La Ley Trans, Judith Butler, el niño y el fundamento de la democracia

Unidas Podemos tiene prisa para que la Ley Trans sea aprobada antes de fin de año. Actualmente, por un lado, los movimientos LGTBIQ+ se manifiestan en las calles para que no haya ningún recorte, y por otro, numerosas feministas se declaran en contra del actual articulado de la Ley.

Según el Proyecto de Ley del 12 de septiembre del 2022 y en cuanto a los menores, se establece que entre los 14 y los 16 años podrán presentar la solicitud de cambio de sexo por sí mismos -aunque asistidos por sus representantes legales y, en caso de desacuerdo, se nombrará un defensor judicial-. Los que tienen entre 12 y 14 años necesitarán autorización judicial.

Hace pocos días se registraron enmiendas provenientes de distintas formaciones. Una de ellas, la de Mas País y Equo, abre una vía para que los menores de 12 años también puedan cambiar de sexo. La autodeterminación de género se concedería a aquellos que lleven dos años con el nombre cambiado1.

Jacques-Alain Miller ha subrayado que “si se borra toda diferencia entre el niño y el adulto, es el fundamento mismo de la democracia lo que se pone en cuestión” y añade que los psicoanalistas “aún no somos lo suficientemente radicales” sobre este punto2.

¿Por qué fundamenta Miller la democracia en la diferencia entre el niño y el adulto, y por qué dice que hay que ser aún más radicales?

Para comenzar a responder a estas preguntas daré un rodeo por un artículo en que Judith Butler - la crítica cultural cuya filosofía está en la base de la Ley Trans - se apoya en el psicoanálisis relacional3 estadounidense para escribir sobre la edad de consentimiento sexual4.

Aunque la autodeterminación de género y el consentimiento sexual son cuestiones diferentes, ambas están conectadas por la pregunta acerca del consentimiento del niño. Consentir es permitir que alguien haga algo a su gusto, sin oponerse a ello. La autodeterminación de género de la Ley Trans quiere permitir a los menores elegir, decidir y actuar libremente respecto a su sexo-género, sin la interferencia de sus padres o progenitores.

Para el psicoanálisis el cambio de sexo-género y el consentimiento a tener relaciones sexuales tocan la sexuación -la cuestión de cómo cada sujeto se ubica en cuanto al goce, algo que según Lacan no es en sí mismo cultural, aunque esté afectado por lo cultural-. Decir que la sexuación no es cultural es decir que no se puede colectivizar. Sin embargo, para Butler la autodeterminación de género/el cambio de sexo y el consentimiento sexual son dos batallas sociales y por tanto colectivas, de la continua guerra cultural por la cual cualquier categoría que se emplee se puede desestabilizar, cuestionar y criticar.

Lo que Butler trata de mostrar es que las leyes que establecen una edad mínima para consentir a tener relaciones sexuales forman parte de un marco jurídico que, en nombre del “interés del niño”, realmente lo instrumentalizan al estar al servicio de poderes políticos y con el objetivo de propósitos sociales diversos. Butler piensa en la regulación del matrimonio y la protección de las prerrogativas parentales, médicas y disciplinarias.

Si este argumento de Butler se trasladase al actual debate sobre la autodeterminación del género en los menores, vendría a decir que cuando alguien habla del “interés del niño” y su protección, realmente lo está instrumentalizando para sus propios intereses. Así, por ejemplo, el psicoanálisis lacaniano estaría defendiendo su cuota en el mercado de las psicoterapias infantiles, o estaría apuntalando el patriarcado, o estaría imponiendo la “matriz heterosexual” predominante en nuestras sociedades. Esta matriz es una versión del patriarcado al subordinar, o incluso excluir como inaceptables, las relaciones no heterosexuales. Sería una crítica en la línea de lo que Butler ha escrito sobre el psicoanálisis en una serie de lecturas muy sesgadas y forzadas de Freud y Lacan, tergiversando las palabras de ambos, tomando sus conceptualizaciones sobre lo fálico como si refirieran al falo imaginario (el pene).

