Joven y guapa

No se me escapa que al escribir “joven y guapa”, par de epítetos que hacen eco de la instantánea del título de la película de François Ozon, me designo a mí mismo como lo que se llama un “machista”. Que así sea. No es a un mono viejo a quien enseñamos a hacer nuevas muecas. Aunque…

No, eso no está bien -ya que de eso es de lo que estoy hablando, de las nuevas monerías que los monos viejos deben aprender lo más rápido posible para no manchar el paisaje, y estar conectados con el Mitsein contemporáneo, nuestro “vivir juntos”, como hemos traducido el término de Heidegger-. Entonces, digamos, borro “joven y bonita”.

Pero, después de todo, no. ¿Por qué Eugenie B. estaría tan presente en la televisión si no tuviera una cara genial? Esto no es menos cierto para una Rokhaya Diallo, por ejemplo, la debatriz, debatidora sin par a la que nadie que yo sepa ha enviado a la lona, pero también eye candy, como dicen los estadounidenses. Algunos de ellos, cazatalentos, la tenían fichada desde hace mucho tiempo, y la entrenaron, muy bien entrenada, bajo la égida de los Young Leaders.

Ciertamente, en Francia, viejo país que supo promover “un ideal de medida y equilibrio”, como solían decir los libros de texto cuando yo era un colegial -ya era el “Nada en exceso” de Montaigne- no caemos en los excesos de Fox News. De lo contrario, E. L. no sería la favorita de C News, que es la versión Bolloré del canal de la familia Murdoch. Fox News solo muestra a mujeres jóvenes hot a las que se requiere mostrar las piernas y el escote a los espectadores -en los días del difunto Roger Ailes había, además, las felaciones que hacer al jefe, cf. la película lanzada hace dos años, Bombshell, con Charlize Theron, Nicole Kidman y Margot Robbie-. En Francia sumos más pudorosos. Sin embargo, ¿quién no se da cuenta a simple vista de que el físico de los presentadores/as de los canales franceses es más atractivo que el de la población media?

A esto se le llama pretty privilege. Si aún no tiene la notoriedad del “privilegio blanco”, ha sido perfectamente aislado y cuantificado en numerosos estudios estadounidenses. Basta con preguntar a Wikipedia escribiendo “privilegio de la belleza” y pretty privilege para recopilar datos muy entretenidos que parecen convincentes. Otra palabra que hay que conocer es lookism, que designa el conjunto de estereotipos, prejuicios y preferencias de los que es objeto la gente que disfruta del pretty privilege.

A partir de ahí, se abre un mundo de preguntas. Porque, en definitiva, ¿cuáles son los criterios para esta “belleza” o “hermosura” cuyos efectos cuantificamos? ¿Es una realidad objetiva? ¡Nanay! Las famosas y nefastas “estructuras de dominación” están el trabajo también aquí, como en todas partes. Detrás del efecto belleza se esconde su causa infecta: el imperialismo de las normas blancas occidentales. Hermosas y bellas viviendo como es debido en su hansome bubble, no pueden más ignorar lo que su éxito debe a su privilegio. Por tanto, será necesario estallar la burbuja donde todo el mundo está encerrado para enseñarles a vivir.

En efecto, me adelanto mucho aquí, porque, a pesar de la abundante literatura dedicada a las fechorías del p. p., no conozco que haya todavía, incluso en USA, militantes de lo feo juramentados para aplastar a las personas cuyo carácter caliente y sexy les ofende y los humilla. Pero no lo sé todo. De todos modos, si aún no hay, habrá. Está en la lógica del woke.

Hay tanto que decir sobre el tema que lo dejo para un número futuro. Podría haber leído mientras tanto, de Gretchen E. Henderson, Ugliness: a cultural history, y de Mona Chollet, Beauté fatale. Mientras tanto, tengo por demostrado que de ninguna manera es trivial e irrelevante escribir que Eugenie es “joven y guapa” Así que lo dejo como me vino. Sin embargo, ¿es machista? Quizás, no lo descarto.

