LITERATURA Y PSICOANÁLISIS. La visión de un escritor: RICARDO PIGLIA. Por Carmen Alda (Barcelona)

LITERATURA Y PSICOANÁLISIS. La visión de un escritor: RICARDO PIGLIA.

La velada del miércoles 24 de mayo, realizada en la sede de la Comunidad de Cataluña de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, fue un regalo entregado por Ricardo Piglia a los numerosos asistentes que llegaron desde diferentes ámbitos de la ciudad, al enterarse de tal acontecimiento literario. Llegó casi al unísono del artículo de J.-A. Miller, "Iluminaciones profanas" donde se remite a las Tesis sobre el cuento de R. Piglia. (Freudiana nº46, 2006).

Marta Serra abrió el acto agradeciendo la presencia del escritor argentino y también a quienes facilitaron que se produjera: Lidia López, miembro de la ELP-CdC y Willy Schavelzon, agente literario. En la mesa se hallaba Miquel Bassols dispuesto a entrar en diálogo -desde una perspectiva psicoanalítica- con el invitado de honor.

Nuestra colega hizo una presentación de la trayectoria de la obra de R. Piglia en distintos géneros, como novelista, cuentista, ensayista y guionista cinematográfico. Señaló además, que este hombre polifacético ejerce como profesor de literatura latinoamericana en Princenton University y realiza la función de asesor editorial.

Calificó a Piglia de erudito de las letras y explorador de la literatura, de cuya experiencia singular extrae reflexiones de gran complejidad, aderezadas con elementos autobiográficos y transmitidas de forma lúcida. Añadió el calificativo de acróbata, porque con sus piruetas literarias logra que su narrativa se pueda leer como los cuentos, produciendo incluso un efecto poético.

Todos somos narradores

Ricardo Piglia se dirigía a un auditorio familiarizado con el psicoanálisis y rompió el silencio expectante con una digresión sobre la “i” para seguidamente entrar en un punto de intersección entre literatura y psicoanálisis: la práctica psicoanalítica se basa en la narración, obliga al otro a contar, a relatar. Los relatos son moneda de cambio donde paga el que narra. Con Freud la narración adquiere un precio singular.

Si narrar es un hecho de lenguaje, propio de la condición humana, entonces: todos somos narradores, todos sabemos narrar, forma parte de la práctica de todos. Con una salvedad, unos son mejores narradores que otros y ahí entra la literatura que trabaja con lo real para fijar la experiencia y como experiencia sociolingüística encontró un estilo.

Pero ¿qué ocurre con los relatos? Puede haber relatos que no son bien contados, por ejemplo, es lo que ocurre en los sueños, quien narra el sueño está muy capturado en el narrador. Respecto a lo narrado, no depende del entusiasmo del narrador sino que el que escucha forma parte de la historia y está implicado en la intensidad. Aquella se transforma en función del interlocutor.

De sus citas a Balzac, Borges, Vàlery rescataré una idea interesante de éste último, que viene al hilo de las condiciones para que haya narración: el relato construye ficciones y para ello se necesitan fuerzas ficticias. Se necesitan relatos para construir realidades.

La función del relato

Los relatos sirven para construir realidades. Una de las cualidades del relato es que hace ver y sin embargo, muestra y no dice, no se puede extraer una conclusión, pero llama a la interpretación. Siempre hay alguien que ve, un testigo que ve y cuenta, hace circular lo visto. Así define R. Piglia la narración y nos dio para ilustrarlo un relato, cuya matriz sale de un hecho: haber visto un tren lleno de féretros vacíos que iba para el sur.

Primera pregunta: ¿Por qué iba hacia el sur?. Un relato es un enigma, una experiencia construida con imágenes inolvidables pero con final abierto.

H. James distinguió entre mostrar y decir, puesto que en el decir se agrega una significación determinada por cada uno que ve lo que se muestra. El relato del tren…funciona porque la idea de un tren de féretros vacíos se abre a la posibilidad de jugar con las significaciones múltiples y tomar la decisión que se quiera.

Utilidad del relato

Tiene el relato una función práctica puesto que se trata de una transmisión de la experiencia. Lo ilustra el relato del tren de los féretros vacíos, ya que según R. Piglia se trata de una experiencia angustiada, de un duelo sin tumbas, revelando el significado sin dar la significación.

¿Por qué persiste el relato? Los refranes son restos de relatos: en casa de herrero cuchillo de palo. Es preciso saber que los cuentos son siempre morales pero dejan la decisión moral en suspenso, no la explicitan.

El final define el relato, excelente ocasión para que Piglia de un paso de la literatura al psicoanálisis: Los finales interesantes están en el arte. Freud inventó la sesión de 50 minutos y Lacan sin embargo, deja que el final surja de la propia significación. Esta es una cuestión narrativa archisabida –de la cual Lacan se sirvió- y se podrían poner ejemplos literarios sobre el tiempo del relato, sus escansiones, interrupciones, demoras, aceleraciones…porque la literatura es más lenta que la vida y que el lenguaje cinematográfico.

