del goce como tal. Se trata de lo hétero no como el otro sexo, sino como el sexo en tanto Otro, un goce que habita en cada sujeto como alteridad, como lo diferente. Entonces, en ciertos casos, la pregunta es si la homosexualidad no se revela como un “rodeo” para evitar la alteridad del goce mismo.

Otra de las enseñanzas que rescato es que, sabiendo que hay homosexualidades masculinas en las que frecuentemente se encuentra como rasgo el odio al padre -lo que le da también ese empuje de subversión, invención e innovación contrario al orden patriarcal-uno de los casos nos enseña lo contrario: lo que está en juego es el amor al padre, y la madre aparece más bien como aquella de la que se tiene que proteger. Tenemos entonces que hay en el caso una “positivización” del padre; y del lado de la madre, no se trata de la madre fálica, esa madre toda potente-muy frecuente en las homosexualidades masculinas clásicas.  Y esto, dice Miller, es lo más sorprendente.

La enseñanza es entonces que hay homosexualidades masculinas construidas sobre la vertiente de la madre, y otras construidas sobre la vertiente del padre.

En otro de los casos, como se dijo al principio, no se encuentra la homosexualidad, sino el fetiche, a la manera freudiana, como defensa frente a la homosexualidad.

En este punto Miller considera que si bien hay casos que no son de “homosexualidad”, su pertinencia tiene que ver con que  la heterosexualidad del objeto está falsificada por el sometimiento al que se impone un sujeto a una mujer fálica.  Si un sujeto no se vuelve homosexual, puede ser porque la elección de objeto es una mujer con particulares características, una mujer que vale como un hombre, es decir, una mujer fálica, lo que nos lleva a pensar en que algunas elecciones de objeto son falsamente heterosexuales.

De este modo, un hombre puede refugiarse de la castración a través de una mujer dominante, una mujer que vale como un hombre, completa, que no tiene falta; el gozar de la mujer la completa, y no se produce la angustia de castración.

También es muy interesante el rasgo de planificación que aparece en la modalidad de goce masoquista, que ilustra muy bien uno de los casos de la Conversación. Una planificación que permite poner  perfectamente en escena el teatro de su propio goce.

Nos asalta nuevamente la sorpresa, y esta vez, como también anticipé,  tiene que ver con el diagnóstico estructural: ¿Neurosis o psicosis? Una discusión clásica a la que se le da todo el tiempo necesario en la discusión.

Es que se trata en principio de una problemática fálica que se ubica como centro del debate. Más bien, la discusión se centra sobre el valor fálico en juego ¿es del orden simbólico, imaginario o real? ¿Se trata del “para todo fálico” o del “para nada fálico”?

En cuanto al ordenamiento fálico del goce, se plantea la posibilidad de pensar la forclusión en dos registros: del sujeto mismo como falo de la madre, que no lo inscribe en ese registro de ser su “falo maravilloso”. Y sin embargo hay una palabra de la madre que se escribe en su cuerpo literalmente. Hay  allí ausencia de metáfora, y aparece una certeza delirante.

Se destaca que los casos presentados se resisten a  ser incluidos en el grupo de “homosexuales”. Ni tan siquiera la cuestión del gay como oferta de comunidad de goce. La respuesta de esos casos a esta convocatoria desplazaría de algún modo el titulo propuesto inicialmente. En esta línea se propone un desplazamiento del título “Homosexuales en análisis” a algo que nos convendría más, a partir de la última enseñanza de Lacan, que podría ser “Lo homosexual en análisis” o “Las homosexualidades en análisis”.

También hubo casos que no abrieron a la discusión diagnóstica,  pero que nos muestran su particularidad, la singular modalidad de goce en juego. La práctica masoquista nos enseña sobre eso que Lacan llama “desierto de goce”, en el movimiento mismo de intentar lograr reintroducir el goce en un cuerpo vaciado de goce.

La Conversación termina con una apertura: la invitación a la próxima, en 2016, con el título “La protesta viril es unisex”. Veremos qué sorpresas y qué enseñanzas nos deparará ese encuentro.

*?*Encontrarán el audio en Radio Lacan #68

http://www.radiolacan.com/es/topic/517/3