Los valores de la República por Jacques-Alain Miller (París) // Todos somos Charlie... Y mucho más por Gustavo Dessal (Madrid)

Los valores de la República


Por Jacques-Alain Miller

Desde  París,  lunes 19 de enero 2015, 8 hs.


¿Y qué hace la Compañía? No omitir jamás hacerse la pregunta. No para orientarse, pues habitualmente sus miembros los encontramos en los cuatro puntos cardinales. Sino para que sirva de ejemplo.

Vean, de un lado el papa Francisco esta cerca de nuestros hermanos musulmanes. Comparte su indignación, la ira de ellos, y su ira, la violencia no le da miedo, “es normal”, dice. Ciertamente, boxear no es matar. Vayamos a Francia. La Compañía allí está cerca de los infieles y de los anticlericales furiosos. Su revista Estudios –voy a renovar mi suscripción– publica en su sitio las primeras planas de Charlie burlándose del papa y de los cristianos. “Hay una forma de irrisión que puede ser fecunda” señala el padre Euvé, redactor en jefe.

Las caricaturas fueron retiradas arriesgando el todo por el todo luego que el papa habló. ¿Cómo podría haber sido de otro modo? La Iglesia tiene como doctrina oficial el ecumenismo. Apuesta a la solidaridad inteconfesional de los creyentes. El papa que metía la pata, quiero decir el docto Benedicto XVI, hizo ver en su época lo que costaba citar, sin malas intenciones, palabras poco cordiales sobre Mahoma mencionado como un emperador bizantino del siglo XIV: por así decirlo.

“Le hizo estallar la raza a ese dolobu” (1). El que se quema con leche ve una vaca y llora. A partir de allí,  dejaron la cháchara del papado con el Profeta! Y además sería mucho pedir a un papa que bendiga la blasfemia a la francesa. ¿Pero también, quién no sabe que están vacunados contra el Vaticano? Mientras que el último Mahoma de Charlie, su Mahoma compasivo, su “Mahoma con nosotros”! es recibido en el mundo musulmán como se ve que lo es, no se tiene el recuerdo de que la larga serie de primeras planas anticlericales del hebdo hayan provocado cualquier reacción del pueblo cristiano. Cool, zen, indiferente, no estaba al corriente, se burla de los que se burlan. Ciertamente no podemos excluir que en el futuro, despiertos de su sueño, dogmático por los poderosos clamores mahometanos, los integristas de Civitas den pruebas de emulación. Queda que por el momento, vemos a pocos católicos incluso iluminados hacer con la misma fuerza que los hermanos Kouachi. ¿Pero quién sabe?

Admiro a la Compañia de Jesús el tirar de los dos extremos de la cadena. Pueden tratar a los tres asesinos como “super imbéciles” o “enfermos mentales” (pero, ¿es políticamente correcto?), no podemos descalificar con tanta desenvoltura mil setecientos millones de musulmanes que expresan de diversa manera el profundo malestar que les causan las bromas de colegiales de ese diablillo de Charlie.

No encuentran un número suficiente de imanes 'con capacidad' para reeducar a la juventud musulmana de Francia, para inculcarle 'los valores de la República', ¿se tomará ahora a cargo la reeducación  de la Oumma (2) en su conjunto?, sería una impertinencia.

Sin embargo,  la tarea no les daría miedo a nuestros “Grandes cabezas blandas”  del siglo XIX, que no se la pasaban lloriqueando, lejos de ello, no disgustaban a Lautreamont. Guizot, Edgar Quinet, Hugo, prodigaban fórmulas como: “Francia guía a la humanidad”, Francia “madre de los pueblos”, “iniciadora del género humano”, “educadora de naciones”, “institutriz del mundo”. Los san simonianos tomaban a los franceses como “pueblo verdaderamente sacerdote, y digno de iniciar a todos los pueblos en la comunión universal”.

La Francia de Michelet era “portadora de la causa del progreso”, “la nave piloto de la humanidad”. Los escolares aprendían en el manual de Lavisse que “nuestra patria es la más humana de las patrias”. Para Gambetta, Francia era la “nodriza de las ideas generales del mundo”.