El relato literario queda inconcluso. Dado que nunca se alcanza la significación hay encadenamiento de relatos y cuando uno se acaba se hace otro. Pero en este punto, R. Piglia relacionó y diferenció entre la tradición filosófica y el relato literario, diciendo que aunque en ambos casos se admita el concepto y su oposición, no deja de producirse una tensión entre la argumentación racional y la narrativa. Leo Strauss establece dos argumentaciones: Atenas y Jerusalén.

Otra cuestión es la experiencia de larga duración. La tesis de Karl Popper es que lo más característico del lenguaje humano es contar relatos en tanto el lenguaje empieza a funcionar a partir de algo que no está.

Dos maneras básicas de narrar

1.- El relato como un viaje para recordar lo que se ha visto.

Piglia lo ilustró así: el primer narrador de la tribu cruzó la colina, el río y vio que no se comía carne humana. El relato va del otro lado, no está ligado a la
experiencia cotidiana. Se trata de pasar de una realidad a otra, el viaje es tomado aquí en sentido metafórico: cruzar fronteras, huir del tedio, de la vida familiar. ¿Quién se anima a salir?. El héroe de este tipo de relato lo encarna la figura de Ulises.

Uno de los grandes géneros del relato, no como viaje, es la ciencia ficción, pero el núcleo básico de la pulsión narrativa es el relato como viaje. Narra quien sabe y se avanza del no saber al saber.

2.- El relato como investigación.

En esta modalidad no se trata de salir a una nueva realidad, no está la categoría del viaje pero trabaja con la tensión entre secreto (alguien tiene algo y no lo da), enigma (dar a entender, a descifrar) y misterio (explicaciones que no responden a la lógica de la causalidad). Piglia cita a Borges, quien establece una diferencia entre la causalidad de lo real y la causalidad de lo mágico. La ficción funciona estableciendo una causalidad lógica que el relato propone con sus signos.

El género policial es el paradigma del relato como investigación y el héroe de este tipo de relato lo encarnaría Edipo.

La prehistoria de una subjetividad

Una proposición oracular: el que lee mal el oráculo paga, lo cual implica comprensión, señales…

Ulises, hombre nómada, extranjero, errante, da una idea del que viaja y del que llega. También de la amenaza de los que le esperan. Ahí aparece la iluminación en tanto que verdad y muerte están juntas. Sólo quien puede matar a otro puede decir la verdad.

El reverso es la vuelta al lugar. Se viaja para volver, de ahí nace la Odisea. Este viaje de retorno responde a una fantasía femenina, la de Penélope. Su deseo es que se vaya y ella se queda rodeada por los que la cortejan. La interpretación de Piglia siguió por los derroteros de las condiciones de amor femenino: ¿Y por qué ese marido?. Pregunta con efectos de chiste para el auditorio.

Bassols enebra la “i”al hilo del comienzo…

Le llega el turno a Miquel Bassols y comienza por el comienzo, ya que R. Piglia evocó, para entrar en tema, una conversación que tuvo con psicoanalistas argentinos a propósito de la “i”. La “i” abrió la cadena asociativa de Miquel, facilitándole un relato de su experiencia en París hace unos años, sobre “el sí,…entonces”, lo cual le suscitó la idea de que aquel encuentro hubiera podido versar sobre la “i”, dado que el tema de trabajo de los psicoanalistas era “ Psicoanálisis y … medicina, arte, etc”..

Bassols vertió su escucha pasando las ideas del ponente por el registro teórico del psicoanálisis. Sus preguntas se abrieron hacia senderos poco habituales en el discurso psicoanalítico, efecto de los dichos de Piglia. Sirvan algunos retazos para ilustrarlo:

A su definición -la ciudad es una trama de relatos, es una máquina narrativa-Bassols respondió añadiendo otro sentido: “se podría figurar que la ciudad como conjunto de discursos de sesiones de psicoanálisis de todo un día, nos daría la ciudad-síntoma-fantasma, lo más particular de los relatos”.

Y respecto a la metáfora del escritor-nadador en el mar del lenguaje que se las ha de arreglar para nadar en la locura, con el lenguaje como instrumento, Bassols respondió aludiendo a Joyce, el escritor que construye algo para flotar en ese mar del lenguaje y pasar: de la construcción de un relato a la construcción de un síntoma “vivible”. La extrapolación alcanzó la praxis psicoanalítica en estos términos: Un análisis es un relato que consiste en hacerse un personaje del relato que sufre a través de la historia familiar.

Sus interlocuciones siguieron desgranando ideas lúcidas. El público tomó la palabra contribuyendo a la construcción de los hilos de pensamiento tejidos por los ponentes. Fue un encuentro de iluminaciones narrativas, de relatos de distinta duración.

El paso de R. Piglia por Barcelona dejó sus huellas. Estos apuntes tomados a vuelo pluma, sólo dan unos flecos de lo que esa noche se tejió en la sala de actos de la sede ELP-CdC. Estén atentos a los números de Freudiana, porque las tesis de Ricardo Piglia sobre el relato se han convertido en referencia obligada para el psicoanálisis de orientación lacaniana.

Carmen Alda (Barcelona)