Presentación del libro de Jorge Alemán "Horizontes neoliberales en la subjetividad" | Juan Carlos Pérez Jiménez

portada-horizontes-neoliberales-en-la-subjetividad-web01Formar parte de la presentación de un libro de Jorge Alemán es un privilegio, por lo que la producción de este pensador nuestro tiene de acontecimiento para la comunidad analítica. En este acto, participaron en calidad de exégetas de la obra pero, sobre todo, de queridos amigos, Mercedes de Francisco, Joaquín Caretti y Javier Garmendia, de la mano de la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Madrid, conmigo mismo como coordinador del acto.

Conocido por todos, presentar a Jorge Alemán se convierte más bien en una oportunidad para decir públicamente lo que pensamos de él: que es un teórico fundamental para esta Escuela al que siempre escuchamos con cierta fascinación, que alimenta con su palabra docente, con sus ideas capaces de llegar al límite del sentido para hacernos ver algo nuevo, presentado siempre de una forma lindante con lo poético. En este nuevo libro suyo, Horizontes neoliberales en la subjetividad, aborda la esencia de lo que durante más de una década ya es el centro de su producción escrita, señalar la imbricación del psicoanálisis y lo político, con argumentos capaces de orientar a la teoría política sobre el verdadero calado del sujeto y, a la vez, con ideas que invitan a la práctica del psicoanálisis a plantearse el compromiso requerido por la izquierda lacaniana. Se trata, pues, de un libro-mapa y de un pensador-brújula, ambos necesarios para navegar las turbulentas aguas del neoliberalismo, que amenazan con engullirnos y convertirnos en sujetos sometidos a nosotros mismos con entusiasmo.

Jorge Alemán nos ha hablado de las malas noticias del psicoanálisis: nos sabemos en falta y nos sabemos perdedores, pero eso no nos obliga a colocarnos en el lugar del sometido. En su brillante aportación al libro editado por Miller y Lévy La regla del juego. Testimonios de encuentros con el psicoanálisis, Jorge Alemán contesta, como todos los participantes del libro, a la pregunta sobre qué le debe al psicoanálisis. Él nos dice: “Haber aprendido a saber perder. ¿Qué es la vida para el que no sabe perder? Pero saber perder es siempre no identificarse con lo perdido. Saber perder sin estar derrotado. Le debo al psicoanálisis entender la vida como un desafío del que uno no puede sentirse víctima.”(1) Desde esa posición escribe Alemán este nuevo libro en el que, sin negar las limitaciones del sujeto, apuesta aún por la posibilidad emancipatoria. Aunque “ya no se trata de realizar una utopía futura, sino de evitar la gran catástrofe”, nos dice.

¿Qué posibilidad tenemos de evitar la gran catástrofe? La posibilidad es un término que hace frontera con ese viejo concepto de utopía, un no-lugar, una negación, que contiene la paradoja de que sin ella, es imposible seguir pensando lo político. Este es el año del quinto centenario de la publicación de Utopía de Tomás Moro (1516), y se puede mirar atrás y comprobar cómo este concepto que se incorporó al lenguaje político y filosófico hace cinco siglos, ha ilusionado y ha decepcionado, se ha desgastado y ha vuelto a ganar brillo una y otra vez, pero nunca ha desaparecido por completo del horizonte humano. Y por muy desprestigiada que pueda estar cualquier nueva propuesta de tintes utópicos, y por muchas que sean las decepciones que vengan de su mano, no se puede negar el valor de los proyectos que, cuando ya no lo creíamos posible, hacen arder en nuestros ojos, como dice Kirkegaard, la pasión de la posibilidad: “Si pudiera desear algo para mí, no desearía ni la riqueza ni el poder, sino la pasión de la posibilidad; desearía tener un ojo que, eternamente joven, ardiese eternamente en el deseo de ver la posibilidad”(2). Eso es lo que Jorge Alemán alimenta en las páginas de su nuevo libro. Nos viene a decir que el psicoanálisis tiene un veredicto menos oscuro con respecto a la entrega del sujeto al neoliberalismo: no es un crimen perfecto, todavía es posible evitar la gran catástrofe, todavía existe la posibilidad de la poesía.