En el artículo Butler recuerda que en la Francia de 1977, en pleno reflujo de mayo del 68, hubo un gran debate sobre el consentimiento del menor a tener relaciones sexuales. Foucault fue una de las figuras que firmó una petición al parlamento en favor de la abolición de la edad mínima de consentir. Para él el establecimiento de una edad mínima suponía el intento de legislar lo que por definición no es legislable, el sexo; y esa fijación tenía su razón de ser en una alianza biopolítica entre las instituciones médicas y los sistemas legales, sin un interés real por el niño y en pro de una agenda heterosexual. Esta se ponía de manifiesto por el hecho de que en Francia había una ley que permitía la relación heterosexual a partir de los 15 años, mientras que la sodomía lo era sólo a partir de los 18. Entre los otros intelectuales que firmaron estaban Althusser, Barthes, Derrida, Rancière, Sartre, de Beauvoir, Lyotard, Deleuze y Guattari5.

Entre los psicoanalistas firmó Françoise Dolto, pero no Lacan

Butler sostiene que la frase “¿Consintió el niño?” debería reformularse para decir en su lugar “¿Fue forzado el niño a entrar en un discurso legal que rechazó apoyar lo que dice el niño?”. Foucault defendió entonces el derecho del niño a decir lo que quería y consideró que era un “abuso” la falta de voluntad de aceptar que lo que dice el niño es verdadero. Para Butler se trata de una esfera superior al plano jurídico: el “derecho moral del niño a hablar”.

Si llevásemos al actual debate sobre la Ley Trans esta pregunta de Butler quedaría algo así como: ¿Es forzado el niño a entrar en un dispositivo terapéutico aliado del patriarcado y los poderes jurídicos y biomédicos que rechazan apoyar lo que dice el niño?

Lo crucial a tener en consideración es que, al igual que Foucault y el resto de los intelectuales franceses que firmaron la petición en aquel momento, Butler echa mano del psicoanálisis para avanzar su posición. Que la vida sexual es imposible de legislar es algo que dice el psicoanálisis. Y el reconocimiento de que la infancia está atravesada por la sexualidad se lo debemos a Freud. Por otro lado, Butler señala la ironía de que Foucault, tan crítico con el psicoanálisis, y Dolto, la psicoanalista, se pusieran de acuerdo en este punto: reconocer que hay que escuchar al niño.

Se podría responder a este razonamiento diciendo que el psicoanálisis no propone simplemente escuchar al niño y tomar sus dichos como verdaderos, al pie de la letra. Miller lo explica en su intervención en Rusia, así como lo hace la revista La cause du désir6, la cual dedica un volumen a la cuestión de que la escucha no puede ir sin interpretación. La interpretación no consiste en creer al niño o verificar lo que dice, sino en leer lo que escapa a la intención de la significación, esto es, apuntar a su saber inconsciente.

En el artículo Butler apela al psicoanálisis relacional sin citar fuente alguna. Quiere demostrar que en la edad adulta la infancia continúa actuando en el sentido de que el adulto no llega nunca a dominar el mundo parcialmente oscuro de la sexualidad y la elección. Ahora bien, en cierto momento del texto Butler aparca al niño y se concentra en el adulto. Entonces comienza a inventarse una especie de psicoanálisis hollywoodiense de lo más banal, con anécdotas de parejas y cotilleos de colegas suyos, coloreadas con numerosos clichés.