Francia, decía Jules Ferry, debe ejercer “sobre los destinos de Europa toda la influencia que le pertenece. Debe difundir esta influencia a todo el mundo”. Finalmente Peguy, al final del siglo, unía la fe con la democracia, y exaltaba un universalismo bifásico: "Francia tiene dos vocaciones en el mundo, su vocación de cristiandad y su vocación de libertad. Francia no es solo la hija mayor de la Iglesia, es innegablemente una suerte de patrona y testigo (y a menudo mártir) de la libertad en el mundo”.

Tomo prestado este florilegio de M. Michel Lacroix (Elogio del patriotismo, Pequeña filosofía del sentimiento nacional, Robert Laffont, 2011). Sin duda ese “mesianismo francés” como lo llama con mucha justeza hoy tiene un acento delirante. También tiene una faz negra: fue la tierra fértil del colonialismo. Colonialismo interior también: te asimilas o te mueres. Eso no impide que se haya visto con motivo de la marcha del 11 de enero que ese discurso teñido de megalomanía tuviera todavía bellos restos en el universo. Por una parte explica la pandemia emocional. Por otra parte puede sostenerse que tan enfé (3) como sea, es solidario del genio francés.

Francia surgida de la Revolución no hizo aquí más que tomar el relevo de nuestros Reyes, según la lógica puesta en evidencia por Tocqueville en materia de política y de administración. “La excepción francesa” no es solo un dispositivo de excepción fiscal que favorece a las obras del espíritu.

Designa el lugar distinguido que Francia adquirió en la cristiandad, y en la modernidad como “hija mayor de la Iglesia” (a pesar de sus amistades con Soliman bajo Francisco Iro y con los protestantes alemanes bajo Enrique IV, por miedo de hacer caer a la Casa de Austria) y como “país de los Derechos del Hombre” (a pesar de los crueles incumplimientos demasiado conocidos)

"Dei gesta per Francos" se conjuga, por asi decirlo, con "Libertatis gesta", en el más puro espíritu de Peguy.

Habría allí con qué volver a dar brillo a esos “valores de la República” invocados estos días como un mantra, mientras que a menudo basta con mirar quien martilla con plegarias para saber que estamos en la impostura

¿De qué “República” se trata? Ciertamente no de la Quinta. No, como los revolucionarios del 89 –Marx lo recuerdo en el comienzo de su 18 Brumario– se identificaban a los Romanos de la Antigüedad, nuestras elites se dan aires de grandeza, en estos tiempos de crisis, Tercera República.

No resisto el placer de seguir una vez mas el texto elocuente de Michel Lacroix. La Tercera República, dice, fue especialmente en su primer período, 1870-1914 "la edad de oro del patriotismo”. "En primer lugar, el Estado republicano consideraba  mantener el sentimiento patriótico como su tarea prioritaria. Tenía una política activa de inculcar los valores nacionales. Nuestros gobernantes estaban convencidos que Prusia debía su victoria sobre Francia en 1870 a sus maestros de escuela. (…) La República francesa nacida luego de la derrota quiso seguir el ejemplo que le daba el enemigo. Para los franceses como antaño para los Prusianos, la recuperación pasaría por lo tanto por la escuela, y las virtudes patrióticas formarían la espina dorsal de la enseñanza.

(…) Con excepción de algunas voces discordantes (los anarquistas y los marxistas, para quienes “los proletarios no tiene patria”), los hombres de la cultura compartían el credo patriótico. (...) Otro factor determinante : el “pacto social” que obtuvo la aprobación de la mayoría de los ciudadanos. Ciertamente, Francia de la Tercera República no escapaba a los conflictos de clase. (…) Las injusticias sociales eran evidentes. Pero, globalmente, los ciudadanos se reconocían en la sociedad y en el Estado que lo encarnaba. (…) La escuela permitía el ascenso social”.

Este es en suma lo que pinta el paraíso perdido de Francia de 2015. Solo esta adelantada en un punto: en nuestros días Ravachol no tiene heredero y los marxistas, persuadidos que los proletarios son apátridas ya no son legión. ¿No sería mas bien la Banca y no la Clase la que no tiene patria?