Para presentar este libro, tuvimos una mesa de lujo en diálogo permanente con el propio autor, quien desde el auditorio iba replicando y agradeciendo a los intervinientes sus palabras. Comenzó Javier Garmendia poniendo este libro en el contexto de las publicaciones de Alemán de los últimos años y señalando cómo lo político ha ido ganando el interés del autor con obras como Derivas del discurso capitalista (2003), Para una izquierda lacaniana (2009), Soledad: común (2012) o Conjeturas sobre una izquierda lacaniana (2013).

Al exponer la estructura del texto, Garmendia usó la metáfora de la tela de araña, tejida con una serie de hilos conductores trenzados en un crescendo que se intensifica al modo del Bolero de Maurice Ravel. Cada leitmotiv recoge una idea fundamental, como es la diferencia entre dependencia y dominación, la dependencia simbólica y constitutiva del sujeto -la que tenemos del lenguaje y sus limitaciones-, frente la dominación por el Otro construida de forma socio-histórica. Esta distinción se relaciona con la que se da entre el “sujeto” como algo causado y la “subjetividad” como algo producido, como botín de guerra del que se ha apropiado el neoliberalismo.

Entre otras ideas destacadas, Garmendia señaló como el malestar del siglo XXI el hecho de que el sujeto se haya convertido en empresario de sí mismo y el acceso del sujeto a un plus de gozar -“a vivir por encima de nuestras posibilidades”- que le lleva a la culpa y que le convierten en sujeto deudor. Y como la aspiración del neoliberalismo es totalitaria, cabe preguntarse, si hay en el sujeto algo que no sea colonizable por la estructura del capital. En definitiva, si hay posibilidad de que el crimen no sea perfecto.

Tras reparar en la distinción que hace Alemán entre lo político, como momento de fundación del sujeto y la política, como momento de producción de la subjetividad -distinción en la que coincidirá con Caretti y con De Francisco-, Garmendia cerró su intervención compilando los cuatro conceptos fundamentales que encuentra en el centro de este entramado: “emancipación”, “antagonismo”, “hegemonía” y “soledad: común”, sin los cuales no se podría entender ni transformar lo político, además de nombrar a Ernesto Laclau como referencia recurrente en este texto. Un libro, en definitiva, dirá Garmendia, que propone una apuesta más colectiva en lo político, que sume a más gente a esta idea de lo que Alemán cree que se puede y se debe transformar.

Joaquín Caretti, por su parte, destacó que este es un libro urgente -que urge ser leído, que piensa con lucidez el momento actual- porque nos estamos jugando la vida ante esta última frontera en la que nos encontramos. Y es que, si el neoliberalismo llega a capturar al sujeto, después de haberse apropiado de su subjetividad, el crimen sí será perfecto.

Para Caretti, lo más importante de la perspectiva de esta obra de Alemán es el modo en que su pensamiento rescata lo real, y le da una posición de relevancia al parlêtre -en su relación al sexo, la muerte y el lenguaje-, frente a la arrolladora producción de subjetividad neoliberal, creadora de los conceptos de autoayuda y autoestima, de la vida como empresa, del hombre endeudado y sometido a unos imperativos de felicidad que le atormentan, utilizando la industria farmacológica como único lenitivo. El arrebato capitalista nos empuja a un desastre que, si no se le pone freno, acabará con el holocausto del sujeto y del mundo.

La pregunta es ¿cómo lo evitamos?, ¿cuáles son las salidas del laberinto neoliberal? Aunque no veamos cómo ponerle fin, Caretti señala la supuesta contingencia del capitalismo. Y aunque sea más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo -como recogió el crítico marxista Frederic Jameson-, el neoliberalismo no es, no puede ser, el fin de la historia. Entre las salidas que apunta el libro, Caretti destaca como central la posibilidad de vehiculizar, a partir de la experiencia de lo político, una transformación del sujeto. Esa transformación, y ahí viene la parte difícil, debe tocar lo real del sexo, la muerte y el lenguaje. Consciente de la complejidad de la tarea que señala, Caretti anima a Alemán a que en sus futuros escritos prosiga por ese fértil camino. Para no dejarlo solo ante semejante proyecto, le apunta que, en su opinión, es por el lado femenino, por la lógica del no-todo, la que toma en cuenta la singularidad frente a la totalidad, como se puede avanzar en esa idea. Pero matiza que una feminización de la política no debe ser confundida con una maternalización, ni con una simple lógica del cuidado.