En un documental sobre su filosofía y vida, disponible en Youtube, y titulado casi como una película, “Philosophical Encounters of the Third Kind”7, Butler explica El género en disputa a partir de su experiencia personal. Cuenta que su familia materna, de origen judío, era la propietaria de un cine en Cleveland. En una entrevista en Haaretz dice que la mayor parte de los miembros de ese lado de su familia habían sido asesinados en el Holocausto8. Los familiares sobrevivientes buscaban asimilarse a la cultura norteamericana encarnando unos roles exagerados de género. Para Butler el fracaso en el empeño es más interesante que el éxito. Su abuela se convirtió en Helen Hayes, su madre en Joan Crawford, su abuelo en Clark Gable. En la entrevista en el periódico también explica su interés por cómo el duelo, la melancolía y la pena se tratan colectivamente - por ejemplo, tras los ataques terroristas al World Trade Center- como una forma de pensar en las personas que “never appeared to us in pictures”. Aquí hay un equívoco: “nunca nos salían en las imágenes/en las películas”. Su teoría acerca de los “marcos de guerra” mediante los cuales los medios de comunicación enmarcan las vidas que consideran dignas de ser lloradas, dejando fuera las que no, se caracterizan también por esta predominancia de lo visual.

Butler afirma que en la edad adulta no somos nunca completamente autoconscientes y autónomos, ni sabemos lo que hacemos. Invoca la dimensión de la fantasía para mostrar que el sujeto autónomo del Yo es una fantasía liberal, y que lo que ocurre con el sexo es que nunca realmente sabemos lo que hacemos, que a veces se dice que sí por cuestiones desconocidas -como el amor y la experimentación- todo lo cual frecuentemente conduce al daño y la humillación. También mantiene que el sexo puede comportar que se abra para el sujeto una escena traumática que no tenía en cuenta y que ahora le hace sufrir. Finalmente concluye, y aquí está el punto central de la retahíla previa de historietas, ahí donde hay que fijarse: “tal vez lo opuesto del sujeto del consentimiento no es el sujeto que es demasiado joven o demasiado poco experimentado o alguien que es incompetente” porque “algo de la infancia permanece en la sexualidad adulta”.

Con tal afirmación Butler, sin darse cuenta, recurre a esa idea de la expresión de Wordsworth usada por Freud de que “el niño es el padre del hombre”; es decir, la de que el adulto es inconsciente como el niño, algo que -como Lacan mostró en su Seminario de la Ética9 - ya había sido formulado por el romanticismo inglés en su ensalzamiento de los anhelos, ideales y recuerdos infantiles. Eric Laurent sostiene que esa fue la manera en la que Wordsworth quiso salvar al padre10. ¿Y no sería este psicoanálisis hollywoodiense – que por otro lado recorre toda su obra – la singular manera por la que Butler quiere salvar al padre?

Tras este rodeo, volvamos entonces a la Ley Trans. El argumento empleado para rebajar la edad es similar al de Foucault en 1977, retomado después por Butler, y hoy por los movimientos LGTBIQ+: hay que dejar consentir libremente al niño, respetar sus derechos humanos y el derecho moral que tiene a que su palabra sea tomada en su verdad; un cuestionamiento de esta palabra es considerado un abuso.

Ahora bien, tal planteamiento no está exento de su cortocircuito. En una intervención en el Congreso en mayo del 2021, Iñigo Errejón – uno de los más enérgicos valedores de la rebaja de edad – habla del modelo de sociedad democrática al que aspira la Ley Trans. Tras poner ejemplos de problemas derivados de no tener el cambio de sexo en el DNI -los abusos a los que son, a su juicio, sometidas las personas trans cuando son tratadas como enfermos- exclama, en el momento álgido de su discurso y dirigiéndose al hemiciclo: “Yo les voy a pedir que voten y que legislen como si fueran a tener un hijo trans”11. Él solito desmonta su argumento al apelar a los diputados, no como ciudadanos, o como representantes de estos, sino como padres, madres o progenitores.

La Ley Trans se presenta como válida para todos los ciudadanos porque contribuye a la profundización de la democracia, otorgando derechos a personas que previamente no los tenían. Ahora bien, cuando se entra en los detalles, los argumentos de sus defensores, en la estela de Foucault, borran la diferencia entre el niño y el adulto en aras del universalismo de los derechos humanos o la etérea esfera de la moralidad. Y entonces, la única manera en que recuperan algo de ese niño es, paradójicamente, mediante la salvación del padre: el niño como el padre del hombre (Butler), el padre-representante como garante último (Errejón).

