LACAN COTIDIANO – N° Cero. Gerard Miller, Christiane Alberti, Clotilde Leguil, Agnès Aflalo.

“Septiembre será lacaniano” – Le monde des livres, 19 de agosto 2011

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Últimas reacciones que conciernen al dossier de le Point
Michel Schneider defendido por Gérard Miller
La distribución de Lacan Cotidiano
Domingo 21 de agosto 2011
17hs05 (GMT +1]

Gerard Miller desde Londres
Desde Londres, donde llegué hace pocos días, he leído en Lacan Cotidiano las primeras reacciones al artículo de Michel Schneider, y me parece verdaderamente injusto que ninguna de ellas subraye la toma de partido original del autor.

Mientras que un crítico es generalmente un tipo que habla bien de lo que conoce mal (cf Henri Jeanson) Michel Schneider logró por el contrario la proeza de hablar mal de lo que es supuesto, como psicoanalista, conocer bien.

Y logró tan perfectamente hacerlo que nadie podría pretender (salvo teniendo mala fe) que un crítico que nunca haya visto un diván ni pesque ni medio de Lacan hubiera podido hacerlo peor.

Aunque mi correo diverje de aquellos recibidos hasta ahora, espero sin embargo que podrá publicarse, pues Lacan Cotidiano se honraría difundiendo puntos de vista contradictorios.

Nathalie Geroges-Lambrichs, de vacaciones en la Yonne
¿Qué es lo que hace correr su “pluma” Michel Schneider? “Loco según varios testigos”, escribe a propósito de Lacan. Michel Schneider, que escribió tan finamente sobre Glen Gould (habrá que verificarlo), y del que yo aprecié también las Heridas de memoria (Blessures de mémoire), no fue muy cuidadoso en cuanto al estilo y al uso de los significantes amos del psicoanálisis.

Pues finalmente cuando se lanza la palabra “loco”, ¿se la va a descartar con el dorso de la mano para decir “ese no es el problema”? Sin embargo, lo hace. En cuanto a preferir Proust a Lacan, es el colmo de la degradación, tanto de uno como del otro, descartados a causa de esos efectos que buscan el facilismo y producen confusión, todo para decirnos que hace a menudo el amor… Es conmovedor. No retrocede ante “curar un paciente”, no evitando ese significante tan maltratado con la promoción de los cuidados psíquicos a todos los niveles, y donde el psicoanálisis hace de límite a la impostura.
Se demuestra lo que está escrito en la página 70 de la revista, que cita las páginas 74 y 75 de Hablo a las paredes (Je parle aux murs): “Todo lo que se escribe refuerza el muro”.

Claude Imbert, en su editorial, pone al descubierto “nuestra” falta ética en el corazón de la economía política que padecemos y gozamos. La histérica disimula su deuda, escribe, ya sea confiada o desafiante. El psicoanalista empuja a pagar para captar más bien su fundamento y su contorno. ¿Cómo hacer con ese muro que atraviesa a cada uno? ¿Quién lo aprovecha? Queda, en efecto, este crédito que Lacan dio al psicoanálisis y cuya carga nos toca a nosotros tanto como somos responsables de su posible descrédito. Una y otro nos obligan a título propio, pues el “común provecho” caro a Messire de Beaumanoir –que adoctrinaba en el corazón del la Edad Media sobre la unidad futura de la corona y del reinado– continúa siendo lo que era y sostiene: un semblante.

¿Cuál es entonces ese muro que nos obliga a pensar que un muro se funda y se refuerza? Si es el muro del dinero, no se presenta en el psicoanálisis sin el muro del lenguaje.

Uno puede consolarse con palabras, aún, e incluso “en el psicoanálisis”, “el falso”, pero el verdadero psicoanálisis no es un muro, no erige estelas a los estilistas –ni siquiera a Lacan. Con él, sin embargo, se interesa en los muros, “objetos del siglo” -tomo esta fórmula de Gérard Wajcman para agregar estos muros a su colección.

Y a los murmullos, por supuesto, siempre plurales, sobre el fondo de los cuales una palabra, un término, un dicho puede destacarse y dar a una existencia su cifra, es decir su centro de gravedad.

Christiane Alberti, en La Palme, en el Aude
Desde el título, Profecías de Lacan, su entrevista se anuncia graciosa y seria. El sentido está dado al final con la fórmula “descifrar el presente”. Hacer significar el texto de Lacan, siempre en la delantera de este futuro funesto que tememos. Empresa preciosa en una actualidad donde el tiempo surge a cada instante. Con una aceleración desigual.

Leyéndolo, en el corazón de este verano habitado por el movimiento de la bolsa, fatigado por las verdades de los expertos, que toma atajos pero también que inventa, que hace surgir, que lleva. Ud. establece un presente sin común medida ni con el pasado, no con ningún provenir que pueda soñarse. Lo más sorprendente es que no surge de ello ni optimismo, ni pesimismo, sino algo que funciona como una suerte de regocijo.

