Presentación* del libro de Jorge Alemán. “LACAN, LA POLÍTICA EN CUESTIÓN…”. Joaquín Caretti Ríos (Madrid)

Es un honor para mí presentar este libro. Los que seguimos la obra de Jorge Alemán, donde se constata, cada día más, su “relación doble con la política y el psicoanálisis”, nos alegramos de esta publicación en la que se reúnen dos entrevistas, un largo escrito fruto de la reescritura de varias entrevistas, un análisis de la obra de Derrida “Espectros de Marx” y finalmente el texto que abre el libro “Soledad: Común”. Sugiero que su lectura se haga teniendo presente el escrito “Psicoanálisis y Política” del libro “Lacan: Heidegger” de 1998 donde, según Jorge Alemán, se encuentra el origen de su reflexión actual.

Quiero declarar de entrada mi entusiasmo por lo que se propone en este libro y recomiendo vivamente su lectura. En la oscuridad que nos toca atravesar, donde la política se ausenta para dejar paso a los engaños de los líderes del mundo, donde pareciera que no queda más que aceptar la fatalidad de una dominación de entes sin rostro, donde no se vislumbra ningún camino que conduzca a resolver los problemas de una crisis impuesta, emerge este texto que ayuda a pensar de forma más lúcida el mundo y, por lo tanto, a hacerlo más comprensible. Es un libro que apuesta claramente por la posibilidad del retorno de la política y la construcción de nuevas hegemonías. Se inscribe, así, en la saga de los que, desde otros campos del pensamiento, como Laclau, Rancière, Badiou, Agamben, Lefort y Mouffe, tratan actualmente de pensar la necesidad de un retorno de la política para abordar cualquier proyecto emancipatorio.

Los escritos que integran este libro, aún viniendo de distintas temporalidades dialogan entre sí, mostrando, a su vez, cómo el pensamiento del autor se va decantando a través del tiempo hacia la reflexión sobre la articulación entre política y psicoanálisis.

Esta reflexión conmina a la filosofía política a que cuide al psicoanálisis. Que lo cuide como aquel discurso que puede aportar a la subjetividad las herramientas para una inscripción política no dominada por la pulsión de muerte. A la vez que cuestiona, por un lado, cualquier ilusión de un para todos donde impere una justicia distributiva finalmente realizada -ya que existe una dimensión en la subjetividad que es incalculable- y, por el otro, cuestiona la idea de una sociedad “reconciliada consigo misma”. Pero, también, es una interrogación que se dirige a los psicoanalistas para que reflexionen “acerca de por qué uno de los destinos posibles de Lacan parece ser precisamente la renovación del pensamiento de izquierda”, reflexión hecha en el debate que mantuvo con Ernesto Laclau en la EOL en Buenos Aires. Pregunta que apunta a desbaratar cualquier posición inocente del psicoanalista sobre el carácter profundamente político de su praxis al hacer advenir una nueva forma de “ser con los otros”.

Desde su libro anterior “Para una izquierda lacaniana…”, con el cual este que hoy presentamos hace cuerpo, la escritura de Jorge Alemán urge. Y es a partir de este significante “izquierda lacaniana” que el pensamiento se problematiza pero a su vez se concretiza. El unir estas dos palabras exige un esfuerzo de conceptualización para mostrar la potencia de lo que se ha unido. Unión imposible ya que, como sostiene, estos dos significantes no han nacido para estar juntos.

Sin embargo, el poner en tensión el psicoanálisis lacaniano con una política de izquierdas es la propuesta, la invención podemos decir, que se juega en este texto. Tanto como para afirmar que el duelo por la derrota de la izquierda sólo podrá ser hecho dentro del marco conceptual del psicoanálisis lacaniano. Implica sostener que si la política quiere ser algo más que gestión o administración de lo que hay o, en el otro extremo, no quiere caer en derivas metafísicas de cambios definitivos del mundo, deberá estar atravesada por las categorías de real, imposibilidad, pulsión de muerte, goce y superyó o más sucintamente que no podrá ignorar la brecha ontológica que nos constituye.

Podríamos decir que es necesaria una forma de pensar la subjetividad que permita la construcción política, lo común, sin dejar de lado la singularidad. Todo ello sin constituir al pensamiento lacaniano en un nuevo fundamento de la izquierda ya que, como afirma, este pensamiento es la “desfundamentación” del suelo de la izquierda.

Conviene leer con atención, en este primer capítulo, qué es ser de izquierdas para el autor, ya que este “ser” se va articulando sutilmente a las marcas donde el sujeto hace el camino de su verdad singular en relación a Lo Común. Lo Común diferenciado de la expresión Pueblo que se adscribe, con claridad, a una identidad fija y estable. Y es aquí donde surge una de las ideas más novedosas de este libro: lo Común a los sujetos no es aquello que nos identifica sino justamente es aquello que está antes de cualquier posibilidad de identificación. Lo Común es lo que está determinado por la común herida que provoca el lenguaje en su inscripción determinando los “no hay” de la subjetividad. No hay relación sexual y no hay Otro del Otro serán los pilares donde lo Común tendría su oportunidad más allá de posiciones fantasmática e ideológicas que velan el acceso a cualquier proyecto emancipatorio. Lo Común entendido a la luz de la respuesta de la singularidad sintomática como “sin fundamento identitario, distinto de las propiedades homogeneizantes del capitalismo, anterior a toda división del trabajo o jerarquía burguesa, irreductible a todo cálculo utilitario de los semblantes.”