Hago la pregunta. Por lo demás, retorno de pleno a la Tercera! Se encontró la panacea. El speech de Manuel Valls que le valió la ovación unánime de la Asamblea nacional de pie, era la Tercera vintage.

Ese Catalán, hijo de un artista, tuvo el olfato de elegir a Clemanceau como figura tutelar e ideal del yo. Pero ya antes de su discurso, todos los diputados cantaron la Marsellesa al unísono. Se señaló que era un hecho inédito desde el 11 de noviembre de 1918. Hasta qué punto perdieron la chaveta.

Sí, las grandes figuras de la Tercera República tratan de reencarnarse entre nosotros. Pero tal como los seis personajes de Pirandello en la admirable puesta en escena de Demarcy-Mota en el Teatro de la Ville, con la traducción adaptación de François Regnault, difícilmente encuentran actores “con capacidad” de sostener su papel. A decir verdad, hay uno solo entre nuestros hombres públicos que  nos llega directamente de la Tercera República.

Los otros hacen semblante. ¿Quién es? ¿Se dan por vencidos? Ese viajero del Tiempo es Plenel, mi amigo Edwy..

Lo observo luchar, tembloroso, habla fuerte, recrimina, vitupera, en el nombre de una República poderosamente idealizada, de la que no se dirá que nunca existió. Ella existió, sí, pero en el imaginario de nuestros ancestros, en el punto en que siglo XIX y XX se juntan.

Plenel, ¡nuestro superyó republicano! No prodigo este epíteto en vano. El caso Edwy Plenel ayuda a comprender porqué Freud tiene cuidado en precisar que “el superyó del niño no se forma a imagen de los padres, sino mas bien a imagen del superyó de ellos”.

Definición por recurrencia, que abre a la serie de los siglos: “se vuelve el representante de la tradición, de todos los juicios de valor que subsisten de este modo a través de las generaciones”.

Cuando escuchamos a Plenel tan vehemente en estos días, creeríamos escuchar a un Hibernatus o a un Hombre con la oreja rota, congelada o desecada en tiempos de affaire Dreyfus, y que hubiera retomado los colores de la vida hacia 2006, en la creación de Mediapart, del que soy fiel abonado desde el comienzo. Si pongo el cursor en el affaire Dreyfus, es por muchas razones, y en primer lugar porque Plenel mismo ubica su reciente panfleto, Para los musulmanes (La Decouverte, 2014) bajo el patronazgo de Zola, y precisamente de un artículo del mismo titulado “Para los judíos” publicado un año y medio antes de J´accuse. Pero sobre todo el Affaire fue el crisol de un concepto de "la Izquierda” que se mantuvo durante un siglo, y del que hoy Plenel es el perforante poeta. Conocemos la tesis que defiende Jean-Claude Michéa en sus últimos libros, y le hace frente de manera brillante sobre este punto a Jacques Juillard, sabio historiador de las izquierdas francesas.(puede seguirse la controversia en su obra: La Izquierda y el Pueblo. Flammarion 2014). El asunto marca el momento en que el movimiento obrero, que hasta entonces había mantenido a raya a la izquierda burguesa, confluye con ella par dar nacimiento a los “intelectuales” y a ese mito de la Izquierda que se degrada bajo nuestros ojos hasta volverse obsoleta. Los dos componente de ese puro producto de síntesis política parecen comprometidos en un inexorable proceso de separación. Los obreros votan el Frente Nacional y los burgueses que pasan al (social-) liberalismo que ¿continúa a la  izquierda?

En lo esencial, una pequeña burguesía intelectual, funcionaria y sindical, enamorada de un fatasma que se oculta con sus abrazos. Si no tuviéramos a Planel para cantar la Izquierda de antaño, ¿quien? No veo a nadie, ni siquiera Melenchon que pasó con armas y equipaje al ecosocialismo.