¿A qué se debe? ¿Al amor? ¡Sin duda! Pero también: ¡el UNO-COMPLETAMENTE-SOLO finalmente, no es tan triste! Sobre todo: usted produce la convicción no de que una lectura psicoanálitica puede cambiar el mundo, pues hace mucho tiempo que no existe ningún mundo, sino que preserva algo. Se pueden extraer todas las consecuencias que se quieran de la enseñanza de Lacan, no se tocará lo esencial que está contenido enteramente en su sola existencia.

Su lectura del tiempo presente hacer surgir toda la fuerza de esta enseñanza sin par. Dice lo que ordena o deshace el lazo social a partir de lo íntimo, a partir de lo que es imposible de soportar, un no negociable propio de cada uno. Tanto más notable hoy que su sentido se borra. ¿Cómo vivir y cómo arreglárselas con esto? Que “el mundo no marcha sino por el malentendido”, tan bien dicho por Beaudelaire, y que el aspecto conversacional propio al campo científico se impone en todas partes. Que nuestra época es la de los modos de gozar en rebelión. Que el padre es propiamente “impensable” como lo afirma Lacan, y que no se trata ni de liberarse de él, ni de restaurarlo, como se entona por todas partes.

En resumen, un texto que acecha lo real y que espera un lector ávido. Crónica para continuar, se lo ruego

*CORREO DE LECTORES. La creación de Lacan Cotidiano a mediados de agosto sorprendió; no hemos recibido aún ninguna reacción de nuestros lectores que concierna lo oportuno de nuestras iniciativas. El único mail que entra en esta categoría emana de nuestra amiga Catherine Clément. La responsable de la lista de distribución Messager recibió, en respuesta al envió del comunicado “Breaking News” de ayer, el texto siguiente: “Estimada amiga, no estoy segura que este correo sea apropiado” Este envío inaugura el Correo de lectores. LC

Clotilde Leguil, en París al regreso de los Landes
De regreso de los Landes ayer, he leído Le Point en el tren. Reacciono a mi vez a la extraña presentación que hace Michel Schneider de Lacan, que se parece en efecto más a un entierro que a otra cosa.

Me parece sorprendente que, según Michel Schneider, no quede de Lacan en el siglo XXI más que “algunos aforismos fulgurantes”, “retruécanos”, “brillantes palabras-balizas”, “increíbles proclamaciones de genio”, “groserías de salas de guardia, compensadas con distinciones operativas”, y “algunas fulgurantes luces mezcladas con tantas preciosidades oscuras”. En resumidas cuentas, nada más que fórmulas fijas, una jerga, refranes, estribillos constituidos, nada vivo, un saber muerto con el que nada tenemos que hacer hoy en la clínica contemporánea.

No he conocido a Lacan en vida, por lo tanto nunca asistí a uno de esos Seminarios, ni a sus presentaciones de enfermos, y sin embargo gracias a la transmisión de aquellos que tratan de elucidar su trabajo, resta de Lacan para mí otra cosa muy diferente que esos eslóganes fuera de contexto.

Lo que está vivo en lo que Lacan nos ha dejado, es todo lo contrario de esas fórmulas que pasaron a la posteridad, es un cuestionamiento profundo de la función del psicoanálisis en los tiempos áridos del cientificismo, una relación al saber que no es nunca dogmática sino que traza una vía precaria hacia la verdad, justamente una manera de interrogar que conduce siempre a tratar de retomar exnihilo lo que es la meta del psicoanálisis, lo que puede significar el inconsciente y lo que Freud nos dejó de incomparable entre las manos.

Lacan no parece jamás completamente satisfecho de lo que encontró y es por esto que recomienza, que continúa, que vuelve a decir de otro modo, como si el psicoanálisis mismo escapara siempre a aquello que trata de formular la teoría sobre él.

Esto es lo que nos ha llegado de Lacan, es también esto lo que hace de su enseñanza no un saber aplastante que nos prohibiría tomar la palabra después de él, sino un lugar vivo que deja a cada uno la posibilidad de decir a su manera lo que es el psicoanálisis para él.

En cuanto a la concepción patológica de la sexualidad que evoca Michel Schneider dando un sentido curiosamente normativo a la fórmula “no hay relación sexual”, no comprendo lo que quiere decir. ¿Lacan es para él un ser incapaz de concebir una sexualidad normal cuando sin embargo es tan simple? ¿Eso quiere decir que la norma en materia de sexualidad es hacerlo a menudo pero no hablar jamás de ello? ¿Y con qué frecuencia es normal hacerlo para no ser considerado como teniendo una conducta patológica? ¿Y en nombre de qué norma sería sano no hablar jamás de ello?

