In Memoriam Miriam Chorne

Demasiado temprano para hacerse una idea de su ausencia.

Y demasiado tarde para precipitarse al teléfono, a un mail, a un encuentro.

No sé muy bien por qué, pero uno, yo en este caso, me había hecho a la idea de que Miriam siempre estaba ahí, en algún lugar de la cartografía del Campo Freudiano. Y que podíamos hablar como tantas veces lo hicimos entre una y otra cosa, entre uno y otro viaje. La mirada clara, la voz serena, la firmeza amable y una curiosidad inaudita por la buena forma del saber.

Una analista que supo transmitir que ante lo insondable de lo real no existe otra posibilidad que la indestructibilidad del deseo.