Cuestión “valores de la República” no veo por el momento mas que un solo rival a Plenel. Educada en un serrallo donde la República era mas bien “la mendiga”, Marine Le Pen, a despecho de su transformismo, de sus dotes de camaleón, está poco segura todavía de sus palabras. ¿Nicolás Sarkozy? ¡Cómo balbucea sin el texto de Henri Guaino! ¡Qué perdido que parece! un personaje en busca de autor, como en Pirandello. Alain Juppé, François Fillon, etc.? Pagan el precio de su buena educación: ninguno sabe escalar la montaña de estiércol para lanzar con convicción los cocoricos de rigor.

Por caridad, no hablaremos de los primeros comulgantes, François Bayrou, François Hollande.

No, no veo más que a Valls que sepa sostener el tono Clemenceau frente a Plenel triunfando como Zola redivivo

El primer poli de Francia contra el número 1 de los intelectuales de izquierda, impiadosos los dos (y también mi querida Christine Angot) con Houellebecq o Zemmour.

Pero divergen sobre Dieudonné. Es que uno la da prioridad al gran miedo de los judíos sobre el malestar de los musulmanes, mientras que para el otro, la islamofobia sustituye largamente al antisemitismo.

Continuará

Algunas referencias

Las palabras del papa: la información más precisa fue dada por i.media que se presenta como “agencia de prensa en lengua francesa especializada en el Vaticano”.

“No se puede insultar la fe de los demas, asegura el papa Francisco al mismo tiempo que elogia los beneficios de la libertad de expresiòn. - I.Media

 

Las palabras del padre Euvé:

http://www.lepoint.fr/societe/ charlie-hebdo-l-audace-des- jesuites-de-la-revue-etudes- 12-01-2015-1895848_23.php

El reintegro de las caricaturas: bello texto de la redacción de Estudio en su sitio, con el título.

« Retentissement ». Lo doy en extenso al final. Se leerá también con interés el artículo notable de Laurent Wolf « Sade, un intégriste de la lucidité ».

Los imanes: puede leerse en Le Monde del sábado el artículo de Ariane Chemin y Anna Villechenon vemos que los futuros imanes formados en la Gran mezquita de Paris no están exactamente destinados a ser como lo fueron antaño los instructores, los “húsares negros de la República” La expresión viene de Peguy.

Nuestros .jóvenes maestros eran bellos como húsares negros. Esbeltos, severos, ajustados. Serios y temblando un poco por su precoz, su súbita omnipotencia.”

http://abonnes.lemonde.fr/ societe/article/2015/01/17/a- la-grande-mosquee-de-paris- les-futurs-imams-vident- leursac_4558443_3224.html? xtmc=la_grande_mosquee&xtcr=1

« Dei gesta per Francos », más o menos « L’action de Dieu passant par les Francs » : con este título fue narrada la primera Cruzada por Guibert de Nogent. Ver ese nombre en el Diccionario de la Edad Media.

PUF, 2002 ; numerosas referencias

La « fija mayor de la Iglesia » : Lacordaire dixit, en un discurso a  Notre-Dame-de-Paris el 14 de febrero de1841 ;comparaba la singularidad francesa a la elección del pueblo judío. Ver la intervención en 2013 del cardenal Barbarin ante la Academia de Ciencias morales y políticas:

http://lyon.catholique.fr/IMG/ pdf/la_france_est_elle_encore_ la_flle_ainee_de_l_eglise_ cardinal_barbarin_15042013_v2. pdfRetentissement

«¿Qué esperábamos de la revista Études ? Ciertamente que se tome el  tiempo para reflexionar ante los trágicos  acontecimientos acaecidos en la sede de Charlie Hebdo. Nosotros decidimos publicar en nuestro sitio una reacción en caliente. Para manifestar nuestro apoyo a nuestros cofrades asesinados, elegimos reproducir algunas “primeras planas” de la revista que se refieren al catolicismo. Era un medio de afirmar que la fe cristiana es mas fuerte que las caricaturas que podemos hacer de ella, incluso si los cristianos se sintieron ofendidos. Sin duda esto hubiera necesitado explicaciones mas extensas. Decir que nosotros somos “Charlie” del que no compartimos la línea editorial desde antes, ni forzosamente el humor, es decir que la libertad de expresión es un elemento fundamental de nuestra sociedad” (Declaración de la conferencia de obispos de Francia el 7 de enero). La repercusión de estos acontecimientos arrojó confusión sobre lo que parecía que iba de suyo. y eso nos entristece.

