Notas sobre la Conferencia de Marie-Hélène Brousse: “Un objeto tan raro” | Betina Ganim

MHBrousse-xvjornadaselp-webEn el marco de las XV Jornadas de la ELP, celebradas en Madrid el pasado 19 y 20 de noviembre de 2016, Marie-Hélène Brousse brindó una conferencia, fiel a su estilo desenfadado y amable, que no dejó indiferente a nadie.

Luego de haber ensayado algunos títulos para la Conferencia, en su intercambio con el presidente de la ELP, optó por: “Un objeto tan raro”.

De entrada, nos propone que asistimos a un momento de virilización generalizada. Es el primer punto que aborda en su conferencia, y se pregunta ¿Qué caracteriza una masculinización sin el Padre, sin el orden simbólico?

En sus primeros seminarios, Lacan construye lo simbólico con una referencia clave: Lévi-Strauss y sus Estructuras elementales del parentesco, que no son otras que las estructuras de los intercambios, en las que las mujeres aparecen como objeto de intercambio, un objeto raro, porque habla. Las mujeres son silenciadas en tanto que objeto. Los hombres tiene un mismo destino en el intercambio: la esclavitud, el colonialismo, el trato que reciben como trabajadores en un sistema capitalista, etc. Entonces, son muchos los seres hablantes en la lógica fálica que son objetos cotizables, que se venden, se compran, se intercambian… El Discurso del Amo es un discurso de dominación; el Amo no entraba en el circuito, no tenía valor. Esta es la paradoja, es el esclavo el que portaba el valor. Lo que el Amo tenía es el lugar de agente.

Hoy, esta posición de objeto y de agente, la proliferación de estos objetos que son seres hablantes -no son objetos a- en este intercambio, están relacionados con la producción. Las mujeres, en términos de reproducción: la tecnociencia liberó la reproducción, liberando los límites del orden natural. Ahora la reproducción está en los laboratorios.

La virilización a la que asistimos también toca a las mujeres, el feminismo está dentro de este campo.

Un segundo punto de su conferencia se centró en: La otra mitad. La mitad es un objeto raro, y es una perla rara en la enseñanza de Lacan: un recuerdo de su infancia, que encontramos en El reverso del Psicoanálisis (1), cuando habla de un objeto de lectura que él tenía: “Historia de medio pollo”. Lacan atrapa lo femenino con su pregunta por el medio pollo, una división. Se trata de una historia del año 1862.

Como no tomé notas del cuento, puede que no sea totalmente fiel al relato de M.H Brousse, pero cotejando con otras versiones del mismo, podría comentarlo así: Se trata de que el Rey le pide prestado dinero a “Medio pollo” (2). Éste lo manda a llamar y el medio pollo, por el camino va pidiendo primero a un perro, luego a un zorro y luego al río para que lo acompañen a ver al rey, cargándolos a cuestas, en el trasero. Cuando llegan, el rey se quiere deshacer de Medio Pollo para no pagar su deuda; entonces lo encierra en el gallinero y Medio Pollo le pide al perro que se coma las gallinas. Sobrevive. Entonces el rey lo hace encerrar en la perrera, y medio pollo pide ayuda al zorro, para que mate a los perros. Sobrevive. Lo quieren prender fuego, y recurre al río que arrasa con todo. Y Medio Pollo se queda con el reino.

La cuestión es que no se podía ver la mitad que faltaba. Es una ausencia que se sabe que existe, pero es inalcanzable -y al mismo tiempo, al alcance de la mano.

Lacan sigue con este tema en dos textos: Lituraterre y El Atolondradicho. Y también en “Los no incautos yerran”. Entonces -remarca MH. Brousse- es importante.

En los dos primeros textos citados se encuentra una división muy operativa en el campo de la división sexual. Por una lado, el semblante, por otro, el goce. En el marco de la sexuación, del lado de lo masculino lo que ocurre es que los semblantes se conjugan, recubren el goce, lo metaforizan, lo agarran. Y cuando los dos sexos se mezclan, los semblantes van de un lado, y el goce del otro. El semblante obedece a la función fálica y la castración; y el goce, no-todo.

Entonces esta división, esta mitad de pollo, es por la que MH Brousse propone pensar lo que pasa hoy con los semblantes. En El Atolondradicho Lacan dirá que tenemos dos universales, dos consistencias para separar en los seres hablantes, dos mitades, de tal manera que no se mezclan en la coiteración cuando llegan a este punto.

En Lituraterre, lo que hace división es el rasgo unario, la tachadura, el lugar, el signo de un litoral entre el semblante y el goce.

La dificultad es cómo se hace esto en un tratamiento analítico.

Del lado del semblante, en relación a la primacía del Nombre del Padre, las mujeres y los hombres corresponden no tanto a cuerpos, sino a lugares dentro y fuera de la familia, pero no sin la estructura familiar. Dentro, los lugares son: hijo/hija, o padre/madre, o marido/esposa, o hermano/hermana. Fuera -pero no sin el Nombre del Padre- construimos semblantes: santo/santa, brujo/bruja, puto/puta. Esto cubre un cierto modo de goce, transformándolo. El problema es que ese tapar no se sostiene a la hora de la verdad, donde se puede hacer con el fetiche, pero no termina de cubrir toda la experiencia de goce en un sujeto. Entonces, a partir de esta división Semblante/Goce es que M.H Brousse elabora el momento en el que estamos, diciendo que hay 3 posibilidades actuales:

Una la plantea a partir del sueño de una analizante, una joven mujer, académica, exitosa, pero un poco indecisa. El novio le pide casamiento: la demande en mariage. Ella, encantada. Pero hace 2 sueños después de esta demanda de matrimonio. El primero, su novio la sodomizaba con un tacón aguja. El segundo, se va a la boda de una amiga, se dirige a la novia y la besa. La novia se abre el vestido y revela un miembro de hombre. ¡Qué confusión!-dice.

Es la confusión sobre los semblantes que hacen los géneros. Confusiones de género. Por ejemplo el surgimiento del significante “trans”.

La segunda solución es el superyó. Entre Clinton y Trump, ¿quién es la mujer? Hay una posibilidad de empujar lo femenino hacia el superyó, un imperativo de goce. Hay algo del orden de la mujer que empuja a la voluntad de goce.

La tercera posibilidad es la analítica. Y la tenemos en Los no incautos yerran. La vía analítica, según su tesis, es que en un análisis también se dividen los semblantes del goce. En un tratamiento analítico, seamos hombres o mujeres, produce algo de lo femenino. Al separara los semblantes del goce, ocurre que el goce puede aparecer como no limitado del todo, que no significa “ilimitado”.

En un análisis nos casamos con lalengua, nos casamos con la tachadura, el equívoco que produce este efecto de sin límites, pero limitado por el deseo de saber.

  1. LACAN, J. El Seminario, Libro 17 El reverso del psicoanálisis, pág. 58 Ed. Paidós, Bs. As.
  2. Medio Pollo, según una de las versiones de este cuento, había nacido de la mitad de un huevo. Un matrimonio muy pobre tenía solo un huevo para comer, lo dividieron en dos y lo hirvieron. El hombre se comió la mitad, y la mujer incubó la otra mitad, y así nació “Medio Pollo”.