HOMENAJE de la ELP a JACQUES LACAN. (2) Carmen Cuñat, Mónica Unterberger, Juan Pundik, Jorge Alemán.

Estimados colegas,

Las noticias corren rápidas, la movilización a lo largo y ancho del Campo freudiano y más allá de él es impresionante. Jacques-Alain Miller está moviendo Roma con Santiago para pedir la liberación de Rafah Nached.

El equipo de la Revista Le Diable Probablement invita a suscribir la Carta a Judith, porque, en efecto, "su asunto es el nuestro". Por otro lado, en las diferentes sedes de la Escuela se preparan encuentros para recordar a Lacan en estas fechas, contando con la presentación del libro "La Vida de Lacan" de J.-A. Miller.

A continuación, dos textos, de Mónica Unterberger y de Juan Pundik que se suman al Homenaje de la ELP a Jacques Lacan y que, sin duda, invitaran a que vengan otros.

Saludos cordiales,
Carmen Cuñat

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Lo vivo de J. Lacan.
por Mónica Unterberger

Es difícil imaginarse este paso del siglo XX al siglo XXI sin el viraje que la pasión, la contundencia, el rigor, la frescura y la enorme cultura de Jacques Lacan, inyecta en su andar.

Desde luego que no se trata sólo del enorme saber que uno encuentra a lo largo de las innumerables referencias, citas, rodeos, demostraciones y un sinfín de etc., que podemos ir agregando incansablemente. No. Se trata del genio, que al modo de Freud, hace uso de ese saber para hacer surgir esa vuelta indispensable para producir la chispa que ilumina la zona que justo antes estaba en la sombra. En la sombra más oscura y más cruel. Sin remedio.

La clínica en su variedad más compleja ha podido recibir de su pensamiento, la primavera de una renovación decisiva y en plena resonancia con el acto radical del descubrimiento del inconsciente y su verdad. Una amplia, seria y profusa literatura demuestra los alcances de su enseñanza. Está a disposición de quienes tienen un verdadero interés por el malestar que aqueja al ser que habla, a disposición de quienes se interesan por las vías en que se puede orientar una clínica, que se precie de estar a la altura de las consecuencias del discurso que porta toda época, -ese horizonte subjetivo que no puede desconocer nadie que se reconozca como heredero de la misma-, las consecuencias que ese discurso produce sobre los modos de gozar, en particular nuestra época, que se vio sacudida por la conmoción imposible de concebir previamente, de los efectos ilimitados de una tecnociencia, autofascinada por sus milagros sin fin que anuncian prometer un dominio insospechado y sin nombre.

Al modo de aquel poeta que sabe encontrar las claves con que cifrar lo que deviene su canto anticipatorio, J. Lacan, se aprovisionó de los instrumentos más finos que la escritura formal, el arte de su tiempo, la psiquiatría preciosista, el pensamiento más fecundo y vivo, le ofrecían. Y con ellos y su genio, pudo advertir de este dominio, mejor dicho, advirtió de este predominio y de sus consecuencias en la generación de las nuevas formas del síntoma con las cuales nos las tendríamos que ver, los psicoanalistas. Es decir, aquellos que intervienen desde el discurso que los sitúa en tanto tales, sobre el objeto y los modos del goce del sujeto.

Se lo podrá cuestionar, vituperar, negar, odiar, amar sin lugar a dudas. Hay discursos que provocan tales pasiones. Sin embargo, una cosa son las pasiones siempre tan ciegas cuando no se les pone el nombre que las provoca y otra cosa, y muy distinta es lo que atañe a la existencia de un discurso. A un discurso sólo se lo trata con la mediación de argumentos.

Para mí, Lacan es aquel hombre de pensamiento que además tuvo el coraje de conmover la verdad, tal como la había reflexionada la filosofía: ligó la verdad al goce y así pudo afirmar de la verdad que ésta solo puede mediodecir la certeza del goce.

¿Qué discurso actual, encontramos hoy capaz de argumentar con fundamentos, algo equivalente a la riqueza de lo articulado por J. Lacan y estar a la altura de ese rigor, del valor aún por extraer del aporte inédito de su enseñanza en el campo del saber?

¿Basta apoyarse en las consabidas experiencias científicas que necesitan concebir al sujeto reducido a su organismo, cuando no a su fisiología y aún a rebajar su ser a un número que entre a formar parte de un protocolo a seguir , para abordar la compleja torsión que hace falta para suponer un sujeto tal, que por hablar tiene los síntomas que hacen a cada uno, particular? Esa falsa suficiencia, denuncia una pobreza que no conviene a la dificultad a la que nos confronta el ser que habla.

Jaques Lacan tendrá aún, presencia en el siglo XXI, la formidable presencia viva de un pensamiento que piensa, y a diferencia de la obsesión, no cesará de causar nuevas olas.