Para poner fin a las polémicas, hemos decidido retirar el acceso a la pagina que las hizo nacer. Daremos en nuestras columnas un amplio lugar a las preguntas que estos acontecimientos provocan y a los comentarios que suscitan.

El interés por la revista, manifestado en esta ocasión por el eco considerable que recibió nuestra iniciativa nos alienta y nos compromete a proseguir libremente nuestro trabajo de reflexión”

» http://www.revueetudes.com/ archive/article.php?code=16644

Publicado el  19/01/2015 en lepoint.fr

N. de T.:

(1) Miller emplea una expresión del lunfardo francés, que consiste en invertir las sílabas de determinadas palabras en este casoenlecu por enculè

(2) comunidad de musulmanes

(3) es una ciudad Ortodoxa en el Koura distrito del Norte del Líbano, a 65 km de Beirut

Traducción Silvia Baudini

 

 

Todos somos Charlie... Y mucho más

Vía http://www.telam.com.ar/notas/201501/91341-todos-somos-charlie-y-mucho-mas.html

 


Por Gustavo Dessal (Madrid)


El terrorismo argumentado en el Islam es la contracara del poder contemporáneo. Del mismo modo que el poder se ha vuelto invisible, ilocalizable, disperso en la extraterritorialidad del ciberespacio, el terrorismo es su doble. También él es en el fondo invisible, un enemigo que no tiene rostro, a menos que nos creamos que el rostro de Bin Laden, Mohamed Atta, los hermanos Chérif, Said Kouachi y otros monstruos semejantes conforman el retrato fiel de aquello que los infieles llamamos terrorismo islámico.

¿Quién nos gobierna? No hay respuesta precisa a esta pregunta, porque vivimos en un mundo en el que ya no podemos distinguir quién es el amo. El amo es una figura del pasado. Hoy está fraccionado, difuminado, licuado (Bauman dixit) en los algoritmos que diseñan las ondas que vuelan por el espacio y que transportan imágenes, virus, datos, bitcoins. El amo se ha desmaterializado, y su doble, el Nuevo Terror, es la manifestación de su retorno en lo real.

Arturo Pérez Reverte publica una columna titulada Es la guerra santa, idiotas (El Cronista Comercial, 8-1-14). Es una vieja costumbre de este escritor llamar idiotas a todos los que no piensan como él. Tal vez, como enseña Lacan, Pérez Reverte recibe su propio mensaje en forma invertida, y el idiota sea él, cuando escribe: ...pienso en el enemigo. Y no necesito forzar la imaginación, pues durante parte de mi vida habité ese territorio. Costumbres, métodos, manera de ejercer la violencia. Todo me es familiar. Todo se repite, como se repite la Historia desde los tiempos de los turcos, Constantinopla y las Cruzadas. Incluso desde las Termópilas.

La historia no se repite, aunque suele repetirse la estupidez del maniqueísmo, la debilidad mental de la respuesta en espejo, la miserable réplica de ese fanatismo que hoy se disfraza con los ropajes de una interpretación delirante del Corán. La idea de una guerra de civilizaciones, según la tesis de Huntington, es muy tentadora. Pero lamentablemente resulta inservible. No solo por su falacia argumental, sino por su ineficacia práctica. A menos que nos propongamos seriamente una nueva Solución Final, pero esta vez aplicada al mundo musulmán, la cordura debe inclinarnos a no perder la cabeza. Porque uno no solo puede perderla por la espada de un yihadista (como otrora bajo la cuchilla de la guillotina republicana), sino también intoxicándose con el discurso que promueve el mensaje O nosotros, o ellos. ¿Quiénes son ellos? No hay tal distinción. Esa diferencia -mal que le pese a Pérez Reverte y a todos los que piensan como él- forma parte de la lógica de la modernidad que culminó en el siglo pasado. Pertenece a una etapa de la humanidad en la que aún existían categorías capaces de establecer un ordenamiento en la complejidad social y política de la historia.

