¿Qué es la escuela del pase?

Texto presentado en el espacio La Escuela del Pase en Bilbao.

¿Qué es la Escuela del Pase?

… Nos preguntan las responsables de este espacio, invitándonos a elaborar una respuesta. Para hacer hoy la mía, voy a basarme en el Seminario XI de Jacques Lacan.

La fundación de la Escuela es contemporánea de este seminario que Lacan dicta tras su excomunión por parte de la IPA. Si Lacan fundó la Escuela no es sólo por verse fuera de la Asociación Internacional, pues ella es una consecuencia lógica de los desarrollos que efectuó en dicho seminario.

Señalaré algunos de ellos: en primer lugar, Lacan señaló la presencia de un goce imposible de ser absorbido por el significante. Este goce rechazado será tratado a partir del objeto a en la medida en que este objeto se presenta “como el objeto intragable, si me permiten la expresión, que queda atorado en la garganta del significante”1.

Como Jacques-Alain Miller mostró en su curso, este objeto mantendrá con la cadena una relación de extimidad, es decir, funciona como el conjunto vacío que permite alojar a todos los elementos que responden a la condición “x no es igual a x”. El objeto a, en tanto que irreductible al significante, introduce en el funcionamiento el principio de no identidad: falta un significante que dé cuenta de la identidad del sujeto.

Este principio de no identidad, Lacan lo aplicará al analista: no hay el significante que dé cuenta de la identidad del analista, lo que va a constituir el principio constitutivo de la Escuela de Lacan.

A la par de la presencia de este objeto intragable, Lacan deconstruye la Metáfora Paterna. El padre no promueve ya un Ideal universal que regula el goce. Hay un cuestionamiento del padre ideal al poner en relación al padre con el goce, tal y como Lacan lo aborda en el sueño de “¿Padre, no ves que ardo?”, sueño en el que el hijo arde por los pecados del padre, como un eco de Hamlet. Lacan interpretará este sueño poniendo de relieve la función del objeto a en tanto que elemento traumático de la estructura, elemento que despierta, y que el padre vela. Toda identidad se apoya en el fantasma, y el Nombre del Padre es el velo que cubre la pérdida de goce y el resto de goce que resiste a la operación del universal.

Finalmente, y en tercer lugar, la teoría sobre el final de análisis que Lacan sostiene en este momento: se trata de ir más allá de las identificaciones, de mantener abierta la distancia existente entre el objeto a y la I mayúscula idealizante de la identificación, operación necesaria para que el sujeto pueda reconocerse en el punto de falta que constituye el objeto a. Esto tendrá como consecuencia la transformación, la mutación del sujeto, lo que abre la posibilidad de librar el deseo del analista.

Al final del análisis se produce para el sujeto una división entre el S1 y el a. Y es esta división la que imposibilita su identidad.

Si no hay significante de la identidad del sujeto, qué decir del analista. Tampoco hay el significante que permita identificar al analista. No hay el S1 que permita construir el universal de los analistas.

Qué es un analista es entonces una pregunta, un no saber, una falta en torno a la cual se construye la Escuela. El dispositivo pone al trabajo dicha falta, en la medida en que permite nombrar a un AE, es decir, otorgar la garantía de que un analista se produjo como efecto de la formación que la Escuela dispensa; pero es una garantía que ni cierra ni tapona dicha pregunta, sino que la relanza constantemente. El pase es el lugar de una ignorancia y de una búsqueda constante.

Hay para Lacan una relación directa entre final de análisis, pase y Escuela. Si el final del análisis supone la producción del analista, el paso del analizante al analista, esto no va sin la dimensión de la Escuela, pues en ese momento del final el sujeto concluye respecto de la causa de su propio análisis, pero también respecto de su relación con la causa analítica. Hay aquí una distinción importante: por una parte, la causa del propio análisis, la causa del horror al saber que el sujeto ha de circunscribir, es una causa propia para cada sujeto; mientras que la causa analítica permite una colectivización, funciona como un Ideal respecto del cual cada uno pondrá a prueba y medirá su distancia.

¿Qué es la causa analítica? Pienso que es justamente ese punto de no saber, ese no hay que causa al deseo de saber. Y la Escuela está precisamente para alojar la relación con la causa. No saber qué es un psicoanalista hace de la Escuela un Otro en falta, un Otro con un deseo. Un Otro que quiere algo, y que pone al trabajo. Todos trabajadores decididos, ningún amo en la Escuela.

Para finalizar, quisiera dar algunas pinceladas en torno al saber, al saber que se obtiene en análisis, y también al saber que la Escuela elabora en torno a su punto central. Tomo para ello la referencia que Lacan hace en Televisión al gay savoir, en tanto que saber que inventa algo singular. Un saber que da cuenta de que el goce no se reabsorbe en el saber, sino que, al contrario, se produce como resto inútil. Pero es un saber que admite la extimidad del goce, no le es exterior. Es un saber entonces no segregativo -y sabemos que el rechazo del goce está en el origen de la segregación y del racismo-. Eric Laurent, en Los objetos de la pasión, lo caracteriza como “un saber relacionado con lo real del viviente, con algo que puede ser calificado de deseo y de goce”2 y que si se articula con la transmisión, puede interesar a otros.

Jacques-Alain Miller, en su curso Extimidad, señala que este gay savoir nos permite ser felices con la condición “no de descubrir el saber (no hay nada para descubrir), sino de construirlo e inventarlo”3.

Me parece interesante poner esta cuestión del gay savoir como propio al dispositivo del pase, es como podemos entender que en cada pase el pasante con su acto reinvente el psicoanálisis, y que el pase permita al psicoanálisis interpretar la subjetividad de la época.

 

Notas:

  1. Lacan, Jacques. Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 1999, p. 278.
  2. Laurent, Éric. Los objetos de la pasión. Tres Haches, Buenos Aires, 2004, p.75
  3. Miller, Jacques-Alain. Extimidad. Paidós, Buenos Aires, 2010, p.468.