La FCPOL ha elaborado un informe12 y una adenda13 con alegaciones y enmiendas al Anteproyecto de la Ley Trans. La posición del psicoanálisis en la orientación de Miller es la de fundamentar la democracia en la diferencia entre el niño y el adulto. Y ahí reside su radicalidad: precisamente en la diferencia entre ellos -sin referencia al padre, la madre o el progenitor-.

 

Notas:

  1. La Ley Trans llama al hecho de cambiar de sexo la autodeterminación de género. Esto se debe a que emplea la palabra “sexo” y la palabra “género” casi indistintamente. Se apoya en la filosofía de Judith Butler al concebir el sexo como una construcción cultural como también lo es el género. Al sexo la Ley Trans lo llama “sexo asignado” para no remitir a lo biológico o anatómico. Butler usa ambos términos a veces de manera intercambiable, otras con una barra entre ellos. Si recurrimos a los tres registros, el sexo en Butler es lo que se ve, por ejemplo, una mascarada, un pene o un falo imaginario (registro imaginario), mientras que el género es una ordenación y distribución cultural o social de posiciones, habitualmente las de dominador y dominado (registro simbólico). El registro de lo real está ausente de su filosofía.
  2. Miller, Jacques-Alain. “L’écoute avec et sans interprétation”. Conferencia en Rusia, 15 de mayo, 2021
  3. El psicoanálisis relacional, surgido a finales de los años 80 en EEUU, es un paraguas inmenso que pone en un segundo plano lo pulsional freudiano, y en su lugar enfatiza las relaciones interpersonales (las que tienen lugar “en la realidad” y las imaginarias). Toma conceptos de la teoría de las relaciones de objeto e integra el psicoanálisis con los estudios trans, de género, culturales, postcoloniales e incluso la neurociencia. Su idea de la recreación imaginaria de relaciones pasadas en el tratamiento y con el psicoanalista, resuena con la de la performatividad de Butler, en su ausencia del registro de lo real: "Relational Psychoanalysis" 
  4. Butler, Judith. “Sexual Consent: Some Thoughts on Psychoanalysis and Law. Columbia Journal of Gender and Law. Vol. 21, nº 2, 2011.
  5. "Lettre ouverte à la Commission de révision du code pénal pour la révision de certains textes régissant les rapports entre adultes et mineurs". Archives Françoise Dolto. 
  6. La cause du désir, Nº 108, Vol. 2, 2021.
  7. "Judith Butler: Philosophical Encounters of the Third Kind". Youtube.
  8. "Judith Butler: As a Jew, I Was Taught It Was Ethically Imperative to Speak Up". Web: haaretz.com.
  9. Lacan, Jacques. Seminario, libro 7, La ética del psicoanálisis. Paidós, Barcelona, pp. 35-36.
  10. Laurent, Eric. El niño y su familia. Diva, Buenos Aires, 2018, p. 39. Laurent pone de relieve que Lacan fue mucho más lejos que lo que dice la expresión “el niño es el padre del hombre”; esto es, más allá del relato de la vida, la anécdota, y la búsqueda de escenas traumáticas en la infancia. A partir del Seminario 10, a diferencia de Freud, Lacan aísla no tanto la escena mítica o la “contingencia de lo que ocurrió”, sino “la estructura y corte ligada al objeto parcial: corte del seno, del escíbalo, de la voz y la mirada”, así como la forma por la cual el sujeto se extrae. Para Lacan es real la detención sobre la imagen: el modo en que el sujeto, al ver la escena, cautivado, se extrae por la emisión de una deposición.
  11. "Errejón defiende la Ley Trans: 'Les voy a pedir que voten como si fueran a tener un hijo trans' ". Youtube. 
  12. "Alegaciones y propuestas al anteproyecto de la Ley Trans-LGTBI enviadas al Ministerio de Igualdad del Gobierno de España". Web: fcpol.org. 
  13. "Adenda al documento de Alegaciones y propuestas de la FCPOL". Web: fcpol.org.