"LA NOMINACIÓN Y EL SER NOMBRADO PARA...”. Por Araceli Fuentes (Madrid)


(Foto: Juguetes en Piazza Navonna. Roma)

“EL CONGRESO APRUEBA LA SELECCIÓN GENÉTICA DE HIJOS PARA CURAR A HERMANOS” (EL PAÍS: 17-2-2006)

El avance imparable de la biología y la genética introduce posibilidades nuevas en la reproducción, como la posibilidad de seleccionar los embriones con fines terapéuticos.
Esta posibilidad acaba de ser sancionada en nuestro país con una ley recientemente aprobada por el Congreso. “La ley, que ahora pasará al Senado, prohíbe la clonación de seres humanos con fines reproductivos y exige que cada caso de selección de embriones con fines terapéuticos se estudie de manera individual....”(EL PAÍS: 17-2-2006).
Esta ley, que viene a darle un marco legal a esta nueva posibilidad introducida por la ciencia, ha suscitado todo tipo de reacciones, desde los que están en contra, en nombre de la supuesta “dignidad del embrión”, hasta la reacción de las familias “que están dispuestas a lo que sea para curar a sus hijos” y que encuentran en esta ley una oportunidad para ello.
Estas nuevas posibilidades producen incertidumbre: ¿qué usos se pueden hacer de ellas? ¿Qué efectos subjetivos les van a acompañar?.Y la incertidumbre da paso a la angustia.

El deseo que habita la ciencia es imposible de parar

Ahora bien la angustia no es una brújula que nos sirva para pensar lo nuevo, la angustia simplemente nos indica que es lo que hay que pensar, pero no nos dice como hay que pensarlo. Una reacción posible a la angustia puede ser la tentativa de querer prohibir estas técnicas, otra, la de regular sus usos, como es el caso de la nueva ley. La segunda reacción, me parece más realista, en la medida en que entiende que el deseo que habita la ciencia es imposible de parar, aunque no sepamos lo que va a producir.
En el caso particular al que se refiere esta ley: la selección genética de hijos para curar a hermanos enfermos se pone en primer plano la distinción que podemos hacer, siguiendo a Lacan, entre “la nominación” y el “ser nombrado para”.

Nominación y destino

La nominación adquiere en la enseñanza de Jacques Lacan, el valor de lo que permite anudar las tres dimensiones que habita el ser hablante, real, simbólica e imaginaria, condición imprescindible para no caer en la locura.
“Ser nombrado para” es otra cosa, no es equivalente a “ser nombrado”. “Ser nombrado” no indica lo que uno debe ser, por el contrario “ser nombrado para” indica el destino que el Otro nos prescribe. “Ser nombrado para” no es del orden del juicio de atribución, no es un “tú eres esto, o aquello” sino más bien un “Tú serás”, un destino prescrito por el Otro.
Cuando “ser nombrado” y “ser nombrado para” van juntos, “ser nombrado” sería lo que permitiría a un sujeto no sucumbir al “ser nombrado para”. “No sucumbir en la alineación que implica el “ser nombrado para”, una forma de alineación que puede producir dos tipos de respuestas opuestas en los sujetos: la sumisión o el rechazo.
La dimensión de “tú serás esto o aquello”puede producir una sumisión que despersonaliza, la de aquellos sujetos que realizan en su vida lo que el Otro ha prescrito para ellos, hasta el punto que es difícil saber donde está su propia verdad. En el polo opuesto encontramos las respuestas de rechazo, de revuelta contra la prescripción, que daría lugar a otro tipo de sujetos, calificados por la psicopatología como “sujetos con problemas de personalidad”.
Hay muchos destinos posibles prescritos en el “ser nombrado para”, en el caso que nos ocupa, “ser nombrado para curara a un hermano enfermo”puede ser o no una catástrofe para el sujeto, dependiendo de que vaya acompañado o no por el “ser nombrado”.

Araceli Fuentes (Madrid)