Evidentemente si hay que hacerlo y callarlo, el sexo ya no tiene nada que ver con el amor, ni con lo que Lacan dice de él, cuando mostraba que el amor existía allí donde la relación sexual no lograba establecerse. Y es por lo cual poco importa la cantidad, que no se lo haga nunca, que se lo haga un poquito, que se lo haga mucho, frenéticamente, sin embargo nos gusta hablar de ello…

Justamente, queda de Lacan una concepción del amor que no es ni sensiblera ni trash, ni romántica, ni cínica, bastante única en su género, una concepción que trata de buscar toda la profundidad ontológica, el valor semántico para el sujeto contemporáneo, que no es ni un animal ni una máquina, sino un ser sexuado y hablante.

* Encontrarán al final la lista de colaboradores de la publicación. Podrán ver cómo entrar en contacto con el diario, en qué direcciones inscribirse a las listas de distribución si no se tiene una más cercana; cómo consultar los números anteriores. Para terminar, el Sr. Patachon Valdes periodista respetado en Belice, aceptó ser nuestro mediador; la dirección indicada no funciona; tratamos de entrar en contacto con el por otras vías. LC

Agnès Aflalo, en París, de regreso de Normandía
Le Point es el primer periódico de este comienzo de temporada en publicar un dossier Lacan. Este dossier se abre con un artículo del Sr Michel Schneider, escritor, ex alumno de la ENA, alto funcionario y psicoanalista. Lacan está allí cubierto de oprobio; su obra, escrita y oral reducida a algunas “groserías de sala de guardia y otros retruécanos de almanaque Vermot (1). Esto es lo que un brillante intelectual guarda de treinta años de enseñanza de un hombre con un saber enciclopédico y con un humor corrosivo y cuyos Seminarios, establecidos por Jacques-Alain Miller, se publican en todos los continentes.

¿El uso de las inmundicias dice otra cosa que el gusto de aquel que las maneja? Lacan y sus alumnos son desacreditados de entrada a fuerza de insultos y de calumnias: una locura homicida los afectaría en su conjunto y algunos, hábiles, sabrían obtener un beneficio. Tales palabras no son solo difamatorias, suscitan también el más vivo asombro bajo la pluma de un colega. El advertido lector de Lacan sabe que el odio es una pasión de la ignorancia. Un psicoanalista consecuente no puede ignorar que el odio es el signo del rechazo de saber la verdad. ¿Pero qué decir de un alto funcionario que desacredita de este modo a los alumnos de Lacan, mientras que el Estado confirió el reconocimiento de utilidad pública a la Escuela de la Causa freudiana, como a otras instituciones que se refieren a Lacan?

La confusión no debe buscarse del lado de Pascal, sino más bien del lado de quien no puede distinguir religión y discurso analítico. Los ejercicios de Ignacio de Loyola ganarían sin embargo si fueran meditados seriamente, antes bien que entender de través su “Perinde ac cadaver”. No, decididamente, nosotros no estamos en el después-de- Lacan. Es él quien se nos adelanta todavía, y basta para convencerse, con decidirse a leerlo. El Seminario XIX, tan actual, está fechado hace 40 años (1971). Las otras dos partes de este dossier dan una idea de su actualidad: dos textos inéditos de Lacan, y un comentario fulgurante de Jacques-Alain Miller. El discurso analítico tiene más de un siglo.

Hoy los psicoanalistas que se refieren a Lacan, distribuidos en los cuatros rincones del planeta, son los más numerosos. Estos no confunden las relaciones sexuales con la relación sexual, en el sentido de Lacan: el famoso aforismo “no hay relación sexual”. Si se tiene en cuenta la naturaleza del síntoma inherente a cada humano, este síntoma conlleva una parte oscura irreductible. La mala noticia, es que la sexualidad constituye una dificultad para cada uno. Pero la buena noticia es que cada uno debe inventar su buena solución, homo o hétero. El recurso de Lacan a la matemática no es para nada una fuga: permite captar la lógica de la sexuación, que hace que el sujeto pueda ubicarse bajo la bandera hombre o mujer, cualquiera sea su sexo anatómico.

El gran escritor siempre le enseña al psicoanalista. Oponer aquí un personaje de Proust a Lacan para obliterar la cuestión de la sexuación, ¿es digno de un psicoanalista?

Que el Sr. Schneider se haya abstenido de leer a Lacan no quiere decir que este no haya enseñado nada. Su enseñanza está bien viva.

Este “septiembre lacaniano” como dice Le Monde des livres ya nos da la prueba, si hiciera falta.

Notas:
1-. El almanach Vermot es un almanaque fundado por Joseph Vermot publicado por primera vez el 1ro de enero de 1886. Concebido para ser leido al ritmo de una página por día, estas contienen informaciones prácticas, chistes, retruécanos, ilustraciones y diversos elementos mezclados. Luego de su fundación, conservó la misma tapa roja que lo caracteriza.

Agnès Aflalo es miembro del Consejo editorial de Lacan Cotidiano. Con su contribución termina la publicación de las reacciones suscitadas por el dossier aparecido en Le Point del jueves. Hemos previsto poner en la red, en el curso de la semana próxima, el número Cero, con el texto que se consagra a redactar Jacques-Alain Miller. Esta publicación debería extenderse en varios números Cero. LC

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