Los wimps*. Fernando Martín Aduriz (Palencia)

Hay partículas que causan el deseo del investigador. Estas partículas, los wimps, puede que estén atravesando en buen número, por segundo, cada kilogramo de tu cuerpo, lector, y del mío. Y el de los físicos que las buscan.

Uno de ellos, un físico español, hijo y nieto de grandes físicos, desde su exilio en una Universidad norteamericana, afirma que ha transcurrido toda su vida buscando ‘algo que no se ve’. Es decir, las partículas que supone la materia oscura. El origen de los conjuntos de galaxias, el origen de la estructura del universo.

La dedicación de toda una vida para buscar lo que no se ve, pero cuyos efectos se saben, iguala al físico y al estudioso del inconsciente freudiano por ejemplo, ambos empeñados en dar con la formalización, con la estructura de lo que causa, bien el modo de ser de un sujeto, bien la composición de la materia oscura. Ambos además utilizan dispositivos especiales.

Por ejemplo, el físico que trata de encontrar estos wimps, usa no sólo de satélites y telescopios, de igual modo que los analistas se interesan por los fenómenos y la actualidad social, por la subjetividad moderna, sino que también utilizan detectores subterráneos, formados por cristales de germanio que trabajan bajo tierra, es decir como el psicoanalista que se interesa especialmente por lo que hay detrás de lo aparente, búsquedas detectivescas bien conocidas por la popularización del cine o de la literatura.

Lo que me pareció más interesante del deseo de este investigador notable de nuestro país fue la razón por la que se hizo físico. Explicó al periodista que le entrevistó, que su padre, también físico, no quería que se dedicara a la física, sino a la biología, pues intuía que iba a ser mucho más interesante en el futuro. Pero él se decidió por la física por el siguiente episodio. En las fiestas con los familiares y amigos, cuando era niño, se dedicaba a observar a los amigos de su padre. Y detectó un entusiasmo por lo que hacían, que no veía en otras casas de sus amigos. El deseo contagiante. Muchas elecciones de nuestra vida, desde la elección de estudios a la de pareja se orientan por este derrotero del entusiasmo detectado en el otro. Un deseo que ha de ser muy potente cuando a él le llevó a dedicar una vida a ‘buscar algo que no se ve’, expresión salida de su boca.

La materia oscura causa efectos gravitacionales en la materia visible. Lo que sucede es que no emite o refleja suficiente radiación electromagnética.

Otro tanto podemos decir de nuestros asuntos más íntimos. Pueden causar innumerables efectos en nuestra convivencia, en el lazo social que establecemos, en nuestra manera de reconocernos en el mundo, en el estilo de vida que desarrollamos, en nuestro gusto por tal o cual autor y obra de arte, y desde luego, en las decisiones más transcendentales que hemos de tomar. Pero esa nuestra materia oscura, a base de actos educativos, ha sabido esconderse lo suficiente como para que sepa no reflejar la suficiente radiación ‘social’, si el lector me autoriza el símil. En esto, hay que decir, existen sujetos auténticos expertos en camuflar su intimidad y la naturaleza de sus deseos y de sus motivaciones. El detector subterráneo, en ese caso, ha de ser muy sofisticado para captar los pliegues más enmascarados de nuestra naturaleza subjetiva.

Aunque lo más profundo de nuestro ser no se detecte sino en la superficie, en nuestro lenguaje, tanto en lo que decimos, nuestra materia luminosa, como en lo que callamos, nuestra materia oscura. Eso que permanece a la espera, esos son nuestros wimps.

*From: http://www.aduriz.blogspot.com Con la amable autorización del autor. Publicado en DIARIO PALENTINO.