Lo Común emerge, entonces, como un “ser con los otros” más allá de la lógica de la Ley y la Excepción. Esta Ley que se escribe para todos y que se articula a una Excepción -excepción que mantiene con la ley una relación de exterioridad interior y que al desplegarse la anula- concreta una forma de lazo que homogeniza a las multitudes. Sabemos que al aceptar su propia anulación por medio de la excepción soberana puede conducir a lo peor, sea vía las dictaduras, mediante la instauración de campos de concentración o, de forma más sutil, aceptando dentro del sistema democrático zonas de excepción. Los ejemplos son cotidianos.

Lo Común, por el contrario, es la posibilidad concreta para la política de ir más allá de la lógica edípica. Tomando en cuenta la singular herida común previa a toda jerarquía o identificación, se abre las puertas a la posibilidad emancipatoria donde las soledades singulares puedan hacer la experiencia de un nuevo lazo social basado en Lo Común. Por eso, como afirma Jorge Alemán, la explotación no es sólo apropiarse de la plusvalía sino, también, impedir al sujeto hacer la experiencia de un encuentro lúcido con lo más singular que lo habita y que no es otra cosa que su respuesta irrepetible al enigma de la palabra, el sexo y la muerte.

De este modo, y a partir del discurso analítico, ser de izquierda para el autor es dejar de lado la oblatividad, la utopía, la revolución y el progresismo. Y, a pesar de todo, seguir pensando que es posible un proyecto emancipatorio aligerado de la carga fantasmática y teleológica, no “mesiánico” ni “redencionista”, ni sometido a la idea del hombre nuevo que siempre acompañó al proyecto revolucionario.

Por eso este libro no deja pasar la experiencia de los años setenta en la Argentina, señalando sus impasses y la imposibilidad que la habitaron, pero a su vez reconociéndola como una “herencia imprescriptible” que no puede ser abandonada y que nos exige un trabajo de elaboración “constituyendo un archivo a interrogar, una experiencia y un testimonio a descifrar”.

La experiencia de los setenta es nuestro “resto heterogéneo”. Hay un claro reconocimiento a esta experiencia señalando que en el siglo XXI se puede vislumbrar un retorno a los setenta, entendido este como un momento histórico donde la política tenía su dignidad. Retorno a lo político entendido como “aquel arte que trata con el antagonismo social imposible de reducir” y que si quiere construir un mundo mejor “debe hacer un esfuerzo de poesía”. Aunque no lo diga se escucha que J. Alemán está pensando en la experiencia latinoamericana actual, donde, a mi entender, se está haciendo este esfuerzo poético que el autor reclama.

Quiero, para terminar, dejar señaladas una serie de reflexiones, ya que por las limitaciones de tiempo son imposibles de comentar hoy, pero que, a mi entender, son, amen de lo dicho, algunas de las vigas maestras donde este libro se sostiene.

1-. “El hiato entre una subjetividad irreductible y una praxis histórica-política es un dilema sartreano transmitido a nuestras generaciones, (…): ¿cómo inscribir la constitución de lo más íntimo del sujeto en la vertebración de la matriz social? (p.30)

2-. “¿Puede haber un proyecto de emancipación sin su deriva sacrificial?” (p.34)

3-. “El sentido primero de la política es qué hacer con la pulsión de muerte” (p.41)

4-. “El inconsciente es una experiencia política” (p.47)

5-. “En la medida en que la técnica se adueñe de la política, eso implica un rechazo del inconsciente, eso implica que la experiencia misma de la política desaparece y la política se transforma en un procedimiento de gestión” (p.48)

6-. “Las cuatro cosas para pensar la política son el inconsciente freudiano, el pensamiento de la técnica heideggeriano, la plusvalía marxista y el plus de gozar lacaniano” (P.54)

7-. “Mi apuesta es (…) servirnos de los obstáculos que el psicoanálisis supo mostrar a las ideologías del progreso para intentar pensar de otra modo las lógicas emancipatorias. Dicho de otra forma, desfundamentar el relato utópico del progreso no tiene porque implicar una dimisión frente al proyecto de transformación política de la sociedad” (p. 72)

8-. “Hoy en día, la pobreza, es un exceso, es un exceso de goce, es decir la pobreza no está por fuera de los empujes propios de una instancia superyoica que ordena gozar. (…) sería estar a solas con la pulsión de muerte sin la posibilidad de ningún tipo de articulación simbólica” (p.78)

9-. “La emancipación, después del psicoanálisis, no puede ser entendida en términos de una “transformación total y de raíz””.(p.96)

10-. “Mantener al psicoanálisis ligado a la especificidad de su causa y por tanto irreductible a los modos de emplazamiento de la Técnica, es en sí mismo un hecho político de primer orden” (p.96)

Libro imprescindible para los psicoanalistas y para todos aquellos que desde diferentes campos del pensamiento quieran asomarse al fundamental aporte que hace el autor a la reflexión de cualquier proyecto emancipatorio que no puede hacerse sino desde la soledad singular y, a su vez, no sin los otros. Otra forma de decir “Soledad: Común”

* Presentación realizada en el Círculo de Bellas Artes, el 2 de diciembre de 2010.