Pero, ¿qué es exactamente el machismo? En vano se busca la palabra en Littré. El Robert en línea dice: “ideología de la supremacía del varón”, y evoca a continuación el “comportamiento machista”, y las palabras “falocracia”, “falocentrismo”1 -neologismo debido a Lacan a mediados de la década de 1950 y no a Derrida, como se cree (a él le debemos el “falogocentrismo”, a mediados de la década de 1960- y “sexismo”. Un macho se define como un “hombre que pretende hacer sentir a las mujeres su superioridad como varón”. Hay que ir al Robert en papel para encontrar el origen “especialmente” mexicano de la palabra, y una fecha, 1971: “un hombre de cultura latinoamericana que considera que el hombre, el macho, tiene todos los valores positivos en las relaciones psicológicas y sociales, y que actúa en consecuencia”. Habría que contar al respecto con el testimonio de nuestros colegas de América del Sur, que ciertamente analizan machos modelo. ¿Por qué 1971? ¿A qué corresponde esta datación? Por otro lado, ejemplo del uso de la palabra como adjetivo: “No es muy macho: ¡cocinaba un poco durante las vacaciones!”

Ahí me descubren: nunca cocino, ni durante las vacaciones, ni durante los días laborables. Tan solo me preparo té, café, bocadillos como máximo, y he aprendido a utilizar el microondas. Desde el confinamiento, me acostumbré a llamar los fines de semana a servicios de entrega a domicilio, disponibles en internet. Mi arte no va más lejos. No veo ninguna “supremacía” en ello, al contrario. Algunos de mis amigos analistas, el añorado Michel Silvestre, hoy Philippe La Sagna, bordelés de bordeleses, fácilmente merecería una estrella Michelin, y siempre los he sentido muy superiores a mí. Un día que mi esposa Judith, hija de Lacan, llevaba a los niños a la isla de Ré con su madre mientras yo estaba solo en París, mi hijo, que debía de tener cuatro o cinco años, le preguntó, su carita arrugada por la angustia: “Y papá, ¿cómo va a hacer para comer?”. No me parece que él me creyera superior a su madre, podía ver claramente que yo era como él, muy dependiente de su buena voluntad para alimentarme. Ahí está el Nombre-del-Padre, sin duda, ya se ha dicho bastante, pero el No-de-la-Madre no es que no cuente para nada.

Ahora recuerdo la siguiente anécdota. 1963. Alababa ante Lacan la carne de vaca con la que Althusser acababa de darse un festín con nosotros en la rue d'Ulm, nosotros sus alumnos, “los althusserianos”, más Barthes, a quién habíamos ido a escuchar su conferencia titulada “La aventura estructuralista” en la calle Victor-Cousin, conferencia que luego fue publicada por Nadeau en Les Lettres nouvelles, y luego, al año siguiente, recogida en los Essais critiques. Lacan me confió -no era pródigo en confidencia- que no cocinaba en absoluto, pero que curiosamente todos los que más admiraba

-memoricé bien los cuatro nombres- Koyré, Kojève, Lévi-Strauss y Jakobson, cocinaban muy bien.

Dejo aquí esta nota que me alejó mucho de mi punto de partida, y renuncio a releerme y corregirme, de lo contrario no terminaré. Quien quiera glosarme, me glosará.

4 de abril de 2021

Rebote del 4 de mayo

Mencioné en mi nota del 4 de abril a los protectores estadounidenses de R. Diallo. Sabemos ahora quiénes son. En efecto, a partir del 3 de mayo, la Universidad de Georgetown se complace en darle la bienvenida en su seno: “Rokhaya Diallo joins Georgetown University Gender+ Justice Initiative as Researcher in Residence”. ¿Conoce todo el mundo en Francia esta gran institución? Preguntemos a Wikipedia. Primera frase: “La Universidad de Georgetown es una institución católica de enseñanza superior dirigida por los jesuitas”.

Se puede decir que los jesuitas siguen siendo los mejores educadores del mundo. Y los más sensibles a la atmósfera de época. Su “Gender+ Justice Initiative” tiene tres años. Obviamente es la máquina ensamblada por estos ingenieros de almas incomparables para recuperar ad majorem gloriam la boga del gender.

¡Bien! No tendré reparos en copiarlos y abrir yo también en el Campo Freudiano, una Unidad de Investigación sobre “Sex, Gender and Justice”, o algo aproximado. Queda por encontrar para encarnarla una Rokhaya republicana. Escribir a la redacción, que lo transmitirá.

 

Nota del Autor: Les doy aquí una nota que escribí durante la relectura de “Dócil a lo trans”. La expresión “joven y guapa” aparece en el texto de la página 3, cuarto párrafo.

 

Notas:

  1. Lacan, Jacques. Escritos 2. Siglo veintiuno editores, 2010, p. 531.