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Mis encuentros con Lacan.
por Juan Pundik

Mi primer encuentro con Lacan tuvo lugar en 1973, en la mesa de novedades de la Librería Santa Fe de Buenos Aires. Se trataba de un libro cuyo título era Lectura estructuralista de Freud , editado por Siglo XXI. Imposible dejar de comprar un libro con tan atractivo título. Aunque su autor fuera Jacques Lacan, un desconocido para mí. Como habitualmente he sido un lector rápido me llevaron quince días la lectura de lo que, muchos años después me enteraría, era ni más mi menos que una selección de los Escritos . Al finalizarla, para mi perplejidad, no había comprendido nada, de nada, de nada. Reaccioné considerando que ese texto, probablemente, requeriría una lectura más lenta y cuidadosa a la cual le dediqué dos meses aunque con el mismo infructuoso resultado. Lo cual me resultó narcisísticamente insoportable. De manera que abandoné todo nuevo intento, denosté a su incomprensible autor y arrojé el volumen al extremo más lejano de mi biblioteca sin querer volver a saber de él. Fue, lamentablemente, un muy mal encuentro.

Afortunadamente hubo un segundo encuentro. Se produjo a través de Gustavo Dessal, que había sido alumno mío en Buenos Aires y había llegado a Madrid formado como analista lacaniano. Organicé entonces un grupo de estudios a su cargo, en el cual, juntamente con Marta Davidovich, Carmen Atance y Guillermo Jaraquemada, durante un año, nos dedicamos a la lectura e interpretación del Seminario XI. Al final de la paciente y debatida tarea, para mi sorpresa, había conseguido acceder elementalmente al complejo lenguaje del inconsciente a través de la difícil terminología lacaniana. Eso había ido produciendo, cotidianamente, importantes cambios en mi manera de enfocar la teoría y la práctica clínica. Imprevistamente, contra todo propósito, había dado los primeros pasos en lo que iba a ser mi proceso de formación como analista lacaniano.

El tercer encuentro se dio al concurrir a las Jornadas del Campo Freudiano en Madrid, en 1988, en el Eurobuilding. Evento al que concurrí sin mucho conocimiento de lo que se trataba. Allí además de descubrir la existencia del Campo Freudiano descubrí también la existencia de Jacques-Alain Miller. Al poco tiempo le solicité una entrevista y comencé mi análisis con él. Me transformé entonces en un analizante lacaniano. Comencé también a supervisar las sesiones de mis analizantes con Guy Trobas y a concurrir y presentar ponencias en Jornadas y Congresos, a escribir y publicar artículos y libros. Se despertó en mí un renovado entusiasmo que, en los últimos años, había entrado en una especie de proceso de hibernación.

Desde esa época mi intensa actividad cotidiana ha estado dedicada a practicar y transmitir las enseñanzas de Jacques Lacan y de Jacques-Alain Miller. Los encuentros no paran de sucederse. Considero que ese ha sido y es mi mejor homenaje, que se cumple en grupos de estudio en los cuales diariamente nos dedicamos a la interpretación de los Escritos y Seminarios de Lacan y de los cursos de Miller.

El homenaje de ayer, 9 de septiembre de 2011 consistió particularmente en mantener sin cambios mi agenda de sesiones, a pesar de ser fiesta en Madrid, y en el grupo de estudios de los viernes además de leer a Lacan, como habitualmente lo hacemos, hemos hablado de Lacan con motivo del 30º aniversario de su muerte, para que, cada vez más personas, conozcan su vida, su obra y sus enseñanzas y de esta manera conseguir que estas continúen manteniéndose más vivas que nunca, tal como ha venido ocurriendo en estos 30 años.

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A treinta años de la muerte de Lacan.
Entrevista a Jorge Alemán

El psicoanalista y consejero cultural de la embajada argentina en España, Jorge Alemán, piensa que la práctica psicoanalítica, pasados treinta años de la muerte de Jacques Lacan, instaló definitivamente en el mundo de las ideas y la salud mental el cuestionamiento sobre la figura del analista como identidad estable y obligó a repensar qué se dice cuándo se habla de cura analítica.

En diálogo con Télam desde Madrid, no sólo reivindicó la herencia de Lacan sino que señaló la necesidad de profundizar su enseñanza en los aspectos más radicales, contra la cantidad de impugnaciones al psicoanálisis que proliferan todos los años, siempre bajo las mismas prerrogativas positivistas, más allá de las etiquetas.

