Política del postanalítico. Por Hebe Tizio (Barcelona).

Política del postanalítico
1.El pase-sinthome. Utilizar el sintagma pase-sinthome implica partir de lo señalado por Lacan en la Proposición: las instituciones analíticas se asientan sobre un real que provoca su propio desconocimiento. Lacan fundó la Escuela y la hizo equivaler al A barrado porque no hay la definición del analista. Esto pone en su centro una forclusión generalizada y hay que contar con los efectos sintomáticos que se derivan de ello. De allí a la invención del dispositivo del pase hay un recorrido lógico ya que es una consecuencia de esa afirmación. Por eso se trata de la necesidad de verificar caso por caso la producción del analista.
El anudamiento de los tres registros permite cernir un real sin ley del que sólo se puede reconocer su incidencia en los malestares que se generan. Lo interesante del dispositivo del pase es que sintomatiza el real de la formación del analista por el empalme que produce. Los avatares del pase y sus efectos institucionales encarnan las diversas apariciones de ese real que produce su propio desconocimiento. Esto puede “tratarse”, para desembrollar algo y avanzar en la elaboración hasta que otro embrollo abra un nuevo impase.

2. El pase-sinthome y el postanalítico. Es importante la relación del pase entendido como sinthome y el postanalítico. Si el cartel del pase trabaja a partir de una verificación también hace una apuesta. En realidad también el pasante la hace. La apuesta tiene que ver con el ejercicio de la solución encontrada y cómo la misma se puede mantener. Esto hace que el AE testimonie de cuál ha sido su solución y de qué se ha autorizado como analista pero no puede hacerlo sobre cómo se mantiene esa solución en el tiempo. El AE aparece así marcado por el no saber. A partir de allí podrá tener mayor o menor capacidad para elaborar distintas cuestiones que hacen al psicoanálisis y a la Escuela pero esa elaboración no depende sólo de la solución encontrada sino que intervienen otros factores. El término postanalítico puede ser cuestionado, pero lo que interesa hoy no es eso sino la referencia a lo que sucede después que se ha producido un analista, se haya verificado o no en el pase esa producción.
Si hablo de política del postanalítico es porque considero de vital importancia poder ver qué pasa con esa producción dado que es fundamental para el futuro del psicoanálisis.

3. La antinomia analista-psicoanálisis. No podemos decir que Freud y Lacan hayan sido muy optimistas respecto a que la producción de un analista de por sí fuera beneficiosa para el psicoanálisis. Freud en “Análisis terminable e interminable” señalaba la conveniencia de hacer cada tanto un tramo analítico. Sostenía que era una forma de reducir los efectos que la misma posición del analista implicaba pues había una tendencia estructural a ir contra el psicoanálisis.
Lacan inventó la Escuela y el pase no sólo para verificar al analista sino también para encaminarlo por una transferencia de trabajo a la Escuela.
Miller señaló que: “Lacan ha tratado de demostrar un teorema post-analítico según el cual la práctica del psicoanálisis produce de manera necesaria el desconocimiento, la méconnaissance, del discurso analítico”. Y agrega que los analistas abjuran, turbio rechazo, de lo que aprendieron como analizantes. La razón sería estructural, para dar lugar al inconsciente del analizante el analista debe cerrar el propio. Aquí se plantea para mi una distinción y es que cerrarlo operativamente no quiere decir rechazo permanente y no me refiero al inconsciente como representación, sentido. Para avanzar un paso más, la importancia del postanalítico tiene que ver en cómo se las arregla cada analista con este punto.

4. Política del postanalítico. He trabajado en varias ocasiones el tema del postanalítico por razones clínicas, institucionales y personales. Mi idea es que el postanalítico es el tiempo de practicar con el “savoir y faire avec” y que no se trata de un autoanálisis en la dimensión el sentido sino una pragmática del sinthome que permite redistribuciones libidinales y evita el estancamiento identificatorio. Pues el nudo si no se ejercita por esa vía pierde elastricidad y no se abren los agujeros que permiten nuevas invenciones. Por eso tiene toda su importancia la producción que mantiene la diferencia entre saber supuesto y saber expuesto porque es un ejercicio de separación necesario para el analista. Es función de la Escuela brindar, como lo hace hoy, las oportunidades para la transferencia de trabajo.
En un trabajo anterior decía que el analista producido sigue en formación si sigue pasando, es decir, si no se ha “conformado” sintomáticamente. Se trata de que la causa pueda seguir en activo sostenida en la agilidad del anudamiento y por eso había hablado del “pase n”, el pase que se sigue pasando.
Si el pasaje al acto analítico ha mostrado de qué se autoriza cada analista, esa autorización no es eterna, se reactualiza por la vía de cómo sostiene la transferencia. Es por ello autorización en acto. El analista es desabonado del inconsciente significación pero tiene que sostener el inconsciente transferencial para hacerlo existir y luego no alienarlo al sentido. Este analista causa, pero es también un poco artesano, es decir, causa como objeto pero funciona como analista-sinthome en la medida que ayuda a hacer los empalmes necesarios para que el tejido de un análisis se sostenga.
La política del postanalítico no sólo toca los finales de análisis y el deseo del analista, que deben debatirse permanentemente, sino el tema de las diferentes formas de desconocimiento que genera el real en juego porque todas ellas afectan no sólo al analista y a la vida de la Escuela sino al psicoanálisis mismo. Desde esta perspectiva el pase-sinthome es un buen instrumento para aproximarse a esas manifestaciones que tienen que ver con la Escuela real y aporta a la nueva articulación entre psicoanálisis puro y aplicado pues tanto uno como otro dependen de la formación permanente de los analistas, de cómo cada analista practica la autorización en acto.

Hebe Tizio (Barcelona)
Fotos: Puente Romano de Palencia, Puentecillas; autora: Hebe Tizio.
Hebe Tizio en IX Conversación; autor: FMA.