La sorpresa del trauma

Texto presentado en la Comunidad de Cataluña de la ELP, en el espacio “Marcas del Trauma”- Hacia las XX Jornadas, el 9 de noviembre de 2021.

Cuando Graciela Elósegui me invitó a participar en el espacio preparatorio de las XX Jornadas de la ELP bajo el título “El analista trauma” la sorpresa fue mía porque no había oído hablar de esta manera para nombrar al analista, si es que se puede considerar que es un nombre. ¿Qué es el analista trauma? A la pregunta respondió primero el texto de Leonardo Gorostiza, en un trabajo de 2020 en el que añade al sintagma la palabra “opacidad”. Su trabajo se titula “La opacidad del analista trauma”1.

La noción de trauma que el psicoanálisis pone de manifiesto está ligada a nuestra experiencia como seres hablantes. El episodio traumático que marca nuestra condición es el de estar parasitados y por ende traumatizados por el hecho real del lenguaje.

El trauma no es sólo estructural al sujeto; está, podríamos decir, en el ombligo de la historia del psicoanálisis. Con Freud, el trauma aparece ligado a la relación imposible con la sexualidad; para Lacan se trata de lo que no puede ser formulado en términos del decir, de ese encuentro con la sexualidad y de cómo eso se corporiza en lo que él llamó un goce.

Frente a la generalización del trauma en la actualidad, la clínica del caso por caso nos permite leer cada vez, de una manera inédita, la forma como un sujeto ha sido traumatizado, qué lo ha dividido, de qué está hecho su síntoma y cuáles son las modalidades de goce que conforman su existencia: “Siempre es cuestión de un sujeto, de su inconsciente, y de lo que para él las palabras quieren decir”2.

En su texto de 1920 “Más allá del principio del placer”, Sigmund Freud destaca dos rasgos de las neurosis traumáticas, después de equipararlas a las neurosis histéricas. El primero se refiere a que el centro de gravedad de lo que las causa parece situarse en el factor de la sorpresa, el terror… y la segunda cuestión es que un daño físico o herida contrarresta en la mayoría de los casos la producción de neurosis3.

La opacidad es la característica del trauma por excelencia. En la carta 46 de la correspondencia con Fliess, Freud habla de lo que no puede traducirse ni tampoco inhibirse; para Lacan se trata de lo indecible. No deja de ser paradójico que el trauma sea algo que nos sucede por ser seres hablantes y el lenguaje sea justamente el muro que impide que pueda ser dicho. Hablar es bordear el trauma.

Encontramos en Freud el trauma como un encuentro, Lacan lo llamó real, que deja como producto un excedente; Freud lo llamó sexual, con Lacan hemos aprendido a llamarlo goce.

Germán García, en un libro que se llama Actualidad del trauma 4, define el trauma como la sorpresa del encuentro de algo particular con un acontecimiento externo y añade que Freud siempre operó con la idea de un mal encuentro entre ambas cosas.

Me ha venido bien recordar la distinción que hace Freud entre terror, miedo y angustia en su relación con el peligro. La angustia designa cierto estado como de expectativa frente al peligro y preparación para él, aunque se trate de un peligro desconocido; el miedo requiere un objeto determinado, en presencia del cual uno lo siente. En cambio, se llama terror al estado en que se cae cuando se corre un peligro sin estar preparado. En la angustia, añade Freud, hay algo que protege contra el terror5.

Voy a concluir con algo que podría llamar un esquema que German García6 construye en su libro entre las “descripciones de Freud” y “las posiciones de Lacan”, advirtiendo que no hay equivalencias exactas entre ambos autores, sino que aquello que Freud escribe en el lenguaje de su época, Lacan lo lee con el discurso del que él es heredero.

De esta forma la primera tópica freudiana es “un tratado de lenguaje” hecho del chiste, los sueños, la vida cotidiana. Esto es lo simbólico en Lacan.

La segunda tópica hecha de imágenes, de identificaciones, trata del ideal del yo y del yo ideal; es, en Lacan, lo imaginario.

Y la tercera tópica, porque dice, “hay una tercera tópica de la que no se habla”, hecha de cargas, fuerzas y flujos. Es la tópica económica, es lo real en Lacan.

De la misma forma que esta última tópica viene explicada en un tercer lugar y sin embargo se produce, podríamos decirlo así, en un momento primario, en el choque con la lengua; podemos preguntarnos de qué forma, en las entrevistas preliminares, podemos ubicar la posición del analista trauma y responder que es en el hecho del decir y no en el sentido que eso pueda tener.

La experiencia de un análisis se organiza en torno al lenguaje y por eso el sentido no va a faltar. Lo importante es si el analista puede escuchar más allá del sentido los velos que el sujeto erigió como defensa frente a lo real, así como sus modos singulares de gozar6.

Lo que un sujeto puede mostrar en las primeras entrevistas es la manera en que su cuerpo está afectado. Restará ir advirtiendo cómo las dos facetas del trauma -la que quedó como cicatriz de ese encuentro y el afecto en forma de goce que quedó adherido- “le hacen hablar y ordenan su discurso”.

Lo que he podido aprender de esta invitación para hablar del sintagma “analista trauma” es que esta fórmula define la forma como el analista es tomado por el trauma y la posición que está llamado a ocupar. Es una consecuencia de la última enseñanza de Lacan en la que “ya no le interesaba el desciframiento, sino lo real. Le interesaba constatar qué es lo que no andaba y no qué significado tenía eso”7.

 

Notas:

  1. Gorostiza, Leonardo. “La opacidad del analista trauma”. Blog de la AMP, 2021.
  2. Laurent, Eric. “Hijos del trauma”. Cuadernos de psicoanálisis n.25. Eolia, 2001, pp.101-106.
  3. Freud, Sigmund. “Más allá del principio de placer”. Obras completas. Vol. XVIII. Amorrortu, Buenos Aires, 1997, p. 12.
  4. García, Germán. Actualidad del trauma. Grama, Buenos Aires, 2005, p. 89.
  5. Freud, Sigmund. “Más allá del principio del placer”. Op. cit., p. 12.
  6. Gorostiza, Leonardo. “La opacidad del analista trauma”. Op. cit.
  7. García, Germán. Actualidad del trauma. Op.cit., p. 52.