ÁFRICAS. La vida más allá de la vida. Por José Ramón Ubieto (Barcelona)

ÁFRICAS
Bru Rovira
Rba Editores
Barcelona,2006

La vida más allá de la vida

“El malestar en la cultura” es la respuesta de Freud a un suceso: la primera guerra mundial, que impactó de lleno en el horizonte burgués y bienpensante de la época. Ese mundo de ayer, añorado por Zweig por la seguridad que ofrecía, mostraba lo que había más allá de la vida, el tánatos que desplegaba todas las formas imaginadas e inimaginables del horror.
El Holocausto y la devastación de Hiroshima no hicieron sino confirmar las tesis freudianas sobre la naturaleza humana. Demasiado horror para un siglo, lo que obligó, durante los golden years de la guerra fría a inventar(nos) una versión algo más amable de nosotros mismos.
África se nos presentó entonces, bajo su apariencia exótica y neocolonial, como una serie de postales románticas que empezaban en los cafés-bistrots de Tánger y alcanzaban hasta los paisajes hermosos y salvajes de la región de los Grandes Lagos. Pero la pulsión ligada ya a la lógica imparable del postcolonialismo continuaba su trabajo tenaz y soterrado. Las disputas entre intereses occidentales y sus consecuencias sobre la realidad africana (p.e. la categorización étnica entre humus y tutsis) iban poniendo las bases de lo que el fin de la guerra fría, con la caída del muro de Berlín, no hizo sino poner a cielo abierto: el carácter de resto que ese continente tenía para Occidente.
El expolio de sus materias primas, su uso como vertedero de nuestros desechos industriales y nucleares y campo de entrenamiento y despliegue de la industria armamentística son algunos de los ejemplos de esa función de resto. Todo ello además con la complicidad de muchos de sus dirigentes, enriquecidos a costa de la miseria de sus compatriotas. Y lo que es peor, con la colaboración indirecta de las políticas humanitarias, nacidas de la mala conciencia occidental.
Bru Rovira, periodista de La Vanguardia, Premio Miguel Gil (2002) y Premio Ortega y Gasset (2004) nos ofrece en este libro una reflexión, acompañada de datos bien seleccionados, de todo este proceso. Pero sobre todo nos aporta una particular anatomía de la destructividad humana a partir de su larga experiencia en las Áfricas que ha recorrido de norte a sur.
Su mirada es la del reportero que regresa del infierno de lo visto y vivido y que lo hace con la angustia del sinsentido de ese horror. Las palabras, lo simbólico, no alcanzan para dar cuenta de ese real traumático. Como han aprendido bien los ruandeses y los otros pueblos, sujetos de ese horror, la verdad no puede ser dicha toda, es necesario velar algo de eso para poder continuar viviendo. Hay que contarse algunas mentiras, como hace Ibrahim, testigo de la violación brutal de su hermana, para soportarse a si mismo.
Bru Rovira ha entendido bien esa invención y denuncia así la banalidad de las imágenes directas que paralizan o embriagan pero no invitan a preguntarse por las causas. Preguntarse por la condición humana que se encuentra más allá de los ideales y las buenas intenciones de nuestra mirada occidental.
Como profesionales psi conocemos la dificultad de ese trabajo de elaboración subjetiva, sabemos que para vivir es necesario olvidar algunas cosas (Semprún, La escritura o la vida) pero también que aquello que queda reprimido está condenado a retornar y si no buscamos las vías de la memoria ese retorno se producirá en lo real del síntoma de forma traumática.
Áfricas empieza con ritmos de rumba congoleña y sabor a cerveza, bajo la sombra de un mango gigante, pero no tiene un final feliz, deja en suspenso el porvenir, insinúa las vacilaciones del acto, las dudas y asfixias de “continuar la vida con aquello”.
Pero Áfricas es ya un tratamiento del vacío, del sinsentido de ese agujero negro que es África como metáfora de la sociedad posthumana, del desecho que es el sujeto mismo como objeto consumible, al igual que lo son los diversos casos reales que el autor nos cuenta. Sólo por esto vale la pena, lector psi, que te detengas en sus páginas, bellamente escritas, páginas que recorren las carreteras secundarias, tan caras a Bru Rovira (ver su sección de los domingos en LA VANGUARDIA), la única vía posible para llegar al corazón de las tinieblas y regresar para dar testimonio de ese horror.

José Ramón Ubieto (Barcelona)

(NOTA DE LA REDACCIÓN: Hoy, 23 de abril, Día del Libro y en Catalunya Día de Sant Jordi, Dia del Llibre i la Rosa, animamos a los internautas a publicar sus comentarios recomendando un Libro, el libro que leen en estos momentos. ¡Feliz lectura!)