¿Por que le llaman femenino si le quieren decir reproducción? Por Carmen Alda (Barcelona).

Cuando parecía que nos habíamos liberado de la anatomía fálica y de la salivación de los perros de Pavlov, explicando las diferencias de funcionamiento subjetivo entre los sexos, renacen las voces residuales del patriarcado neurocientífico pegadas al objeto escópico y como si estrenaran el mundo, nos traen la buena nueva del estrógeno: sustancia que provoca el estro o celo de los mamíferos (DRAE) y de la amígdala, una localización cerebral donde se refleja cómo funciona la feminidad y la masculinidad, el deseo sexual y de paso, la esquizofrenia. La Razón se ha desplazado del pensamiento, de las pasiones del ser, al circuito cerebral estímulo-respuesta-estrógenos. ¿Dónde queda la metáfora, la sublimación del cuerpo pulsional, la causa de lo psíquico, EROS? Constatamos una vez más, que el ojo del mirón queda pegado a los sesos virtuales proveídos por la tecnociencia. A estos lectores o intérpretes reduccionistas, habría que recordarles que existe la perspectiva para tomar distancia, al encuadrar lo uno y lo múltiple; que la ciencia experimental no es Unica, que existen los saberes no positivistas; que Los ojos no bastan, hace falta reflexionar ( P. Cézanne).
Ahora bien, sería preciso añadir, ¿reflexionar desde qué sesgos? Sres. Berman and Dreher, ni los ojos ni los estrógenos, ni la amígadala ni los ciclos menstruales alcanzan para explicar la no relación sexual que causa el deseo sexual, lo imposible de explicar del goce femenino: ¡Cada campo con su objeto sin aplastar los objetos de otros campos! Conviene no mezclar a la babalà loables hallazgos científicos sobre el funcionamiento cerebral, aplicables a la procreación médico asistida, extrapolándolos a los fenómenos relacionados con lo simbólico, -con el funcionamiento subjetivo regido por las leyes de la palabra y de las estructuras del lenguaje- núcleo donde se fabrican los sueños eróticos, los fantasmas sexuales que dan estopa a la excitación sexual de los cuerpos y a los encuentros sexuales; el deseo de ser madre o padre, y el amor, palabras que cada sujeto significará, creando su fantasmagoría y sus mitos particulares. Masculino/Femenino no caben en el comportamiento, ni en el escáner, ni en la resonancia magnética. Señores de la neurociencia, las mujeres no son, existen. Acoten su campo a la hora de hacer hipótesis y articulaciones sobre la gestación, el erotismo, la esquizofrenia, o las experiencias subjetivas que sean, pero sin solapar, confundir ni jibarizar el saber producido en otros campos, sirva de ejemplo el psicoanálisis, que desde hace un siglo puede decir mucho al respecto.

Carmen Alda(Barcelona).