Ahora estamos en otro tiempo, un tiempo en el cual la violencia terrorista es el síntoma espectacular de una violencia que el discurso neoliberal ha desencadenado al desactivar todas las barreras, las señales de alarma, los límites, al propagar la Idea Universal, totalizadora y totalitaria, de que todo es posible.

¿Por qué debemos aceptar el todo es posible en el plano del terror financiero, pero somos presa de la perplejidad ante esa otra forma del terror cuya raíz resulta ser secretamente la misma? ¿O acaso el Estado Islámico ha nacido de un repollo? ¿Por qué las democracias occidentales se mesan los cabellos cuando sus metrópolis son golpeadas por la furia terrorista, pero desde la Casa Blanca hasta el Palacio del Elíseo reciben con honores de estado y alfombra roja a las autoridades de países como Qatar o Arabia Saudí, que financian los semilleros de fanáticos asesinos?

Si alguien hoy en día cree que entre la yihad islámica, Wall Street, el narcotráfico, las monarquías árabes, los fabricantes de armamento, la CIA, y la tecnociencia no existe ninguna clase de vínculo, entonces se ha quedado atrapado en el pensamiento de Aristóteles, muy sabio para varios siglos, pero algo anticuado para los tiempos que corren.

Francia es hoy el objetivo castigado. Se quiere buscar para ello un sentido: la participación del estado francés en Mali, en los bombardeos al E.I., etc. No queremos reconocer que el terror no es un Accidente en la buena marcha de Occidente, (hay, curiosamente, tan solo una letra de diferencia), sino que es parte sustancial de su propio desenvolvimiento. Porque incluso las nociones de Occidente y Oriente han perdido su significado.

Hoy el terror alza la bandera de la medialuna, mañana actuará con nuevos colores, pero nosotros seguiremos creyendo que se trata de lo Otro, seguiremos queriendo creer que el infierno está fuera de nuestra civilización, y que los terroristas son los marcianos que invaden el noble territorio americano como en las malas películas de Hollywood. Ya no hay guerra de civilizaciones, porque el plural ha sido aplastado por una violencia más poderosa, la de un discurso que mata de manera indirecta, pero no menos eficaz. Aunque también tiene sus excepciones: a veces masacra mineros sudafricanos en huelga emitiendo un mail desde una mansión de Londres. Todos somos Charlie. Todos somos mineros sudafricanos. Todos somos convertidos en desechos por gracia y obra del capitalismo salvaje que se expande como una monstruosa gangrena.

¿A quién debemos cortarle la cabeza para parar la infección, cuando el cuerpo enfermo es uno y el mismo? Porque la yihad islámica no brota de los pedregales del desierto, sino que resulta ser la célula maligna que se propaga en un complejo organismo nacido de un entramado de poder cuyos componentes no pueden diseccionarse, porque han sido ensamblados en las catacumbas de los organismos internacionales democráticos, con la colaboración de paraísos fiscales, laboratorios científicos, agencias de calificación, empresas multinacionales y ejércitos privados.

Soy plenamente solidario con el sentimiento que hoy embarga al pueblo francés. Y como la mayoría, querría ver a los autores de la masacre condenados a cadena perpetua. Pero junto a ellos, me alegraría ver a unos cuantos más, no precisamente hombres vestidos con vaqueros y pasamontañas, sino con trajes de Savile Row o túnicas bordadas de oro. Estos últimos no llevan fusiles Kalashnikov ni conducen camiones cargados de explosivos. Suelen reunirse en Bruselas, y sentados en los despachos de torres de cristal, mueven los hilos de las marionetas desde sus smartphones, deciden el destino de millones de griegos, hojean los folletos de las últimas bombas de racimos que habrán de probarse en la franja de Gaza, y convierten regiones enteras del planeta en un videojuego con personajes de carne y hueso.