Alemán nació en Buenos Aires en 1951; se exilió en España en 1976, donde además de psicoanalista, es, desde 2004, consejero cultural de la embajada argentina en ese país. Es profesor honorario de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis del Campo Freudiano en España (ELP) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

Publicó, entre otros libros, "Cuestiones antifilosóficas en Jacques Lacan"; "Lacan: Heidegger"; "Inconsciente: existencia y diferencia sexual"; "Lacan en la razón posmoderna"; "Notas antifilosóficas"; "El psicoanálisis y la experiencia del fin"; "Para una izquierda lacaniana" y "Lacan, la política en cuestión".

-¿Qué ha cambiado en el mundo del psicoanálisis, su teoría, su práctica, en estos treinta años desde la muerte de Lacan?

-Se podria afirmar que se ha llevado a cabo una transformación radical del espíritu del psicoanálisis. Después de Lacan, la experiencia analítica es definitivamente algo más que una terapéutica; su concepción de la cura promueve una apertura a un "saber hacer con lo incurable de cada uno" que se inscribe en la tradición de las auténticas apuestas existenciales. A su vez, su idea de Escuela, diferente de una mera institución o sociedad profesional, concebida como un colectivo que se interroga por la existencia de la figura del analista en nuestro tiempo, vuelve a la práctica analítica un desafío permanente.

-Los ataques del cognitivismo o de filósofos como Michel Onfray a las figuras de Lacan y de Freud, ¿tienen o pueden tener efectos sociales más allá de algunos que podrán suponerse?

-Esos ataques reiterados pertenecen a la misma vida del psicoanálisis. Una política seria en la transmisión del psicoanálisis debe tener en cuenta, que con mayor o menor intensidad, siempre existirán rechazos de distinto tipo.

-Lacan dijo alguna vez que el psicoanálisis podía desaparecer, pero la religión nunca.

-En efecto, la presencia insoslayable del sentido en la época de la Técnica vuelve a demostrar que el psicoanálisis, a diferencia de otras prácticas psi, nunca tiene asegurada su presencia en el mundo como una realidad necesaria, al ser una práctica a contrapelo del sentido y sus derivas contemporáneas en el mercado de la autoayuda u otras sabidurías del "yo". El psicoanálisis está siempre alcanzado por la contingencia de lo que nunca está garantizado en su devenir.

-En un mundo global, o parcialmente global, ¿qué cree usted pensaría Lacan de la llegada del psicoanálisis al Japón, o a Cuba, culturas refractarias, por distintas razones, en su momento, a la entrada de ese discurso?

-No sé hasta qué punto son refractarias. En el caso de Japón, en su día se hablaba de dificultades relativas a la misma configuración de su lengua. En el caso de Cuba, no veo de entrada ninguna razón estructural. En cualquier caso, el inconsciente trabaja en todos los hablantes, o en casi todos, no así la transferencia y el dispositivo analítico.

-¿Por qué se habla en ciertos círculos de la "ilegibilidad" de Lacan?

-En el mundo contemporáneo han existido muchas ilegibilidades relevantes: la de Hegel, la de Heidegger y también la de Lacan son aquellas que luego se revelan como muy fecundas cuando se encuentra el orden de lectura pertinente. En esos casos, la ilegibilidad no es un capricho o una veleidad. Es, más bien, una indicación sobre el asunto que se está tratando y la disciplina textual que hay que construir.

-¿Existe una política del psicoanálisis? ¿Cómo la definía Lacan?

-Brevemente, es aquella que intenta, sean cuales fueran las circunstancias de una civilización, que haya analista.

-Jacques Alain Miller, ¿es un intérprete, un lector, un transmisor de la obra de Lacan? ¿Es sólo eso? ¿No podría decirse que es alguien que testimonia de su herencia, y que inventa un nuevo modo de intervenir analíticamente?

-Coincido con esa apreciación, y agregaría que gracias a él, la política del psicoanálisis en el sentido de Lacan ha podido continuar.

-El malestar en la cultura, en su opinión, ¿cómo podría o dónde podría situarse en la actualidad?

-Sin dudas, en los impasses crecientes del capitalismo en su extensión mundial.

-¿Cómo piensa usted la relación entre el psicoanálisis y la izquierda? Lacan ¿no era escéptico respecto de la cuestión emancipatoria?

-Radicalmente escéptico, pero ese escepticismo contiene elaboraciones preciosas si aun la izquierda desea separarse de la metafísica que la dominó durante el siglo XX, en particular en relación al problema del "sujeto".

-Finalmente, ¿en qué sentido, si es que lo hizo, Lacan prefiguró a la biopolítica, hoy tan en boga?

-Lacan siempre intentó pensar la relación entre la vida del cuerpo y los discursos que rigen una época. Pero a su vez, no hay que olvidar que a diferencia de Foucault, que rechazaba la herencia freudiana de la "pulsión de muerte", intentó pensar cómo en la vida existe algo que la excede (pulsión de muerte, plus de gozar o repetición). Lo no vivo en la vida excede al marco biopolítico pensado inicialmente por Michel Foucault.