En su exposición Caretti declara haber encontrado “dos perlas” cultivadas en este libro. Se refiere al artículo sobre Borges (“Borges y lo real”) que ayuda a entender la diferencia entre la realidad y lo real lacaniano; y al artículo sobre la artista germano-argentina Grete Stern (“El dispositivo de Grete Stern”), que con sus collages fotográficos “recoge la lógica del no-todo”, muestra, según Jorge Alemán, la amistad, la vecindad con el monstruo que tiene la mujer, y expresa el éxtasis y lo ilimitado de una mujer no sometida al fantasma masculino.

Para finalizar, intervino Mercedes de Francisco, quien calificó esta obra como una reflexión “sobre la brecha, sobre lo que no encaja, sobre lo que lo simbólico no puede capturar”. Se refiere a la brecha vital que nos constituye y que distingue lo que es el sujeto de lo que es la subjetividad, y a lo político de la práctica política; una brecha con la que el neoliberalismo pretende acabar, encubriéndola de manera forzada, con nuestra connivencia, haciéndonos cómplices de lo que nos está destruyendo. Pero, al margen de la envoltura formal del síntoma en cada época, señala De Francisco, hay que contar con lo transversal que hace al humano, intempestivamente, antes, ahora y después; es decir, la palabra, la diferencia sexual y la muerte. Eso es algo de lo que el capitalismo no se puede apropiar y que, aunque suponga para el sujeto un límite y un vacío, también limita al capitalismo, por cuanto imposibilita su afán totalizante. Mercedes de Francisco mostraba su asombro por cómo, ante la moderna patologización de la vida, ha emergido el inesperado recurso del coaching, capaz de reparar disfunciones laborales, sentimentales y sociales en pocos días, gracias a las instrucciones de unos agentes formados en fontanería de escapes y brechas en apenas unos meses.

Tras hacer recoger las referencias que el libro contiene a Argentina, a Grete Stern, a Borges, a Panero y sus encuentros con el autor, y a la izquierda lacaniana, De Francisco se refirió a las incursiones en lo femenino que aparecen en esta obra, quizás menos frecuentes que en otras anteriores, pero relevantes en su opinión. En este sentido, destacaba cómo la lógica femenina del no-todo se escapa de los intentos totalizantes, que suponen siempre un reforzamiento del capitalismo y del neoliberalismo, incluidos en la lógica fálica del para todos, y la excepción que es el padre de la horda que, como un Donald Trump irrefrenable, puede gozar de todas las mujeres. De Francisco, en una aportación coincidente en cierto modo con la propuesta lanzada por Joaquín Caretti, señala que desde lo femenino se puede encontrar un camino para lo político, pues es la lógica femenina la que sostiene la igualdad y que, por esa razón, los movimientos de mujeres tendrán mucho que decir en esta transformación de lo político.

Ante esta reflexión sobre lo femenino, Jorge Alemán cerró el turno de intervenciones y réplicas afirmando que no cree, como ha dicho Miller, que el mundo se haya feminizado ni que el discurso capitalista sea el del no-todo, sino que lo que se ha producido es una desvirilización del mundo. Coincidiendo con De Francisco, Alemán opinaba que el padre de la horda y el capitalismo son desvirilizantes, y que en consecuencia hay un problema de acceso a la virilidad, porque en la medida en que hay padre de la horda, sencillamente, no hay hombres. Tras una referencia al insuficiente debate sobre la heterodominancia que cala incluso en el discurso de los psicoanalistas, Alemán reconoció, como apuntaba Mercedes de Francisco, que este es un libro dirigido a la comunidad analítica, con la misión de fondo de plantear cuál es el lugar del psicoanálisis en el mundo actual y la enorme tarea de cómo proseguir con el legado de Jacques Lacan.

Notas:

  1. Bernard-Henri Lévy y Jacques-Alain Miller, La regla del juego. Testimonios de encuentros con el psicoanálisis, Gredos, Madrid, 2008, pág. 23.
  2. Søren Kirkegaard, citado en Eduard Rohstien, “Utopia and its Discontents”, en Eduard Rothstien, Herbert Muschamp, Martin E. Marty Visions of Utopia, Oxford University Press, Oxford-Nueva York, 2003, edición electrónica, pos. 243.